miércoles, 21 de agosto de 2013

EXPERIMENTOS CON INDÍGENAS CANADIENSES FUERON AL ESTILO NAZI



YOLAIDY MARTINEZ – Revelaciones sobre el uso como cobayas de mil 300 niños y adultos aborígenes desnutridos en experimentos alimenticios ilustran algunos de los pasajes oscuros de Canadá y sus escuelas residenciales, donde muchos originarios estuvieron años segregados para ser “civilizados”. (Foto)
El historiador Ian Mosby desveló recientemente cómo investigadores del Gobierno y de Estados Unidos durante una década probaron en humanos sus teorías sobre la relación entre las dietas básicas y lo que llamaban el “problema indígena”.
Por esa época se consideraba la pereza, la indolencia, la imprevisión y la inercia como “rasgos inherentes” de las Primeras Naciones, como se le denominan a las diferentes etnias nativas del país norteamericano.
Según el informe de Mosby, titulado “La administración de la Ciencia Colonial”, los expertos visitaron en 1942 una comunidad Cree de la provincia de Manitoba donde prevalecía una crisis alimentaria producto de la postguerra, la falta de apoyo federal y la caída de los comercios.
El equipo -liderado por el entonces Superintendente de Servicios Médicos de Asuntos Indígenas, Percy Moore, y el nutricionista Frederick Tisdall- decidió aislar a esa población para someterla a ensayos de diferentes dietas, en vez de solucionar los problemas detectados.
Los primeros exámenes comenzaron ese mismo año e incluyeron la aplicación de suplementos vitamínicos a 300 individuos para observar los efectos causados por la presencia o ausencia de los mismos en el cuerpo humano.
Luego se extendieron los estudios en 1947 a mil niños indígenas con deficiencias nutricionales de seis escuelas residenciales de Port Alberni (Columbia Británica), Kenora (Ontario) Shubenacadie (Nueva Escocia) y Lethbridge (Alberta).
Algunos infantes fueron sujetos involuntarios de tests a base de leche, vitaminas, suplementos de hierro y yodo, entre otros elementos, mientras otro grupo continuó mal alimentado y sin asistencia odontológica por temor a que los tratamientos bucales afectaran los resultados de las pesquisas.
Mosby denunció que los experimentos solo tuvieron como fin impulsar las carreras de los investigadores en “una etapa de incertidumbre científica” y no modificaron las condiciones que dieron lugar al hambre y a la desnutrición de los originarios.
“Esto demuestra a los canadienses la mentalidad de la Administración respecto a las Primeras Naciones durante este período. Parece que nada bueno salió de los estudios en términos de conocimiento científico”, dijo a periodistas.
Las revelaciones del intelectual desataron una polémica en Canadá y conllevó a establecer comparaciones con prácticas inhumanas realizadas bajo el fascismo alemán en la misma época, pleno apogeo de la Segunda Guerra Mundial.
“Fue igual que los nazis. Hay una minoría étnica. Hay actitudes coloniales. Estas son las personas más vulnerables que pueden ser aisladas y “ayudar” a los científicos, ya que no son capaces de negarse”, dijo Arthur Shafer, director del centro de ética profesional en la universidad de Manitoba.
Mientras, el profesor universitario Niigaanwewidam James Sinclair -cuyos parientes también fueron sometidos a pruebas nutricionales- afirmó que el número de los afectados es probablemente mucho mayor.
Líderes indígenas exigieron una respuesta federal urgente al tema y también soluciones a los problemas actuales de asistencia alimentaria de la población autóctona.
“Nuestros ancestros se convirtieron literalmente en ratas de laboratorio en las pruebas más desmedidas y terribles”, denunció Shawn Atleo, jefe de la Asamblea de las Primeras Naciones, tras demandar a Ottawa entregar todos los documentos que contengan evidencias de ese y otros tipos de abusos.
Al principio, el Estado mostró “sorpresa” por el informe de Mosby y dijo que investigaría el caso sin permitir, hasta el momento, el acceso a los registros experimentales.
Pero la cadena CBC sacó a la luz evidencias sobre el conocimiento del Gobierno de los estudios.
Ese medio de prensa obtuvo los documentos de un comité de la Cámara de los Comunes que en 1944 aceptó la solicitud de los científicos para seguir adelante con los trabajos.
El propio ministro de Asuntos Aborígenes, Bernard Valcourt, confirmó a la CBC que las pruebas tuvieron lugar en las escuelas residenciales, centros dirigidos por el Gobierno y la Iglesia, y acusadas de tortura, abuso psicológico y físico a niños nativos internados en contra de su voluntad y las de sus familias.
Valcourt incluso calificó los ensayos como “ejemplos repugnantes de las páginas oscuras” de dichas instituciones, las cuales funcionaron desde 1883 a 1990 con el fin de “educar” a 150 mil menores reclutados en los usos y costumbres de la sociedad occidental.
Según cifras del Estado, en las escuelas residenciales murieron al menos 50 mil alumnos a causa del mal tratamiento de enfermedades como la gripe y la tuberculosis, así como de accidentes y maltrato.
Dicho proyecto generó un trauma social y personal porque a los menores se les obligaba a trabajar entre 10 y 12 horas diarias sin recibir remuneración alguna ni alimentación adecuada.
La noticia sobre las experimentaciones se sumó a una serie de controversias surgidas entre el sector aborigen y el Estado canadiense por la mala gestión federal a problemáticas que golpean la población nativa como los altos índices de desempleo, las desigualdades socioeconómicas y la pobreza.
“A lo largo de la historia, las Primeras Naciones han sido tratadas como objetos, como cosas para usar (…) Incluso hoy en día somos considerados ciudadanos de segunda clase. Esto es triste”, dijo la activista indígena Vivian Ketchum, cuya madre fue víctima de los tests y sufrió muchos problemas de salud relacionados con la desnutrición.
Se espera que el tema de los experimentos sea analizado por funcionarios de Naciones Unidas que en 2014 visitarán el país norteamericano.
El relator especial de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas, James Anaya, y otros expertos deben revisar la atención del Gobierno a los originarios en esferas como el acceso al agua potable, la vivienda y la educación, además de las gestiones para resolver los casos de mujeres y niñas desaparecidas y asesinadas.

Comentario 1

Jorge Urrea Lorenzini
18/08/2013 10:59 PM
No olvidar tampoco, los experimentos sobre sífilis en Guatemala tuvieron lugar entre los años 1946 a 1948, dentro de un programa patrocinado y ejecutado por el gobierno de Estados Unidos en Guatemala. Fueron experimentos con humanos en los cuales médicos, generalmente estadounidenses, infectaron mediante inoculación directa y sin consentimiento ni conocimiento de las víctimas -ciudadanos guatemaltecos, entre ellos soldados, reos, pacientes psiquiátricos, prostitutas e, incluso, niños en orfandad-, sífilis y otras enfermedades venéreas como gonorrea, para comprobar la efectividad de nuevos fármacos antibióticos como la penicilina y otros tratamientos.
Los experimentos los impulsó en su totalidad la Secretaría de Salud Pública del gobierno federal estadounidense, por medio del médico John Charles Cutler, quien también participó en otra experimentación con seres humanos en Alabama, Estados Unidos, en el conocido Experimento Tuskegee entre población afroamericana. Precisamente, la información respecto al experimento en Guatemala, se descubrió en los archivos del caso Tuskegee. Se calcula que más de mil quinientas personas fueron infectadas.
La profesora de historia médica Susan Reverby, del Wellesley College, descubrió archivos del difunto doctor John Cutler. Los resultados de la investigación aparentemente nunca fueron publicados. Al parecer, la investigación fue financiada con una beca de los Institutos Nacionales de Salud a la Oficina Sanitaria Panamericana, hoy conocida como la Organización Panamericana de la Salud. No se hallaron, en los documentos, pruebas de que los afectados tenían consciencia de las consecuencias y de hecho, muchas personas fueran engañadas sobre lo que se les estaba haciendo, según datos en los archivos. El gobierno guatemalteco de la época otorgó permiso para realizar la investigación, como también consta en los documentos. No ha sido comprobado si la presidencia de la República de Guatemala consintió los hechos.
Durante los experimentos, se utilizó preferentemente a prostitutas enfermas de gonorrea o sífilis para contagiar a individuos privados de libertad, soldados o pacientes de manicomios. Al comprobarse que eran muy pocos los hombres que se habían contagiado, se pasó a la inoculación directa, inyectando la bacteria de la sífilis en el pene, el brazo o la espalda de las víctimas. Médicos estadounidenses, por otra parte, reconocieron la falta de ética al experimentar con seres humanos. Cutler, por tanto, expresó que para la realización del experimento sin impedimentos, se debía mantener reserva. Esto hace deducir, sobre todo por las sugerencias de discreción entre las autoridades locales, que el gobierno de Guatemala no conocía completamente las interioridades de la situación. Hay testimonios y pruebas de que también niños huérfanos, alojados en el hogar “Rafael Ayau” de la Ciudad de Guatemala, fueron contagiados.2
Sobre todo, se estudiaba el desarrollo de las enfermedades venéreas en periodos prolongados de tiempo, sin ofrecer tratamiento alguno a los infectados para analizar el desarrollo de la enfermedad. No hay datos precisos sobre las identidades de las víctimas ni, lo más importante, un cuadro clínico completo de éstas, aunque sí hay algunas referencias personales de los pacientes y alusiones médicas que permiten determinar que hubo al menos una persona fallecida por un ataque epiléptico durante la experimentación.1
En octubre de 2010, el gobierno de Estados Unidos reconoció los sucesos, que consideró abominables y gravísimos, y se disculpó públicamente por éstos, con una inusual excusa presentada por la secretaría de Estado al pueblo guatemalteco. Junto con el reconocimiento de culpabilidad, Barack Obama, presidente de los Estados Unidos, sostuvo comunicación telefónica con el presidente guatemalteco Álvaro Colom, expresando su profundo pesar por lo sucedido y pidiendo perdón. En Guatemala, la opinión pública ha considerado los hechos como un crimen de lesa humanidad. Se desconoce el número de víctimas sobrevivientes que podría haber en la actualidad. Un médico guatemalteco que conoció los eventos,3 así como una mujer anciana que siendo menor de edad fue contagiada en un orfanato, han rendido declaraciones públicamente.4
Los Estados Unidos acotó que en la actualidad, los reglamentos que gobiernan la investigación médica en seres humanos financiada por Estados Unidos prohíben este tipo de violaciones atroces y se afirmó que se está realizando una profunda investigación al respecto, “estamos iniciando una minuciosa investigación con respecto a los detalles de este caso de 1946… A medida que avanzamos para comprender mejor este atroz suceso, reiteramos la importancia de nuestra relación con Guatemala y nuestro respeto por su pueblo, así como nuestro compromiso con las normas éticas más exigentes en la investigación médica”, según un comunicado oficial del gobierno estadounidense.

Comentario 2

Fernando
18/08/2013  1:09 AM
No solo realizo experimentos sino que invade países como Afganistán, con el pretexto de desactivar bombas nucleares y que no encontraron nada.
Quizás no se estén haciendo experimentos, pero si se produce genocidio en nuestro país de parte de las empresas de estado unidos, que explotan las minas y producto de ello existe gente contaminada de los minerales, destruyendo grandes áreas de cultivo y que al pasar de los años la agricultura en nuestro país va desaparecer y tendremos que importar y que ahora somos exportadores.

fecha: 19 de agosto de 2013 01:02
 [PAZ con DIGNIDAD] 8/18/2013 : CONTRAINJERENCIA
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firmado por: yahoogroups.com

Publicado el 8/17/13  en el tema ESTADOS UNIDOS  Visitas 869
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