martes, 3 de enero de 2023

EL "AMAUTA" JAVIER PULGAR VIDAL Y EL PROBLEMA DEL INDIO PERUANO

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EL "AMAUTA" JAVIER PULGAR VIDAL Y EL PROBLEMA DEL INDIO PERUANO
“Javier Pulgar Vidal solía decir que le había tocado vivir los últimos ramalazos de la Colonia: se refería a la estructura social y económica de las primeras décadas del siglo XX.
Nacido en Panao, pasó su niñez y adolescencia en esta ciudad y la de Huánuco. Durante esos años recorrió parte del Alto Huallaga y algunos de sus afluentes, conoció las haciendas de los terratenientes y las chacras de los indios, así como lo pueblos de mestizos y recorrió también gran parte del campo.
Dotado de una excepcional capacidad de observación y de un natural sentido de la justicia, se dio cuenta de la enorme diferencia que existía entre los señores, que se creían con todos los derechos, y los indios, que se sentían obligados a obedecer.
En la misma ciudad de Huánuco se conservaban todavía algunas costumbres heredadas de la época colonial que ponían de manifiesto la situación de inferioridad de los indios. Las antiguas casas poseían huertas que producían principalmente frutas, como platas, naranjas, limones, pacaes, guayabas, pucumpuyes, capulíes, tomatés de árbol, tumbos, chirimoyas, saúco y el famoso café de huerta, etc. Cuando era necesario cultivarlas, podar los árboles o limpiar las acequias, el propietario salía hasta el portón, esperaba la llegada o el paso de algún indio. Especialmente un shucuy (indio de la provincia (pp. IX) de 2 de mayo); lo llamaba y prácticamente lo obligaba a hacer el w. requerido. Se le pagaba con un plato de pushpo (especie de frejol), una botella de cañazo o shacta (aguardiente de caña) y a veces se le agregaba algunos reales (monedas de 10 centavos). Asimismo, cuando empezaban a escasear las reservas de papa y maíz, que eran la base de la alimentación diaria, las madres mandaban a sus hijos adolescentes hasta el puente de Calicanto, que era la entrada a la ciudad; y allí, cuando los indígenas llegaban con sus acémilas cargadas de papas, ollucos, chino, maíz, choclos, etc., se apoderaban de las riendas de los jumentos y los llevaban hasta sus casas, en donde los indígenas trocaban los alimentos que traían por las frutas que ellos mismos cosechaban en las huertas, además de comer todas las que deseaban; pero en realidad era casi una medida de fuerza y un abuso, pues rara vez se hablaba de pagar un precio x los tubérculos y cereales materia del trueque. Si eso sucedía en la ciudad, qué no pasaría en el campo.
Recordando todos estos hechos, algunos vividos por el mismo, Javier Pulgar Vidal escribió en 1931 una monografía…en donde exponía la miserable situación en que vivían los indios en esa época. Habla de su nacimiento y muerte; de su vida en la puna, en la selva, en la región de poblamenta, en la comunidad, en la hacienda, en la casa del patrón, en la ciudad; su trabajo como cargador, aguador, arriero; el conscripto y licenciado del ejército; el bandolero, el curandero, el brujo; su alimentación, sus enfermedades; sus mitos y leyendas, sus costumbres, su moral, sus vicios, etc.
Este estudio tiene la fuerza de un grito, de un clamor, del reclamo desesperado de los que, en aquel entonces, representaban más de la mitad de la población peruana y que se encontraban indefensos ante la injusta situación creada por la supervivencia de antiguas costumbres. El profesor del curso, Dr. Rodolfo Goycochea, comprendió que se encontraba ante un alumno de cualidades excepcionales, de increíble capacidad de (pp. X) trabajo, de gran sensibilidad social y seriedad en la investigación. Calificó el trabajo con la nota 20 y nombró a su alumno como catedrático auxiliar de Geografía Humana para el año lectivo de 1932. Así, Javier Pulgar Vidal inició su carrera de profesor universitario a los 21 años de edad, siendo alumno del segundo año de la misma Facultad.
Algo sobre el indio o El indio que yo conocí permaneció extraviado durante más de 70 años. A la muerte de su autor, empezamos a revisar su archivo personal. Encontramos varios libros inéditos, numerosisimas artículos, informes, proyectos, ponencias, conferencias, apuntes de viajes y una variada correspondencia, entre la cual se encontraban documentos muy importantes para la historia del Partido Aprista, como son las cartas que Víctor Raúl Haya de la Torre enviaba por valija diplomática de la Embajada de Colombia en el Perú para que Javier Pulgar Vidal las distribuyera a los desterrados establecidos en los distintos países de América Latina (pp. XI)”.
(MARGARITA BIBER POILLEVARD DE PULGAR VIDAL. "Prólogo". En: "Algo sobre el indio o el indio que yo conocí". Lima: Fondo Editorial Universidad Alas Peruanas, 2007)

 

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