jueves, 31 de diciembre de 2015

LA COYUNTURA ELECTORAL Y NUESTRAS TAREAS




                                                              


En circunstancias en que la unidad de la izquierda y las fuerzas progresistas, parece inviable, publicamos el presente documento discutido en la plenaria del 22 de noviembre 2015 del Movimiento por el Socialismo (Voz Socialista), para dar a conocer nuestras opiniones sobre la actual coyuntura política, la táctica electoral, la unidad de la izquierda y las tareas del movimiento por el socialismo.

LA ACTUAL COYUNTURA POLÍTICA: COMPLEJA Y DIFÍCIL 

La actual coyuntura política del país es muy compleja y tiene particularidades que necesitamos comprender para organizar con la mayor objetividad posible la lucha de los socialistas. 
Es evidente, el Perú está en un contexto distinto a las circunstancias excepcionales de los años 2006 y 2011. En aquellas coyunturas se desarrolló un movimiento democrático patriótico de envergadura nacional, como subproducto de la lucha desarrollada a fines de la década del 90, en particular de la gigantesca lucha de masas contra el fujimorismo del 2000 y como resultado directo de las tensiones sociales engendradas por el nuevo impulso del desarrollo de la gran industria -en el sector minero en especial-, así como por las graves fisuras abiertas en las capas dominantes, a consecuencia de la caída del fujimorismo. Por errores y, sobre todo, debilidades estructurales de la izquierda, este movimiento fue canalizado por el nacionalismo, permitiéndole a  Ollanta Humala disputar con éxito las elecciones generales, que casi ganó el 2006 y obtuviendo finalmente el triunfo el 2011.
La traición de Humala y los nacionalistas, y la persistencia de la crisis de la izquierda, rápidamente convirtieron esa victoria en momentos desfavorables. Ahora, después de la experiencia del gobierno municipal de Susana Villarán, que desilusionó a importantes sectores del pueblo limeño (con repercusión nacional), y luego de la frustración provocada por el viraje de Humala, por su continuismo neoliberal, comienza a producirse un viraje hacia el conservadurismo, hacia el reaccionarismo. Viraje que se profundiza a consecuencia de los crecientes efectos de la crisis económica internacional que está empujando al país a una nueva fase recesiva. 
Durante la bonanza, la gran burguesía se consolidó como clase -como capa social- dominante. Desde esa posición hegemónica, direcciona el viraje movilizando a sus múltiples operadores políticos, realizando una propaganda permanente a través de los medios de comunicación de masas. La gran burguesía no tiene un partido político sólido que responda plenamente a sus intereses, pero tiene injerencia directa en casi todos los partidos y en los resortes claves del Estado. Al igual que en otros países del mundo, esta burguesía utiliza la capacidad de los grandes medios de comunicación para controlar ideológicamente a la población con una mayor rapidez y profundidad que los partidos políticos.
En la actualidad, a pesar de las evidencias de la crisis del neoliberalismo en todo el mundo y que el modelo económico imperante en el país -sustentado en las industrias extractivas- también está en crisis, la gran burguesía insiste en la política neoliberal del Estado y se opone en los hechos a una verdadera diversificación de la producción, aunque muchos de sus representantes declaren lo contrario.
La burguesía emergente, por su vinculación con la pequeña y mediana producción, en los últimos años, por lo general, ha asumido una posición retrógrada, tal como pudo evidenciarse en la actitud que asumió frente a las reformas promovidas durante el anterior gobierno de la MML. Después de haber acumulado, también gracias al neoliberalismo, y disfrutado los beneficios del auge económico, hoy, ante los primeros síntomas de una nueva crisis económica no está dispuesta a luchar como lo hizo en los últimos años de la década del 90, cuando desempeñó un papel activo en el derrocamiento del fujimorismo y en la derrota electoral municipal del conservadurismo del PPC; tampoco hay síntomas de que pueda reeditar sus posturas de los años 2006 y 2011, cuando se convirtió en el alma viva del nacionalismo “insurgente”.
Hoy, la burguesía emergente tiende a asumir una posición regresiva, reaccionaria; inclinándose a una postura similar a la que tuvo en los 90, cuando se convirtió en la base social principal de la contraofensiva reaccionaria impulsada por el fujimorismo. Como la experiencia nos enseña, hoy, el viraje de esta capa social puede ser también decisivo en los próximos resultados electorales. Desde 1990 los burgueses emergentes, en cierto modo, son los “grandes electores”.  Lo más probable, estos “electores” son los que también definirán al triunfador de las elecciones del 2016, si es de derecha o de extrema derecha.
La pequeña burguesía puede tener intenciones de luchar contra el estatus quo, pero hoy es una clase incapacitada para organizar grandes luchas. En los últimos decenios ha sido afectada por la ofensiva del neoliberalismo; siendo disgregada y descompuesta por el nuevo desarrollo del capitalismo. Durante los años del auge económico se sometió por completo al poder de la gran burguesía y de la burguesía emergente. En particular, ha sido casi totalmente dopada por los grandes medios de comunicación de masas. Ahora, ante la posibilidad de una nueva crisis económica y por sus recuerdos y frustraciones respecto al nacionalismo y los “progres” de izquierda, la mayoría de esta clase se inclina a una posición conservadora, a un mayor sometimiento al orden social imperante, dominado por todo tipo de capitalistas.
Para los trabajadores y los proletarios de todos los sectores, el nuevo desarrollo de la gran industria capitalista ha significado acceso al trabajo y vivir, a pesar de los regímenes de sobreexplotación impuestos por el neoliberalismo. El período de bonanza económica lo asumieron como un alivio y un progreso, en comparación a los años de la prolongada crisis y retroceso productivo, económico y social, iniciada a fines de la década del 70 del siglo pasado, años de completa miseria. Sobre estas nuevas bases materiales, la clase obrera y los trabajadores en su conjunto han avanzado en su organización y lucha sindical y en su conciencia de clase, pero sin superar del todo sus profundas debilidades. Los actuales efectos recesivos de la crisis internacional los han sorprendido en el momento más elemental de su recomposición social como clase y fuerza productiva; hasta podríamos decir, cuando aún experimentaban y “disfrutaban” el período de crecimiento, que les permitía un mínimo de satisfacción de sus necesidades básicas.
Los hechos evidencian que el proletariado peruano actual, como clase, aún no está en condiciones de actuar con plena independencia de las fracciones burguesas y de ciertos núcleos de la pequeña burguesía; pero  lo nuevo y progresivo, a diferencia de coyunturas pasadas (2000, 2001, 2006, 2011), es que ha avanzado en su organización sindical independiente. Más aún, sus sectores más avanzados están buscando de alguna manera una representación de izquierda; aunque en ese camino, por sus propias limitaciones estructurales presentes y por las debilidades, aún no superadas, del movimiento socialista, se ilusionan con nuevas y falsas expresiones políticas de izquierda, que por lo general tienen un carácter pequeñoburgués, por lo tanto son inconsecuentes, conciliadoras o aventureras en la lucha contra el capitalismo.
Estamos en una coyuntura diferente al 2006 y 2011. La reacción avanza, pero al mismo tiempo se desarrollan tendencias progresivas en el movimiento obrero y popular. Este es un momento muy complejo, de transición hacia un nuevo período de grandes convulsiones sociales y políticas. Como una respuesta reaccionaria al “progresismo burgués y pequeñoburgués”, momentáneamente, se fortalecen tendencias como el fujimorismo; se mantienen en un nivel expectante el aprismo y el movimiento derechista de PPK; o irrumpe en el escenario un nuevo partido de la burguesía emergente como APP, liderado por Cesar Acuña. 
Sin embargo, en este contexto, aparentemente muy dominando por las tendencias reaccionarias, también se desarrollan procesos progresivos, como la señalada maduración política de la clase obrera; fenómeno no siempre evidenciado en los escenarios públicos. Asimismo, se manifiesta el viraje a la izquierda de importantes sectores de la juventud. Como parte de estos fenómenos  progresivos, en la actual campaña electoral, la vanguardia obrera, popular y juvenil busca una representación electoral de izquierda con participación de las organizaciones sociales, y sus sectores más conscientes exigen a los bloques de izquierda la unidad en una sola plataforma electoral.

NATURALEZA Y TENDENCIAS DE LA ACTUAL LUCHA ELECTORAL

Los acontecimientos de las últimas semanas están aclarando determinados fenómenos, definiendo ciertos procesos,  así como manteniendo en la incertidumbre otros. En este contexto complejo, en el cual domina el conservadurismo y el reaccionarismo, asoman los elementos más progresivos de la lucha política.
El gobierno nacionalista se encuentra completamente arrinconado, como lo muestra el acoso a Nadine Heredia. Por tal razón, Ollanta Humala decidió precipitar la convocatoria a elecciones generales para el 10 de abril del 2016. Lo hace en los marcos establecidos por la ley, pero claramente con un espíritu de derrota, como una manera de desactivar las presiones conservadoras  de los que siempre han conspirado contra su gobierno. Con este hecho se acabó gran parte de la incertidumbre política de los últimos meses. Aunque no se descarta que algunos sectores de esa oposición, con el objetivo de crear un escenario de mayor crisis y caos para luego aparecer como la gran solución, continúen con sus planes de vacar a Humala. La convocatoria a elecciones abre la posibilidad para una definición de la actual coyuntura política. Es difícil que en este contexto se desarrollen tendencias golpistas o insurgentes, si algunos optan por esos caminos aventureros lo más probable es que serán aislados completamente. Las elecciones serán el camino mediante el cual las clases y partidos políticos resuelvan sus tensiones, su lucha por el poder.
Es visible que la gran burguesía alimenta varias candidaturas. No tiene un único candidato. En primer lugar, pretende sepultar a los que triunfaron los años 2000-2001, 2010-2011. Sus opciones preferidas son Keiko Fujimori, Alan García y PPK, aunque es posible que respalde a otras alternativas. Mediante los medios de comunicación masiva intenta definir al primero y al segundo de la contienda, así como a la reserva; incluso intenta “nombrar” al que represente a la izquierda. La gran burguesía no quiere coyunturas electorales sorpresivas como las pasadas.
Según las últimas encuestas, Keiko Fujimori se mantiene en primer lugar, seguido por PPK. Alan García continúa en situación precaria, con tendencia a la baja, casi todas las encuestas resaltan que ha sido desplazado del tercer lugar por Acuña. Con el ascenso de este último, es muy posible que estemos ante un político que está logrando expresar el estado de ánimo, intereses, ideología y moral de la burguesía emergente, así como a importantes sectores de la pequeña burguesía. En estos momentos, por su historia, discurso y vínculos sociales, es probable que Acuña sea el que mejor representa a la burguesía emergente y a las capas pequeñoburguesas afines. No expresa al burgués medio insurgente, tampoco intenta disfrazarse de progre o demócrata liberal, simplemente es un burgués emergente que tiene como ideario un pragmatismo rudimentario y elemental que le permite establecer una relación beneficiosa con la gran burguesía y de soborno con los sectores populares.
Para sorpresa de tirios y troyanos, Cesar Acuña, hasta el momento, es el que comienza a capitalizar al electorado que rechaza o no se siente representado por los tres candidatos promocionados por los medios de comunicación. Este burgués, con recursos financieros de origen oscuro, se puede convertir en el más serio rival de los “escogidos”.  En los últimos días ha logrado pasar a Alan García,  y es muy probable que en las siguientes semanas supere a PPK.
La candidatura de Cesar Acuña no solo afecta a los representantes de la extrema derecha, sino también restringe seriamente las posibilidades de las candidaturas impulsadas por la izquierda y de manera particular puede esfumar al electorado vinculado al nacionalismo y al toledismo. 
En los últimos años, la lucha en las alturas ha sido intensa. La ofensiva de los sectores vinculados a los representantes tradicionales de la gran burguesía o al fujimorismo, ha sido cada vez más abierta y descarada contra los burgueses emergentes y pequeñoburgueses que accedieron al poder. En este proceso electoral, difícilmente, estos sectores se quedarán con los brazos cruzados, intentarán defender lo que han conseguido en la base económica y la superestructura. El ascenso imprevisto de Cesar Acuña, puede convertirlo súbitamente en el hombre que el nacionalismo ha estado buscando para impedir la victoria de Fujimori y Alan. Por lo tanto, si los nacionalistas sienten que no tienen posibilidades, pueden comenzar a mover sus recursos y contactos en favor de este nuevo “advenedizo”. Si no lo hacen desde arriba, desde las altas esferas del poder, las bases del nacionalismo pueden  actuar por su propia cuenta, como una manera de defenderse. Lo mismo pueden hacer las bases de Perú Posible. Es decir, el partido de Acuña puede escalar a la cima de la lucha electoral y convertirse en el más serio competidor de los partidos tradicionales y del fujimorismo, pero a costa del electorado del toledismo y humalismo.
LAS POSIBILIDADES  ELECTORALES DE LA IZQUIERDA

En este escenario, las posibilidades de las actuales fuerzas electorales de izquierda se restringen.  Panorama que se puede agravar si no entienden las relaciones que se están creando entre las clases y los partidos en esta coyuntura electoral. 
En las condiciones actuales, tanto por razones estructurales como coyunturales, si las organizaciones de izquierda intentan concentrar su trabajo político en las capas emergentes, en los llamados emprendedores, están condenadas al fracaso total. En estas circunstancias, solo pueden tener opción en la medida que expresen políticamente a los trabajadores, o tengan una relación preferencial con los pobres de la ciudad y el campo, con los explotados y oprimidos por la nueva ofensiva de la gran industria capitalista; pero evitando ser inundado por la espiritualidad y la posición del pequeñoburgués desafortunado.
En el momento actual, de acuerdo a la ubicación de cada una de las clases y partidos, y considerando la naturaleza de la campaña electoral, será una elección de dos vueltas. La única posibilidad que tienen las fuerzas de izquierda para lograr un éxito electoral de importancia es constituir una plataforma verdaderamente unitaria, que levante de manera clara las banderas democráticas de transformación por las cuales ha luchado desde hace 25 años. Solo por este camino podría avanzar hacia un escenario más favorable, con la movilización, la fuerza del pueblo y aprovechando las fisuras y la lucha en las alturas que, inevitablemente, se agudizarán durante la campaña electoral. 
La división de la izquierda ha sido un factor decisivo que ha extendido los tiempos y no ha permitido que se establezca una estrecha relación con los trabajadores ni ganar a los sectores medios. Está claro que ahora el pueblo no está por una revolución social y, según los múltiples síntomas, tampoco por un cambio radical del estatus quo neoliberal. En este contexto, como la izquierda no aparecía como una fuerza política real ni con un mensaje progresista claro, se abrió la posibilidad para la irrupción de un personaje como Acuña, que hoy amenaza con quedarse en los primeros lugares. Naturalmente, esta nueva situación expresa mucho más que los problemas de la izquierda. Está reflejando una realidad que hasta ahora no entienden los analistas ni los políticos “tradicionales”, ni los representantes de la superestructura “oficial”, ni los izquierdistas que están atrapados por sus recuerdos. El ascenso de Acuña, más allá de sus potencialidades como candidato y de su organización política, representa una capa social realmente existente, a la burguesía emergente, así como el estado de ánimo de las masas en las cuales predominan los pequeñoburgueses muy próximos a esa capa social burguesa.
Si la izquierda no se une en la actual contienda electoral no tendrá posibilidades de éxito. Si no se constituye un auténtico bloque unitario, no solo será incapaz de luchar contra el fujimorismo, el Apra, PPK,  sino que tampoco podrá enfrentar al partido de Acuña, ni podrá evitar el drenaje de sus fuerzas que le ocasionará este nuevo partido de la burguesía emergente. Si las masas aún no están por acabar con el modelo neoliberal imperante, pero tampoco desean la victoria de Alan y Fujimori, existe la posibilidad que opten por Acuña y lo asuman como la alternativa política que esperaban. Las masas pueden rechazar a los partidos y a los candidatos que han escogido los grandes medios de comunicación, pero asimismo pueden ignorar a los representantes de la izquierda. En lugar de ellos, una vez más, pueden preferir a los políticos vinculados a la burguesía y pequeña burguesía emergentes, que abundan en la sociedad peruana.
Los partidos de izquierda, hasta hace poco han pensando que el electorado que apoyó a Humala el 2006 y 2011 es el mismo electorado de izquierda de los años 80, que nuevamente podían recuperarlo. No comprenden los procesos que el país ha vivido desde los tiempos del velasquismo. En la actualidad, la izquierda está casi en el mismo nivel electoral de las coyunturas del 2006 y 2011, no ha logrado acumular fuerzas significativas. Ubicándolos en la historia general de la izquierda, aparentemente, los que están en una situación más difícil son los antiguos representantes, los viejos partidos socialistas o cuasi socialistas. Sin embargo, las contradicciones en la sociedad se han desarrollado de tal manera, en el contenido y la forma, que también han afectado “precozmente” a los movimientos “renovadores”, que supuestamente se encargarían de negar a la izquierda “tradicional”. En la actual coyuntura electoral, las viejas y nuevas tendencias de la izquierda, con todos sus matices intermedios,  parece que solo buscan la sobrevivencia política. Si extreman esta posición defensiva y marchan divididos, pensando ante todo en asegurar su propio espacio y legalidad, en las próximas jornadas electorales, las masas no los apoyarán. El pueblo, orientado por un sentido práctico, respaldará al que considere  una alternativa real. 

LA LUCHA POR LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA Y SUS CONSECUENCIAS

Aparentemente, en las últimas semanas se han dado algunos pasos en el proceso de unidad de los bloques de izquierda, al haberse instalado una comisión de enlace en la que se han abordado los múltiples problemas programáticos y organizativos de la unificación. Pero hasta el momento no hay nada efectivo. Los avances son muy precarios y sobre todo inciertos. En particular, los líderes del FA continúan con sus “peros” y vetos, en esta oportunidad contra los Alcántara. Si se mantiene esta situación, naturalmente, no se concretará la unidad tan deseada por el pueblo y tan proclamada por los líderes de izquierda. Son urgentes pasos más concretos. Tomando en cuenta la división existente, las múltiples aspiraciones de grupo y personales, la única posibilidad para materializar la unidad es definir una fórmula presidencial mediante un proceso electoral abierto, al igual que la elección de los representantes parlamentarios. 
En vista que predomina la incertidumbre, existe la gran posibilidad que la unidad no se concrete. Por ello se avizora la participación de dos bloques de izquierda en el proceso electoral. Con posibilidad de que al final solo quede uno de ellos en carrera, pero como producto de una política de maniobra, de imposición arbitraria y resultado de los diálogos sin fin que hoy predominan. 
Nuestro Movimiento por el Socialismo (Voz Socialista), frente al proceso electoral del 2016 y la actual coyuntura, siempre ha planteado la imperiosa necesidad de forjar la unidad de las fuerzas progresistas de izquierda. Precisamente, por esta convicción decidimos mantenernos al margen de los bloques electorales, porque considerábamos que cada cual estaba empecinado en mantener una división que afectaba a los trabajadores, al pueblo y a nuestra patria.   
A estas alturas, a pesar de las grandes incertidumbres imperantes en el campo de la izquierda, nuestro movimiento ha tomado la decisión de integrarse a Unidad Democrática, porque consideramos que actualmente es el espacio que nos puede permitir luchar por la unidad de las fuerzas de izquierda. Nuestro objetivo principal al integrarnos a UD es luchar por la unidad de los dos bloques progresistas de izquierda,  porque estamos convencidos de que solo con la unidad habrá alguna posibilidad para las fuerzas populares,  y también para nuestra lucha singular como movimiento socialista.

LAS TAREAS DEL MOVIMIENTO POR EL SOCIALISMO

Lo primero que debemos entender en el momento político es  que por el tipo de relaciones entre las clases sociales y los partidos, por la situación de la izquierda, de la clase obrera y del movimiento socialista, en la actual coyuntura electoral no será posible conquistar un gobierno democrático progresista patriótico.  Sin embargo, para impulsar la lucha democrática por las grandes reformas, por las particularidades de esta lucha electoral, debemos mantener la consigna del gobierno democrático progresista y patriótico, para disputar a las masas hoy enajenadas por los medios de comunicación, para seguir luchando por ganar a los sectores populares y fuerzas progresistas en las actuales condiciones complejas y adversas.
En las condiciones concretas de la lucha electoral actual y tomando en cuenta las relaciones que se han establecido entre todas las clases sociales, los partidos y tendencias, el objetivo fundamental del Movimiento por el Socialismo es luchar con mayor énfasis por avanzar en la unidad popular patriótica de los obreros, campesinos y pueblos originarios; sobre la base de una propuesta democrática para toda la sociedad, que plantee en primera instancia la ruptura con el neoliberalismo.
El Movimiento por el Socialismo, debe levantar sus propuestas democráticas avanzadas que promuevan con claridad la lucha por el progreso y la democracia, por mejorar las condiciones materiales y espirituales de los trabajadores. En las actuales condiciones de crisis del capitalismo en el mundo, de vísperas de una crisis en el Perú, las propuestas democráticas tienen que ir más allá de las ideas planteadas en la “gran transformación” del 2011. Debe adelantar algunos aspectos de su programa de transición del gobierno popular patriótico y, en el conjunto de la lucha, de un modo paciente y creativo debemos desarrollar una propaganda particular por nuestros objetivos a largo plazo: nuestra lucha por la nueva sociedad socialista.
En la actual coyuntura marcada por la lucha electoral, el Movimiento por el Socialismo deberá avanzar en la construcción de su organización partidaria, orientándose por los principios del socialismo científico, por su línea ideológica, por la moral socialista que nos exige colocar en primer lugar los intereses generales del pueblo y los intereses históricos de la clase obrera, por encima de intereses particulares. Nuestro objetivo estratégico principal en esta coyuntura deberá ser avanzar de manera consciente en la Organización del Movimiento por el Socialismo. Naturalmente, esta tarea solo podrá ser cumplida en la medida que logremos vincularnos a la clase obrera, a los trabajadores; y en tanto avancemos en la Unidad Popular Patriótica, en la que los obreros de vanguardia deben cumplir un papel fundamental.
Por la naturaleza de los bloques de izquierda, por el tipo de relación existente entre ambos, la unidad en una sola plataforma electoral puede frustrarse pese al esfuerzo que puedan seguir haciendo los diversos partidos y movimientos. Las posibilidades que ahora existen, también pueden esfumarse en cualquier momento. Si el FA no acepta la alianza con Democracia Directa (Unidad Democrática) no habrá unidad, por lo menos en los términos planteados hasta ahora. Si no se da la unificación, la izquierda sufrirá una derrota muy severa, tal vez más grave que la del 2014. Si finalmente se define un escenario electoral en el que compiten dos bloques de izquierda, estamos obligados a evaluar para tomar las decisiones que correspondan a esas circunstancias, tomando en cuenta en primer lugar los intereses de la clase obrera y del conjunto del pueblo y nuestra Patria. 
En el escenario que se está definiendo, lo más probable es que el caudal de la izquierda esté hoy, aproximadamente, en un 10%, con un potencial máximo de 15%. Pero si las fuerzas se dividen no se garantiza ni el 5%. En Lima, es posible que el promedio más óptimo de este electorado se mantenga en 10%, como el 2014, posiblemente con algunos cambios en su composición social. Las “deserciones” que pueden haberse producido serán por el viraje de ciertas capas medias emergentes y tradicionales que apoyaron a la izquierda en aquella campaña, marcada por la defensa del poder municipal progresista. Mientras los nuevos elementos de este electorado pueden estar compuestos principalmente por los trabajadores y la juventud progresista de izquierda. 
Estamos en una fase de transición a nivel del conjunto del país y también de la construcción de nuestro Movimiento Socialista. Es decisivo que desarrollemos la lucha con una gran flexibilidad táctica para defender las posiciones conquistadas por el pueblo, la clase obrera y nuestro movimiento, para crear las nuevas condiciones del próximo escenario. Lo fundamental es impulsar con decisión la lucha democrática a un nivel superior del 2011. Sobre esta base concreta, tomando en cuenta la naturaleza de los diversos espacios, nuestro Movimiento deberá explicar con paciencia su lucha por el socialismo. La crisis del capitalismo mundial y las crecientes tendencias hacia la guerra, evidencian cada día más que este sistema se ha convertido en una amenaza para toda la humanidad. En el Perú, donde tal sistema es una mezcla de capitalismo primario y capitalismo transnacionalizado, nos empuja a una profunda y peligrosa crisis. En estos días y semanas, en esta compleja coyuntura política, siguiendo el camino popular patriótico, debemos avanzar en la gran lucha por el socialismo. 
 Lima, 22 noviembre de 2015.
 Movimiento por el Socialismo
    

No hay comentarios:

Publicar un comentario