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LOS TRABAJADORES
Por Gustavo Espinoza M.
Diario UNO / Domingo 28 de abril del 2024
La proximidad
del 1 de Mayo constituye una invitación generosa para escribir acerca
del Día Internacional de los Trabajadores, su significado, importancia y
trascendencia.
Hacerlo
hoy en el Perú, reviste un sentido especial no sólo por la naturaleza
agresiva de la crisis del sistema de dominación capitalista que
pauperiza la vida de millones; sino también porque constituye un modo de
afirmar un ideario y un sentimiento de clase que hay que procurar
extender hasta convertirlo en herramienta de todo el pueblo.
Vivimos
tiempos difíciles, en los que la ofensiva del Capital no se expresa
sólo en el plano de la economía, sino también en la más amplia esfera
del pensamiento.
La
clase dominante no se conforma con mantener maniatados a los
trabajadores imponiendo salarios y condiciones de trabajo deplorables,
sino que se empeña, además, en neutralizar su capacidad de pensamiento. Y
es que busca lograr que ella razone como sus opresores, aceptando
dócilmente las herramientas de la dominación.
Hasta
hace algunas décadas los gobiernos reaccionarios se resistían a aceptar
el 1 de Mayo como un Día del Proletariado. Prohibían las
manifestaciones obreras y reprimían a los trabajadores haciendo uso de
la fuerza. Luego, con tácticas nuevas, aceptaron la fecha, asegurando
que ella “también les pertenece”, porque ellos, “también son
trabajadores”
}
Curándose
en salud, sin embargo, optaron por señalar que el día, no es
propiamente el de los Trabajadores, sino el “Dia del Trabajo”. Así
buscaron rendirle pleitesía a la actividad en si, al margen de su forma y
contenido.
Para
aplicar mejor sus mecanismos de explotación, y revindicar el sentido
verdadero de la ley del Capital -la de la Máxima Ganancia- se dan
siempre maña para idear nuevos mecanismos, perfeccionando el modelo de
explotación.
Así,
han diseñado el Neo Liberalismo, que se ajusta a la perfección a sus
objetivos esenciales. Gracias a él han multiplicado hasta el delirio sus
ganancias y masificado la pobreza, universalizando la proletarización
de millones.
No
obstante, no les basta todo eso. Hoy, buscan obsesivamente domesticar a
los trabajadores anhelando que piensen como ellos en la apreciación de
la problemática social. Buscan, entonces, que renuncien a su óptica de
clase y que “se entiendan” con sus explotadores en miras a “incrementar
la producción”.
Alientan
cambios en el sindicalismo de nuestro tiempo y envían “mensajes”
destinados a seducir a ciertos segmentos de la Clase. Anhelan
convencerlos que estos son “otros tiempos” en los que “no cabe la lucha
de clases”.
No
hay que buscar la confrontación, les dicen, sino la concertación; no
hay que promover la protesta, sino la propuesta: y no recurrir a la
huelga, sino a la Mesa de Diálogo. En otras palabras, conciliar, y no
luchar.
Este
“mensaje” suele hallar receptividad en algunos segmentos del movimiento
obrero. Y es que el instrumento de lucha de los trabajadores -la
Conciencia de Clase- no se consolida, ni se afirma de una vez para
siempre, Como se adquiere la Conciencia de Clase, así se pierde.
La
burguesía -nos dijo Aníbal Ponce- es diestra en el manejo de los
artificios de la conciencia obrera, “Atizando en unos la vanidad siempre
despierta y en otros la ambición nunca dormida, es capaz de dominar los
hilos del alma proletaria” y doblegar a líderes que podrían representar
los intereses de su pueblo.
La
Conciencia de Clase -la noción exacta del papel que juega el individuo
en el proceso productivo- no está sembrada en la tierra, ni cae como el
Maná, del cielo.
Se
adquiere con la experiencia de vida y la lucha obrera, y va madurando
con la formación de cada combatiente. Primero, asoma como Instinto de
Clase, luego como sentimiento de clase, después como orgullo de clase,
hasta afirmarse como Conciencia de Clase. A ella se arriba cuando se
comprende el papel del proletariado en toda su dimensión social.
Para
forjarla, resulta indispensable partir del combate por las
reivindicaciones inmediatas de los trabajadores, pero no quedarse en
ellas,. }Analizando el tema, Mariátegui nos dijo: “Un proletariado sin
más ideal que la reducción de las horas de trabajo y el aumento de los
centavos del salario, no será nunca capaz de una gran empresa
histórica”.
Conscientes
de ello., es que debemos comprender que la primera gran tarea de hoy,
es sembrar conciencia y sentimiento de clase, Y eso pasa por llevar a
los trabajadores a la lucha por sus más altos ideales, para que sean
capaces de actuar como la herramienta transformadora de la sociedad
peruana.
El
régimen actual y el empresariado, temen la lucha de clases y a los
trabajadores como Clase Independiente y con valores propios. Para
enfrentarlos, usa dos tácticas: promueve la conciliación de clases por
un lado, y amenaza con la Picana Eléctrica por otro.
Busca
mimetizar la lucha obrera con el accionar terrorista, y pretende
presentar el accionar independiente de los sindicatos como sinónimo de
sedición y violencia.
En
un escenario como este, es indispensable que recordemos al Amauta:; “El
trabajador indiferente a la lucha de clases, contento con su tenor de
vida, satisfecho de su bienestar materia, podrá llegar a una mediocre
moral burguesa, pero no alcanzara jamás elevarse a una ética
socialista”.
Y la bandera de los trabajadores, no es otra que la bandera del socialismo. .(fin)
(*) Ex Secretario General de la CGTP
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