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AP Photo / Claudio Furlan
Robert
Kaplan, quien formó parte del Ejército de Israel y colabora con Eurasia
Group de George Soros, arguye que "el neomaltusianismo del siglo XXI es
—y será cada vez más— de formaciones de masas, llevando la política a
extremos y colocando al centro político bajo amenaza", con la
geopolítica, factores demográficos y ambientales como la COVID-19.
En la revista
bimensual de corte sionista, The National Interest, Robert Kaplan,
conspicuo consultor del Pentágono, advierte sobre el inevitable mundo
neomaltusiano del siglo XXI de pandemias, cambio climático y luchas
geopolíticas.
En su libroLa anarquía que viene,
de 1994, sacudió al entonces presidente Bill Clinton, donde en el
subtitulo subsume su idea de corte escatológico: "cómo la escasez, el
crimen, la sobrepoblación, el tribalismo y la enfermedad destruyen
rápidamente la fabrica social de nuestro planeta" que, de cierta manera,
era el preludio de su congénito neomaltusianismo, en donde suele echar
la culpa a las víctimas, mientras soslaya la etiología del
neoliberalismo financierista global y el avasallamiento de la pusilánime
clase política a los banqueros de Wall Street y La City.
Kaplan, un neomaltusiano consuetudinario, reinterpreta a su inspirador y deduce que un mundo sobrepoblado tendrá una dinámica geopolítica distinta
y sumamente ominosa cuando las pandemias, como ahora la COVID-19, serán
los ineludibles acompañantes naturales del inescapable mundo
neomaltusiano.
En 1798, casi 10 años posteriores a las turbulencias de la Revolución francesa, el economista y demógrafo británico Thomas Malthus, en su muy discutido y discutible Ensayo sobre el principio de la población,
vaticinó en forma errónea —por lo menos en los pasados 222 años— que la
población aumenta en forma geométrica, mientras el suministro de
alimentos se incrementa únicamente en forma aritmética.
Su
grave equivocación provino de que el genio humano y la parte benigna de
la tecnología aumentaron en forma exponencial el abasto de alimentos,
obvio: en las regiones de los grandes productores agrícolas del mundo.
En la reinterpretación sui generis de Robert Kaplan, Malthus
imaginó que la enfermedad, la hambruna y la calidad miserable de vida
entre los indigentes, todo sumado de una pésima urbanización, tendrían
efectos políticos deletéreos.
En el mundo neomaltusiano del coronavirus, Kaplan juzga que el
economista/demógrafo británico del siglo XVIII "ayudó a introducir el
tema de los ecosistemas en la filosofía política contemporánea".
A su juicio, Malthus vislumbró primordialmente al hombre como una especie biológica afectada por las condiciones naturales y las densidades en las que habitamos al planeta.
Kaplan opera malabarismos sofistas cuando alega que "quizá la razón
por la cual Malthus siempre ha sido denunciado de estar equivocado es
debido al mordaz temor que existe de que en un cierto nivel básico tiene
razón".
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REUTERS / Lucas Jackson
Juzga
que "proferir que el mundo está sobrepoblado constituye un peligroso
juicio de valor" ya que "es la gente la que deberá decidir tener hijos".
Kaplan no propone la despoblación obligada y/o voluntaria ni la
eutanasia ni la eugenesia, pero se queda a un paso de sus umbrales
cuando enfatiza que "un mundo más poblado tendrá una dinámica
geopolítica diferente y potencialmente peligrosa".
Es evidente que opera una distinta "dinámica geopolítica" poblacional
cuando se contrastan los siete millones de habitantes de Israel a los
1.800 millones de los 57 países que conforman la Organización de la
Conferencia Islámica, no se diga los 1.400 millones de China y los 1.300
millones de la India.
Aporta una perogrullada sobre la "escasez del agua y la
desertificación, ecos de antecedentes ambientales en la Primavera Árabe y
en la Guerra de Yemen", donde los "jóvenes masculinos en los países más
frágiles" son "quienes causan las revueltas políticas".
Alardea que desde febrero de 1994, planteó en un artículo para The Atlantic, que el "medio ambiente natural" sería "el tema de seguridad nacional del siglo XXI.
Sentencia que la "naturaleza es ahora un factor que de cierta forma
no existía durante la guerra fría entre EEUU y la URSS", y que, en el
mundo neomaltusiano de hoy, "las rivalidades de las grandes potencias
entre EEUU y China y entre EEUU y Rusia serán elementos interactivos
dentro" del "desorden mundial" más que sus "primeros instigadores".
Aduce que las "pandemias, como la letal influenza española de 1918, serán el acompañante natural del mundo neomaltusiano",
como el coronavirus de China "que constituye el evento geopolítico más
significativo desde la gran recesión de 2008 y 2009 y que amenaza la
reputación y quizá eventualmente la supervivencia de algunos regímenes".
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Sputnik / Sergey Safronov
El
israelí estadounidense Kaplan nunca ha ocultado su islamofobia, en
particular al "radicalismo islámico" que, a su juicio, se encuentra
"orgánicamente relacionado a las tendencias neomalthusianas" conforme
las poblaciones en el mundo árabe e Irán se dispararon en las pasadas
décadas y cuando su religión tiene que ser reinventada,
mientras la "combinación de urbanización, cambio climático, tierras
pobremente nutridas cada vez mas y, en algunos casos, la creación de
nuevas clases medias que empujarán la migración del sur del Sahara
africano gradualmente hacia el norte de Europa en el curso del siglo
XXI".
Enfatiza que "el cambio climático y las crecientes poblaciones no
provocan guerras y levantamientos", pero "interactúan con causas
sectarias, étnicas y políticas, empeorándolas". Argumenta que las redes
sociales no están directamente relacionadas al crecimiento de la
población y a la urbanización, pero intensifican sus efectos, al incitar
la sicología de las masas y el "instinto borrego".
Sobre la sicología de las masas, el universalista francés Gustave Le Bon se adelantó un siglo a Kaplan.
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REUTERS / Brian Snyder
La
diferencia entre la sicología de las masas de Le Bon con la de Kaplan
radica en la globalidad y la velocidad de su interacción, las cuales, a
mi juicio, propenden a su balcanización, como reflejo de los
regionalismos geoeconómicos y de las esferas de influencia” entre las 3 superpotencias EEUU/ Rusia/ China del nuevo (des)Orden Tripolar.
Kaplan padece agorafobia —pánico obsesivo-compulsivo a los espacios
abiertos— del "mundo neomaltusiano del siglo XXI", donde "existen
lugares habitados por extensas conurbaciones urbanas, en lugares
ambientalmente frágiles donde los seres humanos en amplios números nunca
pensaron vivir en primer lugar" y que "exacerbarán las supertormentas,
los terremotos, las sequias, las inundaciones y los incendios" y, para
cerrar con broche de oro, la vorágine de las pandemias: ¡Apocalipsis Ahora!, según Kaplan.
Juzga que la geopolítica continuara a cambiar en varios formas
directas, indirectas y ambiguas, conforme la especie humana se
incremente a 11.000 millones antes de estabilizarse".
Sentencia
de "no esperar un resultado lineal de las nuevas batallas de las
grandes potencias, como lo fue la Guerra Fría", mas de corte ideológico,
y que ahora lo que "se encuentra delante de nosotros será una
interacción de ideologías y la naturaleza misma", donde se acoplan las
enfermedades y los trastornos políticos.
¿No conviene que de nueva cuenta se equivoque Malthus, 222 años mas
tarde, ahora de la mano de su reinterprete escatológico Kaplan?
Cabe destacar que también Kaplan se equivocó con su anarquía de
hace 26 años, cómo se equivocó tremendamente su coetáneo
sensacionalista: el nipón estadounidense Francis Fukuyama y su
alucinante Fin de la Historia con su histeria.