CAPÍTULO
IV
ENSAYO
I.- CONSIDERACIONES FINALES
1.-
La crítica estética constituye uno de los momentos más significativos del
pensamiento estético de José Carlos Mariátegui. Dicha crítica alcanza un grado
importante de maduración en la estadía europea del pensador peruano (1919-1923).
Una muestra de ello son los artículos enviados por el gran Amauta desde Europa
publicados en lo fundamental en el diario limeño El Tiempo.
2.-
No aplica el peruano en el ejercicio de la crítica un esquema preconcebido
válido para los distintos objetos. El esquema brota no pocas veces de la propia
especificidad de la obra en cuestión. Debe señalarse que Mariátegui es el
crítico culto, que avala su reflexión con el estudio a fondo de todas las obras
posibles de la personalidad artística que enjuicia.
3.-
Su crítica estética es una expresión de su marxismo creativo y abierto. No se
aferra a un canon universal de interpretación de la obra de arte, casi siempre
consustancial a los estereotipos y sociologismos vulgares. Su espíritu marxista
brota de la interesante dialéctica que establece entre artista-obra-tiempo
histórico. Se constata en sus juicios críticos una apreciable influencia del
pensamiento apocalíptico que prevalece en la conciencia filosófica europea de
la posguerra sobre la decadencia de Occidente. A diferencia de los filósofos
pesimistas de entonces, el peruano considera que del seno mismo de la
civilización que tramonta, nacerá una nueva cultura: el socialismo.
Libro,
págs. 241-242
ENSAYO II.- CONSIDERACIONES FINALES
1.-
Entre Mariátegui, Amauta y las
revistas cubanas Social y De avance se establece un estrecho
vínculo profesional y afectivo. Estas publicaciones constituyeron una vía de
socialización de la obra mariateguiana en la década del veinte del siglo XX en
Cuba. Emilio Roig de Leuchsenring fue uno de los más fervientes (*) del pensamiento
y la acción del gran Amauta entre los revolucionarios e intelectuales cubanos
enrolados en la lucha contra Gerardo Machado y la injerencia norteamericana en
Cuba. (*N.B. ¿divulgadores?)
2.-
El nexo que se establece entre Mariátegui y la vanguardia intelectual de Cuba
en los años veinte, posibilita la recepción de la obra mariateguiana en la
Isla, en los mismos momentos en que se producía un auge del movimiento
revolucionario nacional. Dicha recepción quedaba desplegada en dos direcciones:
por una parte la socialización de los escritos del gran Amauta en las
publicaciones periódicas de izquierda como Social
y De avance; y, por otra parte, en el
estudio a fondo que realizan distintos intelectuales comprometidos con la
necesidad de cambios en el país, de los escritos del peruano, no tan solo los
de corte literario y estético, sino de aquellos estudios de carácter político y
sociológico que aparecen formando parte de las obras, La escena contemporánea y 7
ensayos de interpretación de la realidad peruana. Entre los intelectuales
cubanos que conocieron los escritos de Mariátegui se encuentran: Emilo Roig de
Leuchsenring, Juan Marianello, Medardo Vitier, Martín Casanovas, Raúl Roa,
Adolfo Samora, Lino Novas Calvo, Jorge Manach y Félix Lizaso.
3.-
El proceso de purificación operado en el mundo intelectual y artístico del Perú
a partir de Amauta, posibilitó la
formación de una vanguardia intelectual y artística en ese país. Esto resultaba
medular para la propia viabilidad de la misión histórica de la publicación.
Para Mariátegui era vital que en una primera fase del devenir de la revista, se
lograra cimentar dicha vanguardia, la que debía convertirse en voz de un
movimiento y de una generación, bajo el principio de la beligerancia, de la
polémica, el rechazo a la tolerancia de las ideas y a todo aquello que fuese
contrario a la ideología de la revista así como a todo aquello que no tradujera
ideología alguna.
4.-
A partir del editorial “Aniversario y Balance” que indicaba la segunda jornada
de Amauta, la vanguardia intelectual
y artística peruana quedaba imbricada a un proyecto político de emancipación
social. La filiación de la revista a la ideología política socialista
confirmaba el inicio de una fase cualitativamente superior en el itinerario de
la publicación; atrás quedaban los calificativos que identificaban a los
gestores de Amauta: “nueva generación”,
“vanguardia”, “izquierdas”. Desde ahora, el ideal socialista y su plena
realización en el Perú sería el centro de atención principal de la vanguardia
revolucionaria nucleada en torno a Amauta.
5.-
La dimensión estética del concepto mariateguiano de creación heroica tiene que
ver con la propia validez teórica de la interacción
creación-originalidad-autenticidad para la producción estética del peruano. No
debe soslayarse el hecho que antes de aparecer dicho concepto en septiembre de
1928 formando parte del editorial “Aniversario y Balance”, en algunos trabajos
de Mariátegui se advierte de manera implícita lo que puede ser considerado como
las conexiones germinales del concepto de creación heroica.
6.-
La articulación de la nueva vanguardia intelectual peruana al proyecto político
emancipatorio del socialismo marxista constituye un hecho político de
apreciable significación estética. Venía a confirmar la íntima convicción que
tenía Mariátegui que arte y política no eran, en modo alguno, formas de creación
humana incompatibles. La integración efectiva del artista a los reclamos de su
tiempo tomaba plena coherencia en la misma medida que este fuere capaz de
abrazar un ideal político de redención humana. De esta manera, los artistas
peruanos articulados a la nueva vanguardia se convertían en intelectuales orgánicos
de los desposeídos, de los explotados y marginados que constituían la gran
mayoría de la sociedad peruana de finales de los años veinte.
7.-
El nexo entre vanguardia intelectual y proyecto político no representó una
politización de la publicación que de hecho hubiese obligado a simplificar la
gran variedad de espacios que siempre caracterizó a la revista. Esta siguió
prestando la debida atención a las más disímiles temáticas; y en el campo propiamente
artístico, las páginas de Amauta
acogieron a los representantes de las más importantes escuelas y corrientes
artísticas de América Latina, Norteamérica y Europa. Si bien era cierto que
Mariátegui concedía una particular importancia al vínculo entre el arte y la
política, no era menos cierto su oposición a la manera vulgar en que en
ocasiones la política invadía al arte borrándose de esta manera los límites y
especificidades de la creación artística. El peruano criticó siempre los
sociologismos vulgares en la interpretación de la obra de arte, así como las
recetas preconcebidas regidas no pocas veces por condicionantes extraestéticos,
que desembocaban en un realismo (calco y copia de la realidad) que mutilaba la
capacidad del sujeto de la creación.
Libro,
págs. 277-279
ENSAYO III.- CONSIDERACIONES FINALES
1.-
La inserción coherente de lo económico, lo político y lo sociológico en el
método mariateguiano de crítica estética posibilitó la desacralización oportuna
de no pocos puntos de vista (establecidos como axiomas matemáticos durante
décadas en el Perú), que lejos estaban de captar la verdadera esencia del
fenómeno literario y se complacían tan solo con hechos, descripciones, análisis
unilaterales, que expresaban únicamente reflejos secundarios, cada vez más
apartados de los nexos causales que explicaban verdaderamente las raíces de la
problemática en el país andino.
2.-
El autor realiza en su ensayo un eficaz manejo de las fuentes pertenecientes a
la historiografía literaria de su tiempo. Los elementos afirmativos que asume
de Francisco de Sanctis y de Pedro Henríquez Ureña quedan coherentemente
incorporados al enfoque crítico explicativo del proceso de la literatura en el
Perú potenciado en el ensayo. Por otra parte la crítica a José de la Riva
Agüero y José Gálvez deviene en una magistral exposición interpretativa de la
producción literaria de estas figuras. En el primer caso, desentraña la
raigambre hispanista y colonialista presente en sus estudios; y en el segundo
caso, potencia la crítica y la asunción creadora: rechaza el pasadismo de
Gálvez a la hora de concebir su concepción de la literatura nacional así como
sus posturas elitistas sobre el deber ser de la forma artística; sin embargo,
asume del crítico peruano sus tesis sobre la pobre originalidad de la
literatura en la etapa colonial y lo concerniente a la posibilidad de una
literatura genuinamente nacional que en modo alguno marginaría al componente
indígena.
3.-
Queda corroborado, a lo largo del ensayo, la eficacia del enfoque
crítico-explicativo desplegado por el autor para desentrañar el espíritu del
fenómeno literario en su país con respecto a otros países de la región, y a los
esquemas sobre periodización de la literatura que prevalecía en Europa.
Asimismo queda confirmada la viabilidad de la propuesta de periodización del
proceso de la literatura en tres fases: colonial, cosmopolita y nacional
4.-
No se podrá entender el verdadero sentido de la propuesta mariateguiana de
periodización de la literatura en el Perú, si no se comprende de manera cabal
dos conceptos de máxima importancia en la meditación político-filosófica del
autor: realidad peruana y nacionalidad en formación. En estos conceptos, hay
que buscar decididamente el fundamento coherente que explica la necesidad de
elaborar un enfoque de interpretación del proceso de la literatura, a partir de
las especificidades histórico-culturales de la realidad particular. Esta
empresa la lleva a cabo Mariátegui sin el más mínimo asomo de hiperbolización
del papel de los factores extraestéticos que como regla conduce a los
sociologismos vulgares. La acción recíproca entre los factores literarios y los
factores extraliterarios resulta cuidadosamente presentada por el autor, quien
no pierde de vista la propia dinámica de la problemática objeto de estudio.
5.-
El autor, en su estudio potencia lo que puede llamarse el método
crítico-apologético y el método crítico-desacralizador. El primero está
orientado, en lo fundamental, a justipreciar la obra de distintas figuras del
panorama literario del Perú; que en unos casos había sido marginada por un tipo
de estudio crítico saturado en el fondo de un espíritu colonialista, y en otros
casos pasaba simple y llanamente inadvertida para la crítica limeña. Baste
señalar en esta dirección los estudios críticos sobre: Mariano Melgar, Ricardo
Palma, Abelardo Gamarra, César Vallejo y Magda Portal. El segundo está dirigido
en lo fundamental a desentrañar la raigambre hispanista y colonialista presente
en la creación literaria de figuras como José Santos Chocano y José de la Riva
Agüero. Aquí el análisis crítico se convierte en una propuesta de
interpretación de la obra de dichas figuras que contrasta en lo esencial con
los estudios que, hasta ese momento, habían prevalecido en los medios
intelectuales básicamente capitalinos.
6.-
Por otra parte, el autor introduce lo que puede calificarse como un estudio de
nuevo tipo, en la medida que revela mediante un enfoque crítico-explicativo la
dinámica del proceso de asunción de los elementos foráneos por parte de las
figuras que expresan en sus creaciones una postura contraria al españolismo o
hispanismo colonialista. En este sentido, cabe destacar el hecho, que si bien
es cierto que el autor enfatiza en la recepción acrítica de los decadentismos
occidentales por los representantes del período cosmopolita de la literatura en
el Perú, no es menos cierto que valora en su justa dimensión los méritos
artísticos de figuras como Manuel González Prada, Abraham Valdelomar y José María Eguren.
7.-
El ensayo mariateguiano mantiene una vitalidad intrínseca, que ha enfrentado
felizmente el embate del tiempo transcurrido desde su publicación hasta la
actualidad. Dicha vitalidad brota del método empleado por el autor en su
exégesis del proceso de la literatura. Aquí las herramientas metodológicas
están potenciadas en función de un enfoque crítico-explicativo con un sentido
de totalidad social; es decir, el devenir del fenómeno literario visto en sus
nexos con el proceso histórico; y por consiguiente, en estrecho vínculo con las
condicionantes económicas, políticas y sociológicas. El ensayo deja una máxima
para aquellos que ejercitan la crítica estética: la necesidad de concientizar y
potenciar un método que esté en correspondencia con los propósitos del estudio
crítico y con las especificidades de una problemática objeto de estudio
insertada en un contexto particular.
Libro,
págs. 319-321
EPÍLOGO
La
interconexión que se establece entre electivismo crítico-creador y problemática
filosófica, se convierte en la cuestión clave para determinar las fuentes
teóricas de la reflexión filosófica y el peso específico de cada una de ellas.
Dicho electivismo evidencia la asunción del método, la concepción del mundo, el
proyecto político del marxismo clásico y de la teoría revolucionaria de los
líderes de la Revolución rusa en las condiciones de la fase imperialista, lo
cual deviene filiación político-filosófica que corrobora cómo el marxismo y el
leninismo constituyen las fuentes teóricas básicas de la meditación filosófica.
Entre
las reflexiones de Mariátegui y Gramsci, existen marcadas confluencias,
analogías y paralelismos. En el nivel de hipótesis se advierte lo que puede
definirse como las confluencias en el rango de la problemática filosófica; es
decir, ambas meditaciones potencian un marxismo que rescata la subjetividad
frente al evolucionismo y las corrientes socialdemócratas y, por otra parte, y
de manera paralela, dichas meditaciones se van orientando al diseño de los
fundamentos metafísicos de una voluntad de acción revolucionaria dirigida a la
transformación de una realidad social específica. Tal enfoque resulta más
coherente que las posturas teóricas que pretenden desentrañar posibles
influencias del pensador italiano en el socialista peruano.
El
nexo entre electivismo y problemática filosófica permite clarificar cómo los
aportes de las demás fuentes: Georges Sorel, Henri Bergson, Federico Nietzsche,
Benedetto Croce, Piero Gobetti, Miguel de Unamuno y Sigmund Freud, se
concentran en lo fundamental en la dimensión de la subjetividad, lo cual
enriquece a un marxismo que rescata la subjetividad y la necesidad de la
modificación revolucionaria escamoteada por el gradualismo y las corrientes
socialdemócratas con sus exégesis evolucionistas de la crisis mundial. Todo
ello concretado en el plano político-práctico con la puesta en tensión de los
factores subjetivos para la transformación del tejido social específico: la
realidad peruana.
Por
otra parte, en la meditación filosófica la concepción del hombre se revela en
el vínculo entre las multitudes y las élites. El reconocimiento del papel
protagónico de las multitudes en el devenir histórico, no desemboca en la
acomodaticia actitud teórica de diluir la personalidad humana en el concepto de
multitudes; por el contrario, en este sentido el autor se pronuncia por lo que
puede definirse como la “identidad existencial” de los dos polos que
interactúan en dicho proceso dialéctico, es decir, el nexo indisoluble entre
individuo y masas oprimidas. En torno a este particular, queda evidenciada la
tendencia a privilegiar en la reflexión el papel de las élites revolucionarias
con respecto al papel de las grandes personalidades; de esta manera, lo que en
el plano teórico general aparece como la interconexión de hombres imaginativos
y multitudes, se concreta en el plano político-práctico en la dialéctica entre
élites revolucionarias y las clases sociales que integraban las fuerzas
motrices del cambio social en el Perú.
Asimismo,
en la reflexión filosófica, el hombre aparece desplegado en sus dimensiones
metafísica y práctica. La concepción del hombre y el mito afirma el papel
activo de la subjetividad humana frente al racionalismo cientificista, que
tiene como expresiones principales el positivismo y el fatalismo ramplón,
presentes en buena medida en las versiones economicistas y materialista
vulgares del marxismo ortodoxo de la II Internacional. Dicha concepción queda
fijada a la órbita de los resortes volitivos del proceso de modificación
social; los cuales son puestos en tensión en función de la indagación orientada
a la movilización de las fuerzas portadoras de la liberación social en el Perú
de la época.
El
humanismo práctico, por su parte, se sustenta en el alcance creador y liberador
del proceso de trabajo, en los fines redentores de la revolución social y en lo
que Mariátegui define como la nueva acepción del dogma. Aquí el mito deviene
revolución social, el dogma expresa la doctrina de un cambio histórico y
principio cardinal que garantiza la libertad creadora, la función germinal del
pensamiento. Todo ello se traduce en la revolución socialista como el mito de
los nuevos tiempos, concretada en un proyecto específico de redención social,
concebido desde el nuevo dogma, el marxismo. En esta dimensión se produce una
ruptura en los niveles de acepción, sentido e intencionalidad del discurso con
respecto a los exponentes del idealismo filosófico.
Entre
tanto, su optimismo histórico se revela a través de la lectura revolucionaria
de la crisis mundial de la posguerra, que fundamenta el proceso de decadencia
de la civilización capitalista; a la vez advierte el advenimiento de un período
revolucionario, cuya expresión política inicial era la Revolución rusa. En esta
dirección la reflexión clarifica cómo de la vieja y agotada civilización
burguesa emergería una nueva cultura: el socialismo. Tal postura no queda
reducida a su componente político, pues el autor corrobora el germen de un
mundo nuevo en las distintas expresiones de la conciencia intelectual de la
época mediante la crítica al escepticismo y el nihilismo históricos.
Cabe
señalar, en esta dirección, que el tono optimista de la meditación se sitúa
también en la óptica de la transformación necesaria e inevitable del tejido
social, afectado por una profunda crisis multilateral. Es así como el optimismo
histórico deviene crítica conceptual del contexto histórico-social de la
posguerra, de la cual brota una proyección del futuro que pasa inevitablemente
por la praxis revolucionaria como instrumento indispensable para la real y
efectiva crítica superadora del presente.
Por
otro lado, la interpretación del determinismo filosófico marxista se sustenta
en la explicación de la conexión dialéctica entre determinismo económico y factores
subjetivos. Queda evidenciado el reconocimiento del papel determinante, en
última instancia, del factor económico en la vida social, aunque a la vez se
realiza una crítica coherente a las tentativas que pretenden convertir la
concepción materialista de la historia de Marx en un pasivo y rígido
determinismo. A su vez, el concepto de libertad es desarrollado en su dimensión
histórico-concreta, lo que presupone tanto la contextualización de las formas
evolutivas de dicho concepto, atendiendo a los estadios del proceso histórico
como el enfoque clasista que lleva al autor a plantearse la praxis
revolucionaria por el socialismo como el camino que debía conducir a la
emancipación integral del hombre, lo que suponía una libertad más plena.
Asimismo,
la meditación en torno a la libertad puntualiza las determinaciones económicas
que, en última instancia, explican los espacios de libertad alcanzados en las
distintas formaciones sociales. Queda patentizado que si bien no existe una
libertad abstracta general y ahistórica, tampoco existe una libertad agitada al
vacío desprovista de su contenido económico y clasista. Las nociones de
libertad han sido elaboradas por las clases dominantes que, en los diferentes
regímenes económico-sociales, han implantado su propia cosmovisión ideológica
en sintonía con sus intereses clasistas. De esta manera determinismo y libertad
aparecen imbricados en la trayectoria de la reflexión filosófica.
En
otro sentido, cabe notar que las concepciones sobre revolución social y
socialismo confirman, por un lado, la impronta de las ideas de Marx, Engels y
Lenin sobre este particular y, por otro, el papel modificador de las
circunstancias que, en el caso del Perú, implicaba el estudio a fondo de su
proceso histórico para revelar irregularidades, anomalías, especificidades y, a
la vez, la elaboración de un diseño de la realidad nacional peruana de la
época, de donde brota el verdadero curso de lo real, que impone los ajustes
prácticos de los principios cardinales y las problemáticas teóricas asimiladas
del paradigma marxista.
Para
Mariátegui, la revolución social constituye un proceso de modificación radical
y multilateral de la sociedad peruana de su tiempo, que comprende desde la
socialización de los medios productivos, la toma del poder político de las
clases explotadas contra el bloque gamonalista, oligárquico e imperialista,
hasta la renovación completa de la vida social. Se trataba de una revolución
socialista, que en las condiciones del Perú supone el componente antiimperialista,
agrario y nacional revolucionario.
Finalmente,
la meditación evidencia la articulación del proyecto socialista con la cuestión
nacional y la problemática indígena, lo que significaba peruanizar al Perú, en
tanto que nación socialista. Dicho proyecto comprende el proceso de concreción
de una voluntad de acción revolucionaria bajo la égida de los fundamentos
metafísicos que explican el papel activo de la subjetividad en la
transformación social, así como la imbricación entre socialismo e indigenismo,
que representa la piedra angular de la comprensión del socialismo como creación
histórica, lo cual se traduce, fundamentalmente, en la determinación de las
tradiciones comunitarias con el ideal socialista moderno y en el despliegue de
las potencialidades revolucionarias del trabajador y el campesinado indígenas.
Libro,
págs. 323-327
Nota.- En sus NOTAS INTRODUCTORIAS A LA SEGUNDA EDICIÓN AMPLIADA, Antonio
Ambrosio Bermejo Santos señala que buena parte de su libro “está conformada por
el material teórico-conceptual que sirvió de soporte a mi tesis doctoral, Significación Filosófica del Humanismo y la
Liberación Social en José Carlos Mariátegui, presentada ante el Tribunal
Nacional de Ciencias Filosóficas y el Ministerio de Educación Superior de la República
de Cuba, en diciembre del 2003”
El marxista
cubano siguió trabajando en su investigación, y para la edición de 2010
presenta sus Tres Ensayos y Epílogo “enmarcados en el pensamiento
estético mariateguiano; sin duda, una de las zonas de meditación donde se
revela la significación filosófica del legado, y a la vez, la heterodoxia de un
marxismo abierto y creativo”
Todo el libro tiene
gran valor. Al leer esta corta serie, seguramente muchos activistas buscarán
cómo acceder al libro completo. Aún más, surgirá el esfuerzo por editarlo en
nuestro país. Será un gran aporte de las
Nuevas Oleadas de Activistas.
Ragarro
30.12.13