I
CRISIS
DE LA HEGEMONÍA BURGUESA.
Juan Barreto Cipriani
El concepto de
unidad de los fascistas implica el anhelo de una sociedad ideal sin contradicciones ni lucha de clases, donde la
disidencia es aplastada y el consenso se logra a partir de la aplicación de la
fuerza para el sometimiento de aquellos que se consideran inferiores y
excluidos (pobres y marginales) del conjunto de la “minoría selecta”, que está
predestinada a conducir el poder, por su posición histórica de clase privilegiada
(burguesía parasitaria).
La unidad para
el fascismo es entendida como homogeneidad sin fisuras, como proyecto
comunitario de un ideal reaccionario, el cual genera un espíritu de formación
preparado para la “enseñanza de la muerte”. Esta pasión por una “comunidad
reaccionaria” permite comprender el fascismo en su radical anticomunismo y en el uso distorsionado del cambio social,
como “acción- conservadora”, en su carácter efectivamente
contrarrevolucionario.
La “comunidad de
sentimientos reaccionarios” del fascismo apela a la amalgama y el sincretismo
ideológico, al modo en que fuerzas heterogéneas quedan cohesionadas bajo la
autoridad de un líder rodeado de una mesa de apoyo político asimilada como
“élite del poder fascista”.
El fascismo
además rechaza lo múltiple, lo diverso, lo heterogéneo, intentando
autoafirmarse en una férrea jerarquización, cuya cualidad es la homogeneidad
internalizada como deber, disciplina, jerarquía, violencia imperativa y orden
consumado.
En oposición
fundamental con la democracia liberal y con el socialismo revolucionario, el
fascismo se caracteriza por una reunión
orgánica y corporativa de clases, intentando alcanzar la cohesión de la
identidad de sus miembros bajo un mismo palio autoritario, mecanismo garante de
la integridad y seguridad comunitarias. Léase guarimbas en urbanizaciones y
zonas residenciales de una clase media culturalmente pobre, cuya
única aspiración es ser guiados por un corporativo al mejor estilo de Capriles
Radonski, Leopoldo López o Lorenzo Mendoza.
De allí que el
fascismo aparece como una comunidad para la muerte, justificadora de la acción
genocida y de la idea de sacrificio de quienes son diferentes a partir de un
“mito de orden bio-político”.
La unidad
planteada en las políticas fascistas, y de la que tanto se ufanan en sus
discursos, es de suyo el desconocimiento del otro y se sostiene más con el
control directo o indirecto, que con el debate
y controversia de ideas. El fascismo no solo es sectario por naturaleza
sino también excluyente, de allí que el fascista se sienta superior a todo
aquello que no coincida con su perfil de pureza en su ideal político y su
supuesta inclinación a la productividad económica, disfrazándose cual
transformista (con el permiso de los transformistas serios) de su verdadera faz
de “burguesía parasitaria” en la cara bonita de “empresarios nacionalistas”
puros.
Históricamente,
el fascismo surge como resultado de los resentimientos derivados de una crisis de la hegemonía burguesa y de sus
instituciones liberal-democráticas, la cual se inclinó por mantener su
dominación por medios autoritarios, también contribuyó a su aparición el miedo
que fue sembrado en los elementos reaccionarios de las clases medias ante el
mensaje de la revolución socialista, así como el uso de estratos pobres urbanos
y rurales que, regresando de su participación de la guerra, fueron incorporados
como brigadas de choque contra los trabajadores y el movimiento socialista.
Para Antonio
Gramsci, uno de los pensadores de izquierda más agudos con relación a la
cuestión fascista, la posición de un ala ideológica de derecha de la pequeña
burguesía constituyó la base de masas para una contraofensiva reaccionaria
contra el movimiento obrero y socialista. Para Gramsci la presencia del fascismo ocurre por la combinación de la agitación y
propaganda demagógica de los sectores medios de derecha y un plan de revancha
de la gran burguesía, contra cualquier intento de revolución socialista.
Armando Daza chinodaza49@hotmail.com
fecha: 6 de marzo de 2014, 10:52
asunto: Crisis de la hegemonía burguesa.
enviado por: hotmail.com
II
IMPERIALISMO
PARA PRINCIPIANTES
El imperialismo
yanqui no tiene amigos sino intereses; la amistad es una circunstancia. Su
lógica diplomática se basa en dos preguntas: ¿Qué tienes? ¿Qué necesito?
Algunas
necesidades del imperialismo son: energéticas (petróleo), recursos naturales,
materias primas, dominio territorial foráneo para sus bases militares,
gobiernos lacayos, etc.
Los países
enemigos serán: forajidos o terroristas, pertenecientes al eje del mal y, en
consecuencia, expuestos a ser invadidos en cualquier momento.
El imperialismo
se erigió como policía del mundo y para ello cuenta con tres grandes poderes: el poder militar industrial, el financiero y
el mediático.
Los países
aliados –sumisos– al imperialismo gozarán de total impunidad y los movimientos
pro-imperialistas o fascistas serán tratados como estudiantes indefensos y sus
acciones violentas serán llamadas resistencia pacífica.
Para el
imperialismo el poder y la sumisión son
las bases en las que se sustentan las “buenas relaciones”. La igualdad, la
independencia y la autodeterminación de los pueblos son detalles que no encajan
en los modelos de modernidad y la globalización.
El poder
hegemónico del imperialismo se soporta en primera instancia en el control de la mente de los pueblos y
para ello debe dominar –como efectivamente lo hace– la “industria” del
entretenimiento, la cultura la información y la del contenido, con que se
nutren las tres anteriores.
El imperialismo
comprobó con la “guerra fría” que el socialismo se gana o se pierde en la
cabeza de los pueblos.
Alfredo
Oliva oliva2021@gmail.com
CORREO
del ORINOCO
La
Artillería del Pensamiento
N° 1608 Viernes 7 de marzo 2014
Pág. 23 Comunicación y Cultura. Caracas
Venezuela
Nota.- Es
evidente la crisis terminal de la burguesía
parasitaria y rentista. Desde que surgió, la esencia del fascismo es su
radical anticomunismo. Por eso puso fin al liberalismo en sus propias filas e
impuso el neoliberalismo (fascismo) Y su base es una clase media culturalmente pobre. Rechaza el debate y
controversia de ideas.
De sus tres
grandes poderes, el que tiene función de “ablandamiento” es el actual poder
mediático para la distorsión y control
de la mente de los pueblos. La prensa y la informática siguen en sus manos.
¡Aprendamos la lección!
Ragarro
11.03.14
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