miércoles, 13 de julio de 2022

CIRO ALEGRÍA ¿A QUÉ COMPARA A CÉSAR VALLEJO?

CIRO ALEGRÍA
¿A QUÉ COMPARA
A CÉSAR VALLEJO?
Danilo Sánchez Lihón
1.
El novelista Ciro Alegría quien fue alumno de César Vallejo en el primer grado de la escuela primaria en el Colegio San Juan de Trujillo escribió un artículo memorable acerca de quien fuera su maestro y que tituló: “El César Vallejo que yo conocí”.
En las quince páginas que tiene el artículo en la versión que yo guardo no hace sino compararlo a cada detalle de nuestra geografía abrupta, quebrada y rajada con la fuerza de un hacha o de un cuchillo cósmico, lo compara con los andes y la cordillera andina.
Y nos convence de que no hay ni haya existido otro ser tan legítimamente ligado o parecido con la realidad telúrica de que estamos hechos y que parece producto de uno y otro movimiento sísmico. Y esta comparación no es solo física sino anímica.
Y de cómo la tristeza, la melancolía y la soledad que era la apariencia de César Vallejo es la misma que de las rocas y de los pajonales, de las piedras y abruptuosidades de la cordillera, de los cerros que se erigen y de los abismos que caen al vacío.
2.
Pero para mayor símil Ciro Alegría cuenta que cuando niño lo escribió a su padre para contarle acerca de su maestro César Vallejo y recurría a todas las imágenes y comparaciones que podía, sintiendo que no alcanzaba a expresar cabalmente lo que quería.
Y no tuvo más recurso que a fin de que su padre lo entendiera tuvo que compararlo a un peón de su hacienda, a un asalariado que tenían y que nosotros nos figuramos que era un hombre gleba, barro, arcilla, y cuyo nombre era Cayetano Oruna, referencia a la cual recurre y que cuenta que hizo reír mucho a su padre y a su madre cuando leyeron la carta.
Y, ¿por qué lo compara con Cayo, así lo decían de cariño, Oruna? También lo dice, por ser “hosco y triste”, por estar pegado a la tierra como a la piedra, a la planta y al campo como un troje.
Era “como un mensaje de la tierra solemne y triste. Y, agregamos nosotros, lo compara también porque César Vallejo amaba a su pueblo y así como grumo y gleba también porque pudo otear desde el fondo del alma horizontes, y ser universal para elevarse y decir: “¡Sierra de mi Perú, Perú del mundo, y Perú al pie del orbe; yo me adhiero.

 

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