Paulatinamente
en el planeta se ha ido comprendiendo que existen sistemas
comunicativos los cuales, en vez de servir como mecanismos de
concertación y verdad, se convierten en herramientas de corrupción,
infiltración, sabotaje, falsedad y ocultamiento de la realidad.
La
televisión es un instrumento mortífero cuando sirve a intereses
transnacionales, de la guerra, de la apropiación indebida de la riqueza
mundial, pues difunde deformación, esconde la verdad, selecciona hechos
que agreden a la dignidad humana, se parcializa con la falsedad, etc.,
sin ofrecer la oportunidad de contrastar lo dicho. Es especialmente
válido cuando no se admiten contradictores en los espacios televisivos
y, si alguno se atreve, muy pronto es cortada su intervención y nunca
más se vuelve a invitar. Así es la “democracia” en la televisión.
El ejemplo más claro y reciente es el comunicado del gobierno Trump emitido por CNN, BBC y
cadenas asociadas condenando a Nicaragua por el denominado uso excesivo
de la fuerza por la policía durante las protestas, sin concentrarse en
la violencia organizada desde el exterior ni en lo sustancial, en tanto
es una reforma que afecta a las pensiones y mantiene la edad de
jubilación en 60 años, así como el tiempo laborado para su otorgamiento
en 15 años. Lo básico en la televisión es destruir la imagen país.
Sin embargo, ésta “olvida” el genocidio en Gaza donde francotiradores
se entrenan con blancos estáticos correspondientes a menores de edad
palestinos, sin condenar la violencia ni el uso excesivo de la fuerza
por parte del ejército contra los civiles que ejercen su derecho
constitucional a la libertad de expresión y reunión. De igual modo, en
Yemen donde han entregado armas tóxicas a Arabia Saudita y se quejan de
los gases en Siria que sus patrocinadores han aportado a los terroristas.
No dice nada de Honduras donde fueron asesinados muchos dirigentes y su
mandatario es producto de un fraude directo en clara violación a la
Carta Magna de ese país.
Todo ello desaparece de las imágenes.
En estos momentos se hace pública una entrevista al presidente de
Francia, Emanuel Macron, quien sin avergonzarse manifiesta que Siria
debe ser ocupada por los galos, Gran Bretaña y USA para construir un nuevo país,
y la televisión no confronta su arrogancia y maldad pues está diciendo
que miles de niños, mujeres y hombres deben ser eliminados de este
planeta porque este engendro así lo cree.
Cuando el número de asesinados en Gaza llega hoy a 40 y el número de
heridos supera los 1200, la televisión muestra a Nicaragua o Venezuela. Esta manipulación es un peligro para adquirir conciencia de la realidad.
La televisión occidental amplifica lo que ordenan las agencias de
inteligencia dedicadas al manejo de la propaganda en el mundo, cuya
subrepticia organización no se muestra aunque todo indica que la verdad
es así: “extrañamente” la misma noticia aparece al unísono en todos los
programas noticiosos con interpretación similar; de igual modo siempre
en contra de Rusia, Irán, Venezuela, países dignos y ahora Nicaragua. Es
decir, todo es un reloj de tiempo para ocultar, atacar y crucificar.
La inexistencia de pruebas y la facilidad de criminalizar con
titulares es impresionante. Todo ello indica una oficina especializada o
en términos de Orwell, la fundación del Ministerio de Propaganda en el
cual el odio es su principal anti principio.
Sharon Burke de CNN es explícita en atemorizar al
pueblo estadounidense diciendo: “Ahora, los rusos han llegado de verdad y
se han infiltrado en cada rincón del país con el único objetivo de
perturbar el estilo de vida estadounidense”, manifestando el peligro de
que mucha gente tenga una opinión favorable sobre Vladimir Putin. Aún
más, los ciudadanos deben estar aterrorizados pues supuestamente han
estado hackeando la infraestructura estadounidense, dejando posiblemente
al país sin electricidad.
La gran alternativa para la gente autónoma, decente, es utilizar la
Red, la cual pese a ser controlada por la Corporatocracia, permite
determinados grados de independencia. De igual modo, pedagogizar
permanentemente respecto al carácter ideológico de la programación y su
efecto subliminal. Compartir la idea que el objetivo de muchos gobiernos
es atosigar al televidente con titulares que confirman la mentira sin
explicar nada, para hacer creer en algo que no es verdad.
Cabe destacar que los movimientos estudiantiles se han convertido en
grandes enemigos del fascismo y las dictaduras en democracia
restringida, cuyas marchas por las calles son cortadas fílmicamente en
todo el proceso y mostradas al final solamente. El último
ejemplo es la mega manifestación en Chile, donde sólo se supo de la
supuesta anarquía de la juventud y no se analizó la esencia del
problema: lucro, privatización, mercado, asfixia económica a las
familias, pénsum cuadriculado e irreflexivo, participación limitada en
la decisión escolar y universitaria, sin poder de decisión.
Habría que preguntarse: ¿Cuándo la televisión latinoamericana de
carácter sumiso permitirá la confrontación de ideologías contradictorias
para hablar, eso sí, de algún nivel de libertad?
¿Cuándo los gobiernos neoliberales dejarán de obstaculizar las
emisoras de radio comunitarias, la prensa popular, la televisión pequeña
y legítima de sectores desprotegidos?
¿Cuándo la televisión occidental mostrará a los asesinos del siglo XXI y pedirá una sanción estricta para ellos?
La respuesta es tajante: cuando ese sistema deje de ser un arma
mortal para la Humanidad y esté dirigida por los pueblos dignos del
mundo. Afortunadamente este proceso, aunque lento, avanza y así se dará a
pesar de la arrogancia de gente insegura y con baja autoestima, aunque
ostentando la fuerza del arma, como aquellos presidentes que se
atribuyen determinar el destino del planeta. En lo más íntimo, no
son poderosos sino pequeñas personalidades que ocupan el poder para
darse estímulos, aunque frente a frente a alguien en igualdad de
condiciones siempre son inferiores. Es lo que se llama la cobardía del
poderoso, únicamente “valiente” cuando está protegido y denigra al ser
humano.
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