domingo, 11 de septiembre de 2022

ALFREDO TORERO




ALFREDO TORERO,
ENALTECIENDO
LA VIDA
Danilo Sánchez Lihón
1. Él nos abre
el camino
Alfredo Torero fue antropólogo y lingüista, quien ha contribuido con aportes fundamentales en estas materias; nacido en Huacho, al norte de Lima, Perú, el 10 de septiembre de 1930, y cuto deceso ocurrió en Valencia, España, en el año 2004.
Estudió la educación primaria en el colegio San José de los Hermanos Maristas de su ciudad natal y fue estudiante interno del Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe de Lima, donde descubrió la gran diversidad de lenguas que traían sus compañeros de estudios provenientes de las diversas regiones del país.
Desde esa época datan sus primeros apuntes sobre las lenguas andinas del Perú profundo, y ya en aquel tiempo nace su enorme vocación por profundizar en sus apreciaciones sobre esta materia efervescente, el hablar de la gente del ande, a partir de lo cual reconstruye la vida, la historia, la economía y la sociedad del Perú milenario.
2. Diversos
estudios
Este ámbito y esta proyección le abre el camino para ser el fundador de la Lingüística Andina, como de lo reconoce ya internacionalmente, perspectiva que la plasma en diversos estudios, principalmente a partir de su artículo “Los dialectos quechuas, publicado el año 1964.
Para ello sus estudios superiores los hizo en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, graduándose a inicios de la década del 60.
Y prosiguió estudios de doctorado en la Universidad de París, en Francia, que los culminó el año 1965 bajo la dirección del lingüista André Martinet, y para lo cual sustenta su tesis titulada: “El puquina, la tercera lengua general del Perú”.
3. Enalteciendo
la vida
De regreso al país fue docente en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, llegando a ocupar el cargo de Vicerrector. Por sus contactos con las comunidades nativas del ande y de la Amazonía, y el asumir la defensa de sus derechos, fue acusado de terrorista, encarcelado y torturado. Gracias a la campaña de la comunidad universitaria se logró su exilio en Europa.
Fue asilado político en Holanda, para finalmente fijar su residencia en Valencia, España, dictando cursos para las universidades de esa ciudad, como para la de Salamanca y Valladolid. En sus últimos años de vida solicitó al gobierno del Perú venir a pasar sus últimos días en su país de origen.
Se hizo una campaña nacional apoyando esta solicitud, la misma que fue denegada. Murió en Valencia, seguramente pronunciando los nombres de José María Arguedas, de José Carlos Mariátegui y del vocablo que en lengua puquina significa semilla, que se siembra en tierra, se torna en espiga y se carga de frutos que enaltecen la vida.

 

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