martes, 6 de agosto de 2013

Un Tema de Actualidad SIMÓN BOLÍVAR CONTRA ESTADOS UNIDOS





OPINIÓN Ronald Muñoz

Hacia los inicios del siglo XIX, la naciente potencia del norte se encontraba en plena fase de expansión imperialista en suelo norteamericano. El 1° de abril de 1811 en carta enviada al virrey de Nueva España, don Luis de Onís, ministro de ese país en Washington, describe con sus palabras lo que observa en suelo norteamericano:
 “Cada día se van desarrollando más y más las ideas ambiciosas de esta República (...) este gobierno no se ha propuesto nada menos que el de fijar sus límites en la embocadura del río Norte o Bravo, siguiendo su curso hasta el grado 31 y desde allí tirando una línea recta hasta el mar Pacífico, tomándose por consiguiente las provincias de Tejas, Nuevo Santander, Coahuila, Nuevo México y parte de la provincia de Nueva Viscaya y la Sonora. Parecería un delirio este proyecto, pero no es menos seguro que el proyecto existe, y que se ha levantado un plan de estas provincias por orden del Gobierno, incluyendo la isla de Cuba, como una pertenencia natural de la República.”
 Luis de Onís no se equivocaba, la supuesta “neutralidad” esgrimida por Estados Unidos ante los pedidos de apoyo por parte de los Libertadores de América del Sur no eran más que una excusa para promover el desgaste tanto de realistas como patriotas, y así poder intervenir según sus propios intereses en el momento apropiado; una estrategia similar a la que luego utilizarían durante el desarrollo de la II Guerra Mundial.
       A medida que los patriotas ganan terreno, el apoyo estadounidense a los realistas se hace cada vez más evidente.
 Simón Bolívar decide comenzar a colocar freno a la cooperación entre ambas potencias y entendiendo el carácter geopolítico estratégico de este territorio, ordena liberar las posesiones de la Florida de manos del dominio español. La expedición comienza con la toma de la isla de Amelia y su objetivo es controlar el paso marítimo de navegación existente entre el golfo de México, las Antillas y Cuba. En la misión participan Lino de Clemente, Germán Roscio Agustín Codazzi, Pedro Gual y Gregorio MacGregor al mando.
 Estados Unidos, pisoteando como lo hicieron durante toda la Guerra de Independencia sus declaraciones de “neutralidad”, bajo la presidencia de Monroe declaran con el título de “delincuentes internacionales” a los libertadores de la Florida y los acusan de instalar en Amelia un centro internacional de “piratería”. Desconociendo la soberanía de la recién fundada República de la Florida, el Gobierno de Estados Unidos dicta orden de captura contra MacGregor y el buque venezolano Tentativa es incendiado por el ejército estadounidense.
 Ante el creciente poder del imperio norteamericano y el complejo escenario geopolítico en el que se encontraba, España prefirió ceder la Florida al Gobierno de Estados Unidos, dando inicio a lo que sería la anexión sistemática de la mayor parte de las posesiones españolas a la naciente potencia del norte.
 Dos propuestas continentales opuestas entran en pugna: la de Simón Bolívar, Libertador de América, aspira a constituir una Confederación compuesta por todas las naciones Americanas de habla hispana. La otra, la de Estados Unidos, es la hegemonía de la América anglosajona precisamente sobre el territorio al que Bolívar espera confederar.
 Solo una de las dos puede resultar victoriosa.
 En 1818, actuando de manera descarada en contra del ejército bolivariano, las goletas estadounidenses Tigre y Libertad intentan romper el bloqueo sobre las fuerzas realistas en el Orinoco y de esta manera entregar armamento y municiones que serían utilizadas contra los ejércitos patriotas; sin embargo, la empresa falla y las embarcaciones son capturadas y puestas a las órdenes del ejército bolivariano.
 El cinismo del Gobierno estadounidense se manifiesta de nuevo, toda vez que protesta la captura de las embarcaciones. Ante el descaro del nuevo imperio, Bolívar responde una vez tras otra las cartas de Mr. B. Irvine, representante del Gobierno norteamericano, en un vaivén de comunicaciones que suben y bajan de tono. En carta de 7 de octubre de 1818, el Libertador Simón Bolívar contesta en estos términos a las absurdas demandas del representante norteamericano:
 “Tengo el honor de acusar a V.S. la recepción de su nota de 1º del corriente, en que se despide V.S. de la conferencia sobre las capturas que V.S. insiste en llamar ilegales.
 El amor a la patria, y a la gloria solos han dirigido estas empresas, que, lejos de risibles, merecen la admiración y aplausos de los que tienen una Patria y aman la libertad.
 Quisiera terminar esta nota desentendiéndome del penúltimo párrafo de la de V.S. porque siendo en extremo chocante e injurioso al Gobierno de Venezuela, sería preciso para contestarlo usar el mismo lenguaje de V.S. tan contrario a la modestia y decoro con que por mi parte he conducido la cuestión. El pertinaz empeño y acaloramiento de V.S. en sostener lo que no es defendible sino atacando nuestros derechos, me hace extender la vista más allá del objeto a que ceñía nuestra conferencia. Parece que el intento de usted es forzarme a que reciproque los insultos: no lo haré; pero sí protesto a usted que no permitiré se ultraje ni desprecie al Gobierno y los derechos de Venezuela. Defendiéndolos contra la España ha desaparecido una gran parte de nuestra población y el resto que queda ansía por merecer igual suerte. Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende”
 A finales de la segunda y durante toda la tercera década del siglo XIX observamos una nueva faceta de Bolívar. Una nueva lucha ha de plantearse nuestro Libertador para sellar de manera exitosa el destino de nuestros pueblos: la Confederación de las excolonias hispanas.
 En esta etapa el Bolívar Libertador da paso a un Bolívar estratega de la geopolítica, realizando proyecciones sobre las posibilidades de consumar la unidad latinoamericana y esforzándose diplomáticamente para lograrlo, pero desde el norte lo observan con recelo. Para Estados Unidos su enemigo tiene nombre y apellido: Simón Bolívar; si este desaparece, la tentativa colonialista estadounidense podrá imponerse sin problema alguno.
 En 1826, luego de titánicos esfuerzos diplomáticos realizados por parte de Bolívar, se instala el Congreso Anfictiónico de Panamá; el Libertador ha venido preparando este encuentro como un espacio para la posible concreción de una Confederación Hispanoamericana. En total conocimiento de las intenciones norteamericanas, Bolívar en su condición de Presidente de la Gran Colombia gira instrucciones a Santander, su vicepresidente, para que se exima de invitar representación alguna de Estados Unidos al Congreso; no obstante, desobedeciendo a Bolívar, Santander los invita a espaldas del Libertador.
 Los esfuerzos diplomáticos estadounidenses en el Congreso Anfictiónico estarán dirigidos a sabotear toda posibilidad de integración concreta de nuestros pueblos. Gracias a esta acción, más allá de las declaraciones oficiales repletas de eufemismos, pocos acuerdos son alcanzados en la práctica, y de estos, solo la Gran Colombia terminó ratificándolos en última instancia.
 Lamentablemente, la Gran Colombia desaparecería también tan solo cuatro años más tarde, dejando la conformación de una Confederación de Naciones como una materia pendiente para nuestros pueblos de la América Latina.
CiudadCCS
REVOLUCIÓN A DIARIO
JUEVES 25 DE JULIO DE 2013
AÑO 4 / Nº 1.433
CARACAS, VENEZUELA
Página 9 VOCES
(Ilustración: Etten Carvallo)
(No salió el correo del autor)
            Nota.-
Poco a poco en Venezuela se va rescatando la proyección internacional de Simón Bolívar. Estuvo a punto de ser convertido en icono inofensivo. Pero su visión de formar una Confederación de Naciones ahora es más actual que antes.
            Del Congreso Anfictiónico casi no se había vuelto a mencionar, y menos a analizar. El presente artículo rescata el intercambio de correspondencia al respecto.
            En 1811 ya se desenmascaraba el propósito de EUA de correr sus fronteras hasta el río Bravo. Es lo que ocurriría después despojando a México más de la mitad de su territorio. Y en 1948, con su creación de la OEA sepultaba temporalmente el ideal de la Confederación de Naciones. Eso significaba “América para los americanos”
            Pero pasa el tiempo, y este ideal vuelve a renacer con los proyectos de Alba, Celac, Unasur. No se trata, entonces, de correr o fijar fronteras entre nuestros países. Se trata de borrarlas. Por ejemplo, Unasur tiene el doble de la superficie de China y un tercio de su población. Si solos ni Brasil puede competir airosamente en el plano internacional, juntos ya formamos otra realidad. Por eso EUA se opone a la formación de Unasur, Celac y otros movimientos unionistas de Nuestra América.

                                                     Ramón García Rodríguez
                                                                     06.08.13
  

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