sábado, 9 de julio de 2022

Alfredo Torero: entre el exilio y la continuidad de la investigación lingüística

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Alfredo Torero: entre el exilio y la continuidad de la investigación lingüística
Filomeno Zubieta Núñez
Resumen: Alfredo Torero Fernández de Córdova (Huacho, 1930-Valencia, 2004.), ilustre lingüista, con largos años en la docencia universitaria y más de 40 años dedicados a la investigación, pasó los últimos 12 años de su vida en el exilio. Sus estudios sobre las lenguas nativas abarcan territorios densamente poblados de los Andes peruanos así como diversas áreas del Ecuador, Colombia, Bolivia, Chile y Argentina. El destierro y el deterioro de su salud en nada disminuyeron su trabajo científico, evidenciándose en su docencia en las universidades europeas, su participación en certámenes internacionales en Europa y América con ponencias y estudios, así como las publicaciones de los resultados de sus pesquisas. Con este ensayo pretendemos contribuir a aquilatar y revalorar su obra.
Palabras clave: Lingüística, idiomas de los Andes, exilio, historia social andina.
Introducción
El lingüista Alfredo Torero Fernández de Córdova pasó los últimos doce años de su vida (1992-2004) en el exilio, forzado por las circunstancias internas de la vida política peruana, en una situación que no la buscó ni la deseó, distinta al inmigrante común y corriente, con la distinción que establece Sharon Ouditt, “las condiciones del exiliado y el inmigrante se diferencian por el hecho de que el exiliado atraviesa una no deseada ruptura con su cultura de origen, mientras que el inmigrante la ha dejado voluntariamente, con el deseo de ser aceptado como miembro de una nueva sociedad” (citado por Roginer, 2011).
Pese a las características de su exilio, no es un caso único, se suma a la llamada “fuga de talentos”, como Luis Millones (2004: 28) remarca:
Como la mayoría de colegas, lamento que Torero concluyese su existencia en un país extraño. Su exilio se suma a la alarmante cantidad de peruanos que han elegido otras tierras para ejercer su profesión. Contra su voluntad, su labor desarrollada en el extranjero es también parte de la masiva fuga de estudiosos que ven, desde la distancia, el empobrecimiento de la vida académica nacional.
Demos, pues, una rápida mirada a su vida y contribución.
Nuestro personaje
Alfredo Augusto Torero Fernández de Córdova nació en Huacho, Lima, el 10 de setiembre de 1930. Estudió la educación primaria y el primer año de secundaria en el Colegio Los Maristas de Huacho (1937-1944), y de segundo a quinto de secundaria, en el Colegio Guadalupe de Lima (1945 a 1948).
Estudió Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM, 1950- 1956) y posteriormente siguió la carrera de Antropología. Obtuvo la Licenciatura en Letras en la Universidad Sorbona de París luego de sus estudios entre 1960 y 1963, en esta misma universidad realiza estudios de doctorado (1963-1965) graduándose de Doctor en Lingüística en 1965 con la tesis “Le puquina, la troisieme langue générale du Pérou” (“El puquina, tercera lengua general del Perú”).
Imagen 1. Archivo personal del autor del artículo
Imagen 1. Archivo personal del autor del artículo
Ejerció la cátedra de su especialidad en varias universidades del país y del extranjero: Universidad Agraria La Molina (UNALM, 1965-1972); Universidad Particular Ricardo Palma (1972-1974); UNMSM (1965-1992); en una universidad de la ciudad de Wassenaar, Holanda (1991-1994); en la Universidad de Salamanca, España (octubre de 1995 a enero de 1996); en la Universidad de Valladolid, España, (de febrero a mayo de 1996); y, en la Universidad de Concepción, Chile en 2002.
Su mayor contribución a la cultura nacional está en el campo de la investigación: el estudio y la defensa de las expresiones culturales de los pueblos andinos, aportando al conocimiento de su historia con estudios en bibliotecas, archivos y trabajos de campo. Tema recurrente de sus preocupaciones de investigador, fueron los idiomas de los andes: el quechua, el aymara, el puquina, el aru, entre otros; delimitando las áreas lingüísticas, haciendo uso de sus conocimientos de arqueología, antropología, historia y dialectología con aplicación de la glotocronología.
La publicación de sus investigaciones se inicia con “Los dialectos quechuas” (1964, Revista Los Anales Científicos, UNALM), estudio pionero donde señala que el quechua se originó en la costa y sierra central del Perú, expandiéndose mucho antes del Imperio Inca. Con este trabajo puede decirse que funda la moderna dialectología quechua.
Posteriormente publica dos libros: “El quechua y la historia social andina” (1974) que, por sus aciertos y conclusiones, marcó un hito importante en el conocimiento del origen, la evolución y expansión de la familia lingüística del quechua a seis países sudamericanos (Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y Chile). El otro libro, “Idiomas de los Andes. Lingüística e Historia” (2002), el esfuerzo mayor por su envergadura y propuestas, estudia las lenguas y familias lingüísticas andinas.
Además, en 2005, póstumamente, se publicó en México “Recogiendo los pasos de José María Arguedas”, en la Colección Insumisos Latinoamericanos, relativo a las impresiones y postulados de su amigo José María Arguedas.
Con parte de sus artículos publicados en sus últimos 40 años (1964-2004), editamos el libro “Cuestiones de lingüística e historia andinas” a propósito del XVII Congreso Peruano del Hombre y la Cultura Andina y Amazónica “Alfredo Torero Fernández de Córdova”, desarrollado en la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión de Huacho en agosto de 2011.
Hablaba español, quechua, aymara, puquina, inglés, francés, alemán, latín, entre otros idiomas. Cultivaba la poesía y era un apasionado de nuestra música.
Injustamente se le vinculó con Sendero Luminoso por “la confesión” de un arrepentido y en 1992 optó por salir del Perú y refugiarse en Europa, asilándose en Holanda, a consecuencia de las agresiones, persecuciones y atentados contra su vida por parte del régimen fujimorista. En los últimos meses de su vida tenía el obsesivo anhelo de regresar al Perú, con la idea fija de continuar sus investigaciones en los valles del Huaura a Pativilca –considerada como el área original del protoquechua-, como de otras áreas costeñas, andinas y amazónicas para establecer sus posibles filiaciones y puntos de contacto.
Falleció en Valencia, España, el 19 de junio de 2004. El 27 de agosto de ese año sus llegaron sus restos al Perú. La Municipalidad Provincial de Huaura-Huacho le otorgó la Medalla Cívica de la Ciudad y la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión, el grado de Doctor Honoris Causa postmorten. El 18 de setiembre de 2004, sus restos fueron conducidos al Cementerio General de Huacho con el acompañamiento de un pequeño grupo de allegados (Zubieta, 2006).
Desentrañando el origen del quechua
Alfredo Torero es uno de los primeros lingüistas que se dedica al estudio de la dialectología quechua de América del Sur en base a sistemáticos y rigurosos trabajos de campo que le permitieron incursionar en la reconstrucción del protoquechua y su posterior clasificación, anulando la hipótesis de que Cusco era el foco de origen y expansión de la lengua quechua.
Imagen 2. Archivo personal del autor del artículo
Imagen 2. Archivo personal del autor del artículo
Su interés manifiesto era dar cuenta del proceso de ocupación del territorio peruano y de la distribución en él de los idiomas. Dicho interés hace que indague por los lugares de más remota asociación con una lengua determinada desde los cuales los idiomas respectivos se difunden; esto significa, en la práctica, investigar por los períodos de expansión o desplazamiento de los grupos humanos asociados con los idiomas implicados. Esta perspectiva de estudio propone necesariamente establecer un punto inicial de su origen, el lugar desde el cual una lengua se asocia con el espacio específico más remoto de ocupación del que se tenga alguna evidencia; de ahí que su propuesta de hipótesis sobre la “cuna” del quechua constituye un tema relevante por conocer y valorar.
Concretamente, con referencia al quechua, Torero propone que el área de la protolengua se ubica en la costa central peruana, pudiendo ahora precisarse -gracias a las investigaciones arqueológicas de los últimos 15 años- como la cuna del idioma quechua, a aquel espacio geográfico que corresponde a los valles de los ríos Huaura y Supe, donde se hallan los desarrollos culturales más significativos del Precerámico Tardío, como Áspero, Bandurria y Caral. Este espacio arqueológico constituye, entonces, el ámbito específico de la Costa Central desde donde el quechua se irradia a otros medios en sucesivos periodos de nuestra historia.
La propuesta del espacio entre los valles del Huaura y Supe como la cuna del quechua lo planteó Torero independientemente de los datos arqueológicos modernos sobre los sitios arqueológicos en mención y es posterior a propuestas iniciales de lugares costeños del sur como Ica, pero cambiando luego cada vez hacia el norte, para fijar finalmente, antes del redescubrimiento arqueológico de Caral y Bandurria, en el espacio costeño comprendido entre los ríos Huaura y Supe.
La monumentalidad de los sitios arqueológicos de Bandurria, Vichama, Áspero y Caral y la complejidad de sus sociedades, dan a Torero el sustento necesario para asociar un espacio geográfico remoto en el tiempo y una lengua –el quechua- hablada por las sociedades que la poblaron.
Con el tiempo resalta la importancia de las conclusiones de la Lingüística y la Arqueología, con sus investigaciones independientes, al dilucidar la cuestión del origen geográfico del quechua. Torero desarrolló la hipótesis lingüística en una línea intuida por el historiador Manuel Gonzáles de la Rosa en 1911, señalando que la cuna de esta lengua estaba ubicada en la Costa Central, inicialmente en el sur de esta zona (Chincha), pero a partir de la cual fue retrayéndose el área hacia el norte, conforme los estudios quechuísticos avanzaban en mayores precisiones.
Los estudios arqueológicos del Norte Chico obligan de una forma bastante convincente a asumir a este espacio como el lugar más remoto de ocupación del quechua o de una suerte de paleo quechua. Desde este punto, el idioma se habría expandido geográficamente en sucesivas oleadas, tal como lo anota Torero en el recuadro de un mapa que acompaña a su artículo de 1975: “Lingüística e historia de la sociedad andina”. Es más, en su último libro: Idioma de los Andes, publicado a fines de 2002 (p. 44), enfatiza:
[…] es probable que en la época que florecía Caral, el habla del valle de Supe y de la región del litoral y del interior conectada con esa arqueópolis fuera una remota antecesora de la familia lingüística quechua, puesto que […] ese valle se halla dentro del área de la más completa dialectización de lo que habría sido el protoquechua de principios de nuestra era, y nada hace pensar que alguna vez se hubiera roto la continuidad cultural de la zona; sino, más bien, que se hubiese evolucionado allí, desde la tradición Kotosh, desde entonces, a la tradición Chavín y a la del Blanco sobre Rojo, en la que se difundió el protoquechua propiamente dicho. Así, cualquier dialecto quechua contemporáneo procede del protoquechua como éste procedería del paleoquechua del período Caral”.
Con una entrega desacostumbrada entre los lingüistas peruanos y compatible solo con vocaciones profundas, revisó material lingüístico o información extraída de fuentes escritas en los siglos XVI y XVII; realizó estudios glotocronológicos y de geografía lingüística, reforzados con información arqueológica, llegando a confirmar científicamente el origen costeño del quechua y a postular una cronología de su expansión como lengua general por el territorio del Tahuantinsuyo.
Las fases de la expansión que habría tenido el quechua se pueden resumir en:
La expansión ocurrida en el Horizonte Medio o la Segunda Unificación, Wari, que llevó al quechua a las zonas inmediatas de aquella que es su cuna, el Norte Chico, a los territorios circundantes de Lima y Ancash, y a las serranías inmediatas de la Sierra Central (Huánuco y Cerro de Pasco).
La expansión que tuvo lugar durante el Intermedio Tardío, la Segunda Diversificación Regional, que expande el territorio ocupado por el quechua hasta alcanzar por el sur las cercanías del Cusco y por el norte hasta ocupar todo el Callejón de Huaylas. Aquí resaltaron los aportes de tres desarrollos culturales: Chancay, vinculada a espacios mayores con la comercialización de pescado seco y la sal; Ichma, con la importancia del oráculo de Pachacamac que convocaba a visitantes de los más lejanos lugares y Chincha, con sus comerciantes desplazándose por mar al norte y por tierra al Cusco y el altiplano.
La expansión ocurrida en los siglos XV – XVI, la época del expansionismo tahuantinsuyano (convertida en una especie de lengua oficial del Imperio) y de los traslados poblacionales llevados a cabo durante los primeros años de la Colonia. En este periodo el quechua llega hasta Maule por el Sur, incluyendo partes de Argentina, hasta la región de Pasto en Colombia por el norte.
Expansiones posteriores al siglo XVI son responsables de llevar el quechua a la Amazonía, durante la época de las misiones religiosas de los siglos XVII y XVIII, y hacia Madre de Dios, durante al época del boom del caucho de fines del siglo XIX y primeros años del siglo XX.
No está demás anotar que en este proceso de expansión, como ocurrió con el castellano con respecto a nuestras lenguas nativas, el quechua desplazó en su avance hacia el norte a muchas lenguas nativas y, desde el centro hacia el sur, lo hace en contra de los dialectos aimaras previamente expandidos y del mismo puquina cuando este estaba en proceso de aimarización
Imagen 3. Archivo personal del autor del artículo
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La expansión del quechua, innegablemente, es resultado de las características económicas y sociales de los pueblos que lo hicieron suyo. Por lo mismo es válida la concepción de Torero al afirmar que la lengua es un producto social e histórico.
El estudio del quechua, su origen y expansión, para contextos como el del Perú, de confluencia milenaria, de vivencias culturales múltiples en la geografía y en el tiempo, la concepción de Torero se justifica plenamente; es más, sus logros ampliamente demostrados y validados desde otras disciplinas -como la arqueología- nos dicen mucho de la necesidad de estudios multidisciplinarios. Es obvio que en esta perspectiva también la lingüística se beneficia cuando tiene que dar cuenta del hecho aparentemente simple de la diversidad de lenguas en determinados espacios como el que presenta el Perú.
En suma, el interés de Torero estuvo centrado en desentrañar el origen y evolución del quechua. Pero no solamente del quechua, también de todas las lenguas del espacio andino.
Las limitaciones del exilio
Salir del país de origen en las condiciones de exilado significa hacerlo casi con lo que se tiene puesto. No es posible cargar con todo lo que un científico como él hubiera deseado trasladar. A lo sumo tuvo que portar uno que otro libro, sus fichas de apuntes, sus cuadernos de notas y lo indispensable como para dar continuidad a la pasión de su vida, el estudio del Perú, de la diversidad de sus lenguas.
Por ser Holanda el país que le concedió el asilo tuvo que establecerse en Amsterdam (capital de los Países Bajos), que tiene los inviernos muy duros con temperaturas de 0° grados, cuando lo mínimo en Perú es de 14°. Las condiciones en que se estableció no fueron las mejores, tuvo que conformarse con lo indispensable. A esto se sumaba una salud bastante resquebrajada por las penurias de los últimos años, el duro trato al que fue sometido en prisión y el paso de los años. José de Echave (2004: 20), describiendo una visita que le hizo, resalta “[…] para entonces ya tenía algunos problemas de salud; sobre todo había comenzado a perder la vista y me impresionó la lupa con la cual seguía leyendo con intensidad y un monitor gigante que había comprado para su computadora”.
Las condiciones de alejamiento del Perú lo desvinculan de la producción intelectual nacional, por lo que no fue raro que se lamentara por no conocer todo lo que se publicaba en el país sobre temas de su especialidad. Así lo expresó cuando escribió sobre José María Arguedas: “[…] he revisado noticias y estudios de otros autores, sin poder tener acceso a todo el material deseado, en particular al publicado en el último decenio, en que estoy ausente de mi país” (Torero, 2005: 15).
Muchos de sus trabajos enviados al Perú tuvieron publicaciones extemporáneas o extravíos intencionados, como ocurrió con su último libro que debió publicarse en dos tomos entre 1998 y 1999, obligándolo a reescribirlo íntegramente con todas las limitaciones de salud (especialmente la ceguera) y disposición de fuentes. Es más, ya tenía muchas experiencias de haber sido víctima de hurtos o plagios, inclusive durante su permanencia en el Perú, como lo reitera, “[…] ya he vivido casos en que he visto a mi propia producción manejada por manos ajenas en forma desconsiderada”. Es más, su último libro tiene un final que resalta su entrega al estudio y la producción, pero también la denuncia: “Me agrada ir sembrando la buena semilla, pero no que me hurten el grano maduro” (2002: 545).
Imagen 4. Archivo personal del autor del artículo
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En el año 2004 debía optar el Doctorado de Estado, que la Universidad Sorbona de París iba a otorgar por última vez; para el efecto debía traducir al francés su obra “Idioma de los Andes” y presentarlo como principal evidencia de sus investigaciones. Lastimosamente, como lo relata Yolanda Sala Baez (2005), “[…] a consecuencia de las torturas sufridas (la policía le vendó los ojos con piedras durante 15 días dañándole irremediablemente las máculas de los ojos) Alfredo Torero perdió rápidamente la vista y se encontró impedido de efectuar él mismo la traducción de este tratado”. Yolanda Sala y otros amigos intentaron realizar una rápida cruzada de trabajo, sin embargo, como indica:
[…] la traducción no pudo hacerse, el asidero intelectual que pudo haberlo mantenido interesado y alerta no se dio y Alfredo sumido en la tristeza del invierno y en la humedad de la primavera no encontró el istmo que lo mantuviera unido a su amado Perú. Muy pocos meses después empezó a sentirse enfermo y el malestar derivó en un cáncer que acabó con su vida en pocos meses.
Y, por lo mismo, no deja de mostrar su desazón:
[…] su partida a España fue rápida y triste, algunos pudimos despedirnos personalmente de Alfredo y agradecerle su dedicación, su honestidad, sus luchas, su entrega constante a sus ideales, sus aportes profesionales y su solvencia moral. Un hombre honesto en el Perú es una rara flor, una joya […] Lo que más lamentamos fue saber que habiendo gente de izquierda en el gobierno de Toledo no se le aceptaran sus innumerables pedidos de reconsideración ni se le brindara la oportunidad de regresar a su patria, abrazar a los suyos y respirar su mar de Huacho.
Todos los esfuerzos para que se levanten los argumentos de su exilio, tanto amicales como familiares fracasaron. No se le permitió el retorno al seno de la Patria. Por ello, “Alfredo Torero emprendió un último y terrible viaje, hacia Valencia, en el sur de España, para morir cerca de su hermana, cerca de un pedazo de su familia y su país, de ese país que llevó en todos esos años de destierro clavado en el corazón” (Pita, 2004: 19).
La producción en el exilio
Una rápida mirada a la producción total de Torero constata que en doce años de exilio produjo mucho más que durante su permanencia en el Perú. Su explicación está que en el Perú centró su atención en el trabajo de campo, la investigación documental, en el acopio de la información, junto al desempeño docente y a las actividades administrativas y culturales, con estas últimas ocupando gran parte de su tiempo. Ya en Europa su labor fue mucho más específica, pese a las limitaciones de salud: escribir, dar clases, participar de certámenes, todo alrededor del tema de su pasión, la lingüística e historia andinas.
Lo anterior nos permite, por lo menos, presentar un listado de sus trabajos científicos durante el exilio:
1992. Acerca de la familia lingüística uruquilla (Uru-Chipaya). Revista Andina. Cuszco, N° 19: pp. 171-191.
1993a. Lenguas del nororiente peruano: la hoya de Jaén en el siglo XVI. Revista Andina.Cuzco, N° 22: 447-472.
1993b. Fronteras lingüísticas y difusión del culto: el caso de Bari y de Contiti Viracocha. En: Duviols, Pierre (eds.): Religions des Andes et langues indigènes: Équateur. Pérou. Bolivie avant et après la conquête espagnole. Actes du Colloque III d.Études Andines. Aix en Provence: Centre Aixois de Recherches Latino-Américaines (CARLAM)/ Publications de l.Université de Provence, pp. 219-233.
1993c. Principios metodológicos para el estudio de la familia lingüística quechua. En: Rodríguez de Montes, María Luisa (ed.): Estado actual de la clasificación de las lenguas indígenas de Colombia. Ponencias presentadas en el seminario-taller realizado en el Instituto Caro y Cuervo (Febrero 10, 11 y 12 de 1988). Biblioteca Ezequiel Uricoechea, Santa Fé de Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, pp. 49-69.
1993/1994. El idioma particular de los incas. En: Calvo Pérez, Julio (ed.): Estudios de Lengua y Cultura Amerindias I. Actas de las II Jornadas Internacionales de Lengua y Cultura Amerindias, 1993. Valencia: Universidad de Valencia, Departamento de Teoría de los Lenguajes, pp. 231-240. España.
1994. Los sibilantes del quechua yunga y del castellano en el siglo XVI. En: Calvo Pérez, Julio (ed.): Estudios de Lengua y Cultura Amerindias I. Actas de las II Jornadas Internacionales de Lengua y Cultura Amerindias, 1993. Valencia: Universidad de Valencia, Departamento de Teoría de los Lenguajes, pp. 241-254
1995a. Acerca de la lengua chinchaysuyo. En: Itier, César (ed.): Del Siglo de Oro al Siglo de las Luces: Lenguaje y Sociedad en los Andes del siglo XVIII. (Estudios y Debates Regionales Andinos, 89). Cuzco: Centro de Estudios Regionales Andinos. Bartolomé de Las Casas., pp. 13-31.
1995b. Reflexiones sobre historia lingüística andina. En: Echenique, María Teresa/Aleza, Milagros/Martínez, María José (eds.): Actas del I Congreso Internacional de la Lengua Española en América y España. Valencia: Universitat de València/tirant lo blanch, pp. 205-215.
1995c. Historias de X. El proceso de velarización de loa /s/ castellana según su uso en escritura de lenguas andinas en los siglos XVI y XVII. En Actas del I Congreso Internacional de la Lengua Española en América y España. Valencia.
Imagen 5. Archivo personal del autor del artículo
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1996. Electrónico, I Congreso. Univ. Salamanca) Las hablas cauquis de Yauyos (Perú) dentro de una propuesta de reconstrucción fonológica del Proto –aru. En: Libro electrónico del Primer Congreso Europeo de Latinoamericanistas. Universidad de Salamanca.
1997a. Entre Roma y Lima: El Lexicón quichua de fray Domingo de Santo Tomás [1560]. En: Zimmermann, Klaus (ed). La descripción de las lenguas amerindias en la época colonial. Berlín. 1886b. (Bibliotheca Ibero-Americana, 63), pp. 271-290.
1997b. La fonología del idioma mochica en los siglos XVI-XVII. Revista Andina. Nº 29, Cuzco. pp. 22-35.
1998. El marco histórico-geográfico en la interacción quechua-aru. En: Dedenbach-Salazar Sáenz, Sabine; Arellano Hoffmann, Carmen; König, Eva; Prümers, Heiko (ed) 50 años de estudios americanistas en la Universidad de Bonn: nuevas contribuciones a la arqueología, etnohistoria, etnolingüística y etnografía de las Américas = 50 years americanist studies at the University of Bonn: new contributions to the archaeo (Bonner Amerikanistische Studien, 30 / Estudios americanistas de Bonn, 30), pp. 601-630. Reproducido en Escritura y pensamiento, Revista de la Unidad de Investigaciones de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, año III, N.° 5, 2000, pp. 9-58.
1999a. El tratamiento de los préstamos en el Vocabulario de la lengua Aymara. De Ludovico Bertonio (1612) (las voces americanas en los primeros vocabularios bilingües andinos). En: Aleza, Milagros (ed.): Estudios de historia de la lengua española en América y España. Valencia: Universitat de València, pp. 115-135
1999b. Americanismos léxicos en los primeros diccionarios bilingües andinos. Del Léxico quichua de Domingo de Santo Tomás (1560) al Vocabulario de la lengua aymara de Ludovico Bertonio (1612). Actas del II Congreso de la Lengua Española en América y España. Valencia.
1999c. José María Arguedas: testimonios y lecturas. Coloquio “José María Arguedas” de Antropología y Literatura, en la Universidad Nacional Autónoma de México. Publicado en 2005 como Recogiendo los pasos de José María Arguedas.
2000. El castellano en los Andes: el proceso de implantación del castellano y su situación actual. V Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española, celebrado en Valencia.
2002. Idiomas de los Andes. Lingüística e Historia. Lima, Perú: IFEA-Horizonte, 560 pp.
2003. The Research on Andean Languages in Europe. Dentro de la Mesa Redonda: La investigación de las lenguas andinas en Europa: Estado de la cuestión y nuevas perspectivas para su estudio, en la Universidad de Bonn, Alemania. Evento académico donde presentó su último libro Idiomas de los Andes. Lingüística e Historia.
2003. El Altiplano del Collao-Charcas como área lingüística. 51º Congreso Internacional de Americanistas, desarrollado en Santiago de Chile, dentro del simposio: La meseta del Lago Titicaca, coordinado por Sabine Dedenbach-Salazar.
Los aportes, las lecciones
Su plena identificación con los más desposeídos, su convicción por el cambio social, su rechazo a la injusticia y la desigualdad, fue mal interpretada. Injustamente se le vinculó al movimiento Sendero Luminoso por “la confesión” de un arrepentido. En 1992 optó por refugiarse en Europa, asilándose en Holanda. Desde Ámsterdam da curso a las diversas facetas investigador, docente universitario, conferencista y difusor de lo nuestro, desplazándose a diferentes ciudades del mundo para lograr sus propósitos.
La producción científica de Alfredo Torero es profunda y significativa para el conocimiento de la evolución y realidad de las lenguas, estrechamente ligada a la formación histórica de la sociedad peruana. La mayor parte de sus trabajos están en artículos publicados en revistas especializadas o presentados en certámenes académicos. No se preocupó por escribir libros. Su preocupación fue la investigación y luego dar a conocer los resultados en artículos. Todos estos tienen seriedad y profundidad, con argumentos sólidos en todos los aspectos. Como hemos anotado sólo publicó dos libros: El quechua y la historia social andina (1974), y el otro, escrito en pleno exilio y que resume toda su investigación y conclusiones sobre nuestras lenguas: Idiomas de los Andes. Lingüística e Historia (2002).
La producción científica de Alfredo Torero debe ser evaluada y valorada en términos cualitativos. La temática básica de su trabajo gira en torno a Lingüística e Historia, pero no por eso descuida los aportes de la Arqueología, la Antropología y la Geografía para darle un mayor sentido a la explicación científica.
Lo anterior es resaltada por uno de los mejores conocedores de la obra de Torero, el lingüista Gustavo Solís Fonseca (en Torero 2011: 1-2):
Visto en términos cualitativos, los aportes de Torero son científicamente significativos en alto grado: tienen rigurosidad extrema, honestidad en las referencias, detalles para avanzar en la pesquisa, perspicacia para buscar los datos en las fuentes y para interpretarlos adecuadamente. Hay un rasgo que es fundamental en todo su trabajo, que es coherente con su compromiso social, y es que ‘el ve que los fenómenos lingüísticos o históricos en general se dan contextualizados en las sociedades de todos los tiempos. Esta asunción fundamental de parte de Torero hace que su trabajo científico evidencie una altísima pertinencia además de profundidad explicativa de los hechos de la historia y de la naturaleza de las relaciones entre los grupos humanos, cuyas lenguas son como ventanas para dar cuenta de las experiencias sociales de los pueblos
Se preocupó por dar cuenta del proceso de ocupación del territorio peruano, de la evolución y desarrollo de sus pobladores y la distribución en este medio de los idiomas. Este interés hace que
[…] indague por los lugares de más remota asociación con una lengua determinada desde los cuales los idiomas respectivos se difunden; esto significa en la práctica inquirir por los eventos de expansión o desplazamiento de los grupos humanos asociados con los idiomas implicados. Esta perspectiva de estudio propone necesariamente un punto de anclaje inicial que es el lugar desde el cual una lengua se asocia con el espacio específico más remoto de ocupación del que se tenga alguna evidencia; de allí que las propuestas de hipótesis de la ‘cuna’ del quechua o del aimara se constituyen en cuestiones de interés relevante por develar (Solís citado por Torero 2011: 3).
Y es que Alfredo Torero, como investigador, “fue el lingüista que abrió el camino para conocer las lenguas andinas del Perú y que hizo una larga y brillante carrera académica a partir de San Marcos y la Agraria” (Montoya, 2004: 26)
Existe una línea de continuidad a nivel de toda su producción. Si bien el trabajo de campo fue uno de los principales medios de obtención de datos, no por eso decreció su producción. Es más, cuantitativamente, en los años de su exilio es cuando se evidencia la mayor cantidad de artículos publicados o la presentación de ponencias en eventos internacionales de académicos dedicados a la temática andina y lingüística.
Como docente investigador en exilio no le fue difícil conseguir una plaza para ejercer la cátedra. En el Netherlands Institute for Advance Study (NIAS), Wassenaar, Holanda, como investigador invitado (de setiembre 1991 a diciembre de 1994); en la Universidad de Valencia, como docente invitado (de octubre de 1992 a diciembre de 1994); en el Instituto Cervantes, España, como investigador en castellano andino (entre enero y junio de 1995); en la Universidad de Salamanca, España, como profesor visitante (entre octubre de 1995 a enero de 1996); en la Universidad de Valladolid, España, como profesor visitante (entre febrero y mayo de 1996); y, ; en la Universidad de Concepción, Chile en 2002.
Participó en cuanto evento académico fue invitado, en la medida que su salud se lo permitió. Así, en las Segundas Jornadas Internacionales de Lengua y Cultura Amerindias, Valencia, 1993; I y II Congreso de Historia de la Lengua Española en América y España, Valencia, 1994 y 1998; Coloquio Internacional “La descripción de las Lenguas Amerindias en la época colonial”, Berlín, 1995; Primer Congreso Europeo de Latinoamericanistas, Salamanca, 1996; Coloquio “José María Arguedas” de Antropología y Literatura, UNAM, México 1999; el V Congreso Mundial de la Lengua española, Valencia, 2000; el II Simposio Internacional Antonio Tovar sobre Lenguas Amerindias, Tordesillas (Valladolid) en 2002; además, diversas conferencias internacionales sobre problemas de lingüística, general o americana, etnolingüística y enseñanza de idiomas.
Él mismo se encarga de agradecer a las personas e instituciones:
[…] he de recordar con gratitud a las personas e instituciones que, en los diez años que dura y duele mi exilio, me han brindado apoyo y cabida. Menciono, en primer lugar, a las universidades e institutos académicos que, como cuerpo de docentes e investigadores, alumnos y funcionarios, me acogieron con atención y calidez: el Instituto Holandés para Estudios Avanzados [NIAS], las universidades de Bonn, Leiden, Valencia, Salamanca, Valladolid y Siena, y el Instituto Cervantes de Alcalá de Henares. (Torero, 2002: 11).
Otra contribución importante de Torero ocurre en marzo de 2003 en Bonn, Alemania, donde funda la Red Europea para el Estudio de las Lenguas Andinas (REELA), conjuntamente con Sabine Dedenbach-Salazar de la Universidad de Bonn y Rosaleen Howard de la Universidad de Liverpool, tomando como tema de interés las lenguas indígenas habladas en la región andina de América del Sur, así como las variantes del castellano andino en sus relaciones de contacto con las lenguas indígenas, considerando como región andina los territorios pertenecientes a Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y Chile. Constatando que las lenguas andinas son en su mayor parte lenguas amenazadas, y por lo mismo comprometían sus esfuerzos en el apoyo a las comunidades lingüísticas en la defensa de sus lenguas.
Ante la adversidad se sobrepone porque hay estímulos superiores como los resalta Antonio Rengifo (2011: 48): “Yo pensé que Alfredo iba a morirse rápidamente en el exilio, consumido por la nostalgia debido a su profundo arraigo al Perú y especialmente al Perú quechuahablante […] Lo ayudó a sobrevivir la esperanza de retornar a la patria y su instinto de investigador”.
Lo que hay que destacar de él son, también, sus valores, como escribe Nelson Manrique (2011):
Alfredo Torero fue para mi generación un maestro de ciencia y de vida. Su honestidad, integridad y valor fueron la demostración práctica de que siempre se puede ser coherente con aquello en que uno cree, a pesar de lo difíciles que puedan llegar a ser las circunstancias. De una manera u otra siempre estuvo más bien solitario. No lo buscaba, pero tampoco le temía a la soledad. Afrontó los últimos años con la misma integridad con que vivió toda su vida.
Finalmente, Torero fue un hombre con fe y convicciones, con esperanza en el futuro: “Con los ojos puestos en ese mundo venidero, [un mundo nuevo, justo y solidario], y con la alegría de haber combatido por su forja, con el arma o con el alma, se vivirán muchas vidas aunque venga una muerte” (Torero, 2005: 69).
Notas:
[1] Profesor principal en la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión de Huacho. Doctor en Ciencias Sociales (Historia) por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Historia. Urb. FONAVI A-5/401 Huacho, Lima, Perú. 998613984.
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Cómo citar este artículo:
ZUBIETA NÚÑEZ, Filomeno, (2014) “Alfredo Torero: entre el exilio y la continuidad de la investigación lingüística”, Pacarina del Sur [En línea], año 5, núm. 21, octubre-diciembre, 2014. ISSN: 2007-2309.
Consultado el Viernes, 8 de Julio de 2022.
Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=1034&catid=5Fuente: Pacarina del Sur - http://pacarinadelsur.com/.../1034-alfredo-torero-entre... - Prohibida su reproducción sin citar el origen.

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