2015, otro año de oportunidades perdidas
Revisando
la historia política, económica y social de nuestro país, desde
inicios del presente siglo, constato que pocas veces un balance de
fin de año deja en la mente —como el del feneciente 2015—
una pátina de frustración, desesperanza y hasta temor ante el
presente y el futuro.
● Esta
sensación se agudiza porque el balance demuestra —una vez más—
que somos el país de las oportunidades perdidas, fundamentalmente
por la desubicación, la incompetencia y/o la corrupción de
nuestros dirigentes político-económicos
● Por
ejemplo, ¿es admisible que habiendo crecido la economía nacional
6-7% al año durante una década, el Estado no haya invertido
prioritariamente en los ejes decisivos del desarrollo sostenible,
como alimentación, educación, salud y ciencia y tecnología para la
diversificación y la tecnificación económicas?. Esto tiene que
cambiar.
● La
responsabilidad fundamental de lo no hecho es atribuible al gobierno
de Ollanta Humala y Nadine Heredia, por haber dejado prácticamente
intocada a la mercantilista economía primaria-exportadora, con una
informalidad de 70% (la más alta de América Latina) y una
corrupción galopante en todos los ámbitos y niveles; es decir, una
nación absolutamente vulnerable a los vaivenes del sistema económico
mundial en crisis intermitente.
● Aún
más, el magro crecimiento del 2.5% en el 2016, pronosticando
para nuestro país por el Fondo Monetario Internacional, el Banco
Mundial y otros organismos multilaterales, pone en jaque
—incluso— a los programas sociales tan cacareados por el
gobierno Ollantanadinista; a la vez de amenazar con una crisis
presupuestal sin precedentes en los gobiernos regionales y
locales, por falta de fondos. O sea, más pobreza y más
desigualdad en cierne, contra la cantilena del neoliberalismo
mercantilista.
● Y
es que el escenario económico mundial, como reflejo de las disputas
geopolíticas entre las potencias hegemónicas y emergentes, no
ofrece señales promisorias, por lo menos para el futuro inmediato.
Pues China —nuestro principal comprador de materias primas—sigue
en desaceleración; la economía estadounidense todavía está en un
período de ralentización y a Europa sólo le queda —según el
cerebral economista francés, Thomas Piketty— “una refundación
democrática y social”, para escapar del túnel sin salida en
que ahora está atrapada.
“¿Es
admisible que habiendo crecido la economía nacional 6-7% al año
durante una década, el Estado no haya invertido prioritariamente en
los ejes decisivos del desarrollo sostenible, como alimentación,
educación, salud y ciencia y tecnología para la diversificación y
la tecnificación económicas?. Esto tiene que cambiar”
● A
toda esta suma de problemas hay que agregar los riesgos crecientes
del calentamiento global y el cambio climático.
● Los
acuerdos de la reciente COP´21 en París, Francia,
han sido saludados como un “triunfo histórico” por casi todos
los gobiernos del planeta, las transnacionales mineras y petroleras,
y demás beneficiarios del sistema capitalista. Pero Eduardo Gudynas
y Gerardo Honty, investigadores del Centro Latinoamericano de
Ecología Social (CLAES), han expresado: “El Acuerdo de París
es totalmente insuficiente para atacar los grandes problemas del
cambio climático”. Otros expertos son aún más radicales, hasta
calificarlo de “farsa”.
● Dentro
de este contexto internacional y nacional se producirán las
elecciones generales del 10 de abril próximo.
● Más
allá de los concubinatos contranatura, del oportunismo y el
transfuguismo, de las alianzas para la mera sobrevivencia de
especies políticas en extinción, hay en la realidad nacional temas
de fondo que explican con patetismo la comedia de equivocaciones de
la política criolla en la antevíspera de las elecciones.
● Entre
sus componentes destacan: Debilidad, ineficiencia y corrupción del
Estado rehén del gran capital nacional y multinacional, el cual es
incapaz —incluso— de cumplir las elementales funciones de
planificar y fiscalizar la marcha de las instituciones públicas;
predominio de partidos políticos en descomposición terminal,
víctimas del caudillismo patológico, y sistema educativo sin
valores, ni horizontes que respondan a los grandes objetivos
nacionales.
● No
son todos, pero ahí está el origen de los grandes problemas que
amenazan con inviabilizar al Perú a sólo cinco años del
Bicentenario de la Independencia Nacional.
● A
propósito del tema, el 10 de noviembre último fui invitado a
presentar la obra “El Bicentenario, Refundación del Perú y
otros Contraensayos Esenciales” del escritor puneño José
Luis Ayala. Ahí, siguiendo la ruta de los grandes pensadores
andino-amazónicos del siglo anterior, él plantea la crucial
necesidad y conveniencia de refundar a nuestra patria; coincidiendo
con esencia con Manuel Dammert Ego-Aguirre, quien
—igualmente— nos entregó hace poco su enciclopédico ensayo
“Perú Integral Bicentenario. Civilización, Territorio, Nación,
República”.
● En
tal sentido, la presente coyuntura electoral debería servir para
poner en debate la reforma integral del Estado, con
genuina descentralización; la superación de la economía
primario-exportadora, y el establecimiento de un nuevo sistema
educativo, para transformar al país con base en sus propios
recursos y potencialidades, empezando por el factor humano.
● Parecería
iluso pensar que esta refundación pudiera darse en el Perú de hoy,
dominado por los megapoderes fácticos nacionales y transnacionales.
Pero si nuestro pueblo reflexiona y reacciona, se organiza y se
decide, sería posible hacer realidad esa utopía, para construir un
país con igualdad de oportunidades para todos; tal como pensaron los
precursores y ejecutores de nuestra independencia de 1821, así como
los grandes pensadores republicanos que se negaron a aceptar la
captura del país los émulos criollos de los virreyes,
encomendaderos y señores feudales del ayer.
● De
usted y los suyos, de todos nosotros, depende la posibilidad de
llegar al 2021 con un Perú digno de su pasado y su porvenir. Para el
efecto sólo tenemos que reflexionar y actuar ¡ahora!.
Fuente:
AGRONOTICIAS
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