martes, 3 de enero de 2017

URURIN


 
  Andenes de Ururin, hoy bajo la protección formal del Ministerio de Cultura, es voz quechua y se llama con el mismo nombre, el lugar donde se encuentra en la actualidad; es tal vez, uno de los más completos restos de la cultura pre-inca existente en la región Lima. Ururin se ubica, y corríjanme si me equivoco, en los linderos de la comunidad campesina de Santa Catalina-Huaral, al costado de la vertiente de agua más importante que conserva la vida en la ciudad de Huaral, y está a dos horas de Lima.
  Bien, pasando al tema, para cualquier observador que centra la mirada en lo esencial de un hecho, rápidamente aflora a la superficie la idea concebida por el antiguo peruano como un genuino agricultor colectivo. Ururin comprende un amplísimo sector en las faldas de las lomas dominadas y controladas por el trabajo humano. Sus andenerías, de fino tejido de piedras que contienen la tierra para el aprovechamiento del sembrío, se agregan como una de las tantas constataciones  del predominio en el antiguo  ande peruano, el trabajo solidario de la minka, llankay, virtudes sin los cuales no habrían sido posible darle al trabajo humano, esa belleza, armonía, ritmo, alegría, de sus construcciones y afirmaciones.
  La organización del trabajo humano en el Tawantinsuyo es más asombroso aún por cuanto carecían de la escritura. Pero es fácil ver en aquellos sus restos que sirven de documentos parlantes, el modo de su sistema de producción, donde el trabajo ocupa el primer lugar como elemento director para el acarreo y valorización de los materiales en la afirmación y construcción de una vida colectiva. Es por eso, el alto valor que le otorgaban a la tierra, la mama pacha; lo mismo sentía respecto al agua. Aún hoy, en los lugares más recónditos del ande, se rinde tributo a la madre tierra y se agradece al agua, con su fiesta. Creo que no hay danza andina que prescinda de su sentimiento agrario, solidario, colectivo, como parte de su educación y salud física-espiritual.
  Refiriéndose a hechos como el que se anota ahora, el Amauta José Carlos Mariátegui señalaba que la sociedad del Tawantisuyo era una sociedad de “comunismo agrario primitivo”. Así es.
  Así como nuestro pasado nos enseña y estimula el pensamiento creativo, el presente nos plantea también una nueva reorganización del trabajo humano. TRABAJO- SALUD-EDUCACIÓN, es esta la voz de nuestra época, camino a la victoria del Cambio Social.
 
HFD.
03.01.17

  

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