viernes, 6 de mayo de 2022

Torturas de niños cortadas las muñecas de sus bracitos hasta matarlos

 

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Torturas de niños cortadas las muñecas de sus bracitos hasta matarlos

 

Econ. Juan Verástegui Vásquez

2020


 

 

Confesamos, que nos cuesta muchísimo trabajo y, hasta diríamos, muchos sacrificios transcribir lo que a Bartolomé de las Casas le impuso el deber de su conciencia y de los ayes lastimeros postreros, de nuestros antepasados, describir las atrocidades y crueldades cometidas por los españoles en contra de nuestros incas. Relata, él, que la enormidad de la crueldad acontecida, descrita acá, es insignificante frente a los hechos verdaderamente cometidos. Dice él, también, que cada mil hechos cometidos uno se encuentra narrado.

Duele, hiere y hasta mata en vida conocer la brutalidad y el ensañamiento perpetrado por los colonizadores españoles en contra de los incas. “Mil veces” retomé este artículo por no querer abordarlo por mi incredulidad de lo que estaba leyendo. Confieso que a Bartolomé de las Casas le ha debido costar penoso sacrificio escuchar y ver como se sacrificada a tantísimos indefensos indios en las hogueras vivas, avivadas con fuego de los mismos inclementes españoles.

Frente a estos hechos es absolutamente necesario e impostergable conocer esta realidad y sobre estos escombros borrascosos “temporales”, remontarnos y trascender más allá de estas miserias.

Somos mucho más que nuestros problemas de ayer, de hoy y de siempre. Somos herederos de una cultura inca inigualable que construyeron grandes emporios como Machupicchu (Maravilla mundial); que descollaron hasta la cima de la ciencia médica, orgullo de todos los tiempos y de todos los espacios; de una organización social inigualable; un sistema agrícola de gran productividad donde ¡NUNCA EXISTIÓ EL HAMBRE!. En fin, somos depositarios de un ayer que admira el mundo.

Nuestros emprendimientos, inventos, esfuerzos y sacrificios de peruanos, de hoy, son el verdadero motor de crecimiento de la economía interna. Del total del PBI solo la cuarta parte se exporta, lo que quiere decir que las tres cuartas partes (75%) se comercia en las fronteras nacionales. De la inversión total en el país el 28% es extranjera significando, entonces, que el 72% es doméstica. El gran emporio de Gamarra solo el 2% de su producción se exporta, significando que, casi, el cien por ciento se comercia internamente.

Retomando el tema, la certidumbre y veracidad de su relato, de Bartolomé de las Casas, no deviene de “lo que a él le contaron” sino “él presenció las inclemencias de las torturas de niños cortadas las muñecas de sus bracitos hasta matarlos”.

Probablemente se dirá que por la veracidad y fiel reflejo de sus atrocidades cometidas no debería tocarse el tema por temor a despertar la sensibilidad y dañar la psiquis de quienes admitan que son hechos de “impacto psicológico” muy fuerte, o dirán otros que existe ya “todas las sangres” y debemos olvidar. Pero, también, “esconder” estos acontecimientos acarrea penosos lastres arrastrados desde entonces de consecuencias incalculables expresadas, hoy, en hambres, miserias y muertes por hambre que es tan detestable que entonces.

Enfréntense, entonces, renglones, y le decimos, a este capítulo, que vaya y convenza que la única forma de superarnos y superar nuestro atraso, miseria y muerte es reconocer que Lo pasado es la raíz de lo presente. Ha de saberse lo que fue, porque lo que fue está en lo que es”

 

Bartolomé de las Casas

“Brevísima relación de la destrucción de las Indias”

Durante los primeros 130 años tras de la llegada de Cristóbal Colón, Henry Farmer Dobyns y Jared Diamond determinan una disminución de hasta el 95% de la población total de América.  A esa fecha la población total ascendía a 54 millones y tan sólo quedaron 2.7 millones, con un exterminio de 51.3 millones. Aducen algunos que fue consecuencia de epidemias. Sin embargo, se deduce, por lo expresado por Bartolomé de las Casas, fue obra de las matanzas ocurridas por los españoles y, además, debemos corroborar que siendo, también, invadido EE.UU y por ese mismo periodo, por Cristobal Colón, no tuvieron muertes por estas epidemias y en ninguna parte, el autor, hace mención de muertes ajenas a las cometidas por los españoles.

He aquí lo descrito, por Bartolomé de las Casas.

{cuando se refieren a los indios, dice} Su comida es tal que la de los Santos Padres en el desierto no parece haber sido más estrecha ni menos deleitosa ni pobre. Sus ves­tidos comúnmente son en cueros, cubiertas sus vergüenzas, y cuando mucho cúbrense con una manta de algodón que será como vara y media o dos varas de lienzo en cuadra. Sus camas son encima de una estera y cuando mucho duermen en unas como redes colgadas. Son eso mes­mo de limpios y desocupados y vivos entendi­mientos; muy capaces y dóciles para toda buena doctrina, aptísimos para recibir nuestra santa fe católica y ser dotados de virtuosas costumbres. “Cierto, estas gentes eran las más bienaventuradas del mundo si sola­mente conocieran a Dios”.

Todas estas cosas están probadas con muchos testigos, inclusive, por el fiscal del Consejo de las Indias, y la probanza está en el mesmo Consejo y nunca quemaron vivos a ningunos destos tan nefandos tiranos {referido a que los indios hayan quemado vivos a los españoles} . Y no es nada lo que está probado con los grandes estragos y males {que han hecho los españoles}.

Y porque son tantas las particularidades que en estas matanzas y perdiciones de aquellas gen­tes ha habido, que en mucha escritura no po­drían caber (porque en verdad que creo que por mucho que dijese no pueda explicar de mil par­tes una) sólo quiero en lo de las guerras susodi­chas concluir con decir y afirmar que en Dios y en mi conciencia que tengo por cierto que para hacer todas las injusticias y maldades dichas y las otras que dejo y podría decir, no dieron más causa los indios ni tuvieron más culpa que podrían dar o tener un convento de buenos y concertados religiosos para roballos (robarles) y matallos (matarlos) y los que de la muerte quedasen vivos ponerlos en perpetuo cati­verio y servidumbre de esclavos

Y más afirmo: que hasta que todas las muchedumbres de gentes de aquella isla fueron muertas y asoladas (que pue­da yo creer y conjeturar) no cometieron contra los cristianos {españoles} un sólo pecado mortal que fuese punible por hombres. {los indios no cometieron contra los españoles un solo pecado mortal que fuera penado}. {los españoles}

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Bartolomé de las Casas (Sevilla, 1474 o 1484​-Madrid, julio de 1566) fue un encomendero español y luego fraile dominico, cronista, teólogo, filósofo, jurista, obispo de Chiapas (en aquel entonces, territorio bajo jurisdicción de la Capitanía General de Guatemala) y escritor.

 

 

 

Han perdido todo temor a Dios y al Rey, y se han olvidado de sí mesmos, porque son tan­tos y tales los estragos y crueldades, matanzas y destruiciones, despoblaciones, robos, violencias y tiranías, y en tantos y tales reinos de la gran tierra firme que todas las cosas que hemos dicho son nada en comparación de las que se hicieron, pero aunque las dijéramos todas, que son infini­tas las que dejamos de decir, no son comparables ni en número ni en gravedad

En la isla Española, que fue la primera, como di­jimos, donde entraron cristianos y comenzaron los grandes estragos y perdiciones de estas gentes y que primero destruyeron y despoblaron, co­menzando los cristianos a tomar las mujeres e hijos a los indios para servirse y para usar mal dellos y comerles sus comidas que de sus sudo­res y trabajos salían, no contentándose con lo que los indios les daban de su grado conforme a la facultad que cada uno tenía, que siempre es poca, porque no suelen tener más de lo que ordinariamente han menester y hacen con poco trabajo, y lo que basta para tres casas de a diez personas cada una para un mes, come un cristia­no y destruye en un día, y otras muchas fuerzas y violencias y vejaciones que les hacían, comenza­ron a entender los indios que aquellos hombres no debían de haber venido del cielo. Algunos {indios] escondían sus comidas, otros sus mujeres e hijos, otros huíanse a los montes por apartarse de gen­te de tan dura y terrible conversación. Los cris­tianos dábanles de bofetadas y de palos, hasta poner las manos en los señores de los pueblos; y llegó esto a tanta temeridad y desvergüenza que al mayor Rey {cacique} señor de toda la isla, un capitán cristiano, español, le violó por fuerza su propia mujer. El reino del Marién cuyo rey se llamaba Guacanagarí {indio, dirigente], y les hizo tan suave y gracioso recibimiento y socorro y aviamiento {a los españoles} que en su misma patria y de sus mismos padres no lo pudiera recebir mejor. Este rey {indio} murió huyendo de las matanzas y crueldades de los cris­tianos {españoles}, destruido y privado de su estado, por los montes perdido. Todos los otros señores súbditos suyos murieron en la tiranía y servidumbre. El cuarto reino es el que se llamó de Jaraguá, aquí llegó una vez el gobernador con se­senta de caballo y más trecientos peones, y llegáronse más de tre­cientos señores, hizo meter dentro de una casa de paja muy grande los más señores por engaño, y metidos les mandó poner fuego y los quemaron vivos. A todos los otros alancearon y metieron a espada con infinita gente, y a la señora Anacaona, por hacelle honra, ahorcaron. Y acaecía algunos cris­tianos, o por piedad o por cudicia tomar algunos  niños para mamparallos, no los matasen, y po­níanlos a las ancas de los caballos; venía otro es­pañol por detrás y pasábalo con su lanza. Otro, si estaba el niño en el suelo, le cortaba las piernas con el espada. Alguna gente que pudo huir des­ta tan inhumana crueldad pasáronse a una isla pequeña que está cerca de allí ocho leguas en la mar, y el dicho gobernador condenó a todos estos que allí se pasaron que fuesen esclavos por­que huyeron de la carnicería.


 

Fuente: Bartolomé de las Casas-Metieron a todos en un cuarto de paja y prendieron fuego    

hasta matarlos a todos

 

 


El quinto reino se llamaba Higüey, y señoreá­balo una reina vieja que se llamó Higuanamá. A ésta ahorcaron, y fueron infinitas las gentes que yo vide quemar vivas y despedazar y atormen­tar por diversas y nuevas maneras de muertes y tormentos y hacer esclavos todos los que a vida tomaron. Y más afirmo: que hasta que todas las muchedumbres de gentes de aquella isla fueron muertas y asoladas (que pue­da yo creer y conjeturar) no cometieron contra los cristianos un sólo pecado mortal que fuese punible por hombres.

{los españoles escogían a} los mancebos y mujeres y niños, repartiéronlos entre sí, dando a uno treinta, a otro cuarenta, a otro ciento y docientos (según la gracia que cada uno alcanzaba con el tirano mayor, que decían gobernador), y así repartidos a cada cristiano dábanselos con esta color: que los enseñase en las cosas de la fe católica, siendo comúnmente todos ellos idiotas y hombres crueles, avarísimos y viciosos, haciéndolos curas de ánimas. Y la cura o cuidado que dellos tuvieron fue enviar los hombres a las minas a sacar oro, que es trabajo intolerable, y las mujeres ponían en las estancias, que son granjas, a cavar las labranzas y cultivar la tierra, trabajo para hombres muy fuertes y re­cios

No daban a los unos ni a las otras de comer sino yerbas y cosas que no tenían sustancia; sacá­baseles la leche de las tetas a las mujeres paridas, y así murieron en breve todas las criaturas; y por estar los maridos apartados, que nunca vían a las mujeres, cesó entre ellos la generación. Mu­rieron ellos en las minas de trabajos y hambre, y ellas en las estancias o granjas de lo mesmo, y así se acabaron tantas y tales multitúdines de gentes de aquella isla, y así se pudiera haber acabado to­das las del mundo. Decir las cargas que les echa­ban de tres y cuatro arrobas, y los llevaban ciento y docientas leguas (no les daban que comer y a las mujeres que daban de lactar les sacanban su leche para que murieran los niños- y estando los maridos lejos en los socabones minas diezmaron la población).

Y los mesmos cristianos se hacían llevar en hamacas, que son como redes, a cuestas de los indios, porque siempre usaron dellos como de bestias para cargas. Tenían ma­taduras en los hombros y espaldas de las cargas, como muy matadas bestias Decir asimesmo los azotes, palos, bofetadas, puñadas, maldiciones y otros mil géneros de tormentos que en los traba­jos les daban, en verdad que en mucho tiempo ni papel no se pudiese decir, y que fuese para espantar los hombres. Que en todas las partes de las Indias donde han ido y pasado cristianos siempre hicieron en los indios todas las cruelda­des susodichas y matanzas y tiranías y opresiones abominables en aquellas inocentes gentes, y añi­dían muchas más y mayores y más nuevas mane­ras de tormentos, y más crueles siempre fueron, porque los dejaba Dios más de golpe caer y de­rrocarse en reprobado juicio o sentimiento. Los españoles, con el fin y pro­pósito que fueron a la Española, {nombre de una ciudad en América que los españoles pusieron} los cuales hicieron y cometieron los grandes insultos y pecados suso­dichos, y añidieron muchas señaladas y grandísi­mas crueldades más, matando y quemando y asando y echando a perros bravos, y después oprimiendo y atormentando y vejando en las mi­nas y en los otros trabajos hasta consumir y aca­bar todos aquellos infelices inocentes, que había en las dichas dos islas más de seiscientas mil áni­mas, y creo que más de un cuento, y no hay hoy en cada una docientas personas, todas perecidas sin fe y sin sacramentos.

 


Fuente: Bartolomé de las Casas-aca­bar todos aquellos infelices inocentes,

De la isla de Cuba Un cacique y señor muy principal que por nombre tenía Hatuey, que se había pasado de la isla Española a Cuba con mucha de su gente por huir de las calamidades e inhumanas obras de los cristianos, y estando en aquella isla de Cuba. Una vez saliéndonos a recebir con manteni­mientos y regalos diez leguas de un gran pue­blo y llegados allá nos dieron gran cantidad de pescado y pan y comida, con todo lo que más pudieron. Súbitamente se les revistió el diablo a los cristianos, y meten a cuchillo en mi presencia (sin motivo ni causa que tuviesen) más de tres mil ánimas que estaban sentados delante de nosotros, hombres y mujeres y niños. Allí vide tan grandes crueldades que nunca los vivos tal vieron ni pensaron ver.




 

Fuente: Bartolomé de las Casas-a los españoles les dieron que comer, a pesar de todo

               sacan su cuchillo y los matan

 

Después de que todos los indios de la tierra desta isla fueron puestos en la servidumbre y ca­lamidad de los de la Española, viéndose morir y perecer sin remedio, todos comenzaron unos a huir a los montes; otros a ahorcarse de desespera­dos, y ahorcábanse maridos y mujeres y consigo ahorcaban los hijos, y por las crueldades de un español muy tirano que yo conocí se ahorcaron más de docientos indios.  Pereció desta manera infinita gente. Oficial del Rey hobo en esta isla que le dieron de repartimiento trecientos indios y a cabo de tres meses había muerto en los tra­bajos de las minas los docientos y setenta, que no le quedaron de todos sino treinta, que fue el diezmo. Después le dieron otros tantos y más y también los mató, y dábanle y más mataba, hasta que se murió y el diablo le llevó el alma En tres o cuatro meses, estando yo presente, murieron de hambre por llevalles los padres y las madres a las minas más de siete mil niños los indios que estaban por los montes, donde hicieron estragos admira­bles, y así asolaron y despoblaron toda aquella isla, la cual vimos agora poco ha y es una gran lástima y compasión verla yermada y hecha toda una soledad.   

Éste despobló desde muchas leguas arriba del Darién hasta el reino y provincias de Nicaragua inclusive, que son más de quinientas leguas, y la mejor y más felice y poblada tierra que se cree haber en el mundo, donde había muy muchos grandes señores, infinitas y grandes poblaciones, grandísimas riquezas de oro, porque hasta aquel tiempo en ninguna parte había parecido sobre la tierra tanto, porque aunque de la isla Española se había henchido casi España de oro y de más fino oro, pero había sido sacado con los indios de las entrañas de la tierra de las minas dichas, donde, como se dijo, murieron.

Este gobernador y su gente inventó nuevas maneras de crueldades y de dar tormentos a los indios por que descubriesen y les diesen oro. Capitán hubo suyo que en una entrada que hizo por mandado dél para robar y extirpar gentes mató sobre cuarenta mil ánimas, que vido por sus ojos un religioso de San Francisco que con él iba que se llamaba Fray Francisco de San Román, me­tiéndolos a espada, quemándolos vivos y echán­dolos a perros bravos y atormentándolos con di­versos tormentos.

Juntáronse mu­chos indios e iban tras los cristianos peleando, por el ansia de sus mujeres e hijas; y viéndose los cristianos apretados, no quisieron soltar la cabal­gada, sino meten las espadas por las barrigas de las muchachas y mujeres, y no dejaron de todas ochenta una viva. Los indios, que se les rasga­ban las entrañas de dolor, daban gritos y decían: “Oh, malos hombres, crueles cristianos, ¿a las iras matáis?”. Ira llaman en aquella tierra a las mujeres, cuasi diciendo: “Matar las mujeres señal es de abominables y crueles hombres bestiales”.

A diez o quince leguas de Panamá estaba un gran señor que se llamaba Paris, y muy rico de oro. Fueron allá los cristianos y recibiólos como si fueran hermanos suyos, y presentó al capitán cincuenta mil castellanos {unidad de medida de oro} de su voluntad. El ca­pitán y los cristianos parecióles que quien daba aquella cantidad de su gracia que debía de tener mucho tesoro, que era el fin y consuelo de sus tra­bajos; disimularon y dicen que se quieren partir, y tornan al cuarto del alba y dan sobre seguro en el pueblo, quémanlo con fuego que pusieron, mataron. Por manera que no hay hoy vestigio ni señal de que haya habido allí pueblo ni hombre nacido, te­niendo treinta leguas llenas de gente de señorío. Déstas no tienen cuento las matanzas y perdicio­nes que aquel mísero hombre, con su compañía, en aquellos reinos que despobló hizo.

De la provincia de Nicaragua

El año de mil y quinientos y veinte y dos o vein­te y tres pasó este tirano a sojuzgar la felicísima provincia de Nicaragua, el cual entró en ella en triste hora. Desta provincia y cuanto les era posible toleraban las tiranías y servidumbre de los cristianos {españoles}, y porque de su natura era gente muy mansa y pacífica, hí­zoles aquel tirano con sus tiranos compañeros que fueron con él (todos los que a todo el otro reino le habían ayudado a destruir) tantos da­ños, tantas matanzas, tantas crueldades, tantos cativerios y sinjusticias que no podría lengua humana decirlo.

Por manera que tenían los españoles dentro de sus mesmas casas todos los in­dios: señores, viejos, mujeres y niños, y a todos hacen que les sirvan noches y días sin holganza; hasta los niños, cuan presto pueden tenerse en los pies, los ocupaban en lo que cada uno puede hacer y más de lo que puede, y así los han con­sumido y consumen hoy los pocos que han resta­do, no teniendo ni dejándoles tener casa ni cosa propia, en lo cual aun exceden a las injusticias en este género que en la Española se hacían

Han fatigado y opreso y sido causa de su acele­rada muerte de muchas gentes en esta provincia, haciéndoles llevar la tablazón y madera de treinta leguas al puerto para hacer navíos, y enviallos a buscar miel y cera por los montes, donde los comen los tigres, y han cargado y cargan hoy las mujeres preñadas y paridas como a bestias. Como los indios comúnmente no tienen esclavos, cuando mucho un cacique tiene dos o tres o cuatro, iban los señores por su pueblo y tomaban lo prime­ro todos los huérfanos, y después pedía a quien tenía dos hijos uno, y quien tres, dos; y desta ma­nera cumplía el cacique el número que el tirano le pedía, con grandes alaridos y llantos del pue­blo, porque son las gentes que más parece que aman a sus hijos.

Por las guerras infernales que los españoles les han hecho y por el cativerio horrible en que los pusieron, más han muerto de otras quinientas y seiscientas mil personas hasta hoy, y hoy los ma­tan.

De la Nueva España

En el descubrimiento se hicieron grandes escándalos en los indios y al­gunas muertes por los que la descubrieron. En el año de mil y quinientos y diez y ocho la fueron a robar y a matar los que se llaman cristianos. Y comienzan con las espadas desnudas a abrir aquellos cuerpos desnudos y delicados y a derramar aquella generosa sangre, que uno no dejaron a vida. Lo mesmo hicieron los otros en las otras plazas 

 


 

Fuente: Bartolomé de las Casas-Les robaban y luego les mataban

Y otro día llama al señor principal y otros muchos señores, y venidos como mansas ovejas, préndelos todos y dice que le den tantas cargas de oro. Responden que no lo tienen, porque aquella tierra no es de oro. Mándalos luego quemar vivos, sin otra culpa, ni otro proceso ni sentencia. y entraron los españoles y en obra de dos horas casi lo aso­laron, metiendo a espada los niños y mujeres y viejos, con cuantos matar pudieron que huyendo no se escaparon.  dentro en los hoyos, y así las muje­res preñadas y paridas y niños y viejos y cuantos podían tomar, echaban en los hoyos hasta que los henchían traspasados por las estacas, que era una gran lástima de ver, especialmente las mu­jeres con sus niños. Todos los demás mataban a lanzadas y a cuchilladas, echaban a los perros bravos que los despedazaban y comían; y cuando algún señor topaban, por honra quemábanlo en vivas llamas. Estuvieron en estas carnicerías.

Cuando iba a ha­cer guerra a algunos pueblos o provincias llevaba de los ya sojuzgados indios cuantos podía, que hi­ciesen guerra a los otros, y como no les daba de comer a diez y a veinte mil hombres que llevaba, consentíales que comiesen a los indios que toma­ban  Y así había en su real solenísima carnecería de carne humana, donde en su presencia se ma­taban los niños y se asaban, y mataban el hombre por solas las manos y pies, que tenían por los me­jores bocados. Y con estas inmanidades, oyén­dolas todas las otras gentes de las otras tierras, no sabían dónde se meter de espanto. {a los niños los asaban y luego los comían. La parte de los las manos y los pies eran los mejores bocados}

 


Fuente: Bartolomé de las Casas-Comían carne humana; las manos y los pies de los niños eran los mejores bocados

 

Descasaba y orbaba los casados, tomándoles las mujeres y las hijas, y dábalas a los marineros y soldados por tenellos contentos para llevallos en sus armadas: hen­chía los navíos de indios, donde todos pere­cían de sed y hambre. Y es verdad que si hobiese de decir en particular sus crueldades hiciese un gran libro que al mundo espantase.

Cometieron tan grandes males, tantos pecados, tantas crueldades, robos y abominacio­nes que no se podrían creer, con las cuales pusie­ron toda aquella tierra en tan última despobla­ción que si Dios no les atajara con la resistencia de los religiosos de San Francisco. Hobo hombre de aquellos de la compañía déste que para cercar de pared una gran huerta suya traía ocho mil indios trabajando sin pagalles nada ni dalles de comer, que de hambre se caían muertos súpitamente, y él no se daba por ello nada.

Llegó a la provincia de Me­chuacán, que es cuarenta leguas de México, otra tal y tan felice y tan llena de gente como la de México, saliéndole a recebir el rey {cacique} y señor della con procesión de infinita gente, y haciéndole mil servicios y regalos. Prendió luego al dicho rey, porque tenía fama de muy rico de oro y pla­ta, y porque le diese muchos tesoros comienza a dalle estos tormentos el tirano: pónelo en un cepo por los pies, y el cuerpo extendido y atado por las manos a un madero, puesto un brasero (cepo Trampa para cazar animales que consiste en dos piezas, generalmente de madera y armadas con puntas de hierro, con un dispositivo que hace que se cierren aprisionando al animal cuando este lo toca por los pies, y el cuerpo extendido y atado por las manos a un madero, puesto un brasero) junto a los pies, y un muchacho con un hisopillo mojado en aceite de cuando en cuando se los ro­ciaba para tostalle bien los cueros; de una parte estaba un hombre cruel que se llamaba cristia­no con una ballesta armada apuntándole al co­razón; de otra, otro con un muy terrible perro bravo, echándoselo, que en un credo lo despeda­zara. Y así lo atormentaron porque descubriese los tesoros que pretendía.

 


Fuente: Bartolomé de las Casas-los quemaban vivos en braseros.

Quemaba los pueblos, prendía los caci­ques, dábales tormentos, hacía cuantos tomaba esclavos; llevaba infinitos atados en cadenas. Las mujeres paridas, yendo cargadas con cargas que de los malos cristianos llevaban, no pudiendo llevar las criaturas por el trabajo y flaqueza de hambre, arrojábanlas por los caminos, donde in­finitas perecieron. Un mal cristiano, tomando por fuerza una doncella para pecar con ella, arremetió la madre para se la quitar: saca un puñal o espada y córtale una mano a la madre, y a la doncella, porque no quiso consentir, ma­tóla a puñaladas.

No bastaría a creer nadie ni tampoco a decirse los particulares casos de crueldades que allí se han hecho. Sólo diré dos o tres que me ocurren. Como andaban los tristes españoles con perros bravos buscando y aperreando los indios, muje­res y hombres, una india enferma, viendo que no podía huir de los perros que no la hiciesen peda­zos como hacían a los otros, tomó una soga y atóse al pie un niño que tenían de un año y ahorcóse de una viga. Y no lo hizo tan presto que no llegaron los perros y despedazaron el niño, aunque antes que acabase de morir lo batizó un fraile.


 

Fuente: Bartolomé de las Casas-antes que muera se acerca un fraile para bautizarle

Cuando se salían los españoles de aquel reino dijo uno a un hijo de un señor de cierto pueblo o provincia que se fuese con él; dijo el niño que no quería dejar su tierra. Responde el español: “Vente conmigo, si no, cortarte he las orejas”. Dice el muchacho que no. Saca un puñal y córtale una oreja y después la otra. Y diciéndole el mu­chacho que no quería dejar su tierra, córtale las narices, riendo y como si le diera un repelón no más. Este hombre perdido se loó y jactó delante de un venerable religioso desvergonzadamente, diciendo que trabajaba cuanto podía por empre­ñar muchas mujeres indias, para que vendiéndo­las preñadas por esclavas le diesen más precio de dinero por ellas.

En este reino, o en una provincia de la Nueva Es­paña, yendo cierto español con sus perros a caza de venados o de conejos un día, no hallando qué cazar parecióle que tenían hambre los perros, y toma un muchacho chiquito a su madre y con un puñal córtale a tarazones [pedazos] los brazos y las piernas, dando a cada perro su parte, y después de comidos aquellos tarazones, échales todo el corpecito en el suelo a todos juntos.

Suelen decir los indios en aquella tierra cuan­do los fatigan llevándolos con cargas por las sie­rras, si caen y desmayan de flaqueza y trabajo, porque aquí les dan de coces y palos y les quie­bran los dientes con los pomos de las espadas, porque se levanten y anden sin resollar: “Andá, que sois malos; no puedo más; matáme aquí, que aquí quiero quedar muerto”.

Estamos enhas­tiados de contar tantas y tan execrables y horribles y sangrientas obras, no de hombres, sino de bestias fieras, y por eso no he querido detenerme en con­tar más de las siguientes.

No obstante todo esto, lo condenaron a quemar vivo, aunque des­pués rogaron algunos al capitán que lo ahogasen, y ahogado lo quemaron. Sabido por él dijo: “¿Por qué me quemáis, qué os he hecho? ¿No me pro­metistes de soltar dándoos el oro? ¿No os di más de lo que os prometí? Pues que así lo queréis, en­viame a vuestro rey de España”. Y otras muchas cosas dijo, para gran confusión y detestación de la gran injusticia de los españoles, y, en fin, lo qemaron.

Y acaeció allí que un clérigo que se llama Ocaña sacó un muchacho del fuego en que se quemaba, y vino allí otro español y tomóselo de las manos y lo echó en medio de las llamas, donde se hizo ceniza con los demás

Yo afirmo que yo mesmo vi ante mis ojos a los españoles cortar manos, narices y orejas a indios e indias sin propósito, sino porque se les antojaba hacerlo, y en tantos lugares y partes que sería largo de contar. Y yo vi que los españoles les echaban perros a los indios para que los hiciesen pedazos, y los vi así aperrear a muy muchos. Asi­mesmo vi yo quemar tantas casas y pueblos que no sabría decir el número, según eran muchos. Asi­mesmo es verdad que tomaban niños de teta por los brazos y los echaban arrojadizos cuanto po­dían, y otros desafueros y crueldades sin propósito que me ponían espanto, con otras innumerables que vi que serían largas de contar.

 


Fuente: Bartolomé de las Casas-yo vi ante mis ojos, a los españoles, cortar manos, narices

El tirano dijo que se lo pidie­sen por justicia ante él mesmo; pidiéronlo así por demanda, acusando al dicho rey de la tierra; él dio sentencia condenándolo a tormentos si no diese la casa de oro. Danle el tormento del trato de cuer­da161, échanle sebo ardiendo en la barriga, pónen­le a cada pie una herradura hincada en un palo y el pescuezo atado a otro palo y dos hombres que le tenían las manos, y así le pegaban fuego a los pies y entraba el tirano de rato en rato y le decía que así lo había de matar poco a poco a tormentos si no le daba el oro. Ator­mentando con diversos y fieros tormentos cada uno al cacique y señor del pueblo o pueblos que tenían encomendados, estándoles sirviendo los dichos señores con todas sus gentes y dándoles oro y esmeraldas y cuanto podían y tenían, y sólo los atormentaban porque les diesen más oro y piedras de lo que les daban. Y así quemaron y des­pedazaron todos los señores de aquella tierra.

En mi conciencia que según creo y tengo por cierto que tantas son las perdiciones, daños, destruiciones, despoblaciones, estragos, muertes y muy grandes crueldades horribles y especies feísimas dellas, violencias, injusticias y robos y matanzas que en aquellas gentes y tierras se han hecho (y aún se hacen hoy en todas aquellas par­tes de las Indias) que en todas cuantas cosas he dicho y cuanto lo he encarecido, no he dicho ni encarecido en calidad ni en cantidad de diez mil partes (de lo que se ha hecho y se hace hoy) una.

Tengan todos por verdadera esta verdad con las que arriba he afirmado, que después que se descubrieron las Indias hasta hoy, nunca en ninguna parte dellas los indios hicieron mal a cristianos {españoles} sin que pri­mero hobiesen recebido males y robos y traicio­nes dellos

 


Fuente: Bartolomé de las Casas-les cortaban las muñecas de las manos.

 

 

 

 

No dejaron piedra sobre piedra del

Gran imperio incaico

El portentoso sistema de “Nuestro gran imperio incaico” se expresó en un auténtico desarrollo extraordinario de la ciencia y tecnología, de su alta organización administrativa, de su sistema productivo, de su expansión de fronteras agrícolas, de sus abonos, etc, etc. No nos referiremos, acá, de su vasta organización imperial, que próximamente publicaremos. Solo nos limitaremos a señalar algunos aspectos medulares.

En la metalurgia, los incas se caracterizaron por una eficiente administración de los recursos mineros. En sus distintas fases de elaboración y explotación, encontramos un criterio riguroso de racionalidad para el manejo de los recursos mineros. Diseñaron, con mucha rigurosidad, periodos estacionales de explotación; turnos de trabajo; productividad y una muy sofisticada seguridad. En la metalurgia, el imperio incaico, utilizó una variada forma de aleaciones, tales como los hornos de fundición, sopladores de tubo de cobre, aleaciones de cobre y estaño, cobre martillado en frio, instalaciones para el lavado del oro, la técnica del oro en delgadas hojas, los vaciados de oro y plata en moldes con el método de cera perdida y diversos métodos para la elaboración del dorado.

En la agricultura desarrollaron “Los Andenes” y otras formas de siembra resultando en una sobreproducción de alimentos que hasta les permitió almacenar en lugares que conserven la cualidad de los alimentos. Merece recordar que ¡JAMÁS EXISTIÓ EL HAMBRE! en el gran imperio incaico.

Ayllu, es una palabra de origen quechua y aimara que significa: comunidad, linaje, genealogía, género, parentesco, entre otros significados. Y se define como descendientes de un pasado y antepasado común orientados a trabajar la tierra de manera colectiva y solidaria. Constituyó la base y la esencia de la organización social del imperio, tenían la concepción que descendían de un pasado común lo que dio motivo a una unión solidaria muy fuerte por los lazos de parentesco.

Minka, estilo de trabajo comunitario en las faenas agrícolas “se ayudaban en tareas de campo en forma comunitaria”, se tenía en consideración cuando un comunero tenía mucho trabajo o, también, en caso de huérfanos, enfermos o viudas, lo mismo que cuando no se podía cultivar ciertas especies necesarias, parte de la comunidad se trasladaba para su complementación, esto era la minka.

Mita, sistema de trabajo a favor del Estado, con una movilización multitudinaria de trabajadores indígenas en labores de construcción de caminos, fortalezas, centros administrativos, templos, acueductos, explotación de minas, etc. también previeron la utilización de trabajos especiales como las labores de cargueros del Sapa Inca, músicos, etc.

Ayni, consistía en un sistema de trabajo de reciprocidad familiar entre los miembros del Ayllu, consistía en la ayuda mutua entre los miembros de una familia del ayllu, orientados a trabajos agrícolas y las construcciones de casas

Ama Sua, NO SEAS LADRÓN, que tan bien hubiese, hoy, encajado este principio. Cinco son, hasta hoy, los expresidentes consecutivos anteriores, embarrados hasta el cuello. Ama Llulla no seas mentiroso y Ama Quella no seas flojo y son ahora principios de la ONU, que nuestro vecino país de Bolivia (Evo Morales M.) fue el que presentó la propuesta.

TREPANACIÓN DE CRÁNEOS, hoy, se requieren profundos conocimientos y alta especialización hacer cirugía del cerebro, lo que se denomina “Craneotomía”. Fueron mucho más allá en la era “Inca”. La “TREPANACIÓN CRÁNEAL”, de acuerdo a BBC, “Los antepasados incas fueron los más expertos en trepanación, tenían una increíble habilidad para realizar cirugías craneales”, diversos antropólogos desarrollaron un ranking de los que mejor realizaban la práctica, concluyendo que los trepanados, de alta complejidad, en el incanato tenían extraordinarios niveles de supervivencia. No sabemos cómo los antiguos peruanos previnieron la infección, tampoco sabemos qué usaron como anestesia, posiblemente fue la utilización de hojas de coca o una bebida fermentada. El neurólogo David Kushner de la Universidad de Miami y los antropólogos John Verano (Universidad de Tulane) y Anne Titelbaum (Universidad de Arizona), analizaron las trepanaciones realizadas por los incas (1438-1533) y comprobaron que presentaban unos niveles extraordinarios de supervivencia. No pueden explicarse, hoy, la extraordinaria hazaña, de nuestros antepasados incas. Especulan que podría ser por el hecho de no perforar la membrana protectora que rodea el cerebro (duramadre). Entendían, muy bien, la anatomía de la cabeza y evitaron, a propósito, las áreas donde habría más sangrado. En fin, no pueden explicarse, hoy, el extraordinario avance científico de la neurocirugía de los incas. En el museo de Lima se exhiben cráneos trepanados, algunos con varios orificios que indica que fueron varias veces sometidos a trepanación.

Todo este desarrollo socioeconómico, de ciencia y tecnología extraordinario, de gran sapiencia humana, logrados con gran esfuerzo y sacrificio por nuestros antepasados fueron ¡BARRIDOS! por los cruentos colonizadores españoles. No dejaron, absolutamente, nada. Si Machupicchu se mantiene, hasta hoy, es porque estos colonizadores no pudieron treparse a la cima del Gran Imperio incaico.

También se llevaron grandes fortunas de nuestro oro y plata. Se decía que la corona española iba a dominar el mundo, gracias a la ingente riqueza saqueada de nuestros pueblos. También, se afirma que toda Europa sufriría del fenómeno inflacionario motivado por la gran cantidad de riqueza monetaria llevada del Perú (teoría cuantitativa del dinero).

John Maynard Keynes, gran economista inglés, creador del FMI, atestigua que el despegue del desarrollo de Inglaterra se logró gracias a la riqueza que se llevaba España del Perú y en su interín, Inglaterra, se quedaban con parte del botín trasladado.

Sin embargo, hoy, ni siquiera intentamos buscar el revanchismo y somos ajenos a la ley de Talión referido a un principio legal de justicia retributiva, dispuesta a buscar la equidad y reciprocidad con el crimen cometido, expresado en el “Ojo por ojo diente por diente” en las jurisdicciones internacionales.

Remontémonos a estas miserias llenas de injusticia y barbarie

Lo que aquí transcribimos corresponde a una mínima parte de acontecimientos narrados por Bartolomé de las Casas que, a su vez, él, no tuvo el espacio suficiente para describir la totalidad de actos, cometidos por los españoles, y que personalmente verificó. De tal suerte que, advertimos al lector, en base a estos hechos tenga que tomarse un verdadero juicio de lo acontecido.

Profundas lecciones hemos debido extraer de este cruento genocidio colonial, pero nada hemos hecho. Ya no se mata hoy en braceros con leña y fuego. Hoy, la “modernidad” mata por anemia, desnutrición crónica, hambre, frio, pobreza. A nivel mundial las muertes por Hambre y Desnutrición Infantil corresponde a 35,204.5% más que por esta pandemia (COVID-19) y tiene su vacuna que se llama “Comida”.

La base de esta nuestra realidad actual llena de miserias, pobrezas y de una estructura económica subdesarrollada se encuentran en siglos de dependencia, saqueo y rapiña, en un país bendecido por ingentes riquezas naturales y de un pasado ancestral envidiable. Nunca existió el hambre, en la época de nuestros antepasados, los incas.

Fluye, por ello, la obligación moral y ética, transparentar nuestra realidad pasada y actual para que no se reproduzcan de generación en generación y se arrastren a épocas posteriores. Estos siglos cargados de oprobiosos actos míseros y deplorables tienen un costo en nuestra historia, en nuestra antropología, en nuestra sociología y en nuestra hambre y miseria de hoy. Jamás debe existir un niño con anemia o con desnutrición crónica o cerca de la cuarta parte de la población peruana en condición de pobre, niños sin vacunas completas, compatriotas que se acuestan en la noche sin probar bocado alguno de comida, etc. Porque existen recursos más que suficientes para desaparecerlos y debería proscribirse definitivamente. Arranquémoslo desde sus raíces.

Quedarnos en este oprobioso e infame hecho es reducir, eximir y redimir siglos de miserias e injusticias con un costo demasiado enraizado que se reproducirán expandiéndose, como hasta hoy se han reproducido en potencialidad superior. En la base de esta miseria, hambre, marginación y atraso están los siglos de infamia y opresión, expresados en el Perú Profundo; en las barriadas viviendo en los cerros, sin agua y sin desagüe; en el campesinado pobre que produce el 70% de alimentos que el país consume, pero a costa de su pobreza y hambre; en las Mypes que luchan por su subsistencia, generando el 70% del empleo en el país; en fin en un Perú que se desangra día a día no obstante tener ingentes riquezas naturales.

Con ello, no buscamos, desde luego, venganzas ni el “ojo por ojo y diente por diente” ni siquiera recurrir a instancias nacionales e internacionales por que existen antecedentes. La historia justiciera se encargará y hará lo propio. Sólo nos anima enterrar estas oprobiosas y letales acciones y resurgir dentro de estas cenizas con un bienestar justo y equitativo, superando problemas estructurales, sociales y morales que trasciendan más allá de estas miserias. Tenemos ingentes riquezas, pero lo más importante, tenemos un pasado glorioso y trascendente: Nuestros Incas. Y tenemos un presente, lleno de grandes valores como la decencia, honestidad y laboriosidad expresado en nuestras Pymes, que da ocupación a más de las dos terceras partes del empleo; la agricultura familiar que nos provee con más del 70% de nuestra alimentación y todos nuestros compatriotas del Perú profundo que “dadle un punto de apoyo y moverán el mundo”.

Finalmente, si nos conmueve, como que nos ha de conmover, no dejemos intocables las miserias, pobrezas y hambres que nos encadenan desde hace 500 años. Como vemos, muchos siglos han transcurrido y transcurrirán muchos más arrastrando estas cadenas. Nos gritan nuestros hijos y nos señalan nuestros antepasados, cambiar de raíz esta calamidad. Niños y ancianos se disputan las calles pidiendo limosna, mientras la corrupción campea en el país y, hasta ahora, no hay ninguno que esté en la cárcel.

Dónde se encuentra tantísima riqueza que poseemos, ocupamos los primeros lugares, en el mundo, en la producción de harina de pescado, en una serie de metales; damos de comer a los gustos más exigentes del mundo con nuestra agricultura, y nosotros “MUERTOS DE HAMBRE” ¡Qué injusticia! Hagamos algo o hagamos todo, pero hagámoslo.

El ex secretario General de la ONU, José Miguel Insulza decía, saben por qué son pobres los pobres, por que votan por sus mismos opresores y hambreadores y, decimos nosotros, por nuestros mismos ladrones. Enterrémoslo con nuestro desprecio y que nunca más gobiernen el país. Hoy vienen reciclados con “nuevos rostros” pero son los mismos. “VIEJAS ATADURAS CON NUEVOS NUDOS”

Econ. Juan Verástegui Vásquez

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