Por Hugo Salinas
Los 380 soles otorgados por el gobierno de Martín
Vizcarra a aquellas familias que deben observar un “aislamiento social
voluntario” y que no cuentan con recursos financieros para vivir el día a día,
por un lado, no está mereciendo la atención esperada de los medios de
comunicación y, por otro lado, es una medida que los otros gobiernos de América
Latina no se atreven a seguir. ¿Por qué?
Primero, porque el resto de la población se daría cuenta
rápidamente que los 380 soles es totalmente insuficiente para que viva “una
familia” durante 15 días. Sin exagerar mucho, pongamos a nuestro millonario
Romero en aislamiento social voluntario, y que él y su familia vivan durante 15
días con 380 soles. Sin lugar a dudas que sería como meterlos en una hoguera
infernal imposible de soportar.
Segundo, y es esto lo que preocupa a los medios de
comunicación y a los otros gobernantes de América Latina, el hecho de que
rápidamente se pondría en evidencia que son millones de familias que viven sin
recursos monetarios y sin esperar que el coronavirus se haya hecho presente.
Esta realidad que debería hacer explosionar a toda población, es cuidadosamente
escondida de los ojos del resto de la sociedad y de los propios afectados.
Tercero, y esto es aún más preocupante, que vivimos en
una sociedad que no tiene nada de “Sociedad”. ¿Qué queremos decir con ello?
¿Cómo es que podemos vivir en una “sociedad” que no es Sociedad?
Y, quien creyera, esta aparente contradicción, es tan
evidente que día a día nos nubla los ojos y, quizás por ello mismo, no logramos
visualizarlo en toda su profundidad y maldad.
Vivir en sociedad no quiere decir solamente que podemos
conversar los unos con los otros. Vivir en sociedad es algo más esencial. Es
algo del cual gozaban los pueblos originarios del Tawantinsuyo, en nuestras
tierras del Abya Yala, y los pueblos originarios del antiguo mundo occidental.
No es suficiente que nos tratemos de “hermanos” para que
exista sociedad. El real lazo de hermandad viene sellado por algo más tangible
a nivel del conjunto de los miembros de una comunidad.
La verdadera hermandad es fruto de que la totalidad del
resultado de la actividad económica vuelve a la totalidad de los miembros de la
comunidad en partes más o menos iguales. Y, en términos más simples, diríamos
que la totalidad de la cosecha de papas de una comunidad es consumida por toda
los miembros de la comunidad en partes más o menos iguales.
Este estado de situación, del cual gozaron nuestros
antepasados haría mucho más simple un “aislamiento social voluntario”. Es
decir, esta base real haría mucho simple el manejo social de situaciones como
la que nos presenta el coronavirus.
Esta realidad de nuestros antepasados no existe ahora. En
nuestra “sociedad” actual, la casi totalidad del resultado de la actividad
económica de un pueblo, es apropiado, manejado y consumido a su antojo, por una
ínfima minoría de la población.
En estas condiciones, realizar un aislamiento
“voluntario” es imposible y, me atrevo a decir, criminal. Es por ello la
urgencia de recurrir a las fuerzas policiales y militares.
Lo más correcto sería, ante un caso de emergencia
nacional, que los 380 soles por familia se eleve a una cantidad que permita
atender las necesidad básicas de esa familia y, segundo, que esta medida se
extienda a la totalidad de la población nacional que requiera esta ayuda, y no
solamente a dicha población de las “ciudades”.
Pero, sin lugar a dudas, estas medidas están lejos de ser
adoptadas por gobiernos de Democracia Representativa, al servicio de esa
minoría todopoderosa. Como ejemplo baste anotar cómo Vizcarra, en medio de la
pandemia, da amplias facilidades a la gran minería. Ellos, los “mineros” siguen
acumulando millones de millones de dólares, mientras las gentes, de aquí como
de allá, mueren como zancudos.
Este coronavirus y los 380 soles de Vizcarra nos deben
hacer reflexionar. Es urgente cambiar el modelo socio-económico imperante para,
así, poder resolver en mejores condiciones todos los retos que significa
construir un futuro mejor.
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