jueves, 7 de marzo de 2024

EL PERFIL DE HUGO CHAVEZ

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EL PERFIL DE HUGO CHAVEZ
Del comandante Hugo Chávez Frías, el líder de la Revolución Bolivariana enraizada ya en la Venezuela de nuestro tiempo, se puede decir que tuvo muchas facetas, pero un solo perfil.
Una de sus facetas la mostró el 4 de febrero de 1992, cuando debió invocar públicamente a sus compañeros de acción a que depusieran las armas por cuanto los objetivos que se habían propuesto en la insurgencia iniciada, no se habían logrado “por ahora”.
Una segunda faceta, siete años después: en 1999 el “por ahora” se convirtió en un “llegó la hora”, cuando asumió el gobierno de su país luego al ser ungido presidente de la república por mandato popular. En esa circunstancia, dio comienzo a las profundas transformaciones económicas y sociales que cambiaron el rostro a la patria de Francisco de Miranda.
Una tercera, fue en abril del 2003, cuando retornó triunfante al Palacio de Miraflores luego de vencer con las masas el intento de golpe generado por la ultraderecha, en complicidad con el embajador de los Estados Unidos, Walter Shapiro.
Otra faceta -la cuarta- fue cuando ante la Asamblea General de Naciones Unidas, ahuyentó el azufre que había percibido desde el podio frente al que se encontraba, porque poco antes había hablado desde allí George W. Bush el presidente de EEUU al que consideraba algo así como la encarnación suprema del Maligno.
Y una quinta -para no citar más- fue la que mostró el 4 de octubre del 2012 ante tres millones de personas congregadas en Caracas para el “cierre” de la campaña electoral que ese año le diera su última victoria. Fue esa, una apoteósica jornada en la que hizo un discurso de 45 minutos bajo un aguacero descomunal. Quienes estuvimos allí, apreciamos muy de cerca la fuerza de su corazón y su lúcido empeño por entregar la vida por la causa de su pueblo.
Pero más allá de sus facetas asoma su único perfil: el de un revolucionario cabal y consecuente que consagró su vida a la causa de su pueblo y que hoy anida en la memoria de millones de seres humanos.
Al evocarse, el 5 de marzo, once años de su partida física, constituye un deber elemental el recordarlo. En particular, es un deber nuestro, de los peruanos, porque fue aquí, en la Pampa de la Quinua, cuando tenía apenas veintiún años, que adquirió conciencia de su responsabilidad continental al asistir a las celebraciones del 150º Aniversario de la Batalla de Ayacucho, en diciembre de 1974, a la sombra revolucionaria de Juan Velasco.
En verdad, Hugo Chávez vino más de una vez a nuestro país. Y siempre lo hizo convencido de la necesidad de sumar fuerzas en el empeño por concretar en América los sueños de Bolívar, frustrados en la región por el predominio de una aristocracia criolla que se apoderó de las repúblicas en los primeros años del siglo XIX y construyó en ellas sociedades domesticadas, genuflexas y serviles.
Es bueno recordar que Hugo Chávez tuvo un largo proceso de formación política, vinculada estrechamente a las vicisitudes de su pueblo. Militar de carrera, fue ganando posiciones de ascenso en el marco de una aguda confrontación social: la que vivió su país luego del derrumbe de la siniestra dictadura de Pérez Jiménez, entre los años 60 y 90. En ese marco -prisiones de por medio- fue la vida la que le enseñó a percibir los dolores de su pueblo y avizorar un camino, que finalmente alcanzó a concretar.
El líder no nació hecho. No fue como Palas Atenea, que emergió de la cabeza de Júpiter tronante acabadita y compuesta. Fue forjándose en la confrontación cotidiana; pero tuvo siempre lineamientos básicos, ungidos como principios esenciales. Y nunca se aparto de ellos. La solidaridad fue uno, y la modestia para recoger el mensaje de “los de abajo”, quizá el otro.
Fueron esas las nociones las que lo ayudaron siempre a percibir el escenario de la confrontación que tenía ante sus ojos. Y hallar en él la piedra de toque que le permitiría distinguir a amigos de enemigos. Por eso le bastó levantar la mirada más allá de las fronteras de Venezuela, para encontrar el esplendoroso fulgor de la Revolución cubana. Y se hizo amigo de Fidel, lo que constituyó el secreto de su victoria
No fue fácil avanzar en la tarea que se había propuesto. Logró hacerlo porque supo priorizar sus objetivos: forjar la unidad de su pueblo, organizar a las masas para colocarlas en disposición de combate, elevar la conciencia política de millones de personas y alentar las luchas sociales diseñando una certera política de acumulación de fuerzas.
«Ustedes saben que varias veces incluso he estado a punto de morir por ser fiel al pueblo venezolano, y ese es mi camino, yo no les fallaré, seré fiel para siempre al pueblo de Venezuela», fue su compromiso aquel 4 de octubre del año 2012, que sería finalmente el preludio de su partida. En efecto, seis meses más tarde ofrendó su vida por la causa enarbolada ante los ojos del mundo.
Desde el 5 de marzo del 2013, Chávez y Bolívar pudieron repetir al unísono las palabras del Libertador: “Huí de la tiranía, no para ir a salvar mi vida ni esconderla en la oscuridad, sino para exponerla en el campo de batalla en busca de la gloria y de la libertad”.
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