jueves, 26 de febrero de 2015

El PRIMER CONGRESO DEL PARTIDO


  

El PRIMER CONGRESO DEL PARTIDO

I
La primera generación del Socialismo Peruano desarrolló su gestión en dos etapas importantes: la primera, de 1918 a 1930, bajo la dirección de JCM; la segunda, de 1930 -después de su fallecimiento- hasta 1945. Y realizó dos importantes certámenes: la Constitución del Partido (07.10.28) y su Primer Congreso (IX.42)
En la primera etapa, la tendencia de avance había deslindado los campos con el anarquismo, anarcosindicalismo, mutualismo, y con la desviación aprista. Ante su fracaso, la tendencia del mutualismo pretendió salir como partido laborista, del cual dijo JCM que “pertenece a la crónica, no a la historia, y desde el punto de vista folklórico está por debajo de cualquier tondero o resbalosa” (T.13-205) La tendencia aprista pretendió salir como partido nacionalista, ante lo cual señaló JCM que “reafirmamos nuestra absoluta independencia frente a la idea de un partido nacionalista, pequeño-burgués y demagógico” (T.13-246)
Por su inmensa labor de crítica y preparación, la facción de JCM había logrado la hegemonía ante las otras fuerzas que contendían en el frente unido, y se desarrollaba impetuosamente según plan. La facción anarcosindicalista no volvió a aparecer en la actividad política. En cambio, después de la muerte de JCM la facción aprista vería acrecentar sus fuerzas.
Los 18 meses, de la Constitución del Partido a la muerte de JCM, por su extrema importancia deben tener tratamiento aparte. En ese lapso, JCM publicó sus 7 Ensayos, dio a la imprenta dos de sus tres libros fundamentales (Defensa del Marxismo, Ideología y Política. De su cuarto libro fundamental, Invitación a la Vida Heroica, sólo se sabría después); elaboró sus tres Tesis Fundamentales, y se aprestaba a viajar a Buenos Aires, sede de la Sección Latinoamericana de la Komintern. Es una etapa de crucial importancia, de creciente lucha interna en torno a la forma nacional del socialismo en el Perú.
Es evidente que la desaparición de JCM constituyó una inmensa pérdida para el Socialismo Peruano. El Partido que construía JCM era sui generis, diferente a los partidos de la II Internacional y diferente también a los partidos de la III Internacional. Se debe indicar, en primer lugar, que el Perú, por su atraso económico y político y por no ser país de ciudades, tampoco era un país de partidos. No obstante la preocupación del imperialismo inglés en el siglo pasado, la burguesía peruana bajo su influencia no consolidó partidos políticos. Por eso es que, en la mitad del presente siglo los dos únicos partidos orgánicos fueron el partido proletario y el partido aprista.
En segundo lugar, este partido proletario tiene una característica singular. Por lo general, todos los partidos proletarios han tenido una infancia difusa, y sólo después de muchos errores han podido consolidar una fisonomía propia, una forma nacional de su contenido internacional; en cambio, el partido proletario peruano logró su fisonomía propia precisamente en su infancia, para perderla temporalmente después. Y si en otros partidos la tarea de los continuadores ha sido el lograr esta fisonomía, en este partido la tarea ha sido encontrarla nuevamente, tarea compleja y específica. Esta difícil labor, por lo general es soslayada en el análisis del proceso del Socialismo Peruano.
Construir un partido diferente a los partidos de la II Internacional no era una idea nueva. Pero construir un partido diferente a los partidos de la III Internacional sí lo era, ciertamente. Y toda idea nueva experimenta dificultades y tropiezos en sus comienzos. Así, el concepto de dictadura de Marx, el concepto de alianza obrero-campesina de Lenin, el concepto de guerra campesina de Mao, no surgieron al azar ni se impusieron de la noche a la mañana. Esto por lo general es conocido; pero lo que se difunde poco es que su surgimiento y aceptación enfrentaron primero el silencio, indiferencia y oposición en sus propias filas de origen.
Igual ha ocurrido en el Perú. Los esfuerzos de JCM por desarrollar el estudio de los problemas peruanos y su programa de estudios sociales y económicos cayeron en el vacío, y recibieron por respuesta la indiferencia. Y aún más, fueron objeto de sarcástica oposición. Baste recordar el calificativo de “monólogo insípido” que le lanzó Luis Alberto Sánchez. Pero si esto era por fuera, lo más grave era por dentro del partido en construcción. Los detractores, apenas si aguardaron la muerte de JCM para pasar a la ofensiva. Ravines echó abajo Amauta; Martínez echó abajo los 7 Ensayos. Y ambos echaron abajo la inmensa obra de aglutinar, organizar y conducir el factor humano en torno a la idea socialista.
El marxismo señala que la contradicción es el motor del desarrollo de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento. Y que las causas externas son condicionantes para el cambio; pero las que lo determinan son, en última instancia, las causas internas. El partido proletario iba en ascenso, y las demás fuerzas reconocían su dirección o se batían en retirada. El aprismo no tenía cabida en el frente unido de la revolución. Pero después se invirtieron los papeles, el partido aprista se consolidó como partido fascista, y el partido proletario se sumió en sus contradicciones. La revolución de nueva democracia sufrió su primera derrota.
¿Por qué ocurrieron estos cambios y esta derrota? No se puede conocer la historia del país si no se comprende la situación mundial; no se puede comprender la nueva democracia si no se comprende la vieja democracia; y no se puede comprender la labor de JCM si no se comprende la labor de sus detractores. Y sin análisis no hay valoración del pasado, comprensión del presente ni visión del futuro.

II
La estabilización capitalista terminaba y el mundo se sumía en la gran depresión, que conduciría después a la II GM. El terror blanco batía al proletariado europeo, a los revolucionarios chinos, y en nuestra América se imponía la bota militar. Aislada, acosada, agredida, la Unión Soviética construía el socialismo en un solo y atrasado país. Si el inicio de la crisis propiciaba el desarrollo del izquierdismo, la necesidad de hacer frente a la guerra mundial que todos veían venir, propiciaba el desarrollo del derechismo.
La crisis también golpeaba el país; y también la bota militar se imponía, para luego dar paso al mejor representante de la oligarquía financiera que ha tenido la reaccionaria clase dominante del país, Manuel Prado.
En estas circunstancias, la nueva democracia fue derrotada no tanto por la situación internacional, por la vieja democracia o por la interferencia aprista, sino fundamentalmente porque no supo orientarse en la situación, porque perdió la brújula.
En 1930, el Partido de JCM había logrado la hegemonía en el frente unido de la nueva democracia. Pero la obra de JCM no había logrado la hegemonía al interior del Partido. Al hacerse clara la desviación aprista, JCM deslindó resueltamente los campos con ella; por ejemplo, con su célebre Polémica Finita. Sin embargo, trató siempre de aglutinar a todas las fuerzas unibles; por ejemplo, al año de su polémica con Sánchez, comentó positivamente su trabajo sobre literatura peruana.
Esta línea política no podía sino fortalecer las propias filas y desintegrar las fuerzas del enemigo. Así, el propio Sánchez, que había llamado a la obra de JCM como “monólogo insípido”, a tres meses de su fallecimiento publicó Datos para una semblanza de José Carlos Mariátegui, hasta ahora insuperada semblanza política del gran luchador. (La Polémica del Indigenismo, Mosca Azul Editores, 1978, pp. 151-172)
La investigación aprista acerca de la realidad nacional no deja de tener sus méritos. La calidad de Haya era reconocida por el propio JCM; sus observaciones acerca del imperialismo tienen aspectos que no se pueden desechar; pero una conclusión teórica correcta puede derivar en una conclusión política incorrecta, porque una cosa es la limitación del conocimiento y otra cosa es la limitación de clase. P.e., el análisis de Hilferding acerca del imperialismo, y el análisis de Plejanov acerca del papel del individuo, tienen validez hasta el presente; pero políticamente ambos no pasaron de mediocres reformistas; y Haya no pasó de “justicialista” corporativo.
La primera generación dio un gran maestro por ejemplo positivo, pero también dio dos grandes maestros por ejemplo negativo. Ravines lideró la línea de izquierda, Martínez lideró la línea de derecha. Pero dos grandes maestros por el ejemplo negativo no son suficientes para acabar con un gran maestro proletario. Y mil que fueran. Pero han hecho mucho daño; y jamás debemos olvidar esta lección; forma parte del tesoro del Socialismo Peruano; ignorarla, sería seguir siendo “un mendigo sentado en banco de oro”
El contenido de cada línea se puede apreciar en el siguiente esquema:

TEMAS
LÍNEA DE JCM
LÍNEA DE ERP
LÍNEA DE RMT
1.-Revolución proletaria
Lucha de Clases
Clase contra Clase
Conciliación de Clases
2.-Dictadura del Proletariado
Dictadura y Democracia
Dictadura
Democracia
3.-Cuestión Nacional
Perú Integral
Nación Quechua
Nación
Criolla.
4.-Carácter de la Sociedad
Semifeudal-Semicolonial
Colonial
Independiente
5.- Frente Unido
Unidad y Lucha
Lucha sin Unión
Unión sin Lucha
6.-Formas de Lucha
Económica-Política-Teórica
Putchista
Parlamentaria
7.- Factor Humano
Obreros y Campesinos
Campesinos
sin Obreros
Obreros sin Campesinos
8.- Organización
Clandestina y Abierta
Ilegalismo
Legalismo

II
Analizando el esquema se tiene:
1.- JCM siempre enseñó al proletariado a tener “al mismo tiempo que un sentido realista de la historia, una voluntad heroica de creación y realización” Ni determinismo ni volitismo por separados, sino unidad e integración entre ambas coordenadas del marxismo. Por eso no partió jamás de que el socialismo no podía actuarse sin que se desarrollara previamente el capitalismo, ni menos que la victoria de la revolución estuviera a la vuelta de la esquina. Siguió estrictamente la estrategia de la revolución prolongada. Por eso actuó siempre con el criterio de crítica y preparación, crítica de ideas y preparación de la organización.
Pero Ravines actuó con el arrebato de “quien mucho corre pronto para”, y por luchar contra todo terminó luchando contra nada. Es un claro ejemplo de los que creen “que la empresa de crear un nuevo orden social, superior al orden capitalista, incumba a una amorfa masa de parias y de oprimidos, guiada por evangélicos predicadores del bien” Suplantó la audacia con el arrebato, y al final mostró no tener lo uno ni lo otro.
Y Martínez es un claro ejemplo del “snobismo universitario con que los estudiantes de su generación se entregaron a una lectura rabiosa de Marx; el aflojamiento súbito de su impulso al choque con el escandalizado ambiente doméstico y con los primeros bastonazos de la policía; la decepción, el escepticismo, más o menos disfrazado de retorno a la sageese (prudencia)” Suplantó la perseverancia con la paciencia, y al final demostró que para él “el movimiento lo es todo, el objetivo no es nada”
2.- JCM hizo una clara distinción entre dictadura burguesa y dictadura proletaria, entre democracia burguesa y democracia proletaria. Por eso pudo señalar que “el Poder se conquista a través de la violencia” y que “se conserva el Poder sólo través de la dictadura” (T.8-81) Pero esta dictadura no niega la democracia en general sino la democracia burguesa; por eso señaló también que la conquista de la democracia había pasado a ser tarea del proletariado. Tuvo un concepto claro de la nueva democracia; y de la necesidad de enfrentar democracia con democracia y dictadura con dictadura.
Pero Ravines, al propagandizar dogmáticamente la dictadura, lo que hacía era implantar su autoritarismo, su sectarismo, su mandonismo. Así, negó a la dictadura democrática y terminó desprestigiando a la clase, al partido y a la revolución.
Y Martínez hizo otro tanto, ignorando la dictadura y propagandizando la democracia “en general”, que así no es otra cosa que la vieja democracia, la democracia burguesa, que en nuestra realidad no es sino un democracia bastarda, minusválida y vergonzante.
3.- El aporte original de JCM, el aporte teórico como verdad particular se expresa en su interpretación de la realidad peruana, en su esclarecimiento de la cuestión nacional. Con ello estableció la forma nacional del Socialismo Peruano, y deslindó los campos con el pasadismo de la burguesía intermediaria y el indigenismo de la pequeña burguesía, señalando la necesidad de un Perú Integral.
Pero Ravines desechó la verdad particular, y blandió dogmáticamente la verdad universal en el problema nacional, imponiendo como camisa de fuerza la “autodeterminación de las naciones quechua y aymara” Con ello, tergiversó la verdad universal, despreció y rechazó la verdad particular en aras de los planteamientos de la pequeña burguesía.
Y Martínez desechó pronto una y otra verdad en aras de la “nación criolla”, nueva versión del pasadismo de la burguesía intermediaria. Con ello tiró por la borda el marxismo como doctrina y como método.
4.- En su interpretación de la realidad peruana, al esclarecer la cuestión nacional JCM esclareció también, como corolario, el carácter de la sociedad peruana. Al reivindicar como tercera tradición el aporte de la República señaló el carácter capitalista del Perú, en su esencia semifeudal y semicolonial (políticamente independiente y económicamente colonial) Precisamente de ello pudo derivar que el objetivo de la revolución de la nueva democracia es la solución del problema de la tierra, base de toda otra solución. Por ello la revolución peruana es en primer lugar democrática (antifeudal) y en segundo lugar nacional (antimperialista) Así, señaló las bases para el establecimiento de la política concreta a seguir.
Pero Ravines ni Martínez podían tener planteamiento alguno en torno a esta importante cuestión. Ravines, si no analizaba el modo de producción del país, menos podía interesarse por el modo de producción de sus futuras “naciones quechua y aymara” Igualmente, Martínez tampoco podía interesarse del modo de producción de su “nación criolla” Divagaron entre el carácter “colonial” o “independiente” de sus “naciones”
La experiencia enseña que el problema de la verdad particular, el problema de la teoría propia, el problema de “aplicar el método marxista al conocimiento y definición de los problemas del Perú” es el problema clave, el problema dirimente con el que se ha de juzgar la orientación de cada línea política. Una línea que no tiene una posición definida ante la verdad particular, no tendrá tampoco una posición definida ante la verdad universal. Y sólo seguirá el bastón de mando en turno. Y, lo que es más grave, al no interpretar la realidad menos podrá intentar siquiera transformarla, y mucho menos podrá seguir una política consecuente.
5.- JCM tuvo desde el principio una posición definida ante el problema del frente unido. Llevó una lucha medida por medida buscando siempre, por un lado unir a los afines y por otro lado unir a todas las fuerzas unibles ante un enemigo común.
Pero Ravines aplicó la torpe política de “luchas implacables y golpes despiadados” Para él, quien no era un reaccionario declarado era un contra-revolucionario en potencia. Por ello, en poco tiempo la revolución perdió el 100% del trabajo en el campo y el 90% del trabajo en la ciudad.
Y del 10 % restante se encargó Martínez de dar cuenta; so pretexto de corregir la desviación de izquierda, de lucha sin unión, se empeñó en una unión total y sin lucha alguna con el representante de su nación criolla. Así, el proletariado perdió temporalmente la hegemonía política en la revolución de nueva democracia.
6.- JCM señaló siempre dos aspectos en cualquier forma de lucha. Al señalar que el Poder se conquista a través de la violencia, señalaba una posición cardinal al respecto. Sin embargo, señaló también que “trabajan por el advenimiento de una sociedad nueva los que todo el año, disciplinada, obstinadamente, combaten por el socialismo; no los que en esta u otra fecha sienten un momentáneo impulso de motín o asonada” (T.13-118) Por eso tuvo una actitud definida ante la lucha legal y ante la lucha legítima. Al enseñar que “los parlamentarios comunistas no parlamentan. El parlamento es para ellos únicamente una tribuna de agitación y de crítica” (T.1-136), señalaba que había que utilizar el sufragio, las elecciones, el parlamento, pero para llevar la lucha hasta las mismas instituciones de las clases dominantes. Al señalar que la revolución necesita armas, programa, doctrina, estaba señalando la segunda estrategia de la revolución de nueva democracia.
Pero Ravines, al desechar la lucha legal desechaba también la lucha legítima, por mucho que alardeara de ella al comienzo. Y Martínez, al desechar la lucha legítima desechaba también la lucha legal, por mucho que también alardeara de ella al comienzo. Y ambos destruyeron una y otra lucha porque, sencillamente, habían destruido la lucha ideológica. Tomaron el marxismo como dogma, o no lo tomaron siquiera como tal. Ni lucha armada, ni lucha política, ni lucha ideológica.
7.- JCM, en su trabajo por unir a los afines y a todas las fuerzas unibles siempre privilegió el factor humano. Por eso planteó “la organización de obreros y campesinos con carácter netamente clasista” No planteó el origen obrero como exclusivo ni excluyente. Rompió resueltamente con los estereotipos de entonces, sencillamente porque partió de la realidad de un país atrasado y fundamentalmente campesino. Por eso llamó a obreros, campesinos, intelectuales y demás trabajadores que no explotan trabajo ajeno, a unirse primero por la ideología.
Pero Ravines identificó torpemente origen de clase con carácter de clase, extracción de clase con posición de clase, raíz obrera con esencia proletaria; y así acabó con el trabajo intelectual primero, con el trabajo campesino después, y finalmente con el propio trabajo obrero sindical. Y Martínez no se quedó atrás, y terminó entregando el trabajo obrero sindical a la reacción, convirtiéndose él mismo en jefe de la oficina obrera de la casa política de Prado, el oligarca.
8.- Así como tenía un claro concepto de la dictadura, JCM también tuvo un claro concepto del centralismo democrático. Ni centralismo sin democracia ni democracia sin centralismo. Por eso señaló las “relaciones estrictamente disciplinadas”; por eso planteó siempre la necesidad del debate, la “contrastación permanente”
Pero Ravines, al echar de lado la democracia interna, no promovió el centralismo sino el caciquismo, y no la clandestinidad sino el ocultismo e ilegalismo. Y Martínez, al uncirse a la democracia formal, no promovió la democracia sino el liberalismo y el legalismo.

III
El corolario de este esquema y su desarrollo demuestra que “la revolución no puede ser actuada sino por un partido de clase” Sólo un partido de acuerdo a la línea de Mariátegui puede sobreponerse a la situación adversa, a las acometidas de los enemigos y puede llevar al triunfo la revolución de nueva democracia. Para ello, primero tiene que fortalecer sus filas depurándose de sus detractores. Ésta es la gran lección de la primera etapa del socialismo peruano.
De las tres líneas señaladas han quedado huellas imborrables, tanto en el recuerdo como en el papel. De JCM están publicadas ya sus obras completas, que sólo requieren ahora ordenamiento sistemático, estudio exhaustivo y aplicación consecuente. Sus tres artículos, tres libros, tres documentos y tres tesis señalan la quinta esencia de su contribución al Socialismo Peruano. Y todos ellos giran en torno a la cuestión del Poder, la cuestión principal del comunismo científico.
Ravines también ha dejado huellas imborrables. Se pueden señalar dos: su Editorial para el primer número de Hoz y Martillo, y su libro La Gran Estafa. Además, se puede señalar su leit motiv: la negación del Camino de Mariátegui. Es menester trascribir este editorial, porque ahora es ya poco conocido. Fundamentalmente señala: “Hoz y Martillo... es la voz de nuestra vanguardia combatiente, es la palabra oficial del Partido del proletariado: recibidla y encumbradla como tal. Aquí se alza no la voz de un hombre ni la labor de un grupo periodístico. Es la voz y la orientación de un partido de clase... Hoz y Martillo es el órgano oficial del Partido Comunista del Perú, órgano revolucionario, voz de millares de combatientes, de los mejores hijos de la clase obrera, que os llaman a estrechar filas y os incitan a ingresar en nuestro partido, el Partido Comunista... Hoz y Martillo es la herencia superada, depurada y proletarizada de Amauta y de Labor. Es el periódico con que soñó JCM y que no pudo ver impreso” (27.07.31)
Hay que reconocer que Ravines es el único que ha podido sintetizar en tan pocos párrafos toda una línea. Es un retrato de cuerpo entero de su felonía. Al señalar que su periódico es “la voz de los mejores hijos de la clase obrera”, ¿dónde quedan los campesinos?, ¿dónde queda el problema primario del Perú?, ¿dónde queda el mayor problema histórico? ¡Qué aberración!
Al señalar que en su periódico “no se alza la voz de un hombre ni la labor de un grupo periodístico”, ¿no está señalando que el trabajo de JCM no pasa de ser “la labor de un hombre”, y el partido de Mariátegui no pasa de ser “un grupo periodístico? ¡Qué ignominia!
Al señalar que su periódico “es la esencia superada, depurada, proletarizada de Amauta y de Labor”, ¿no está señalando que no había que asimilar la herencia de JCM sino “superarla” y “depurarla”?, ¿no está señalando que no había que desarrollar Amauta y Labor sino “proletarizarlas”? ¡Qué desvergüenza!
Al señalar que su periódico es “el periódico con que soñó JCM y que no pudo ver impreso”, ¿no está señalando entonces que JCM no soñó con Amauta y con Labor ni los convirtió en perdurable realidad, sino que soñó con un periódico “clandestino”? ¡Qué mediocridad!
De su libro La Gran Estafa, sólo en necesario indicar que es la demostración de que así se porta siempre el izquierdismo, que de tanto irse a la izquierda termina siempre apareciendo por la derecha.
Y su leit motiv se puede apreciar temprano, en los tres números de Amauta después de la muerte de JCM. Entre otras estupideces, allí señala la necesidad de “reconocer el derecho de los indios no sólo a la reconquista de sus tierras sino también a disponer de sí mismos organizando sus propias repúblicas aymaras y keshuas” (N° 32, p. 10) ¡Así superaba, depuraba y proletarizaba la verdad de JCM!
Martínez también ha dejado huellas imborrables. Se pueden señalar dos: su artículo Cómo Organizamos el Partido, y su mamotreto Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú. Y un leit motiv: la negación del Camino de Mariátegui.
El artículo sobre la constitución del Partido es una tergiversación grosera de la inmensa obra de JCM al respecto, y una crítica desvergonzada del aporte más importante de este trabajo: “la organización de los obreros y campesinos con carácter netamente clasista” Martínez sólo años después se atrevió a formular su “crítica”, después de haber callado cuando JCM lo enunció, señalando que con campesinos “íbamos de error en error” Ésa es la actitud de quien, como secretario personal fungió siempre de “íntimo compañero” de JCM. Y, en verdad, lo que hizo Martínez con la memoria de JCM demuestra que jamás le perdonó haberlo desenmascarado tan pronto como “criollamente oportunista y equívoco” (T.13-182)
Los cuatro gruesos tomos de sus Apuntes, pesados por fuera y por dentro, hasta por el título resultan una burda parodia de los 7 Ensayos (Apuntes = 7 Ensayos; para una interpretación marxista = de Interpretación; de historia social del Perú = de la Realidad Peruana) El secretario no se preocupó jamás de publicar las obras de JCM (ni siquiera de republicar 7 Ensayos), ni menos de conservar los originales, sino de publicar cuatro gruesos volúmenes, que se salvan sólo por tener algunos escritos de JCM.
Y su leit motiv, la negación del Camino de JCM, lo llevó al extremo de seguir el camino de Eróstrato, perpetrando latrocinio contra uno de los tres libros fundamentales de JCM. Es necesario correr el “misterio” que rodea la desaparición de Ideología y Política; pero esta tarea requiere todo un artículo aparte.
Y este leit motiv también se puede apreciar temprano, en los tres últimos números de Amauta. Ya en el N° 30 comienza a publicar su La Reforma Universitaria en Argentina, que contradice punto por punto a El Proceso de la Instrucción Pública, cuarto de los 7 Ensayos. Así actuaba Martínez, sin dejar siquiera que se secara la tinta de lo que había escrito: “Mariátegui pertenece al proletariado. Todo aquel que quiera comprenderlo y seguirlo tiene que situarse en un terreno de lucha de clases proletaria” (N° 30, p. 96)

IV
Estas tres tendencias, tres facciones y tres líneas se vienen repitiendo en cada etapa del proceso del Socialismo Peruano. Y cada generación tiene sus mílites en cada una de ellas. La actual tercera generación, en sus dos lustros y pico de gestión, ¿acaso no los tiene? Basta analizar el panorama político actual.
Pero la línea de Mariátegui se impone siempre, y marca la orientación fundamental en cada etapa. Al cerrarse el ciclo de la primera generación, Ravines quedó desenmascarado como un estafador político, y Martínez como un capitulero de pacotilla. Y cualesquier otros estafadores y capituleros, no hacen sino pisarles los talones.
No debemos olvidar jamás a JCM, maestro conductor y guía de la revolución peruana. Pero tampoco debemos olvidar jamás a los Ravines y Martínez, maestros sin igual por el ejemplo negativo. Porque en todo proceso siempre hay tres tendencias, tres facciones y tres líneas. Una de avance, y otras dos de izquierda o de derecha. El más grave error que cometer se pueda es empeñar la lucha unilateralmente en la lucha en dos frentes y la lucha entre dos líneas.
Y, si hay tres líneas pero sólo una es la correcta, ¿tienen algo de común las otras dos? Sí, y no poco de común. En sus orígenes de clase son iguales, y en sus planteamientos terminan siéndolo también, y más pronto que tarde. Ravines y Martínez procedían de la intelectualidad burguesa, pequeña y mediana. La p.b., por su “angustia existencial” en que se desarrolla, tiende al izquierdismo; y la m.b. tiende al compromiso y a la moderación. Pero, en uno y otro caso, esos intelectuales transitan “por el campo socialista con un pasaje de ida y vuelta” (T.16-131) No han logrado en definitiva la ruptura con su origen de clase, y así no pueden asimilar el “carácter netamente clasista” de la organización del proletariado. Por eso la izquierda, al terminar su periplo “asciende” de p.b. a m.b. identificándose con la derecha. Y como el marxismo no es de izquierda ni de derecha sino de avance, lo que hacen la izquierda y la derecha es demostrar que nunca fueron más que la izquierda radicalizada de la burguesía (Y por eso se acostumbra poner el término izquierda entre comillas, para diferenciarlo del marxismo como izquierda, aunque ambos usos son incorrectos)
Y tanto la p.b. como la m.b., cuando adhieren orgánicamente al proletariado, mentalmente arrastran con su socialismo burgués su sociología burguesa. Por eso, la primera tarea del militante, en general, es deslindar los campos entre socialismo burgués y socialismo proletario, entre sociología burguesa y sociología marxista (materialismo histórico) Porque, en cuanto teoría, este socialismo y esta sociología burgueses han logrado importantes avances y tienen respetables representantes; pero en cuanto ideología de clase jamás traspasan el marco burgués. Y sus representantes son ilustres, pero ilustres burgueses y nada más.
En fin, la primera generación terminó su ciclo desenmascarando la línea de Ravines primero, y la línea de Martínez después. Pero esta lucha agotó sus posibilidades, lo que dice mucho de la intensidad con que se efectuó. El Primer Congreso cerró su gestión, cuando la situación internacional se orientaba hacia la restauración de la democracia burguesa bajo hegemonía norteamericana y el establecimiento del sistema socialista bajo hegemonía soviética.
El m.c.i. entraba en un nuevo período con la disolución de la III Internacional (1943) y la necesidad de cada partido de formular su propia línea política, lo que llevó al cuestionamiento del partido único y el nacimiento del m.c.n. en cada país.
En el Perú, se pone a la orden del día la necesidad de retomar el Camino de Mariategui, en una situación inicial de vieja democracia consolidada. Así inicia su tarea la segunda generación del Socialismo Peruano.
Ragarro
25.07.82
Nota.- Difundido internamente en 1982, y luego por Internet el 20.09.06. El proyecto era completar los análisis del artículo y llegar hasta la V Conferencia. Pero se logró conmemorar el Aniversario 80 de la Creación Heroica 1928-2008 (7E - PSP)
Ragarro
26.02.15

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