Dr. Hugo SALINAS
Tanto Karl Marx, ayer, como Thomas Piketty, ahora, dedican lo mejor de
sus vidas y conocimientos para desentrañar ese monstruo llamado “capitalismo”.
Los trabajos de investigación de Marx se condensan en su célebre libro “El Capital”, tomo I, que se dedica al
estudio del “Modo de producción capitalista y las relaciones de producción y de
intercambio que le corresponden”.[i] Piketty ha asombrado a
tirios y troyanos con su ya célebre libro “Le
Capital au XXIe siècle”[ii]. Han transcurrido más de
cien años entre el uno y el otro, y la investigación científica, en este campo,
vuelve a renacer. Pero ¿han puesto al descubierto todas las entrañas del
capitalismo para, a partir de ello, poder superarlo?
Karl Marx escribe: “El producto de la actividad económica, propiedad del
capitalista, es un valor de uso, tal como el hilado, la tela, las botas, etc.
Pero, […] si produce botas no es por amor a las botas. […] quiere que el valor
de esta mercancía […] sobrepase la suma de valores de los medios de producción
y de la fuerza de trabajo en los cuales ha gastado su querido dinero. El
capitalista quiere producir no solamente una cosa útil, sino una cosa de valor,
y no solamente de valor, sino que también genere una plusvalía.”[iii] La idea es clara, el
objetivo del capitalista es crear plusvalía, más plusvalía y más plusvalía, por
todos medios habidos y por haber.
El capitalismo no es un asunto de producir bienes sino de generar
plusvalía, nos dice Karl Marx. Y cuanto más, mejor. Hoy en día, los
capitalistas han encontrado un área de actividad económica que les genera más
plusvalía que la misma producción de bienes económicos: la especulación, la
generación de dinero en base al dinero.
Entonces, con el manejo de variables económicas como plusvalía, capital
constante y capital variable, que Marx pone en juego en su obra “El Capital”, tomo I, ¿se podrá superar
al capitalismo para construir una nueva economía y sociedad? Sus seguidores han
puesto en práctica su pensamiento, en una y mil formas, y en todas han
fracasado. ¿Por qué?
Thomas Piketty ha causado revuelo porque, en el área de las
desigualdades socio-económicas, es el trabajo científico que ha cubierto una
mayor amplitud tanto en el tiempo como en el espacio, lo que le ha permitido
formular conclusiones sorprendentes. Nos dice que “los tres conceptos más importantes para el análisis del sistema
capitalista son la relación capital/ingreso nacional, la parte del capital en
el ingreso nacional, y la tasa de rendimiento del capital”[iv].
El trabajo de Thomas Piketty se basa, esencialmente, en las estadísticas
de dichas variables económicas de los últimos 300 años y en los veinte países
más desarrollados del mundo. Concluye que r > g es “la fuerza de divergencia
fundamental”[v]
del capitalismo, en donde r designa a la tasa de rendimiento del capital y g
representa la tasa de crecimiento de la actividad económica. “La desigualdad r
> g significa que los patrimonios salidos del pasado se recapitalizan mucho
más rápidamente que el ritmo de progresión de la producción y de los salarios.[vi]”
“La tesis central de este libro, nos dice Piketty, es precisamente que
una separación, en apariencia limitada, entre la tasa de rendimiento del
capital y la tasa de crecimiento puede producir, a largo plazo, efectos
extremadamente potentes de desestabilización de la estructura y de la dinámica
de las desigualdades en una economía dada”[vii]. ¿Cuál es su propuesta
de solución?
Thomas Piketty comienza por remarcar lo siguiente: “la experiencia
histórica indica que la desigualdades de riqueza tan desmesuradas [en
remuneraciones y en capital] no tienen mucho que ver con el espíritu de empresa
y no son de ninguna utilidad para el crecimiento de la actividad económica”[viii]. Aún más, insiste en
que “el capitalismo produce mecánicamente desigualdades insostenibles y
arbitrarias.[ix]”
Sin embargo, como solución al problema solamente nos propone implementar
un impuesto progresivo tanto a las remuneraciones como al capital. Además
agrega: “La dificultad es que esta solución, el impuesto progresivo sobre el
capital, exige un alto grado de cooperación internacional y de integración
política regional”[x]. En otras palabras, según
Piketty, al parecer, no hay forma de superar a esta calamidad llamada
capitalismo. ¿Acaso hemos llegado al fin de la Historia como algunos ya lo
dijeron?[xi]
La amplitud de información estadística que ha recopilado y trabajado Thomas
Piketty es, al mismo tiempo, su limitación. Es prisionero del espacio-tiempo
definido en su trabajo de investigación, y de las variables que ha puesto en
juego para interpretar las desigualdades socio-económicas dentro del marco de
la economía capitalista. No busca el origen del fenómeno “capitalismo”. De ahí
que, su propuesta, es un capitalismo con solamente menores desigualdades
socio-económicas y más de Estado social, porque “aquellos que tienen muchas
riquezas no olvidan jamás de defender sus intereses[xii]”.
Así como Marx, a principios del
siglo XIX, en su intento de explicar el capitalismo, desemboca fundamentalmente
en su Teoría de la explotación
capitalista, Piketty, en el siglo XXI, no osa ir más allá del análisis estadístico
de las grandes desigualdades socio-económicas entre los siglos XVIII y XXI,
período de la hegemonía del sistema capitalista. Grandes trabajos de
investigación que dejan, al mismo tiempo, un gran vacío: la identificación del origen
del capitalismo, a fin de visualizar su solución. En los trabajos de Piketty no
existe esta intención. En cambio, en los de Marx, se expresa con claridad su
vehemencia por construir una nueva economía y sociedad.
Piketty nos dice que “la cuestión de saber si es justificado y útil para
una sociedad que los poseedores del capital reciban su productividad marginal
como una remuneración de su título de propiedad (y de sus ahorros pasados o de
aquellos de sus ancestros), sin que ningún nuevo trabajo sea aportado, es evidentemente
una cuestión central”[xiii]. Esta frase muestra que
el tema de la propiedad del capital y de la apropiación de la remuneración de
ese capital está bien presente en su espíritu. Pero, probablemente, los límites
de la información estadística no le permiten ir más lejos en su razonamiento.
Su reflexión se aproxima aún más a la raíz del capitalismo cuando nos
dice que “todo no es negativo […] en este proceso de reconstitución de
patrimonios, lo cual es en parte natural y deseable”[xiv]. En efecto, los
movimientos de subida o bajada de las variables de la actividad económica o,
con más precisión, las subas o bajas de las variables del proceso de trabajo
que animan al sistema capitalista (capital, remuneraciones, costos, dinero…),
son naturales y deseables. Y esto porque los horrores del capitalismo no se
fundan en las variables del proceso de trabajo de la actividad socio-económica.
El capitalismo no es producto del proceso de trabajo ni de su evolución, como
lo veremos luego.
Si Thomas Piketty hubiera tomado distancia del análisis estrictamente
estadístico habría llegado a vislumbrar que el origen del capitalismo radica en
otra variable, que no es parte del proceso de trabajo. Es un elemento que no se deja ver pero que
tiene resultados tangibles. Por esa misma razón, es un elemento de la actividad
socio-económica que no tiene otra alternativa que manifestarse a través de las
variables del proceso de trabajo y, por consiguiente, se confunde con ellos. La
pregunta que hubiera puesto fin a esta confusión y le hubiera abierto camino a
otro descubrimiento es la siguiente: ¿Qué es lo que faculta a los propietarios
de capitales individuales ser igualmente los propietarios de la remuneración de
esos capitales? Pareciera ser una pregunta sumamente evidente, pero un poco de
reflexión le hubiera conducido a la noción de Repartición.
La noción de Repartición del resultado de la actividad económica, en una
economía capitalista, refleja el hecho de que, el propietario del capital es,
al mismo tiempo, el propietario del 100% del resultado de la actividad
económica sustentado en ese capital. Y como en el sistema capitalista existen
“n” propietarios individuales, cada uno de ellos es el propietario del 100% del
resultado que genera su capital. Es el fundamento de la Repartición
Individualista, propio del sistema capitalista.
Algo más, este descubrimiento le hubiera permitido formularse la
pregunta siguiente: ¿Y si la totalidad del capital fuera propiedad de una sola
“persona”? Es decir, ¿si la totalidad del capital fuera propiedad del país?
Thomas Piketty habría llegado a identificar el otro tipo de repartición que
anima una actividad socio-económica: la Repartición Igualitaria. Así habría
identificado, por un lado, a los dos tipos de repartición que constituyen el
segundo elemento de toda actividad socio-económica: la decisión
socio-económica. Por otro lado, hubiera podido identificar que la Repartición
Individualista se sustenta en la propiedad individual del capital y, la
Repartición Igualitaria en la propiedad colectiva del capital.
Pero Thomas Piketty vuelve al análisis estadístico de sus variables, con
esta pregunta: “¿Cuál es el ‘buen’ nivel de repartición capital-trabajo?”[xv]. Al parecer, sin siquiera
percatarse, acepta a la Repartición Individualista como la única posible, y
busca solamente el “buen” nivel de repartición capital-trabajo dentro del marco
de una economía con Repartición Individualista. Y con ello acepta, aunque no lo
explicita, que es el capitalista quien maneja el acto económico. Y por tanto,
en última instancia, corresponde a él, y solo a él, definir cuál será el monto
de las remuneraciones de su capital, de su administración y de sus asalariados.
En cambio Karl Marx se nutre, entre otros, de la información
antropológica sobre el homo sapiens
desde los orígenes de la humanidad, y hace volar su intuición. “Qué sublime
parece la vieja idea que hace del hombre […] el objetivo de la producción,
frente al mundo moderno en donde la producción es el objetivo del hombre, y la
riqueza el objetivo de la producción,[xvi]” nos dice Marx. Y
continúa con esta célebre frase: “La hora de la propiedad capitalista ha
sonado. Los expropiadores son, a su turno, expropiados.”[xvii]
¿Cuáles son los datos de la Historia que a Karl Marx le permiten intuir
una nueva economía y sociedad? Esencialmente, es el hecho confirmado de que
existió otro tipo de propiedad y de que, por consiguiente, existió otro tipo de
repartición del resultado de la actividad económica.
Con ello, Marx tenía la puerta abierta para explicitar la solución al
modelo capitalista. Pero, al igual que Piketty, se encuentra entrampado con su Teoría de la explotación capitalista, en
donde la plusvalía es la variable central. Una variable que explica muy bien la
explotación del asalariado y el enriquecimiento del capitalista, pero que no es
útil ni en la explicitación del modelo de desarrollo capitalista ni en la
construcción de un modelo de desarrollo alternativo. Es probable que esta sea
la explicación de por qué, estando vivo, no publicó los tomos II y III de “El Capital”. Sus dudas no estuvieron
resueltas y, por tanto, sus manuscritos no debieron ser publicados bajo el
membrete ya célebre en ese momento de “El
Capital”.
Karl Marx comienza por precisar que el capitalismo no es un asunto de
producir bienes sino de generar plusvalía. Es decir, el capitalismo no es un
asunto de las variables del proceso de trabajo que sustenta la economía
capitalista, sino que es la resultante de otro elemento de la actividad
socio-económica, y que está ligado a la generación de la plusvalía. Su
intuición de que la actividad socio-económica cuenta con dos elementos de
naturaleza diferentes se manifiesta cuando, ya años antes de escribir “El
Capital”, tomo I, anota: “la distribución no parece estructurada y determinada
por la producción, sino inversamente, la producción parece ser estructurada por
la distribución.[xviii]”
Pero no estando lo suficientemente clara su intuición sobre el hecho de
que toda actividad socio-económica tiene dos elementos, escribe: “considerar la
producción sin tomar en consideración que esta distribución está incluida en
ella, es manifiestamente una abstracción vacía.[xix]” Y en verdad, esa es la
realidad. Se trata de dos elementos que no pueden manifestarse aisladamente uno
del otro. Y sin embargo, son diferentes. Su separación requiere de un proceso
de abstracción científica. Uno de los elementos, el proceso de trabajo, tiene
una naturaleza visible, material, mientras que el otro elemento es invisible al
ojo humano, porque es resultado de una decisión. De ahí que, esta “decisión”
que puede concretarse tanto en una Repartición Individualista o en una Repartición
Igualitaria, se manifiesta forzosamente a través de los elementos físicos del
proceso de trabajo (capital, remuneraciones, dinero, ahorro, intercambio…).
El hecho de no identificar que la actividad socio-económica tiene dos
elementos, los cuales siempre se manifiestan juntas a pesar de ser de
naturaleza diferentes y de contener dinámicas diferentes, uno encargado de
producir bienes y el otro de repartir el resultado de la actividad económica,
conduce a Marx a escribir lo siguiente: “El socialismo vulgar […] ha heredado
de los economistas burgueses el hábito de considerar y de tratar la repartición
como una cosa independiente del modo de producción y de representar por esta
razón el socialismo como girando esencialmente alrededor de la repartición.”[xx] No logra visualizar que
tanto el capitalismo como el socialismo es un asunto del tipo de repartición incrustado
como el segundo elemento de la actividad socio-económica. La Repartición
Individualista nos conduce al capitalismo y la Repartición Igualitaria nos
conduce al socialismo.
Una confusión que no fue resuelta por Karl Marx. Leamos lo que escribe:
“El capital supone entonces el trabajo asalariado, el trabajo asalariado el
capital.[xxi]” Para Marx, en esta
frase escrita en 1849, mucho antes de escribir “El Capital”, tomo I, existe un
solo tipo de capital, aquel que es de propiedad individual y que genera una
Repartición Individualista. No hay lugar para otro tipo de capital como aquel
de propiedad colectiva y que genera otro tipo de repartición, la Repartición
Igualitaria. Una confusión que tendrá serias consecuencias en su trabajo de
investigación.
Karl Marx, en este punto crucial, se debate en la incertidumbre, lo
demuestra estas líneas publicadas después de su muerte. “Cuando las condiciones
materiales de la producción sean la propiedad colectiva de los mismos trabajadores,
una repartición de objetos de consumo diferente de aquellas de ahora se
seguirá.[xxii]” Es una alusión directa
a que la actividad socio-económica puede tener otro tipo diferente de
repartición del resultado de la actividad económica, y que el capital no necesariamente
supone trabajador asalariado, en el sentido marxista.
Thomas Piketty maneja abundante información estadística desde el año
1700, en donde se muestra que en sus inicios el capital estuvo compuesto en una
gran proporción de tierras de cultivo y de esclavos. Es la época del
colonialismo. Pero que a lo largo de tres siglos se convierte esencialmente en
un capital financiero e inmobiliario. En este proceso se aprecia claramente la
evolución de un proceso de trabajo hacia un otro. La actividad agrícola
primaria deja paso a la actividad industrial. Cada uno de estos procesos de
trabajo tiene sus propias variables económicas. Piketty juega con las variables
de la actividad industrial que genera una economía de mercado. Pero no son los
procesos de trabajo ni sus variables económicas los que configuran el feudalismo-esclavismo-gamonalismo-capitalismo.
Lo que configura las entrañas mórbidas del
feudalismo-esclavismo-gamonalismo-capitalismo es la naturaleza del segundo
elemento de la actividad socio-económica: la Repartición Individualista,
aquella que impera a lo largo de todo el período analizado por Piketty. De ahí
que, la acumulación y concentración de capitales, a pesar de los grandes
estragos de las dos guerras mundiales, de la gran depresión, de las medidas políticas
del Estado Providencia; a pesar de la evolución de los procesos de trabajo, el volumen del capital vuelve a su nivel
insólito del año 1700, para ubicarse entre 6 y 7 veces más grande que el monto
del Producto Bruto Interno (PBI) en cada
país analizado. Y se vuelve a repetir la historia de que, por un lado, “los
países ricos lo son doblemente, tanto en la producción interior y en el capital
invertido al exterior, lo que les permite disponer de un ingreso nacional
superior a su producción.[xxiii]” Y por otro lado se
vuelve a repetir el hecho de que, menos del 1% de la población, ya sea en el feudalismo-esclavismo-gamonalismo-capitalismo,
maneja la economía y vive de sus rentas.
Es la Repartición Individualista del resultado de la actividad económica
que se encuentra en el origen del
feudalismo-esclavismo-gamonalismo-capitalismo, y que muy bien lo describe la
información estadística trabajada por Thomas Piketty. Una información
estadística que corrobora la intuición de Marx y Engels escrita en el año 1848.
“La sociedad burguesa moderna, elevada sobre las ruinas de la sociedad feudal,
no ha abolido los antagonismos de clases. Ella no ha hecho que remplazar nuevas
clases, nuevas condiciones de opresión, nuevas formas de lucha, a aquellas de
tiempos atrás.[xxiv]”
Porque el tipo de repartición del resultado de la actividad económica, a
lo largo del feudalismo-esclavismo-gamonalismo-capitalismo, es el mismo: la
Repartición Individualista del resultado de la actividad económica. Algo más, y
por cierto sorprendente, Marx y Engels ya
nos señalan el punto de partida de la Repartición Individualista. “[…] después de la disolución de la propiedad
colectiva de la tierra de los tiempos primitivos, toda la historia ha sido
una historia de luchas de clases […].[xxv]” Es decir, la
Repartición Individualista se instala como segundo elemento de la actividad
económica hace aproximadamente diez mil años. Es el tiempo de vigencia
hegemónica de la Repartición Individualista del resultado de la actividad
económica.
Con la nueva visión de la actividad socio-económica que ahora
disponemos, es bastante simple formular un modelo de desarrollo alternativo.
Conociendo que la actividad socio-económica está compuesta de dos elementos, el
proceso de trabajo y la decisión socio-económica (repartición individualista o
repartición igualitaria), ya podemos poner en blanco y negro el sueño de las mayorías
marginadas y sumidas en la pobreza y el desempleo. Sueño resumido en la frase
célebre de Marx y Engels, y que para muchos sigue siendo una utopía. “¡De cada
uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades![xxvi]”
El nuevo proceso de trabajo que la Humanidad está instalando en la
actividad socio-económica es el proceso
de trabajo de concepción[xxvii]
que genera la economía inmaterial y que supera a la economía industrial. Y la
decisión socio-económica deberá ser necesariamente la Repartición Igualitaria,
la misma que se orienta a resolver los dos grandes males de la Humanidad: el
desempleo y la pobreza. Indudablemente que, a este nivel, es una solución al
estado puro. Se requiere un proceso de aplicación de estos conceptos logrados
mediante la abstracción científica. Es necesario llegar a una situación
concreta y práctica, pero sin perder los conceptos centrales del modelo al
estado puro.
La solución de aplicación muy bien puede concretarse en un modelo de
desarrollo basado en una economía de
mercado con dos sectores[xxviii].
El sector 1 se desenvolverá en base a la Repartición Individualista y, el
sector 2, a crear desde cero, en base a la Repartición Igualitaria. Esto quiere
decir que el sector 1 se sustentará en la propiedad individual del capital y,
el sector 2 en la propiedad colectiva. Por consiguiente, es el sector 2 quien
está destinado a llevar a cabo la transformación (la revolución, si nuestros
lectores prefieren). Y el instrumento práctico de ejecución, que vendría a ser
la célula de la nueva economía, es la empresa-país[xxix].
Para una mejor comprensión de la propuesta es bueno precisar los
alcances de la noción “propiedad colectiva”. Para comenzar, la propiedad colectiva,
tal como lo usamos en este artículo, no es la que se aplica en las empresas de
propiedad social, ni en las empresas públicas, ni en las cooperativas, ni en
las empresas comunales de las comunidades campesinas. La noción de “propiedad
colectiva” la utilizamos en el sentido de ser propiedad de todos los habitantes
y de ninguno en particular. Nadie está excluido de la propiedad, pero tampoco
nadie puede reclamar, a título individual, una fracción de la propiedad. Es la
propiedad de todos, sin distinción de edad, sexo, lugar de permanencia, o color
de la piel.
Entonces, la empresa-país contiene los dos elementos centrales del
modelo de desarrollo alternativo: la propiedad colectiva y la repartición
igualitaria del resultado neto (las ganancias) de las empresas-país, entre
todos los habitantes del país. Esto es independiente de la remuneración del
trabajador, la misma que seguirá siendo el resultado de las fuerzas
interactuantes en el mercado de trabajo.
Este tipo de empresa, que pertenece a todos y a ninguno en particular,
tiene la ventaja de poder lanzar al consumo la totalidad del valor agregado; es
decir, tendrá la ventaja de contar con una tasa de crecimiento superior a
cualquier otra empresa capitalista. Una ventaja apreciable si las economías del
Sur, atrasadas en miles de años, quieren nivelarse rápidamente con el
crecimiento alcanzado por las economías del Norte.
Otra ventaja mayor de las empresas-país es su capacidad de
financiamiento tanto para su creación como para su desarrollo. Puesto que ellas
pertenecerán a todos y a ninguno en particular, viabiliza su financiamiento a
través de la emisión monetaria. Un tipo de financiamiento “ilimitado”, y que
permitirá desarrollar rápidamente el nuevo sector a crear a fin de que se
ubique en posición hegemónica, manejando los principales rubros económicos del
país.
La propiedad colectiva de las empresas-país y su financiamiento
“ilimitado”, vía la emisión monetaria, facilitan la creación de un círculo
virtuoso al interior del sector 2
a Repartición Igualitaria. Son condiciones para la
puesta en práctica de un sui generis
Contrato de Trabajo[xxx] orientado a un
incremento acelerado del salario mínimo de sus trabajadores hasta alcanzar el
estándar internacional del salario mínimo. Y puesto que el objetivo de las
empresas-país, en primera instancia, es la oferta de Bienes de Necesidad Básica
(habitación, educación, salud, transporte), la tasa de crecimiento del sector 2
será muy superior a las tasas de crecimiento logradas por las empresas a
Repartición Individualista.
La inserción de la nueva base económica debe venir acompañada de nuevas
instituciones democráticas como el Juicio por Jurados,[xxxi] y la elección de los
congresistas por sus pares[xxxii] y no por los partidos
políticos. Además, la instalación de esta nueva base económica debe venir
acompañada de un impuesto progresivo tanto a las remuneraciones como a los
activos.
Y para terminar, creando y desarrollando las empresas-país, la Historia
nos está brindando la oportunidad de comenzar el gran cambio, desde ahora, y
consolidar, paso a paso, la columna vertebral de una nueva economía y sociedad.
Lima, sjl, 7 de marzo del 2015
[i] MARX Karl, [1867] Le Capital, Livre premier, Le développement de la production
capitaliste, Editions sociales, 1977, p. 12
[ii] PIKETTY Thomas, [2013] Le capital au XXIe siècle, Editions Seuil
[iii] MARX Karl, [1867] Le Capital, Livre premier, Le développement de la production
capitaliste, Editions sociales, 1977, p. 142
[iv] PIKETTY Thomas, [2013] Le capital au XXIe siècle, Editions Seuil, p. 92-93
[xi] FUKUYAMA Francis [1992] The End of History and the Last Man. Free Press
[xii] PIKETTY Thomas, [2013] Le capital au XXIe siècle, Editions Seuil, p. 950
[xvi] MARX Karl, [1857-1858] Formes précapitalistes de la production, types de propriété
(principes d'une critique de l'économie politique), in Œuvres, Economie II,
Editions Gallimard, 1968, p. 327
[xvii] MARX Karl, [1867] Le Capital, Livre premier, Le développement de la production
capitaliste, Editions sociales, 1977, p. 557
[xviii] MARX Karl, [1859]
Contribution à la critique de
l'économie politique, Editions sociales, 1977, p. 162
[xx] MARX Karl, [1891] Critique du programme de Gotha, rédigé en 1875 et publié pour la première fois
en 1891, Editions en langues étrangères, Pékin, 1978, p. 17
[xxi] MARX Karl, [1849] Travail salarié et capital. Salaire, prix et profit,
Messidor/Editions sociales, Paris, 1985, p. 78-79
[xxii] MARX Karl, [1875] Critique du programme de Gotha, rédigé en 1875 et publié pour la
première fois en 1891, Editions en langues étrangères, Pékin, 1978, p. 17
[xxiii] PIKETTY Thomas, [2013] Le capital au XXIe siècle, Editions Seuil, p. 117
[xxiv] MARX Karl et ENGELS F., [1848] Manifeste du parti communiste, Editions
sociales, Pékin, 1977, p. 33
[xxvi] MARX Karl, [1875] Critique du programme de Gotha, Rédigé en 1875 et publié pour la
première fois en 1891, Editions en langues étrangères, Pékin, 1978, p. 16
[xxxii] http://alainet.org/active/69496&lang=es
y http://alainet.org/active/64544&lang=es