miércoles, 21 de enero de 2015

El curso de la Marcha juvenil contra la “Ley Pulpin”

Promisoria esperanza de cambio social.
Nuestro pueblo ha despedido el año 2014 con la henchida esperanza de que un Perú nuevo es verdaderamente posible. Fueron las tres marchas juveniles contra la “Ley Pulpin” (18, 22 y 29 de diciembre) las que animaron y potenciaron esta digna y noble esperanza. Una nueva política está en proceso de construcción. La “insurgencia” juvenil en el escenario político así lo indica. La acción de los jóvenes ha tocado la clarinada de los cambios por venir. Haber iniciado el 2015 con la cuarta marcha del 15 de enero así lo rubrica, pues el movimiento juvenil no solo ha crecido en número de participantes y logrado amplitud en el territorio patrio, sino que está avanzando integrándose con las fuerzas principales del movimiento popular.
Esto despierta el temor del gobierno de Ollanta Humala al movimiento juvenil, porque con esta nueva fuerza, ganada a la resistencia popular, será mucho más complicado y difícil para la clase dominante pasar a la ofensiva con su modelo neoliberal, como lo tiene planeado, y se lo viene exigiendo, presionándole no salirse del molde neoliberal y reprimir con fiereza la resistencia del pueblo. Y, dentro de estas circunstancias, ya se alista una quinta jornada de movilización para el 28-E. Y es del todo previsible que el movimiento por la derogatoria de la “Ley Pulpin”, habiendo logrado un alcance nacional, continuará su  relación  intergeneracional y una verdadera integración con el movimiento popular; elevando mucho más sus intensas exigencias al gobierno.
Así lo demuestra el avance natural de la lucha del pueblo por la derogatoria de la ley 30288. Ya no es un tema exclusivo de la juventud. Ahora el pueblo levanta bien en alto esta bandera, pero con la potencia del espíritu juvenil que ocupa la primera línea en la defensa de los derechos laborales. ¡Esto, es un verdadero logro!
Prácticamente, en solo un mes, se ha producido un despertar social que ha remecido los cimientos del modelo neoliberal, que durante 25 años viene construyendo la gran burguesía peruana, en beneficio absoluto del capitalismo imperialista y del suyo propio. Cuando menos se lo esperaban ya está en marcha la nueva generación con su lema ¡La rebelión se justifica!
Campaña difamatoria contra el avance del movimiento juvenil no pudo detenerlo.
Lo que verdaderamente temen los gobernantes y la CONFIEP es que los jóvenes asuman una conciencia política de cambio del modelo neoliberal y se sumen a construir un poder popular que ponga freno al sistema semicolonial y de atraso económico que hunde al pueblo peruano. La lucha por la derogatoria de la Ley 30288 abrió esa posibilidad y predomina una corriente entre los jóvenes para lograr ese salto en su conciencia colectiva.
Por eso, salen con todo a combatir este gran movimiento juvenil y popular. Tarea que el Poder Ejecutivo, con sus principales soportes material (policial-militar) e ideológico (los grandes medios de manipulación) las cumple con pasión y esmero. Y en estas funciones están muy activos.
Terminada la Marcha Juvenil del 18-D, dijeron que era cosa de chicos desinformados y díscolos. Calcularon que el enojo pasaría, pero se equivocaron. La juventud siguió su curso y conquistó un salto positivo en su avance: Grandes masas juveniles, antes apartadas y desconfiadas de la política en general y de la política de izquierda en particular, ahora marchaban por las calles coreando consignas porque se respeten sus derechos y se acercaban a las consignas anti-sistema.
La Marcha del 22-D dio un “gancho derecho” a la ofensiva neoliberal. La CONFIEP saltó de su asiento pidiendo que se respete el “principio de autoridad”. El Congreso tuvo un arrepentimiento oportunista y tardío. Un cabizbajo Tribunal Constitucional dijo “voy a ver” que puedo resolver. Pero, el acorralado Ejecutivo cerró filas con su “Ley Pulpin”, creyendo que su reglamentación la salvaría, más el envenenado néctar de la sobreexplotación del trabajo no venció la conciencia de la juventud inteligente.
Luego vino el “gancho izquierdo” al neoliberalismo. Con la Marcha del 29-D, el movimiento juvenil nos auguraba un promisorio año nuevo. El rechazo a la Ley 30288 ya no solo se daba en Lima, sino que comenzaba el proceso de integración del movimiento juvenil con el movimiento popular. La protesta y la solidaridad se extendieron a varias regiones del país, incorporándose más jóvenes a la lucha, así como diferentes sectores sindicales y populares. El objetivo inmediato se tornó bastante claro y definido: ¡Derogatoria de la Ley!
La perspectiva de esta lucha, que había iniciado con la defensa de los derechos laborales de los jóvenes afectados por la “Ley Pulpin”, se extendía a otros regímenes laborales: CAS, SERVICES, SERVIR, etc., tomando conciencia de la necesidad de contar con una Ley General del Trabajo, que termine con la fragmentación de los derechos laborales y ganar mejores posibilidades de lucha reivindicativa al régimen capitalista de explotación del trabajo. Esto constituía otro salto e importante logro de la lucha juvenil.
El gobierno y todos los partidos de la derecha clamaron: ¡No politicen la marcha juvenil! ¡Están manipulando a los jóvenes!
Los burgueses de la CONFIEP advirtieron: Se dañará la buena línea del “crecimiento económico”; que debemos ser altamente “competitivos” ante la desaceleración económica y superar la crisis económica. Es decir, publicitaban su principio de mantener y profundizar su sistema de esclavitud asalariada sobre la sociedad.
Frente a todo esto, el movimiento popular ha logrado avances de organización y de unidad entre los jóvenes. En Lima surgen las Zonas. Mejora la coordinación e integración con las organizaciones estudiantiles, sindicales y populares. Empieza un enlace nacional mediante las redes sociales. Se construye el espacio de tres bloques (Zonas-Estudiantes-Sindicatos) y se avanza en construir una dirección nacional única. Y va madurando, con mejor conciencia, la convocatoria a un Paro Nacional.
Éxitos del movimiento juvenil hacen fracasar planes del gobierno.
Con la Marcha del 15-E el gobierno ha quedado aislado y desnudo. Su propia bancada congresal se ha removido y todo su plan de querer abortar la jornada de movilización nacional tuvo un fracaso rotundo:
1º        Fracasó la campaña informativa de convencimiento de las «bondades» de la “ley Pulpin”. Más del 70% rechaza esta ley. Y va creciendo este rechazo.
2º        Fracasó la política de generar divisionismo en el movimiento juvenil mediante su convocatoria de “recolectar propuestas” al Reglamento de la ley. Ni el mismo Otarola cree en los famosos “candados” legales, porque habla sin fe, como todo mentiroso. Y hasta la SENAJU quedó ridiculizada por sus escuálidos intentos de ganarse a los jóvenes a favor de “mejorar la Ley”, porque hasta entre sus propios integrantes surgió la duda y alguna resistencia.
3º        Fracasó la portátil gubernamental de enfrentar a la masa juvenil, pues no movieron ni a 200 jóvenes el miércoles 14 en la Plaza Bolívar, del Congreso. Ni sus engaños, ni sus galletas y gaseosa almibaradas les funcionaron. Se cayó su movida para frenar la marcha del 15-E.
4º        Fracasaron los actos de provocación para que la movilización se desbande y degenere en vandalismo. Ni provocándolos con las ventajas que dieron a sus “pulpines” el miércoles 14 en el Congreso, como diciendo “a ellos sí, a ustedes no”;  ni la provocándolos con el hecho de haber bloqueado el ingreso a la Av. Abancay y no dejar que la marcha se acercara al Congreso; ni provocándolos con el fastidio policial a la representación juvenil camino hacia el Congreso, pudieron generar que el grueso de los manifestantes caiga en el desorden, caos y vandalismo. Los manifestantes supieron mantenerse en el uso de la marcha como un espacio amplificado para la denuncia política contra el modelo neoliberal y contra el sistema de explotación del trabajo por el capitalismo.
5º        Fracasó también la medida extrema y descabellada del gobierno, de pretender que los manifestantes cayeran en un desbande de vandalismo, precipitados por la desesperación y la provocación. Los infiltrados del gobierno (“ternas” y agentes provocadores de choque abierto), haciendo causa común con activistas del partido aprista y algunos elementos ultraizquierdistas, fabricaron un “enfrentamiento” con la policía. Con ello, podrían haber justificado la represión que lanzaron contra los manifestantes; inclusive, pudo haberse desencadenado consecuencias más allá de lo acontecido, si los manifestantes hubieran caído en el juego de esta provocación.
Pero la juventud, vehemente y activa, no incurrió en vandalismo ni ocasionó acciones destructivas como lo tuvo planeado el gobierno, evitando así darle argumentos al gobierno para reprimir a los dirigentes del movimiento y aplastar a la masa movilizada, que podrían haberlo hecho sin escrúpulo alguno, escarmentándola por protestar y reclamar, y abrirse el camino para implementar la “Ley Pulpin”.
Represión desproporcionada y abusiva.
Frente a la represión policial, los jóvenes procedieron a replegarse y auto defenderse de una policía que anulaba su derecho de manifestación pública y actuaba abusiva y desproporcionadamente. Por tanto, la reacción de autodefensa fue una expresión natural, como la de toda movilización social, que siente frustración de sus gobernantes. ¡Cómo resignarse a que los desalojaran de las Plazas y Calles que no estaban restringidas a los manifestantes! No se respetó el derecho de reunión pública. Los pañuelos, las máscaras, el vinagre, los guantes, celulares, las banderas, entre otros elementos nada peligrosos, solo significaban la libertad de auto defensa ante la abusiva y desproporcionada agresión policial.
La prueba contundente está en que no fueron detenidos los “ternas” y los provocadores que generaron el “enfrentamiento”. Tampoco detuvieron a los provocadores apristas ni los elementos ultraizquierdistas, porque ellos están entrenados en tácticas de movilización que difícilmente pueden dejarse apresar.
Fueron detenidos los jóvenes que no propiciaron ni realizaron el enfrentamiento con la policía. Jóvenes que se resistieron a abandonar las calles y plazas porque les asiste el derecho a manifestar su protesta y exigir sus reclamos. Y eso es lo que defendieron ante el abuso policial, que reprimían por orden “superior”. El congresista Manuel Dammert graficó el escenario represivo con la frase “estado de sitio”. Y no estuvo lejos de decir una verdad, pues el ministro Urresti dijo que 5,000 mil policías fueron desplegados. Este despliegue policial, precisamente, no fue para garantizar la libertad de los jóvenes a la reunión pública por su justa protesta, que constituye un derecho fundamental; más aún, la acción cívica de defender ese derecho es relevante y digna de toda consideración. La represión policial no fue dirigida contra los “ternas” y provocadores apristas-ultraizquierdistas, sino que fue dirigida contra la masa de manifestantes, dispersándola y desalojándola de las calles y plazas que no estaban restringidas.
Emblemático fue la detención de aquel joven que solo se limitó a agitar la bandera peruana en símbolo de libertad, pero como tenía lentes y respirador antigas, guantes puestos y agitaba la bandera nacional “tenía” que ser un agitador y sospechoso violentista según la policía.
La prensa se escandalizaba porque quemaron cartulinas y efigies de cartón alusivas a los malos funcionarios gobernantes. ¡Gran incendio de la ciudad!, según esa prensa pro CONFIEP.
El alcalde de Lima, que despidió a 3,000 trabajadoras, criticó que se haya tocado los bloques de las bermas, pero ninguna condena al abuso policial. ¡Lima bonita aunque sin derechos para su juventud! Eso quiere el burgomaestre del caso Comunicore.
Jóvenes heridos por los golpes de varas y por el impacto de bombas lacrimógenas. Policías contusos y con cortes leves. Casi dos decenas de jóvenes detenidos, algunos menores de edad (aunque ya no están presos, fueron incriminados por disturbios y ataque a la policía sin que existan pruebas). La “prensa basura” presenta este panorama como si quisiera crear opinión pública a favor de una mayor represión. Siempre, en toda entrevista, noticia o reportaje acerca del movimiento juvenil contra la “Ley Pulpin”, señalan que el Movadef está manipulando el movimiento. Apristas salen a decir lo mismo. Pero nadie alcanza las pruebas contundentes. En realidad, todo eso es propaganda del gobierno que esencialmente busca favorecer una u otra tendencia utltraizquierdista, para luego aplastar el movimiento justificándose con ello.
Lo cierto es que la plena responsabilidad de todo esto la tiene el gobierno, que viene provocando al movimiento juvenil y quiere parar el reclamo por la derogatoria de la “Ley Pulpìn”, cuando en verdad debería derogar la ley y aceptar un gran debate sobre la Ley General del Trabajo, para promover y respetar la voluntad ciudadana, la voz del pueblo.
El caso Movadef.
De un lado, el razonamiento fascista dice que el Movadef es sendero luminoso y que sendero luminoso es terrorismo; por lo tanto, donde está Movadef (o cualquiera de sus adherentes) todos son terroristas. Y en consecuencia deben ser castigados por la Ley: ¡Todos a prisión! Este razonamiento fascista quieren imponerlo, sí o sí, como pensamiento único. Y no pocos caen en este juego de la propaganda fascista de la derecha.
 Sin entrar a debatir el problema de fondo sobre lo qué es terrorismo, resulta del todo claro y evidente que el Movadef no está realizando ninguna acción que pueda calificarse o imputarse de terrorismo tal como la tipifica la Ley peruana, porque si así fuese, entonces sus integrantes ya habrían sido reprimidos por la Ley y el Movadef habría sido proscrito legalmente.
De otra parte, todos los dirigentes del Movadef han declarado que su frente no es parte del PCP-SL y que su movimiento se constituye dentro de la Ley de partidos políticos, demostrando que han sido rechazados del proceso de inscripción legal para la participación en la vida la política peruana. Y, aún así, con todas esas oposiciones, el Movadef persiste en su actitud de inscribirse para ejercer una participación democrática y constitucional. Entonces, según estos hechos, no puede criminalizarse al movimiento popular ni al movimiento juvenil, porque adherentes del Movadef tengan participación en sus espacios, sea con o sin consentimiento. Incluso, si formalmente el Movadef, como institución, pudiera ser aceptado.
El problema en el frente único del pueblo, es que frente al Movadef existe mucha resistencia de aceptación por parte de amplios sectores sociales y populares. Los muy fuertes vínculos ideológicos de Movadef con la línea ultraizquierdista del PCP-SL y su falta de deslinde con las consecuencias negativas y perjudiciales ocasionadas por esa línea en la guerra interna, especialmente lo que causó daño al proceso de liberación del pueblo, son hechos que generan repulsa frente al Movadef. Impacto que se hace más intenso por la propaganda insidiosa del gobierno y de los partidos de la derecha. Pero sobre todo, debido a la ausencia de una autocrítica franca y abierta, verdaderamente revolucionaria, de los mismos actores y principales dirigentes del PCP-SL. Ese es el bulto pesado que carga el Movadef. Y lo pagan muy caro los jóvenes que simpatizan con su programa de solución política y amnistía y reconciliación nacional. Aunque no sean militantes del PCP-SL, aparecen como si lo fueran, asumiendo el pasivo y lo repulsivo de la práctica ultraizquierdista que vivió el país.
Y de esta condición irresuelta del Movadef, saca partido a su favor la propaganda gobiernista y de la derecha, amplificándola mediante su prensa mediática y parcializada con el modelo neoliberal del sistema capitalista-imperialista. Y, de hecho, esa situación es exclusivamente responsabilidad del Movadef, que no hace sino perjudicar la unidad del movimiento popular, porque le da ventaja política al gobierno.
En el frente único no pueden ser impedidos de participar todos aquellos que concurren a luchar por el programa común del frente, incluyendo a los adherentes del Movadef, sepamos o no de su filiación política. Y es a esta circunstancia lo que el gobierno llama “infiltración”. Exagerando deliberadamente, el gobierno señala que el Movadef manipula y hasta dirige el movimiento de protesta. Este argumento ficticio lo vienen utilizando desde gobiernos anteriores. Por eso les conviene siempre mantener latente el tema de terrorismo asociado al senderismo, aprovechando hoy el caso Movadef. Y de esta forma construyen el pretexto para criminalizar y reprimir al movimiento popular, al mismo tiempo que perturban el frente unido del pueblo, generando confusión y división.
Por lo que es de suma importancia el deslinde claro con toda línea ultraizquierdista, cualquiera que sea. Y esto independientemente de si participen o no en el movimiento contra la “Ley  Pulpin”. Claro está que dentro del espacio del frente unido debe observarse la conducta de todos los concurrentes, para evitar desviaciones de oportunismo como de ultraizquierdismo. Situación que se resuelve con el método de la lucha de ideas en los debates y con la crítica y autocrítica en el proceso de avance; evitando caer en las formas sectarias, hegemonistas, conciliadoras y claudicantes.
Movimiento juvenil y popular no se amilanan. Sigue la lucha por la derogatoria.
En el saldo represivo de la cuarta Marcha 15-E, vemos que al final, todos los jóvenes detenidos fueron activistas del movimiento juvenil que ha emergido como alternativa a esas tendencias de ultraizquierdismo y a esas posiciones oportunistas que siempre se montan y sacan provecho de las luchas del pueblo. Esta experiencia ha sido una prueba de valor y consecuencia para los jóvenes; su honor y dignidad como peruanos, irreverentes frente a toda injusticia y abusos de poder ha pasado esa prueba. Los jóvenes detenidos, luego que eran puestos en libertad, declaraban su convicción de continuar la lucha, y lo decían chispeantes de optimismo.  La solidaridad de un gran mar humano estuvo y está con ellos. Y de seguro que esta voluntad de unidad y de lucha estará también presente el 28-E, en la quinta Movilización Nacional contra la “Ley Pulpin”.
La cuarta Marcha fue dispersada abusivamente, con alevosía y ventaja. Urresti quiso justificar el accionar policial diciendo que los jóvenes se han “aliado con el diablo” (CTP, CGTP y Movadef). Pero no le fue “fácil” a la policía dispersar a 15 mil manifestantes, negándoles las calles y plazas no restringidas. Terminada la Marcha, la avanzada del movimiento juvenil no abandonó a sus compañeros detenidos. Hizo vigilia frente a Seguridad del estado en la Av. España de Lima, luego que exigieran en comisarias la pronta liberación de los detenidos; estuvo acompañándolos en todo el proceso policial, realizando las acciones solidarias y legales. Una gran expresión de solidaridad y perseverancia. No menos positiva fue la acción de propaganda y difusión de los acontecimientos de la Marcha, revelando lo que los medios no informaban, desmintiendo la manipulación de la opinión pública que quiere presentar la marcha como sinónimo de vandalismo, caos y desorden.
El movimiento juvenil y el movimiento popular realizan el correspondiente balance, revisan sus fuerzas y van alistándose para el 28 de enero. La experiencia enseña. Esta vez los jóvenes no deben ser blanco fácil de la represión por lo que deben asumir mejorar la autodefensa, el control, la disciplina y lo asistencial. Así como todo el movimiento en su conjunto debe cohesionar más y mejor sus fuerzas. El Derecho, frente al abuso, se defiende, porque el Derecho es la afirmación de la capacidad de quien la ejerce. Por ello, es de suma importancia establecer no solo el Comando Unitario de la Marcha, sino implementar la cadena de mandos para que se pueda conducir bien la inmensa movilización, así como prevenir y conjurar todo acto ajeno a los planes comunes y contrarios a las directivas del Comando Unitario de la marcha. De esta forma se mantendrá a raya cualquier desbande por acción de grupos de infiltrados, cualquiera sea su procedencia.
Luego del 28 de enero ¿Qué hacer?
Con las cuatro marchas realizadas y la quinta que se viene, la situación política del gobierno no es de la mejor que pueda exhibir. La clase dominante quiere del gobierno una ofensiva mayor en beneficio del modelo neoliberal. Pero Ollanta Humala no quiere hacer el “trabajo sucio”, como lo hizo Fujimori, de generar un verdadero estado de sitio y pasar metrallas y cañones contra el pueblo. Pero podría hacerlo. Por eso la gran presión que recibe de todos lados de la derecha para que profundice el neoliberalismo. Y esta es una situación que dependerá mucho de la resistencia y del avance popular; si se torna débil o si fortalece su fuerza. La Marcha del 28-E tonificará la segunda alternativa, que es la correcta, porque con un pueblo organizado y unido frenaremos la ofensiva neoliberal.
Si el movimiento popular se mantiene unido y firme, la Comisión Permanente del Congreso podría acordar la derogatoria de la Ley 30288; aunque también solo pueda suspenderla. Si hay desunión, dudas y vacilaciones por influencias negativas desde dentro del propio movimiento, debilitándolo, podría abrirse una contraofensiva neoliberal, ante lo cual siempre debemos estar alertas.
Lo cierto es que con la derogatoria o la suspensión, se abrirá un espacio para medir las fuerzas entre el neoliberalismo y la resistencia popular en el plano de la lucha teórica e ideológica. Y con relación al método y espacios de contienda también sucederá una batalla de ideas. La derecha propugnará que los nuevos derechos laborales sean resueltos dentro de los exclusivos fueros del Congreso y a lo más dentro del corporativizado Consejo Nacional del Trabajo y Promoción del Empleo (CNTPE). Sin correrse de estos espacios y aprovechándolos convenientemente, el movimiento popular debe generar un amplio debate nacional que permita fortalecer las formas organizativas logradas y los grados de unidad alcanzados. Construir una propuesta democrática del nuevo proyecto de Ley General del Trabajo. Y avanzar la conciencia que esto es parte de un programa más amplio y de mayores alcances. Así, crecerá la organización y la unidad del pueblo, logrando una mejor perspectiva de vencer al neoliberalismo. El norte de todo este proceso es fortalecer el frente unido del pueblo. Y todas las fuerzas y tendencias que concurren y caben en el frente se esfuercen por seguir el mismo rumbo y luchar por las reivindicaciones concretas y comunes.
¡VIVA LA RESISTENCIA POPULAR CONTRA EL NEOLIBERALISMO!
¡LLEVAR LA LUCHA CON RAZÓN, CON VENTAJA Y SIN EXTREMISMOS!
¡DEROGATORIA YA, DE LA LEY 30288!
¡PROMOVER EL LIDERAZGO DE LA NUEVA GENERACIÓN PERUANA!
¡POR UN PERÚ INTEGRAL RUMBO AL SOCIALISMO!
19 de enero 2015.
Comité Creación Heroica


Fuente: Foro Centenario

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