El
PRIMER CONGRESO DEL PARTIDO
I
La
primera generación del Socialismo Peruano desarrolló su gestión en
dos etapas importantes: la primera, de 1918 a 1930, bajo la dirección
de JCM; la segunda, de 1930 -después de su fallecimiento- hasta
1945. Y realizó dos importantes certámenes: la Constitución del
Partido (07.10.28) y su Primer Congreso (IX.42)
En
la primera etapa, la tendencia de avance había deslindado los campos
con el anarquismo, anarcosindicalismo, mutualismo, y con la
desviación aprista. Ante su fracaso, la tendencia del mutualismo
pretendió salir como partido laborista, del cual dijo JCM que
“pertenece a la crónica, no a la historia, y desde el punto de
vista folklórico está por debajo de cualquier tondero o resbalosa”
(T.13-205) La tendencia aprista pretendió salir como partido
nacionalista, ante lo cual señaló JCM que “reafirmamos nuestra
absoluta independencia frente a la idea de un partido nacionalista,
pequeño-burgués y demagógico” (T.13-246)
Por
su inmensa labor de crítica y preparación, la facción de JCM había
logrado la hegemonía ante las otras fuerzas que contendían en el
frente unido, y se desarrollaba impetuosamente según plan. La
facción anarcosindicalista no volvió a aparecer en la actividad
política. En cambio, después de la muerte de JCM la facción
aprista vería acrecentar sus fuerzas.
Los
18 meses, de la Constitución del Partido a la muerte de JCM, por su
extrema importancia deben tener tratamiento aparte. En ese lapso, JCM
publicó sus 7
Ensayos,
dio a la imprenta dos de sus tres libros fundamentales (Defensa
del Marxismo,
Ideología
y Política.
De su cuarto libro fundamental, Invitación
a la Vida
Heroica,
sólo se sabría después); elaboró sus tres Tesis
Fundamentales,
y se aprestaba a viajar a Buenos Aires, sede de la Sección
Latinoamericana de la Komintern. Es una etapa de crucial importancia,
de creciente lucha interna en torno a la forma nacional del
socialismo en el Perú.
Es
evidente que la desaparición de JCM constituyó una inmensa pérdida
para el Socialismo Peruano. El Partido que construía JCM era sui
generis,
diferente a los partidos de la II Internacional y diferente también
a los partidos de la III Internacional. Se debe indicar, en primer
lugar, que el Perú, por su atraso económico y político y por no
ser país de ciudades, tampoco era un país de partidos. No obstante
la preocupación del imperialismo inglés en el siglo pasado, la
burguesía peruana bajo su influencia no consolidó partidos
políticos. Por eso es que, en la mitad del presente siglo los dos
únicos partidos orgánicos fueron el partido proletario y el partido
aprista.
En
segundo lugar, este partido proletario tiene una característica
singular. Por lo general, todos los partidos proletarios han tenido
una infancia difusa, y sólo después de muchos errores han podido
consolidar una fisonomía propia, una forma nacional de su contenido
internacional; en cambio, el partido proletario peruano logró su
fisonomía propia precisamente en su infancia, para perderla
temporalmente después. Y si en otros partidos la tarea de los
continuadores ha sido el lograr esta fisonomía, en este partido la
tarea ha sido encontrarla nuevamente, tarea compleja y específica.
Esta difícil labor, por lo general es soslayada en el análisis del
proceso del Socialismo Peruano.
Construir
un partido diferente a los partidos de la II Internacional no era una
idea nueva. Pero construir un partido diferente a los partidos de la
III Internacional sí lo era, ciertamente. Y toda idea nueva
experimenta dificultades y tropiezos en sus comienzos. Así, el
concepto de dictadura
de Marx, el concepto de alianza
obrero-campesina
de Lenin, el concepto de guerra
campesina
de Mao, no surgieron al azar ni se impusieron de la noche a la
mañana. Esto por lo general es conocido; pero lo que se difunde poco
es que su surgimiento y aceptación enfrentaron primero el silencio,
indiferencia y oposición en sus propias filas de origen.
Igual
ha ocurrido en el Perú. Los esfuerzos de JCM por desarrollar el
estudio de los problemas peruanos y su programa de estudios sociales
y económicos cayeron en el vacío, y recibieron por respuesta la
indiferencia. Y aún más, fueron objeto de sarcástica oposición.
Baste recordar el calificativo de “monólogo insípido” que le
lanzó Luis Alberto Sánchez. Pero si esto era por fuera, lo más
grave era por dentro del partido en construcción. Los detractores,
apenas si aguardaron la muerte de JCM para pasar a la ofensiva.
Ravines echó abajo Amauta;
Martínez echó abajo los 7
Ensayos.
Y ambos echaron abajo la inmensa obra de aglutinar, organizar y
conducir el factor humano en torno a la idea socialista.
El
marxismo señala que la contradicción es el motor del desarrollo de
la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento. Y que las causas
externas son condicionantes para el cambio; pero las que lo
determinan son, en última instancia, las causas internas. El partido
proletario iba en ascenso, y las demás fuerzas reconocían su
dirección o se batían en retirada. El aprismo no tenía cabida en
el frente unido de la revolución. Pero después se invirtieron los
papeles, el partido aprista se consolidó como partido fascista, y el
partido proletario se sumió en sus contradicciones. La revolución
de nueva democracia sufrió su primera derrota.
¿Por
qué ocurrieron estos cambios y esta derrota? No se puede conocer la
historia del país si no se comprende la situación mundial; no se
puede comprender la nueva democracia si no se comprende la vieja
democracia; y no se puede comprender la labor de JCM si no se
comprende la labor de sus detractores. Y sin análisis no hay
valoración del pasado, comprensión del presente ni visión del
futuro.
II
La
estabilización capitalista terminaba y el mundo se sumía en la gran
depresión, que conduciría después a la II GM. El terror blanco
batía al proletariado europeo, a los revolucionarios chinos, y en
nuestra América se imponía la bota militar. Aislada, acosada,
agredida, la Unión Soviética construía el socialismo en un solo y
atrasado país. Si el inicio de la crisis propiciaba el desarrollo
del izquierdismo, la necesidad de hacer frente a la guerra mundial
que todos veían venir, propiciaba el desarrollo del derechismo.
La
crisis también golpeaba el país; y también la bota militar se
imponía, para luego dar paso al mejor representante de la oligarquía
financiera que ha tenido la reaccionaria clase dominante del país,
Manuel Prado.
En
estas circunstancias, la nueva democracia fue derrotada no tanto por
la situación internacional, por la vieja democracia o por la
interferencia aprista, sino fundamentalmente porque no supo
orientarse en la situación, porque perdió la brújula.
En
1930, el Partido de JCM había logrado la hegemonía en el frente
unido de la nueva democracia. Pero la obra de JCM no había logrado
la hegemonía al interior del Partido. Al hacerse clara la desviación
aprista, JCM deslindó resueltamente los campos con ella; por
ejemplo, con su célebre Polémica
Finita.
Sin embargo, trató siempre de aglutinar a todas las fuerzas unibles;
por ejemplo, al año de su polémica con Sánchez, comentó
positivamente su trabajo sobre literatura peruana.
Esta
línea política no podía sino fortalecer las propias filas y
desintegrar las fuerzas del enemigo. Así, el propio Sánchez, que
había llamado a la obra de JCM como “monólogo insípido”, a
tres meses de su fallecimiento publicó Datos
para una semblanza de José Carlos Mariátegui,
hasta ahora insuperada semblanza política del gran luchador. (La
Polémica del Indigenismo,
Mosca Azul Editores, 1978, pp. 151-172)
La
investigación aprista acerca de la realidad nacional no deja de
tener sus méritos. La calidad de Haya era reconocida por el propio
JCM; sus observaciones acerca del imperialismo tienen aspectos que no
se pueden desechar; pero una conclusión teórica correcta puede
derivar en una conclusión política incorrecta, porque una cosa es
la limitación del conocimiento y otra cosa es la limitación de
clase. P.e., el análisis de Hilferding acerca del imperialismo, y el
análisis de Plejanov acerca del papel del individuo, tienen validez
hasta el presente; pero políticamente ambos no pasaron de mediocres
reformistas; y Haya no pasó de “justicialista” corporativo.
La
primera generación dio un gran maestro por ejemplo positivo, pero
también dio dos grandes maestros por ejemplo negativo. Ravines
lideró la línea de izquierda, Martínez lideró la línea de
derecha. Pero dos grandes maestros por el ejemplo negativo no son
suficientes para acabar con un gran maestro proletario. Y mil que
fueran. Pero han hecho mucho daño; y jamás debemos olvidar esta
lección; forma parte del tesoro del Socialismo Peruano; ignorarla,
sería seguir siendo “un mendigo sentado en banco de oro”
El
contenido de cada línea se puede apreciar en el siguiente esquema:
TEMAS
|
LÍNEA
DE JCM
|
LÍNEA
DE ERP
|
LÍNEA
DE RMT
|
1.-Revolución
proletaria
|
Lucha
de Clases
|
Clase
contra Clase
|
Conciliación
de Clases
|
2.-Dictadura
del Proletariado
|
Dictadura
y Democracia
|
Dictadura
|
Democracia
|
3.-Cuestión
Nacional
|
Perú
Integral
|
Nación
Quechua
|
Nación
Criolla.
|
4.-Carácter
de la Sociedad
|
Semifeudal-Semicolonial
|
Colonial
|
Independiente
|
5.-
Frente Unido
|
Unidad
y Lucha
|
Lucha
sin Unión
|
Unión
sin Lucha
|
6.-Formas
de Lucha
|
Económica-Política-Teórica
|
Putchista
|
Parlamentaria
|
7.-
Factor Humano
|
Obreros
y Campesinos
|
Campesinos
sin
Obreros
|
Obreros
sin Campesinos
|
8.-
Organización
|
Clandestina
y Abierta
|
Ilegalismo
|
Legalismo
|
II
Analizando
el esquema se tiene:
1.-
JCM siempre enseñó al proletariado a tener “al mismo tiempo que
un sentido realista de la historia, una voluntad heroica de creación
y realización” Ni determinismo ni volitismo por separados, sino
unidad e integración entre ambas coordenadas del marxismo. Por eso
no partió jamás de que el socialismo no podía actuarse sin que se
desarrollara previamente el capitalismo, ni menos que la victoria de
la revolución estuviera a la vuelta de la esquina. Siguió
estrictamente la estrategia de la revolución prolongada. Por eso
actuó siempre con el criterio de crítica y preparación, crítica
de ideas y preparación de la organización.
Pero
Ravines actuó con el arrebato de “quien mucho corre pronto para”,
y por luchar contra todo terminó luchando contra nada. Es un claro
ejemplo de los que creen “que la empresa de crear un nuevo orden
social, superior al orden capitalista, incumba a una amorfa masa de
parias y de oprimidos, guiada por evangélicos predicadores del bien”
Suplantó la audacia con el arrebato, y al final mostró no tener lo
uno ni lo otro.
Y
Martínez es un claro ejemplo del “snobismo universitario con que
los estudiantes de su generación se entregaron a una lectura rabiosa
de Marx; el aflojamiento súbito de su impulso al choque con el
escandalizado ambiente doméstico y con los primeros bastonazos de la
policía; la decepción, el escepticismo, más o menos disfrazado de
retorno a la sageese
(prudencia)” Suplantó la perseverancia con la paciencia, y al
final demostró que para él “el movimiento lo es todo, el objetivo
no es nada”
2.-
JCM hizo una clara distinción entre dictadura burguesa y dictadura
proletaria, entre democracia burguesa y democracia proletaria. Por
eso pudo señalar que “el Poder se conquista a través de la
violencia” y que “se conserva el Poder sólo través de la
dictadura” (T.8-81) Pero esta dictadura no niega la democracia en
general sino la democracia burguesa; por eso señaló también que la
conquista de la democracia había pasado a ser tarea del
proletariado. Tuvo un concepto claro de la nueva democracia; y de la
necesidad de enfrentar democracia con democracia y dictadura con
dictadura.
Pero
Ravines, al propagandizar dogmáticamente la dictadura, lo que hacía
era implantar su autoritarismo, su sectarismo, su mandonismo. Así,
negó a la dictadura democrática y terminó desprestigiando a la
clase, al partido y a la revolución.
Y
Martínez hizo otro tanto, ignorando la dictadura y propagandizando
la democracia “en general”, que así no es otra cosa que la vieja
democracia, la democracia burguesa, que en nuestra realidad no es
sino un democracia bastarda, minusválida y vergonzante.
3.-
El aporte original de JCM, el aporte teórico como verdad particular
se expresa en su interpretación de la realidad peruana, en su
esclarecimiento de la cuestión nacional. Con ello estableció la
forma nacional del Socialismo Peruano, y deslindó los campos con el
pasadismo de la burguesía intermediaria y el indigenismo de la
pequeña burguesía, señalando la necesidad de un Perú Integral.
Pero
Ravines desechó la verdad particular, y blandió dogmáticamente la
verdad universal en el problema nacional, imponiendo como camisa de
fuerza la “autodeterminación de las naciones quechua y aymara”
Con ello, tergiversó la verdad universal, despreció y rechazó la
verdad particular en aras de los planteamientos de la pequeña
burguesía.
Y
Martínez desechó pronto una y otra verdad en aras de la “nación
criolla”, nueva versión del pasadismo de la burguesía
intermediaria. Con ello tiró por la borda el marxismo como doctrina
y como método.
4.-
En su interpretación de la realidad peruana, al esclarecer la
cuestión nacional JCM esclareció también, como corolario, el
carácter de la sociedad peruana. Al reivindicar como tercera
tradición el aporte de la República señaló el carácter
capitalista del Perú, en su esencia semifeudal y semicolonial
(políticamente independiente y económicamente colonial)
Precisamente de ello pudo derivar que el objetivo de la revolución
de la nueva democracia es la solución del problema de la tierra,
base de toda otra solución. Por ello la revolución peruana es en
primer lugar democrática (antifeudal) y en segundo lugar nacional
(antimperialista) Así, señaló las bases para el establecimiento de
la política concreta a seguir.
Pero
Ravines ni Martínez podían tener planteamiento alguno en torno a
esta importante cuestión. Ravines, si no analizaba el modo de
producción del país, menos podía interesarse por el modo de
producción de sus futuras “naciones quechua y aymara”
Igualmente, Martínez tampoco podía interesarse del modo de
producción de su “nación criolla” Divagaron entre el carácter
“colonial” o “independiente” de sus “naciones”
La
experiencia enseña que el problema de la verdad particular, el
problema de la teoría propia, el problema de “aplicar el método
marxista al conocimiento y definición de los problemas del Perú”
es el problema clave, el problema dirimente con el que se ha de
juzgar la orientación de cada línea política. Una línea que no
tiene una posición definida ante la verdad particular, no tendrá
tampoco una posición definida ante la verdad universal. Y sólo
seguirá el bastón de mando en turno. Y, lo que es más grave, al no
interpretar la realidad menos podrá intentar siquiera transformarla,
y mucho menos podrá seguir una política consecuente.
5.-
JCM tuvo desde el principio una posición definida ante el problema
del frente unido. Llevó una lucha medida por medida buscando
siempre, por un lado unir a los afines y por otro lado unir a todas
las fuerzas unibles ante un enemigo común.
Pero
Ravines aplicó la torpe política de “luchas implacables y golpes
despiadados” Para él, quien no era un reaccionario declarado era
un contra-revolucionario en potencia. Por ello, en poco tiempo la
revolución perdió el 100% del trabajo en el campo y el 90% del
trabajo en la ciudad.
Y
del 10 % restante se encargó Martínez de dar cuenta; so pretexto de
corregir la desviación de izquierda, de lucha sin unión, se empeñó
en una unión total y sin lucha alguna con el representante de su
nación criolla. Así, el proletariado perdió temporalmente la
hegemonía política en la revolución de nueva democracia.
6.-
JCM señaló siempre dos aspectos en cualquier forma de lucha. Al
señalar que el Poder se conquista a través de la violencia,
señalaba una posición cardinal al respecto. Sin embargo, señaló
también que “trabajan por el advenimiento de una sociedad nueva
los que todo el año, disciplinada, obstinadamente, combaten por el
socialismo; no los que en esta u otra fecha sienten un momentáneo
impulso de motín o asonada” (T.13-118) Por eso tuvo una actitud
definida ante la lucha legal y ante la lucha legítima. Al enseñar
que “los parlamentarios comunistas no parlamentan. El parlamento es
para ellos únicamente una tribuna de agitación y de crítica”
(T.1-136), señalaba que había que utilizar el sufragio, las
elecciones, el parlamento, pero para llevar la lucha hasta las mismas
instituciones de las clases dominantes. Al señalar que la revolución
necesita armas, programa, doctrina, estaba señalando la segunda
estrategia de la revolución de nueva democracia.
Pero
Ravines, al desechar la lucha legal desechaba también la lucha
legítima, por mucho que alardeara de ella al comienzo. Y Martínez,
al desechar la lucha legítima desechaba también la lucha legal, por
mucho que también alardeara de ella al comienzo. Y ambos destruyeron
una y otra lucha porque, sencillamente, habían destruido la lucha
ideológica. Tomaron el marxismo como dogma, o no lo tomaron siquiera
como tal. Ni lucha armada, ni lucha política, ni lucha ideológica.
7.-
JCM, en su trabajo por unir a los afines y a todas las fuerzas
unibles siempre privilegió el factor humano. Por eso planteó “la
organización de obreros y campesinos con carácter netamente
clasista” No planteó el origen obrero como exclusivo ni
excluyente. Rompió resueltamente con los estereotipos de entonces,
sencillamente porque partió de la realidad de un país atrasado y
fundamentalmente campesino. Por eso llamó a obreros, campesinos,
intelectuales y demás trabajadores que no explotan trabajo ajeno, a
unirse primero por la ideología.
Pero
Ravines identificó torpemente origen de clase con carácter de
clase, extracción de clase con posición de clase, raíz obrera con
esencia proletaria; y así acabó con el trabajo intelectual primero,
con el trabajo campesino después, y finalmente con el propio trabajo
obrero sindical. Y Martínez no se quedó atrás, y terminó
entregando el trabajo obrero sindical a la reacción, convirtiéndose
él mismo en jefe
de la oficina obrera de la casa política de Prado, el oligarca.
8.-
Así
como tenía un claro concepto de la dictadura, JCM también tuvo un
claro concepto del centralismo democrático. Ni centralismo sin
democracia ni democracia sin centralismo. Por eso señaló las
“relaciones estrictamente disciplinadas”; por eso planteó
siempre la necesidad del debate, la “contrastación permanente”
Pero
Ravines, al echar de lado la democracia interna, no promovió el
centralismo sino el caciquismo, y no la clandestinidad sino el
ocultismo e ilegalismo. Y Martínez, al uncirse a la democracia
formal, no promovió la democracia sino el liberalismo y el
legalismo.
III
El
corolario de este esquema y su desarrollo demuestra que “la
revolución no puede ser actuada sino por un partido de clase” Sólo
un partido de acuerdo a la línea de Mariátegui puede sobreponerse a
la situación adversa, a las acometidas de los enemigos y puede
llevar al triunfo la revolución de nueva democracia. Para ello,
primero tiene que fortalecer sus filas depurándose de sus
detractores. Ésta es la gran lección de la primera etapa del
socialismo peruano.
De
las tres líneas señaladas han quedado huellas imborrables, tanto en
el recuerdo como en el papel. De JCM están publicadas ya sus obras
completas, que sólo requieren ahora ordenamiento sistemático,
estudio exhaustivo y aplicación consecuente. Sus tres artículos,
tres libros, tres documentos y tres tesis señalan la quinta esencia
de su contribución al Socialismo Peruano. Y todos ellos giran en
torno a la cuestión del Poder, la cuestión principal del comunismo
científico.
Ravines
también ha dejado huellas imborrables. Se pueden señalar dos: su
Editorial
para el primer número de Hoz
y Martillo, y
su libro La
Gran Estafa.
Además, se puede señalar su leit
motiv:
la negación del Camino
de Mariátegui.
Es menester trascribir este editorial, porque ahora es ya poco
conocido. Fundamentalmente señala: “Hoz
y Martillo...
es la voz de nuestra vanguardia combatiente, es la palabra oficial
del Partido del proletariado: recibidla y encumbradla como tal. Aquí
se alza no la voz de un hombre ni la labor de un grupo periodístico.
Es la voz y la orientación de un partido de clase... Hoz
y Martillo
es el órgano oficial del Partido Comunista del Perú, órgano
revolucionario, voz de millares de combatientes, de los mejores hijos
de la clase obrera, que os llaman a estrechar filas y os incitan a
ingresar en nuestro partido, el Partido Comunista... Hoz
y Martillo
es la herencia superada, depurada y proletarizada de Amauta
y de Labor.
Es el periódico con que soñó JCM y que no pudo ver impreso”
(27.07.31)
Hay
que reconocer que Ravines es el único que ha podido sintetizar en
tan pocos párrafos toda una línea. Es un retrato de cuerpo entero
de su felonía. Al señalar que su periódico es “la voz de los
mejores hijos de la clase obrera”, ¿dónde quedan los campesinos?,
¿dónde queda el problema primario del Perú?, ¿dónde queda el
mayor problema histórico? ¡Qué aberración!
Al
señalar que en su periódico “no se alza la voz de un hombre ni la
labor de un grupo periodístico”, ¿no está señalando que el
trabajo de JCM no pasa de ser “la labor de un hombre”, y el
partido de Mariátegui no pasa de ser “un grupo periodístico? ¡Qué
ignominia!
Al
señalar que su periódico “es la esencia superada, depurada,
proletarizada de Amauta
y de Labor”,
¿no está señalando que no había que asimilar la herencia de JCM
sino “superarla” y “depurarla”?, ¿no está señalando que no
había que desarrollar Amauta
y Labor
sino “proletarizarlas”? ¡Qué desvergüenza!
Al
señalar que su periódico es “el periódico con que soñó JCM y
que no pudo ver impreso”, ¿no está señalando entonces que JCM no
soñó con Amauta
y con Labor
ni los convirtió en perdurable realidad, sino que soñó con un
periódico “clandestino”? ¡Qué mediocridad!
De
su libro La
Gran Estafa,
sólo en necesario indicar que es la demostración de que así se
porta siempre el izquierdismo, que de tanto irse a la izquierda
termina siempre apareciendo por la derecha.
Y
su leit
motiv
se puede apreciar temprano, en los tres números de Amauta después
de la muerte de JCM. Entre otras estupideces, allí señala la
necesidad de “reconocer el derecho de los indios no sólo a la
reconquista de sus tierras sino también a disponer de sí mismos
organizando sus propias repúblicas aymaras y keshuas” (N° 32, p.
10) ¡Así superaba, depuraba y proletarizaba la verdad de JCM!
Martínez
también ha dejado huellas imborrables. Se pueden señalar dos: su
artículo Cómo
Organizamos el
Partido,
y su mamotreto Apuntes
para una interpretación marxista de historia social del Perú.
Y un leit
motiv:
la negación del Camino
de Mariátegui.
El
artículo sobre la constitución del Partido es una tergiversación
grosera de la inmensa obra de JCM al respecto, y una crítica
desvergonzada del aporte más importante de este trabajo: “la
organización de los obreros y campesinos con carácter netamente
clasista” Martínez sólo años después se atrevió a formular su
“crítica”, después de haber callado cuando JCM lo enunció,
señalando que con campesinos
“íbamos de error en error” Ésa es la actitud de quien, como
secretario personal fungió siempre de “íntimo compañero” de
JCM. Y, en verdad, lo que hizo Martínez con la memoria de JCM
demuestra que jamás le perdonó haberlo desenmascarado tan pronto
como “criollamente oportunista y equívoco” (T.13-182)
Los
cuatro gruesos tomos de sus Apuntes,
pesados por fuera y por dentro, hasta por el título resultan una
burda parodia de los 7
Ensayos
(Apuntes = 7
Ensayos;
para una interpretación marxista = de
Interpretación;
de historia social del Perú = de
la Realidad Peruana)
El secretario no se preocupó jamás de publicar las obras de JCM (ni
siquiera de republicar 7
Ensayos),
ni menos de conservar los originales, sino de publicar cuatro gruesos
volúmenes, que se salvan sólo por tener algunos escritos de JCM.
Y
su leit
motiv,
la negación del Camino
de JCM,
lo llevó al extremo de seguir el camino de Eróstrato, perpetrando
latrocinio contra uno de los tres libros fundamentales de JCM. Es
necesario correr el “misterio” que rodea la desaparición de
Ideología
y Política;
pero esta tarea requiere todo un artículo aparte.
Y
este leit
motiv
también se puede apreciar temprano, en los tres últimos números de
Amauta. Ya en el N° 30 comienza a publicar su La
Reforma Universitaria en Argentina,
que contradice punto por punto a El
Proceso de la
Instrucción
Pública,
cuarto de los 7
Ensayos.
Así actuaba Martínez, sin dejar siquiera que se secara la tinta de
lo que había escrito: “Mariátegui pertenece al proletariado. Todo
aquel que quiera comprenderlo y seguirlo tiene que situarse en un
terreno de lucha de clases proletaria” (N° 30, p. 96)
IV
Estas
tres tendencias, tres facciones y tres líneas se vienen repitiendo
en cada etapa del proceso del Socialismo Peruano. Y cada generación
tiene sus mílites en cada una de ellas. La actual tercera
generación, en sus dos lustros y pico de gestión, ¿acaso no los
tiene? Basta analizar el panorama político actual.
Pero
la línea de Mariátegui se impone siempre, y marca la orientación
fundamental en cada etapa. Al cerrarse el ciclo de la primera
generación, Ravines quedó desenmascarado como un estafador
político, y Martínez como un capitulero de pacotilla. Y cualesquier
otros estafadores y capituleros, no hacen sino pisarles los talones.
No
debemos olvidar jamás a JCM, maestro conductor y guía de la
revolución peruana. Pero tampoco debemos olvidar jamás a los
Ravines y Martínez, maestros sin igual por el ejemplo negativo.
Porque en todo proceso siempre hay tres tendencias, tres facciones y
tres líneas. Una de avance, y otras dos de izquierda o de derecha.
El más grave error que cometer se pueda es empeñar la lucha
unilateralmente en la lucha en dos frentes y la lucha entre dos
líneas.
Y,
si hay tres líneas pero sólo una es la correcta, ¿tienen algo de
común las otras dos? Sí, y no poco de común. En sus orígenes de
clase son iguales, y en sus planteamientos terminan siéndolo
también, y más pronto que tarde. Ravines y Martínez procedían de
la intelectualidad burguesa, pequeña y mediana. La p.b., por su
“angustia existencial” en que se desarrolla, tiende al
izquierdismo; y la m.b. tiende al compromiso y a la moderación.
Pero, en uno y otro caso, esos intelectuales transitan “por el
campo socialista con un pasaje de ida y vuelta” (T.16-131) No han
logrado en definitiva la ruptura con su origen de clase, y así no
pueden asimilar el “carácter netamente clasista” de la
organización del proletariado. Por eso la izquierda, al terminar su
periplo “asciende” de p.b. a m.b. identificándose con la
derecha. Y como el marxismo no es de izquierda ni de derecha sino de
avance, lo que hacen la izquierda y la derecha es demostrar que nunca
fueron más que la izquierda radicalizada de la burguesía (Y por eso
se acostumbra poner el término izquierda entre comillas, para
diferenciarlo del marxismo como izquierda,
aunque ambos usos son incorrectos)
Y
tanto la p.b. como la m.b., cuando adhieren orgánicamente al
proletariado, mentalmente arrastran con su socialismo burgués su
sociología burguesa. Por eso, la primera tarea del militante, en
general, es deslindar los campos entre socialismo burgués y
socialismo proletario, entre sociología burguesa y sociología
marxista (materialismo histórico) Porque, en cuanto teoría, este
socialismo y esta sociología burgueses han logrado importantes
avances y tienen respetables representantes; pero en cuanto ideología
de clase jamás traspasan el marco burgués. Y sus representantes son
ilustres, pero ilustres burgueses y nada más.
En
fin, la primera generación terminó su ciclo desenmascarando la
línea de Ravines primero, y la línea de Martínez después. Pero
esta lucha agotó sus posibilidades, lo que dice mucho de la
intensidad con que se efectuó. El Primer Congreso cerró su gestión,
cuando la situación internacional se orientaba hacia la restauración
de la democracia burguesa bajo hegemonía norteamericana y el
establecimiento del sistema socialista bajo hegemonía soviética.
El
m.c.i. entraba en un nuevo período con la disolución de la III
Internacional (1943) y la necesidad de cada partido de formular su
propia línea política, lo que llevó al cuestionamiento del partido
único y el nacimiento del m.c.n. en cada país.
En
el Perú, se pone a la orden del día la necesidad de retomar el
Camino
de Mariategui,
en una situación inicial de vieja democracia consolidada. Así
inicia su tarea la segunda generación del Socialismo Peruano.
Ragarro
25.07.82
Nota.-
Difundido internamente en 1982, y luego por Internet el 20.09.06. El
proyecto era completar los análisis del artículo y llegar hasta la
V Conferencia. Pero se logró conmemorar el Aniversario
80 de la Creación Heroica 1928-2008 (7E - PSP)
Ragarro
26.02.15
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