Oscar Ugarteche (ALAI)
El Perú viene pasando por un proceso
insólito de auge económico y desintegración política desde los años 90. Las
políticas económicas seguidas a espaldas de lo que el electorado escoge de
manera repetida desde 1990, nos habla del déficit democrático peruano. Lo bueno
es que todos estamos claros que el neoliberalismo no tiene nada que ver con la
democracia, diga Hayek lo que quiera. En términos sociales un problema
adicional en el Perú es la instalación de la trafa (apócope de “trampa” y
“estafa” utilizada en la jerga limeña) como esencia de la cultura nacional que
acompaña al pensamiento (¿?) de la Derecha Bruta y Achorada (“vulgar” en jerga
peruana). Ser trafero en el Perú de hoy es algo respetado y deseable. Lo hacen
los presidentes, los jueces de la Corte Suprema, los congresistas, en fin, es
chic ser trafero. La afirmación “Roba pero hace obra” le salió a una
encuestadora electoral con muchos votos a favor. Castañeda (1) aparentemente va
a ganar por esta razón.
Lo que está por ponerse a voto este fin
de semana es si los limeños al menos, quieren salir del oscurantismo en el que
entramos con Fujimori y Montesinos (delincuentes) de la mano del Opus Dei (en
lo político) y del Banco Mundial (en lo económico), o no. Por esta razón esta
elección edil es la antesala a la elección presidencial del 2016. El heredero
político por excelencia fruto del fujimorismo es Castañeda, quien se esconde
detrás del silencio. Debe de ser el único político en el mundo cuya campaña
está liderada por el silencio y por no aparecer. Lo demás es marketing: música,
mensajes, grabaciones y fotos. Como a la derecha venezolana, lo que le conviene
es no aparecer. ¿Qué esconde? Las trafas pasadas y las por venir.
Hay una discusión abstrusa sobre la
izquierda y la derecha en el Perú. Colocar a Susana Villarán y su equipo a la
izquierda es solo un referente topográfico. No hay izquierda. Hay una derecha
homófoba, xenófoba, racista, y muy ignorante que ha convertido al país en el
más conservador e ignorante de América latina en las dos últimas décadas y solo
le va detrás de algunos países árabes por un poquito. Tiene más universidades
privadas que nadie y menos puntaje en la prueba PISA que ningún otro país de
América latina. La extrema derecha peruana ha destrozado al país de Vallejo,
Mariátegui, Luis Alberto Sánchez, Mario Vargas Llosa, José Watanabe, Toño
Cisneros y Santiago Rocagliolo, al mismo tiempo que ha obtenido un auge
económico imparable. Tiene la política oficial internacional más retrograda en
términos de género de América latina. Tiene al único cardenal del Opus Dei del
mundo y un clero fascistizado metido dentro del Estado e incluso dentro de la
Comisión Nacional de Derechos Humanos. Ni Escrivá de Balaguer, fundador del
Opus con Francisco Franco, se atrevió a tanto.
No hay discusión izquierda/derecha sino
transparencia/opacidad; verdad/mentira. Venimos de veinticuatro años de
opacidad, donde los políticos ganadores mienten. Villarán es el ejemplo
inverso, salvo en el dislate cuando dijo que no iba a correr y corre a la
alcaldía. ¿Es para tanto? Se le está penalizando por eso y no por lo que ha
hecho con Lima en términos de orden, modernización e infraestructura. Lima,
fea, congestionada y resbalosa, con olor a orines, siempre ha tratado de
parecer moderna y aunque no lo sea, al menos infraestructuralmente está
tratando. El caos vehicular y de mercados que dejó Castañeda, y sus miles de
lindas escaleras de colores, fue atacado frontalmente por Villarán y su equipo
contra la gran prensa que también está contra ella, porque es mujer y no es del
Opus. El enfrentamiento de Villarán con el Opus data de 1994 cuando el ahora
cardenal dijo su célebre “los derechos humanos son una cojudez” (una tontería)
parafraseando aquel cura que gritó “¡Qué Viva la Muerte!” en la guerra civil
española. La que estaba con los derechos humanos era Villarán. Ella era “la
cojuda”. Un cardenal machazo. Ese es el subtexto de esta campaña infame que si
no eres limeño no comprendes. Recordemos que la gran prensa peruana está con el
Opus como se apreció en el derrotado debate de la ley de igualdad. Para la gran
prensa no hay ciudadanos, sino almas y consumidores.
En una ciudad retrógrada, una mujer
alcaldesa es mucho. En una ciudad retrógrada, la honestidad está penalizada.
Recordemos que el director de la escuela de gobernabilidad de una universidad
privada, ex presidente de la República, no tiene ningún grado universitario, y
mucho menos un doctorado, y ha pasado por treinta años de vida política
publicitando un fraude identitario - y firmado grados universitarios. ¡Ese
dirige la educación de algunos de los que van a gobernar el país! Ese es
nuestro próximo presidente héroe trafero, quien hasta dirige la escuela de la
trafa. Recordemos un rector de una universidad muy exitosa de provincia quien
dijo en una feria de libro que nunca había leído un libro. Recordemos que
Castañeda nunca se ha presentado a un debate con Villarán y que ha hecho una
campaña sin aparecer. La trafa es una regla instalada para vender gato por
liebre y sobre todo para hacer cualquier cosa. Eso no pasa con Villarán, mujer
y honesta. La elección de alcaldes del domingo en Lima será la elección entre
la opacidad y la transparencia. Entre la trafa y la modernidad. Ciertamente no
es la elección entre el capitalismo y el socialismo, como algunos de la DBA
(Derecha Bruta y Achorada) y la gran prensa peruana quisieran hacer creer.
Nota:
1) Luis Castañeda es candidato a la
Alcaldía de Lima.
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fecha:
2 de octubre de 2014, 11:10
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