MARÍA
ROSTWOROWSKI:
"LOS
LIBROS SIGUEN REPITIENDO LAS MISMAS TONTERÍAS
QUE HACE
20 Ó 30 AÑOS"
(1-2)
13 AGOSTO 2015
4 COMENTARIOS
María Rostworowski
acaba de cumplir 100 años. En el 2007, compartió con Perú Económico su visión
de la historia del Perú y algunos recuerdos personales. Esta es la entrevista.
Foto: Andina
No existió la utopía de Garcilaso de la
Vega. Un país no es una maravilla desde todo punto de vista. Había pasiones,
odios, muertes.
Considera que las
élites en el Perú son descastadas e ignorantes; sin embargo, a los 92 años
[cuando se realizó esta entrevista] tiene esperanza en la juventud. María
Rostworoski, una de las más importantes intelectuales del país, cree que recién
hoy los peruanos empiezan a valorar lo andino y a entender lo que significa la
patria.
¿Qué aspecto de su
infancia en Europa la ha marcado?
-Mi primera navidad polaca. Acá no hay
pinos, pero recuerdo que allá fui al bosque en trineo con mi primo a buscar
uno. Después de la cena, en la hacienda de mi tío, él abrió las puertas del
salón y vimos el pino, era todo luces. Yo tenía seis años y lo veía enorme.
Habíamos hecho cadenetas para adornarlo. En esa época, en Polonia no había
electricidad en el campo, pero tenía velitas que lo iluminaban. Una maravilla
de luces. Esa es una verdadera navidad.
Siendo hija de
polaco, y habiendo pasado sus primeros años fuera del país, ¿cómo se forja en
usted la identidad peruana?
-No se forja al principio. Siento que me
jala el Perú por un lado y Polonia por el otro. Mi padre por un lado, mi madre
por el otro. Cada uno me quiere “en su cancha”. Y yo me siento jalonada.
Cuando estoy
viviendo en Polonia, me caso con un polaco, y no me siento totalmente a gusto.
Vivimos en la hacienda de mi suegro, donde teníamos una casita al lado del
palacio, porque era un verdadero palacio. Pero yo quería conocer el Perú. Tenía
curiosidad. Entonces decido marcharme al Perú. No quería permanecer en Polonia.
Le dije a mi marido: vienes conmigo o te quedas, pero yo me voy. Y se vino.
¿Qué edad tenía
usted?
-Tenía 19 años cuando llegué al Perú. Al
principio me fue muy duro acostumbrarme a Lima, porque había vivido mi niñez en
el campo polaco y en el campo francés. Venir acá era un cambio, indudablemente.
Me costó mucho trabajo acostumbrarme a Lima. Era todo muy gris, lo poco verde
que había era un verde ceniciento. Para mí, una revelación fue ir a Cusco por
primera vez. La luminosidad del Cusco me captó. Eso me congració. Y quería leer
una historia de los Incas, pero no había nada, nada escrito. Sólo encontré el
libro de (Sir Clement) Markham, un libro chiquito (The Incas of Perú), donde
hablaba mucho de Pachacútec. Se me ocurrió entonces hacer una biografía de
Pachacútec. Demoré 10 años entre leer todo lo que había que leer y escribir.
Salió en 1953: Pachacútec Inca Yupanqui.
¿Le chocó mucho la
pobreza en el Perú, o en Polonia era similar?
-La pobreza en Polonia era distinta, las
chozas de los campesinos eran bellas, siempre llenas de flores.
¿Qué fue lo que
más le impresionó para bien y para mal cuando llegó al Perú?
-Me disgustó la manera como los peruanos
son tan poco patriotas. Yo fui criada en un ambiente muy patriota, el polaco,
donde el país está primero. Y aquí tan despreocupados están que no les importa
nada del país, especialmente la parte andina, que sencillamente no existía, no
les interesaba. En ese sentido, francamente me decepcionaron en el Perú.
Lo que me gustó es
que los peruanos son más cálidos que los polacos.
¿Y usted cree que
ese desinterés por lo andino ha cambiado en estos años?
-Ha cambiado mucho, sí. La gente ahora
lee, viaja a otros países, se da cuenta de que en otros lados hay más
patriotismo. Entonces, empieza a comprender lo que significa la patria.
¿Usted no tenía
una formación formal en historia?
-¿Educación formal? Sólo tenía la que te
dan en el colegio. Tuve una muy buena profesora. Y en Inglaterra, donde estuve
en un internado, aprendí a hacer resúmenes. Eso me ayudó mucho. Pero más me
ayudó conocer el Perú. Me divorcié y después de 10 años me casé con Diez
Canseco, lo que me ayudó mucho a echar raíces, porque viajamos por el Perú. Eso
para mí fue una revelación, que Lima no era el Perú. Me dio más curiosidad para
estudiar e investigar.
¿Y es verdad que
con Raúl Porras Barrenechea usted aprendió a hacer fichas?
-Claro. Yo no tenía ninguna formación,
pero la tuve con Porras, que era un erudito, pero también un maestro innato.
¿Es la persona que
más influyó en usted intelectualmente?
-Por supuesto. Además de Porras
Barrenechea, John Murra también influyó en gran medida en mis investigaciones.
¿Usted cree que la
esencia de la peruanidad yace en lo andino o en lo criollo, o es que acaso no
hay contraposición?
-Hay contraposición, porque lo andino no
existía, había un desprecio total. Yo creo que para ser un país integrado, el
peruano debe reconocer lo andino, porque el país es las dos cosas, no se puede
separar lo andino de lo criollo, tiene que haber una unión de esas dos
identidades. Eso es lo que falta.
¿Cree que un país
con esa diversidad cultural es un país viable?
-Si hay voluntad, ¿por qué no? No somos el
único país que tiene una complejidad racial. Muchos países comparten la misma
característica. Y yo creo que mucho está cambiando. Cuando yo empecé me
preguntaban por qué estudiaba indios, por qué no estudias el Virreinato o la República.
Porque no me interesa, respondía.
Porras, incluso,
no estudiaba indios.
Pero yo creo que
algo influencié en Porras porque sus prólogos a las publicaciones de la
Gramática y el vocabulario de Fray Domingo de Santo Tomás son lindas
aproximaciones. También en el viaje de Riva Agüero del Cusco a Lima –relatado
en el libro Paisajes Peruanos–, Porras hace el prólogo y no sé qué me gustó más
si el libro o el prólogo. Creo que el prólogo (risas).
¿De qué se enamoró
usted en el Perú: de la historia, del mundo andino, de Pachacútec?
-Yo creo que del mundo andino, en general.
Su geografía, sus paisajes, hay mucha belleza en el Perú, el problema es que la
gente no viaja. Recién comenzaba el turismo interno cuando vino Sendero y otra
vez, 15 años sin salir de Lima, Lima la horrible. Es una ciudad fea, tiene
barrios bonitos, pero hay una despreocupación por Lima. Yo no sé que cosa les
interesa fuera de tener un departamento en Miami. Es el sueño del peruano,
vivir en Miami.
Es muy crítica con
las élites peruanas.
-Creo que no son elites. Son muy
ignorantes. Han destrozado Lima. Son descastadas. En la Plaza de Armas existía
una arquería de piedra. La botan para poner una de cemento. Ignorancia, pues.
Eso no es élite.
¿Tiene esperanza
de que eso cambie?
-En la gente joven sí. Lo que ha cambiado
hasta ahora es gracias a la juventud.
Tanto en la clase
dominante como en el pueblo que surge, esa es la esperanza. Ahora, si tendrán
los medios o una visión del Perú a futuro, sabe Dios. Pocos países son los que
han tenido bellezas y han dejado que se derrumben, porque no les ha importado.
Una preocupación mía es por qué, a la fecha, no hay pueblos bellos. Los pueblos
precolombinos, como Machu Picchu, tienen mucha belleza. Si vemos los pueblos
coloniales, también. ¿Por qué los modernos son tan feos? ¿Tan asquerosamente
feos? Sucios, mal construidos, sin una nota de belleza. Para mí, es alarmante.
Las reconstrucciones posteriores a un desastre natural son feas, nadie piensa
en la estética, en la belleza. Si nace espontáneamente es algo feo. ¿Qué pasa
con el peruano? Yo le pregunto a quien lea esta entrevista que encuentre una
explicación. ¿Por qué el peruano moderno no tiene belleza?
¿Se considera en
algún sentido una revisionista de la historia?
-No me considero especialmente revisionista.
Y sin embargo su
aporte ha sido el repensar la historia del Tahuantinsuyo.
-Claro, es que hay que repensar. En ese
sentido, el revisionismo es necesario.
¿Qué ha sido lo
más difícil de desmitificar respecto del Tahuantinsuyo?
-Lo más difícil es cambiar la mentalidad
peruana. Los libros de texto siguen repitiendo las mismas tonterías que hace 20
ó 30 años: Manco Cápac, Sinchi Roca… Eso es lo que saben, eso es lo que ponen.
Y que los peruanos se interesen por lo suyo, que no miren las huachaferías extranjeras.
Que miren lo suyo. Que se pregunten por qué esta loca de María Rostworowski
sigue pensando en el Ande. Porque hay belleza. Hasta el desierto de la costa
tiene belleza a la hora de la puesta del sol. Hay belleza, pero no sé si haya
ojos que la aprecien. Creo que no. Me gustaría que un psicólogo analizara esto.
¿Este es un
problema reciente?
-Yo creo que es republicano, porque el
Virreinato tiene cosas lindas.
¿Hay un problema
de autoestima colectivo?
-Yo creo que sí. Hay un problema con la
enseñanza de la historia. En el colegio, a los chicos los trauman, les cuentan
de un gran imperio y olvidan los tejidos de Paracas, por ejemplo, o el resto de
culturas. Pero además cuentan que un grupito de extranjeros venció fácilmente a
este maravilloso imperio. El chico entonces no quiere saber nada de los que se
han dejado vencer tan fácilmente. Eso yo también lo tuve y si no llego a
analizar la conquista de Cajamarca, no escribo un libro. Las causas son
conocidas, las visibles: la superioridad europea en cuanto a la pólvora, el
sable, el caballo. Pero lo importante es que hay causas invisibles. ¿Qué se
cocinaba entonces en el Perú de esa época? Eso no se ha estudiado. No existió
la utopía de Garcilaso de la Vega. Un país no es una maravilla desde todo punto
de vista. Había pasiones, odios, muertes. El Inca dejaba a los grandes señores
andinos en su puesto si se sometían, pero si no los cambiaba y ponía otros. En
todo caso, los dejaba empobrecidos, porque les quitaba sus mejores tierras, que
eran trabajadas por la gente del lugar, pero cuya cosecha se dirigía a los
depósitos estatales. Los mejores hombres eran enviados a la guerra,
forzosamente. Y no volvían, no sólo por las muertes en combate, sino por las
grandes distancias que debían recorrerse. O morían o se quedaban. Los mitimaes,
por otro lado, eran enviados lejos para cumplir tareas del gobierno. Los
grandes señores andinos estaban entonces deseosos de quitarse a los incas de
encima. Viene Pizarro y aprovecha la oportunidad. La reacción inca, con la caída
del Incario, es Manco Segundo, quien trata de hacer un movimiento andino, pero
no lo logra por la desunión, las envidias y las mezquindades. No fue un puñado
de españoles, sino la masa grande del mundo andino que apoyó a los invasores.
Los señores andinos no pensaron que Pizarro fuera a quedarse, y de ahí su
apoyo. Hay pruebas: Huacra Páucar, un curaca de Jauja, apunta en un quipu todo
lo que le da a los españoles, víveres, armas, medios de transporte. Le quitan
su apoyo a Manco Segundo y se lo dan a Pizarro. Luego, ya establecida la Real
Audiencia, este gran señor andino de Jauja hace traducir su quipu al español,
en un documento que se ha encontrado, y pide una encomienda a cambio de los
favores prestados, y por supuesto se la niegan.
¿Es verdad que la
rebelión de Manco Inca, sitiando Lima y Cusco, estuvo cerca de triunfar?
-Es cierto, y es también una prueba del
apoyo a los españoles y no a los incas. Manco Inca manda un ejército para tomar
Lima. Estaban entrando por el río, aprovechando las piedras y los guijarros que
frenaban a los caballos españoles. Pero de buenas a primeras, según la crónica
anónima, se van. ¿Qué había pasado? La concubina de Pizarro era Inés Huaylas
Yupanqui, hija de Huayna Cápac y de la curaca de Huaylas. Ella llamó en auxilio
a su madre, quien mandó un ejército para luchar a favor de los españoles. Ahí
se ve la conducta de los grandes señores andinos.
¿Qué hubiese
pasado, en su opinión, si triunfaba esa rebelión?
-Probablemente hubiese llegado una armada
española, con refuerzos…
Es decir, la
conquista era irreversible…
-Yo creo que era irreversible.
Y avanzando en el
tiempo, un par de siglos más tarde, ¿qué hubiese pasado si triunfaba la
rebelión de Túpac Amaru?
-Difícil que ganara. Hay un dicho polaco: Rebe debe abe latabe berebe: si esto o
lo otro hubiese pasado, hasta los peces volarían. No se puede predecir. Hay
muchos imprevistos en la historia.
¿Qué temas faltan
investigar en la historia del Perú?
-Hay mucho por investigar. Depende mucho
del éxito en hallar manuscritos, y de ir a archivos y estudiar. Lo que yo hacía
también era ir con el manuscrito al campo. Eso es absolutamente necesario, así
se entiende mucho mejor lo que dice el documento.
¿Sigue usted
investigando?
-No, ya no. Tengo 92 años.
¿Cree que la labor
de un investigador actual es similar a la de hace 50 años?
-La diferencia está en que se encuentran
nuevos documentos que van cambiando la visión.
¿Quién fue el gran
amor de su vida?
-Mi hija.
¿Ninguno de sus
esposos?
-Esa es otra cosa. Pero por mi hija hacía
cualquier cosa, que no hacía por mis esposos (risas).
¿Ha cambiado mucho
el espacio que se le permite tener a la mujer en la sociedad peruana?
-Claro, obviamente ha cambiado muchísimo,
pero todavía tiene que haber una presidenta.
¿Es usted
creyente? ¿Cree en Dios?
-Claro que sí.
¿Cómo ve la
muerte? ¿La siente cercana?
-Quisiera que venga de una vez. Yo digo
siempre: San Pedro se olvidó de mí.
¿Qué espera de la
muerte?
-Descansar. El hecho de no tener cuerpo
debe ser una maravilla.
¿Por qué?
-¡Porque no friega! (risas). Que tiene
sueño, que no tiene sueño, que tiene hambre, que no tiene hambre, y hay que
darle gusto, si no se rebela.
¿Si pudiera, qué
hubiera hecho distinto?
-Rebe
debe abe latabe berebe.
Pero, ¿se
arrepiente de algo en su vida?
-Me arrepiento de lo que no he hecho, más
que de lo que hice. Hacer un viaje en vez de no hacerlo. Tarapoto, por ejemplo.
Una vez, viajando de algún sitio a otro, el avión hizo escala en Tarapoto, y
hubiera querido bajar aunque sea al aeropuerto, pero nos tuvimos que quedar en
el avión. Lo vi tan verde, tan frondoso…
Comentarios
Semana Económica
Avatar
Miguel Angel Bayona, hace 2 días
-Impecable en su descripción y agallas
para decirlo sobre las Elites Peruanas, pues, además agregar que existe un
conventillo de cholulismo en Lima, donde se han acostumbrado a adularse entre
ellos para destacarse, sino fíjense los medios de televisión y las revistas de
la llamada clase alta, si no se toman una foto con uno del canal de televisión
o un político, no están contentos, es decir, destacarse a través de ¿ ?, es
reconocer que estamos en la farandulización mediocre y que no tiene nada nuevo
para aportar. Así estamos y los ecos se repiten sin destino productivo, Como
así también lo Andino no puede mostrarse en toda su belleza y en su esplendor que
la tiene. Lima y sus habitantes la desprecian y hasta sienten vergüenza de sus
cholos de nuestra sierra, la he conocido y es tan hermosa con sus paisajes
verdes, llenos de vida y sus habitantes los más tiernos y sociables a la hora
de trabajar en un objetivo en común..
Avatar
federico
Bustamante, hace 2 días
-Es muy poco probable que el Perú llegue a
ser una nación única. No hay patriotismo porque somos mutuamente excluyentes
entre las diferentes naciones. El Perú es inviable. Es sólo un sitio dónde vivir.
Es una quimera.
Avatar
Chillinfart, hace
4 días
-No se puede hablar de patria en una
colonia.
Avatar
Hernan Villacorta
hace 4 días
-Menciona que tenemos élites descastadas,
totalmente de acuerdo, no tenemos casta, valga la comparación como los toros de
lidia que tienen casta; los gallos de pelea que sea quien sea el rival mueren
peleando eso es tener casta; le llamó la atención la falta de patriotismo,
exactamente, muy poco amor a la patria, es un tema por el cual siempre discuto,
no saben el maravilloso país que tenemos todo un privilegio.
POR PERÚ ECONÓMICO
13 agosto 2015
ENTREVISTA POR GONZALO ZEGARRA MULANOVICH
Y BENJAMÍN HUAMÁN DE LOS HEROS
de: Semanaeconomica.com
<no-reply@semanaeconomica.com>
responder a:
"marigaro1241@hotmail.com" <no-reply@semanaeconomica.com>
fecha: 17 de agosto de 2015, 14:12
asunto: marigaro1241@hotmail.com te ha
compartido un artículo de SEMANAeconomica.com
enviado por: amazonses.com
firmado por: amazonses.com
Mensaje importante principalmente por los
integrantes de la conversación
-.o0o.-
Colectivo
Perú Integral
26 de agosto de 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario