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EL CASO ALEGRÍA.- Si una denuncia equivale a una sentencia, entonces ya no necesitamos jueces ni fiscales. El proceso judicial estaría demás. La presunción de inocencia debería borrarse de la Constitución y sustituirla por presunción de culpabilidad. Nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario, eso dice el texto. ¿Quién determina la culpabilidad? Pues un tribunal, un juzgado, a cargo de un juez. Tienen que probarse los cargos. Para eso existen peritos y médicos legistas. ¿De cuándo acá el twitter se convirtió en tribunal y los pelotudos en jueces, testigos, peritos o fiscales?
Cuando un caso no pasa a ser materia de juicio es porque ningún juez encontró mérito procesal. Es así como se caen las falsas denuncias. Porque cualquiera te denuncia, basta ir ante una comandancia y acusarte de algo. Queda la copia y con eso se puede extorsionar al calumniado.
El consumidor de informaciones se ha pervertido demasiado en los últimos años. Las grandes revelaciones de increíbles corruptelas del actual gobierno terminan siempre en “habría incurrido” o “supuesta participación”. Usted cree en lo primero que le presentan, sin digerirlo ni masticarlo, sin contrastar la calumnia con la versión del calumniado. Lo peor: usted cree en cualquier fuente. Lo mismo le da un meme mal armado que los resultados de un proceso de investigación. Si lo hubiera, el investigado automáticamente en vuestra mente se convierte en sentenciado. Si fue investigado por terrorismo, para usted ya es un terrorista comprobado. Pero aquí ni siquiera se ha presentado una denuncia, sino el extracto de una supuesta denuncia, de modo que no podemos verificar su autenticidad (fecha, firma, sello, comandancia, etc).
Lo más lógico sobre el caso de Gonzalo Alegría sería sospechar de sus competidores. La acusación es un extracto de una supuesta denuncia policial que no se exhibe completa, sino en dos retazos. La supuesta denuncia de maltrato físico y psicológico, además de “intento de violación”, de pronto se convirtió en “violación”. Esto significa que Alegría pasó de ser insignificante a importante. Digamos “muy importante” según las verdaderas encuestas. Es indudablemente peligroso para grandes intereses que están detrás de las mafias de peajes y transportes: la torta es tan grande que vale todo para cautelar sus ilícitas ganancias. Alegría demostró con suficiencia técnica que el aumento del precio del transporte no se justifica y que los peajes fueron otorgados en concesión tras oscuros manejos que involucran a Susana Villarán y siguientes.
Gracias a ese consumidor irreflexivo y coprófago es que se puede sacar de competencia a un candidato que amenaza a las mafias señaladas. Mientras lo investigan, ya ganó el fascismo la alcaldía de Lima. Y se prestan para ello toda la cola que trota a ciegas detrás de la caviarada, coludidos con los prosélitos de Porki y Urresti, porque ya han coincidido con «que se vayan todos, adelanto de elecciones», tal como lo agita Keiko e incluso el actual presidente del Congreso. Parecen decirnos: ¡Al fascismo dile sí! No solamente hay que franquearles la entrada al municipio, sino que deberíamos otorgarle credibilidad a sus fuentes, con las cuales nos terruquean, nos calumnian y difaman. ¿Por qué no se suman al equipo de Willax y Beto Ortíz? Tenemos acusaciones serias, como la de una trabajadora violada por un parlamentario y por haber denunciado esa violación y seguir el proceso que corresponde a nivel judicial, la han dejado sin trabajo. Recuerdo que mientras esto se hacía público teníamos a una feminista en el Ministerio de la Mujer. Ahí sí que guardan silencio. y AHÍ LO DEJO, PRESUMIENDO SU INOCENCIA HASTA QUE SE DEMUESTRE LO CONTRARIO.
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