martes, 31 de diciembre de 2013

JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI: HUMANISMO, ESTÉTICA Y CONTEMPORANEIDAD (5-5)


 
CAPÍTULO IV
ENSAYO I.- CONSIDERACIONES FINALES
            1.- La crítica estética constituye uno de los momentos más significativos del pensamiento estético de José Carlos Mariátegui. Dicha crítica alcanza un grado importante de maduración en la estadía europea del pensador peruano (1919-1923). Una muestra de ello son los artículos enviados por el gran Amauta desde Europa publicados en lo fundamental en el diario limeño El Tiempo.
            2.- No aplica el peruano en el ejercicio de la crítica un esquema preconcebido válido para los distintos objetos. El esquema brota no pocas veces de la propia especificidad de la obra en cuestión. Debe señalarse que Mariátegui es el crítico culto, que avala su reflexión con el estudio a fondo de todas las obras posibles de la personalidad artística que enjuicia.
            3.- Su crítica estética es una expresión de su marxismo creativo y abierto. No se aferra a un canon universal de interpretación de la obra de arte, casi siempre consustancial a los estereotipos y sociologismos vulgares. Su espíritu marxista brota de la interesante dialéctica que establece entre artista-obra-tiempo histórico. Se constata en sus juicios críticos una apreciable influencia del pensamiento apocalíptico que prevalece en la conciencia filosófica europea de la posguerra sobre la decadencia de Occidente. A diferencia de los filósofos pesimistas de entonces, el peruano considera que del seno mismo de la civilización que tramonta, nacerá una nueva cultura: el socialismo.
Libro, págs. 241-242
            ENSAYO II.- CONSIDERACIONES FINALES
            1.- Entre Mariátegui, Amauta y las revistas cubanas Social y De avance se establece un estrecho vínculo profesional y afectivo. Estas publicaciones constituyeron una vía de socialización de la obra mariateguiana en la década del veinte del siglo XX en Cuba. Emilio Roig de Leuchsenring fue uno de los más fervientes (*) del pensamiento y la acción del gran Amauta entre los revolucionarios e intelectuales cubanos enrolados en la lucha contra Gerardo Machado y la injerencia norteamericana en Cuba. (*N.B. ¿divulgadores?)
            2.- El nexo que se establece entre Mariátegui y la vanguardia intelectual de Cuba en los años veinte, posibilita la recepción de la obra mariateguiana en la Isla, en los mismos momentos en que se producía un auge del movimiento revolucionario nacional. Dicha recepción quedaba desplegada en dos direcciones: por una parte la socialización de los escritos del gran Amauta en las publicaciones periódicas de izquierda como Social y De avance; y, por otra parte, en el estudio a fondo que realizan distintos intelectuales comprometidos con la necesidad de cambios en el país, de los escritos del peruano, no tan solo los de corte literario y estético, sino de aquellos estudios de carácter político y sociológico que aparecen formando parte de las obras, La escena contemporánea y 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana. Entre los intelectuales cubanos que conocieron los escritos de Mariátegui se encuentran: Emilo Roig de Leuchsenring, Juan Marianello, Medardo Vitier, Martín Casanovas, Raúl Roa, Adolfo Samora, Lino Novas Calvo, Jorge Manach y Félix Lizaso.
            3.- El proceso de purificación operado en el mundo intelectual y artístico del Perú a partir de Amauta, posibilitó la formación de una vanguardia intelectual y artística en ese país. Esto resultaba medular para la propia viabilidad de la misión histórica de la publicación. Para Mariátegui era vital que en una primera fase del devenir de la revista, se lograra cimentar dicha vanguardia, la que debía convertirse en voz de un movimiento y de una generación, bajo el principio de la beligerancia, de la polémica, el rechazo a la tolerancia de las ideas y a todo aquello que fuese contrario a la ideología de la revista así como a todo aquello que no tradujera ideología alguna.
            4.- A partir del editorial “Aniversario y Balance” que indicaba la segunda jornada de Amauta, la vanguardia intelectual y artística peruana quedaba imbricada a un proyecto político de emancipación social. La filiación de la revista a la ideología política socialista confirmaba el inicio de una fase cualitativamente superior en el itinerario de la publicación; atrás quedaban los calificativos que identificaban a los gestores de Amauta: “nueva generación”, “vanguardia”, “izquierdas”. Desde ahora, el ideal socialista y su plena realización en el Perú sería el centro de atención principal de la vanguardia revolucionaria nucleada en torno a Amauta.
            5.- La dimensión estética del concepto mariateguiano de creación heroica tiene que ver con la propia validez teórica de la interacción creación-originalidad-autenticidad para la producción estética del peruano. No debe soslayarse el hecho que antes de aparecer dicho concepto en septiembre de 1928 formando parte del editorial “Aniversario y Balance”, en algunos trabajos de Mariátegui se advierte de manera implícita lo que puede ser considerado como las conexiones germinales del concepto de creación heroica.
            6.- La articulación de la nueva vanguardia intelectual peruana al proyecto político emancipatorio del socialismo marxista constituye un hecho político de apreciable significación estética. Venía a confirmar la íntima convicción que tenía Mariátegui que arte y política no eran, en modo alguno, formas de creación humana incompatibles. La integración efectiva del artista a los reclamos de su tiempo tomaba plena coherencia en la misma medida que este fuere capaz de abrazar un ideal político de redención humana. De esta manera, los artistas peruanos articulados a la nueva vanguardia se convertían en intelectuales orgánicos de los desposeídos, de los explotados y marginados que constituían la gran mayoría de la sociedad peruana de finales de los años veinte.
            7.- El nexo entre vanguardia intelectual y proyecto político no representó una politización de la publicación que de hecho hubiese obligado a simplificar la gran variedad de espacios que siempre caracterizó a la revista. Esta siguió prestando la debida atención a las más disímiles temáticas; y en el campo propiamente artístico, las páginas de Amauta acogieron a los representantes de las más importantes escuelas y corrientes artísticas de América Latina, Norteamérica y Europa. Si bien era cierto que Mariátegui concedía una particular importancia al vínculo entre el arte y la política, no era menos cierto su oposición a la manera vulgar en que en ocasiones la política invadía al arte borrándose de esta manera los límites y especificidades de la creación artística. El peruano criticó siempre los sociologismos vulgares en la interpretación de la obra de arte, así como las recetas preconcebidas regidas no pocas veces por condicionantes extraestéticos, que desembocaban en un realismo (calco y copia de la realidad) que mutilaba la capacidad del sujeto de la creación.
Libro, págs. 277-279
            ENSAYO III.- CONSIDERACIONES FINALES
            1.- La inserción coherente de lo económico, lo político y lo sociológico en el método mariateguiano de crítica estética posibilitó la desacralización oportuna de no pocos puntos de vista (establecidos como axiomas matemáticos durante décadas en el Perú), que lejos estaban de captar la verdadera esencia del fenómeno literario y se complacían tan solo con hechos, descripciones, análisis unilaterales, que expresaban únicamente reflejos secundarios, cada vez más apartados de los nexos causales que explicaban verdaderamente las raíces de la problemática en el país andino.
            2.- El autor realiza en su ensayo un eficaz manejo de las fuentes pertenecientes a la historiografía literaria de su tiempo. Los elementos afirmativos que asume de Francisco de Sanctis y de Pedro Henríquez Ureña quedan coherentemente incorporados al enfoque crítico explicativo del proceso de la literatura en el Perú potenciado en el ensayo. Por otra parte la crítica a José de la Riva Agüero y José Gálvez deviene en una magistral exposición interpretativa de la producción literaria de estas figuras. En el primer caso, desentraña la raigambre hispanista y colonialista presente en sus estudios; y en el segundo caso, potencia la crítica y la asunción creadora: rechaza el pasadismo de Gálvez a la hora de concebir su concepción de la literatura nacional así como sus posturas elitistas sobre el deber ser de la forma artística; sin embargo, asume del crítico peruano sus tesis sobre la pobre originalidad de la literatura en la etapa colonial y lo concerniente a la posibilidad de una literatura genuinamente nacional que en modo alguno marginaría al componente indígena.
            3.- Queda corroborado, a lo largo del ensayo, la eficacia del enfoque crítico-explicativo desplegado por el autor para desentrañar el espíritu del fenómeno literario en su país con respecto a otros países de la región, y a los esquemas sobre periodización de la literatura que prevalecía en Europa. Asimismo queda confirmada la viabilidad de la propuesta de periodización del proceso de la literatura en tres fases: colonial, cosmopolita y nacional
            4.- No se podrá entender el verdadero sentido de la propuesta mariateguiana de periodización de la literatura en el Perú, si no se comprende de manera cabal dos conceptos de máxima importancia en la meditación político-filosófica del autor: realidad peruana y nacionalidad en formación. En estos conceptos, hay que buscar decididamente el fundamento coherente que explica la necesidad de elaborar un enfoque de interpretación del proceso de la literatura, a partir de las especificidades histórico-culturales de la realidad particular. Esta empresa la lleva a cabo Mariátegui sin el más mínimo asomo de hiperbolización del papel de los factores extraestéticos que como regla conduce a los sociologismos vulgares. La acción recíproca entre los factores literarios y los factores extraliterarios resulta cuidadosamente presentada por el autor, quien no pierde de vista la propia dinámica de la problemática objeto de estudio.
            5.- El autor, en su estudio potencia lo que puede llamarse el método crítico-apologético y el método crítico-desacralizador. El primero está orientado, en lo fundamental, a justipreciar la obra de distintas figuras del panorama literario del Perú; que en unos casos había sido marginada por un tipo de estudio crítico saturado en el fondo de un espíritu colonialista, y en otros casos pasaba simple y llanamente inadvertida para la crítica limeña. Baste señalar en esta dirección los estudios críticos sobre: Mariano Melgar, Ricardo Palma, Abelardo Gamarra, César Vallejo y Magda Portal. El segundo está dirigido en lo fundamental a desentrañar la raigambre hispanista y colonialista presente en la creación literaria de figuras como José Santos Chocano y José de la Riva Agüero. Aquí el análisis crítico se convierte en una propuesta de interpretación de la obra de dichas figuras que contrasta en lo esencial con los estudios que, hasta ese momento, habían prevalecido en los medios intelectuales básicamente capitalinos.
            6.- Por otra parte, el autor introduce lo que puede calificarse como un estudio de nuevo tipo, en la medida que revela mediante un enfoque crítico-explicativo la dinámica del proceso de asunción de los elementos foráneos por parte de las figuras que expresan en sus creaciones una postura contraria al españolismo o hispanismo colonialista. En este sentido, cabe destacar el hecho, que si bien es cierto que el autor enfatiza en la recepción acrítica de los decadentismos occidentales por los representantes del período cosmopolita de la literatura en el Perú, no es menos cierto que valora en su justa dimensión los méritos artísticos de figuras como Manuel González Prada, Abraham Valdelomar y José María Eguren.
            7.- El ensayo mariateguiano mantiene una vitalidad intrínseca, que ha enfrentado felizmente el embate del tiempo transcurrido desde su publicación hasta la actualidad. Dicha vitalidad brota del método empleado por el autor en su exégesis del proceso de la literatura. Aquí las herramientas metodológicas están potenciadas en función de un enfoque crítico-explicativo con un sentido de totalidad social; es decir, el devenir del fenómeno literario visto en sus nexos con el proceso histórico; y por consiguiente, en estrecho vínculo con las condicionantes económicas, políticas y sociológicas. El ensayo deja una máxima para aquellos que ejercitan la crítica estética: la necesidad de concientizar y potenciar un método que esté en correspondencia con los propósitos del estudio crítico y con las especificidades de una problemática objeto de estudio insertada en un contexto particular.
Libro, págs. 319-321

EPÍLOGO
            La interconexión que se establece entre electivismo crítico-creador y problemática filosófica, se convierte en la cuestión clave para determinar las fuentes teóricas de la reflexión filosófica y el peso específico de cada una de ellas. Dicho electivismo evidencia la asunción del método, la concepción del mundo, el proyecto político del marxismo clásico y de la teoría revolucionaria de los líderes de la Revolución rusa en las condiciones de la fase imperialista, lo cual deviene filiación político-filosófica que corrobora cómo el marxismo y el leninismo constituyen las fuentes teóricas básicas de la meditación filosófica.
            Entre las reflexiones de Mariátegui y Gramsci, existen marcadas confluencias, analogías y paralelismos. En el nivel de hipótesis se advierte lo que puede definirse como las confluencias en el rango de la problemática filosófica; es decir, ambas meditaciones potencian un marxismo que rescata la subjetividad frente al evolucionismo y las corrientes socialdemócratas y, por otra parte, y de manera paralela, dichas meditaciones se van orientando al diseño de los fundamentos metafísicos de una voluntad de acción revolucionaria dirigida a la transformación de una realidad social específica. Tal enfoque resulta más coherente que las posturas teóricas que pretenden desentrañar posibles influencias del pensador italiano en el socialista peruano.
            El nexo entre electivismo y problemática filosófica permite clarificar cómo los aportes de las demás fuentes: Georges Sorel, Henri Bergson, Federico Nietzsche, Benedetto Croce, Piero Gobetti, Miguel de Unamuno y Sigmund Freud, se concentran en lo fundamental en la dimensión de la subjetividad, lo cual enriquece a un marxismo que rescata la subjetividad y la necesidad de la modificación revolucionaria escamoteada por el gradualismo y las corrientes socialdemócratas con sus exégesis evolucionistas de la crisis mundial. Todo ello concretado en el plano político-práctico con la puesta en tensión de los factores subjetivos para la transformación del tejido social específico: la realidad peruana.
            Por otra parte, en la meditación filosófica la concepción del hombre se revela en el vínculo entre las multitudes y las élites. El reconocimiento del papel protagónico de las multitudes en el devenir histórico, no desemboca en la acomodaticia actitud teórica de diluir la personalidad humana en el concepto de multitudes; por el contrario, en este sentido el autor se pronuncia por lo que puede definirse como la “identidad existencial” de los dos polos que interactúan en dicho proceso dialéctico, es decir, el nexo indisoluble entre individuo y masas oprimidas. En torno a este particular, queda evidenciada la tendencia a privilegiar en la reflexión el papel de las élites revolucionarias con respecto al papel de las grandes personalidades; de esta manera, lo que en el plano teórico general aparece como la interconexión de hombres imaginativos y multitudes, se concreta en el plano político-práctico en la dialéctica entre élites revolucionarias y las clases sociales que integraban las fuerzas motrices del cambio social en el Perú.
            Asimismo, en la reflexión filosófica, el hombre aparece desplegado en sus dimensiones metafísica y práctica. La concepción del hombre y el mito afirma el papel activo de la subjetividad humana frente al racionalismo cientificista, que tiene como expresiones principales el positivismo y el fatalismo ramplón, presentes en buena medida en las versiones economicistas y materialista vulgares del marxismo ortodoxo de la II Internacional. Dicha concepción queda fijada a la órbita de los resortes volitivos del proceso de modificación social; los cuales son puestos en tensión en función de la indagación orientada a la movilización de las fuerzas portadoras de la liberación social en el Perú de la época.
            El humanismo práctico, por su parte, se sustenta en el alcance creador y liberador del proceso de trabajo, en los fines redentores de la revolución social y en lo que Mariátegui define como la nueva acepción del dogma. Aquí el mito deviene revolución social, el dogma expresa la doctrina de un cambio histórico y principio cardinal que garantiza la libertad creadora, la función germinal del pensamiento. Todo ello se traduce en la revolución socialista como el mito de los nuevos tiempos, concretada en un proyecto específico de redención social, concebido desde el nuevo dogma, el marxismo. En esta dimensión se produce una ruptura en los niveles de acepción, sentido e intencionalidad del discurso con respecto a los exponentes del idealismo filosófico.
            Entre tanto, su optimismo histórico se revela a través de la lectura revolucionaria de la crisis mundial de la posguerra, que fundamenta el proceso de decadencia de la civilización capitalista; a la vez advierte el advenimiento de un período revolucionario, cuya expresión política inicial era la Revolución rusa. En esta dirección la reflexión clarifica cómo de la vieja y agotada civilización burguesa emergería una nueva cultura: el socialismo. Tal postura no queda reducida a su componente político, pues el autor corrobora el germen de un mundo nuevo en las distintas expresiones de la conciencia intelectual de la época mediante la crítica al escepticismo y el nihilismo históricos.
            Cabe señalar, en esta dirección, que el tono optimista de la meditación se sitúa también en la óptica de la transformación necesaria e inevitable del tejido social, afectado por una profunda crisis multilateral. Es así como el optimismo histórico deviene crítica conceptual del contexto histórico-social de la posguerra, de la cual brota una proyección del futuro que pasa inevitablemente por la praxis revolucionaria como instrumento indispensable para la real y efectiva crítica superadora del presente.
            Por otro lado, la interpretación del determinismo filosófico marxista se sustenta en la explicación de la conexión dialéctica entre determinismo económico y factores subjetivos. Queda evidenciado el reconocimiento del papel determinante, en última instancia, del factor económico en la vida social, aunque a la vez se realiza una crítica coherente a las tentativas que pretenden convertir la concepción materialista de la historia de Marx en un pasivo y rígido determinismo. A su vez, el concepto de libertad es desarrollado en su dimensión histórico-concreta, lo que presupone tanto la contextualización de las formas evolutivas de dicho concepto, atendiendo a los estadios del proceso histórico como el enfoque clasista que lleva al autor a plantearse la praxis revolucionaria por el socialismo como el camino que debía conducir a la emancipación integral del hombre, lo que suponía una libertad más plena.
            Asimismo, la meditación en torno a la libertad puntualiza las determinaciones económicas que, en última instancia, explican los espacios de libertad alcanzados en las distintas formaciones sociales. Queda patentizado que si bien no existe una libertad abstracta general y ahistórica, tampoco existe una libertad agitada al vacío desprovista de su contenido económico y clasista. Las nociones de libertad han sido elaboradas por las clases dominantes que, en los diferentes regímenes económico-sociales, han implantado su propia cosmovisión ideológica en sintonía con sus intereses clasistas. De esta manera determinismo y libertad aparecen imbricados en la trayectoria de la reflexión filosófica.
            En otro sentido, cabe notar que las concepciones sobre revolución social y socialismo confirman, por un lado, la impronta de las ideas de Marx, Engels y Lenin sobre este particular y, por otro, el papel modificador de las circunstancias que, en el caso del Perú, implicaba el estudio a fondo de su proceso histórico para revelar irregularidades, anomalías, especificidades y, a la vez, la elaboración de un diseño de la realidad nacional peruana de la época, de donde brota el verdadero curso de lo real, que impone los ajustes prácticos de los principios cardinales y las problemáticas teóricas asimiladas del paradigma marxista.
            Para Mariátegui, la revolución social constituye un proceso de modificación radical y multilateral de la sociedad peruana de su tiempo, que comprende desde la socialización de los medios productivos, la toma del poder político de las clases explotadas contra el bloque gamonalista, oligárquico e imperialista, hasta la renovación completa de la vida social. Se trataba de una revolución socialista, que en las condiciones del Perú supone el componente antiimperialista, agrario y nacional revolucionario.
            Finalmente, la meditación evidencia la articulación del proyecto socialista con la cuestión nacional y la problemática indígena, lo que significaba peruanizar al Perú, en tanto que nación socialista. Dicho proyecto comprende el proceso de concreción de una voluntad de acción revolucionaria bajo la égida de los fundamentos metafísicos que explican el papel activo de la subjetividad en la transformación social, así como la imbricación entre socialismo e indigenismo, que representa la piedra angular de la comprensión del socialismo como creación histórica, lo cual se traduce, fundamentalmente, en la determinación de las tradiciones comunitarias con el ideal socialista moderno y en el despliegue de las potencialidades revolucionarias del trabajador y el campesinado indígenas.
Libro, págs. 323-327
            Nota.- En sus NOTAS INTRODUCTORIAS A LA SEGUNDA EDICIÓN AMPLIADA, Antonio Ambrosio Bermejo Santos señala que buena parte de su libro “está conformada por el material teórico-conceptual que sirvió de soporte a mi tesis doctoral, Significación Filosófica del Humanismo y la Liberación Social en José Carlos Mariátegui, presentada ante el Tribunal Nacional de Ciencias Filosóficas y el Ministerio de Educación Superior de la República de Cuba, en diciembre del 2003”
El marxista cubano siguió trabajando en su investigación, y para la edición de 2010 presenta sus Tres Ensayos y Epílogo “enmarcados en el pensamiento estético mariateguiano; sin duda, una de las zonas de meditación donde se revela la significación filosófica del legado, y a la vez, la heterodoxia de un marxismo abierto y creativo”
Todo el libro tiene gran valor. Al leer esta corta serie, seguramente muchos activistas buscarán cómo acceder al libro completo. Aún más, surgirá el esfuerzo por editarlo en nuestro país. Será un gran aporte de las Nuevas Oleadas de Activistas.
                                                                Ragarro
                                                               30.12.13

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