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Imperios, ayer y hoy
HIROSHIMA Y NAGASAKI
Agosto: aniversario de las bombas atómicas en Japón
Aún seguimos esperando las disculpas
Olvidar es repetir
Inscripción en la entrada del Museo del Horror de Auschwitz
Todos
los imperios son detestables. Todos, absolutamente todos por igual. Lo
son no sólo porque impongan a los dominados su cultura, su modo de vida,
su cosmovisión, porque los expolien económicamente, porque los degraden
en términos humanos. Son detestables, además, porque basan su dominio
en la fuerza bruta. En ese sentido ningún imperio se diferencia de otro.
Su mensaje es violento, y la violencia engendra más violencia: círculo
vicioso del que es muy difícil salir.
¿Es
Estados Unidos más malvado que el Imperio Romano? ¿O que la
Confederación Inca en su expansión por medio continente sudamericano?
¿Quiénes fueron más despiadados: el católico reino de España en su
conquista de América o las hordas de Gengis Khan en Asia Central? En
definitiva, ¿no estaban alentados por similar ansia de poder los
faraones egipcios que la "raza superior" de los nazis? Entramos al
tercer milenio de ¿civilización? y la fuerza bruta sigue siendo la que
marca la diferencia entre los pueblos. En ese sentido: ¡el tamaño sí
importa! Continúa imponiendo las condiciones, igual que en la época de
las cavernas, el que detenta el garrote más grande. Lo patético es que
hoy ese garrote se llama energía nuclear, y con eso estamos eternamente
ante un barril de pólvora, siempre listos para la catástrofe atómica que
puede extinguir a la Humanidad en su conjunto y toda forma de vida
sobre la faz del planeta.
La
diferencia con el imperio actual radica únicamente –lo cual no es poco–
en las características de su poderío. El poder destructivo que acumuló
la sociedad estadounidense no tiene parangón en la historia. Como todo
imperio seguramente también caerá. Pero por ahora, aunque va perdiendo
el dinamismo de décadas pasadas, no. Al contrario, como gigante
malherido, está dispuesto a tornarse cada vez más violento, a defender
cada vez en forma más brutal sus privilegios. Por lo pronto, su
capacidad bélica es desmedida: la mitad de los gastos militares del
mundo se hacen ahí. Un 25% de su economía está dedicada a la industria
de guerra, y si bien terminó formalmente la Guerra Fría, la agresividad
belicista no termina.
Para
dejar en claro que no cederían un milímetro en su creciente dominio
planetario, la dirigencia de este país hizo algo que ninguna otra
sociedad se ha atrevido a hacer hasta ahora: usar armas nucleares contra
población civil no combatiente.
Llenándose
la boca con altisonantes palabras como "democracia", "libertad",
"derechos humanos", su agresividad no tiene comparación. Desde el fin de
la Segunda Guerra Mundial son, sin ningún lugar a dudas, la súper
potencia capitalista; en modo alguno era necesaria la carnicería de
Hiroshima y Nagasaki para evidenciar su poder. Pero el poder es así:
impune.
Vencida
ya la Alemania nazi y a punto de capitular el gobierno de Japón, la
suerte de esa gran contienda que enfrentó prácticamente a toda la
humanidad ya estaba sellada para agosto de 1945. Arrojar armamento
nuclear no cambiaba en nada la resolución militar. Fue, en todo caso,
una amenaza. Tal como hoy día lo es, en buena medida, la híper
militarización del mundo. La paz no se construye de esa manera: los
misiles nucleares de Corea del Norte son "malos". ¿Los de Washington son
"buenos"?
"Aquí
mandamos nosotros, y eso no se discute". Ese, solo ese, fue el mensaje
que enviaron las dos explosiones atómicas. Una advertencia al mundo: a
las otras potencias capitalistas, y al incipiente campo socialista.
Pero
el mundo ya no es el mismo. Hoy día Estados Unidos no tiene el
monopolio nuclear. El mundo cambia, y aunque el campo socialista ha
sufrido últimamente duros reveses, la reacción de las grandes masas
humanas que siguen viviendo con penurias no ha terminado. La historia la
escriben los que ganan; en este caso, sobre los hongos nucleares que
costaron miles de vidas. Pero la historia no ha terminado.
¿Pedirán
perdón alguna vez los dirigentes estadounidenses por esa inmoral
masacre cometida en Japón en 1945? Es lo mínimo que se podría esperar de
un país civilizado.
de: Martín Guedez martinguedez@gmail.com [nuestramerica] <nuestramerica@yahoogrupos.com .mx> a través de returns.groups.yahoo.com
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fecha: 8 de agosto de 2016, 6:09
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19 de agosto 2016
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