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Escrito por el genio Karl Marx, cuando tenía 17 años
¡Feliz cumpleaños amado Carlitos¡
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Reflexiones de un joven para elegir una profesión
La
naturaleza, en sí misma, ha determinado la esfera de la actividad en la
que el animal debe moverse, y lo hace pacíficamente dentro de esa
esfera, sin intentar ir más allá de ella, sin tener incluso una noción
de cualquier otro campo. Al hombre, también, la Deidad dio un objetivo
general: el de ennoblecerse así mismo y a la humanidad, pero Él lo dejó
buscar la manera de lograr este objetivo; Él lo dejó elegir la posición
social que más le satisfizo, de la cual puede fortalecerse así mismo y a
la sociedad.
Esta
elección es un gran privilegio del hombre sobre el resto de la
creación, pero al mismo tiempo es un acto que puede destruir su vida
entera, frustra todos sus planes, y lo hace infeliz. Por consiguiente,
considerar seriamente esta elección es ciertamente el primer deber de un
joven que está empezando su carrera y no quiere dejar sus asuntos más
importantes para arriesgarse.
Todos
tenemos un objetivo, que nos parece grande; y, realmente, para la
convicción más profunda, es así, la más profunda voz del corazón lo
declara de esta manera, la Deidad nunca deja al hombre mortal totalmente
sin una guía; él habla suavemente pero con certeza.
Pero
esta voz puede ahogarse fácilmente, y lo que nosotros tomamos como
inspiración puede ser el producto del momento, que quizás también puede
destruirse por otro. Nuestra imaginación, quizás, está en el fuego,
nuestras emociones agitadas, los fantasmas revolotean ante nuestros
ojos, y nos zambullimos precipitadamente en lo que nuestro impetuoso
instinto sugiere, qué llegamos a imaginamos que la Deidad nos ha
señalado. Pero lo que nosotros abrazamos ardientemente pronto nos
rechaza y ahí vemos nuestra existencia entera en las ruinas.
Debemos
examinar, por consiguiente, seriamente, si realmente hemos estado
inspirados al escoger nuestra profesión, si una voz interna lo aprueba;
o, si esta es un engaño, y lo que nosotros tomamos como un llamado de la
Deidad fue una autodecepción. ¿Pero, cómo podemos reconocer esto, sino
rastreando la fuente de la propia inspiración?
Respecto
al ímpetu, este promueve la ambición, y puede fácilmente produce la
inspiración, o lo que nosotros tomamos por inspiración; pero la razón no
puede refrenar al hombre que es tentado por el demonio de la ambición, y
se zambulle precipitadamente zambulle precipitadamente en lo que sus
impetuosos instintos le sugieren: él ya no escoge su posición en la
vida, ahora esta es tomada por casualidad e ilusión.
No
somos llamados para adoptar la posición que nos ofrece las
oportunidades más brillantes; quizás no es lo que, en la larga serie de
años, podamos sostenerlo, nunca nos cansaremos, ni se diluirá nuestra
pasión, nunca permitamos que nuestro entusiasmo crezca impersonalmente,
excepto si vemos nuestros deseos incumplidos, nuestras ideas
insatisfechas y debamos "descubrirnos" contra la Deidad y la maldición
de la humanidad.
Pero
no sólo es la ambición la que puede despertar el entusiasmo súbito por
una profesión particular; quizás pudimos haberla embellecido en nuestra
imaginación, para hacerla parecer lo más alto que la vida puede ofrecer.
No hemos analizado, ni considerado la carga entera, la gran
responsabilidad que se impone en nosotros; sólo lo hemos visto a
distancia, y la distancia es engañosa.
Nuestra
propia razón no puede aconsejarnos; para esta, la decisión no se apoya
por la experiencia ni por la observación profunda, se engaña por la
emoción y se deslumbra por la fantasía. ¿Entonces a quién debemos volver
nuestros ojos? ¿Quién debe apoyarnos dónde nuestra razón nos desampara?
Nuestro corazón dice: Nuestros padres, que han recorrido el camino de vida y han experimentado la severidad del destino.
Y
si nuestro entusiasmo todavía persiste, si continuamos amando una
profesión y creemos su llamado después de haberla examinado a sangre
fría, después de percibir sus cargas y dificultades, entonces debemos
adoptarla, entonces nadie hará que nuestro entusiasmo nos engañe ni que
la impaciencia nos lleve lejos.
Mas
no siempre podemos lograr la posición a la cual creemos que somos
llamados, nuestras relaciones en la sociedad están relativamente
preestablecidas antes de que estemos en una posición de determinarlas.
Nuestra
constitución física es a menudo un obstáculo amenazante, y no permite a
nadie mofarse de sus derechos. Es verdad que podemos subir sobre esta;
pero entonces nuestra caída es la más rápida de todas, de ahí que somos
aventurados en construir sobre las ruinas desmenuzadas, entonces nuestra
vida entera es un forcejeo infeliz entre los principios mentales y
corporales. Pero aquél, que es incapaz de reconciliar sus internos
elementos en pugna, ¿cómo puede resistir la tensión tempestuosa de vida,
cómo podría actuar serenamente? Y es exclusivamente desde la calma que
esos grandes y finos hechos pueden surgir; es el único terreno en el que
las frutas maduras se desarrollan con éxito.
Aunque
no podamos trabajar de largo, y casi nunca de buena gana con una
constitución física que no se satisface a nuestra profesión, el
pensamiento, no obstante, surge del sacrificio de nuestro bienestar ante
el deber, actúa vigorosamente aunque seamos débiles. Pero si hemos
escogido una profesión para la que no poseemos el talento, nunca
podremos ejercerla merecidamente, comprenderemos pronto, con vergüenza,
nuestra propia incapacidad y decimos que somos seres creados inútiles,
los miembros de la sociedad, incapaces de cumplir su vocación. Entonces
la consecuencia más natural es el desprecio de sí mismo, y qué es más
doloroso, que el sentirse por todos como el menos capaz de lo que el
mundo exterior puede ofrecer. El desprecio de sí mismo es una serpiente
que en la vida roe el pecho de uno, a la vez que chupa la sangre de la
vida del corazón y lo mezcla con el veneno de misantropía y
desesperación.
Una
ilusión sobre nuestro talento, para una profesión a la cual hemos
examinado estrechamente, es una falta que toma su venganza sobre
nosotros mismos, y aun si no se encuentra con la censura del mundo
externo, que da lugar al dolor más terrible que puede infligir en en
nuestros corazones.
Si
hemos considerado todo esto, y si las condiciones de nuestra vida nos
permiten escoger cualquier profesión que nos guste, podemos adoptar lo
que nos asegura el valor más grande: aquel que está basado en las ideas
de cuya verdad nos convencen completamente, que nos ofrece el alcance
más amplio para trabajar para la humanidad y para nosotrosmismos, para
acercarse más al objetivo general para la que cada profesión es un
medio: la perfección.
El
mayor mérito de un hombre es aquel que da una gran nobleza a sus
acciones y a todos sus logros, que lo hacen invulnerable, admirado por
la muchedumbre y que lo elevó anteriormente.
Pero
el mérito solo puede asegurarse por una profesión en la que no seamos
herramientas serviles, en la cual actuemos independientemente en nuestra
propia esfera. Sólo puede asegurarse por una profesión que no exija
actos reprensibles, ainclusive aquellos reprensibles solo en su
apariencia exterior, una profesión que los mejores pueden seguir con
noble orgullo. Una profesión que asegure esto en el más gran grado no
siempre es la mejor, pero siempre será la preferida.
Pero
así como una profesión que no nos da ninguna seguridad de su mérito nos
degrada, debemos ciertamente sucumbir bajo las cargas de quien se ha
basado en ideas que las reconoceremos posteriormente como falsas.
Casi
no tenemos ningún recurso para la autodecepción, ¡y lo que una
salvación desesperada es aquella que se obtiene por la traición de sí
mismo!
Esas
profesiones que no son tan envueltas en la vida misma concernientes con
las verdades abstractas son las más peligrosos para el joven cuyos
principios no son todavía firmes y cuyas convicciones no son todavía
fuertes e inflexibles. Al mismo tiempo estas profesiones pueden parecer
ser las más excelsas si han sido tomadas de raíz en nuestros corazones y
si somos capaces de sacrificar nuestras vidas y todos los logros por
los ideales que aspiramos en ellos.
Ellas
pueden dar felicidad al hombre que tiene una vocación para estas, mas
destruyen a quién los adopta imprudentemente, sin reflexión, rindiéndose
al impulso del momento.
Por
otro lado, tenemos más consideración en las ideas que basan nuestra
profesión en darnos un alto status en la sociedad, refuerzar nuestro
propio mérito, y hace nuestras acciones indiscutibles
Uno
que escoja una profesión que valore favorablemente, se estremecerá a la
idea de ser indigno de ella; solo actuará noblemente si su posición
social es la de un noble.
Mas
la guía principal que debe dirigirnos en la elección de una carrera es
el bienestar de la humanidad y nuestra propia perfección. No debe
pensarse que estos dos intereses pudieran estar en conflicto, que uno
tendría que destruir el otro; al contrario, la naturaleza de hombre está
constituída de tal modo que solo puede lograr su propia perfección
trabajando para la perfección, para el bien de sus semejantes.
Si
uno solo trabaja para sí mismo, quizás puede volverse un famoso del
aprendizaje, un gran sabio, un poeta excelente, pero nunca puede ser
perfecto, verdaderamente grande.
La
historia llama a esos hombres los más grandes, los que se han
ennoblecido trabajando por el bien común; la experiencia aclama como el
más feliz a quien ha hecho el más grande número de la personas felices;
la religión misma nos enseña que el ideal de vida por quienes todos se
esfuerzan por copiar se sacrificó por causa de la humanidad, ¿y quién se
atrevería a poner al nada los tales juicios?
Si
en la vida hemos escogido la posición desde la cual podemos trabajar
más por la humanidad, ninguna carga nos puede doblegar, porque son
sacrificios en beneficio de todos; entonces experimentaremos una no
pequeña, limitada, egoísta alegría, pero nuestra felicidad pertenecerá a
millones, nuestros hechos se vivirán calladamente, pero por siempre por
el trabajo, y sobre nuestras cenizas se verterán las ardientes lágrimas
de la gente noble.
Karl Marx
PD:Escrito: Por Marx entre el 10 y 16 de agosto de 1835.
Primera Edición: en Archiv für die Geschichte des Sozialismus und der Arbeiterbewegung, 1925. Traducido del latín.
Traducción:
La traducción del inglés fue terminada por Juan Diego Pérez el 23 de
agosto de 2007 en Quito-Ecuador desde la versión en inglés proveniente
de Marx - Engels Collected Works, Volumen 1.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, agosto de 2009. La nota al pie a sido re-editada para esta edición.
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