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VENEZUELA, UNA INTERVENCIÓN IMPOSIBLE
Por Julio Yao
Los
Estados Unidos parecen destinados para plagar a la América de miserias
en nombre de la libertad.”-- Libertador Simón Bolívar.
La
intervención que EE.UU. está promoviendo contra Venezuela con la
complicidad del llamado “Grupo de Lima”, integrado por doce países
(menos de la mitad de la OEA) entre los cuales aparece vergonzosamente
Panamá, es una empresa ilegítima e imposible porque viola
escandalosamente la Carta de la OEA, la Carta de la ONU y el Derecho
Internacional.
La
violación colectiva del Derecho Internacional cubre décadas de acciones
ilícitas desde que Hugo Chávez llegó al poder y EE.UU. empezó a perder
sus ventajas, canonjías y subsidios petroleros.
Pese
a su insuperable desprestigio, la Carta de la OEA consagra principios
de Derecho Internacional que imposibilitan la intervención individual o
colectiva de sus miembros en los asuntos internos y externos de otros
Estados y que son, mutatis mutandi, los mismos principios de la Carta de
la ONU, entre otros:
1. Todo
Estado tiene derecho a elegir, sin injerencias externas, su sistema
político, económico y social, y a organizarse en la forma que más le
convenga (Artículo 3, literal e).
2. Las
controversias de carácter internacional que surjan entre dos o más
Estados americanos deben ser resueltas por medio de procedimientos
pacíficos (Art. 3, literal i).
3. Ningún
Estado o grupo de Estados tiene derecho de intervenir, directa o
indirectamente, y sea cual fuere el motivo, en los asuntos internos o
externos de cualquier otro. El principio anterior excluye no solamente
la fuerza armada, sino también cualquier otra forma de injerencia o de
tendencia atentatoria de la personalidad del Estado, de los elementos
políticos, económicos y culturales que lo constituyen (Art. 19).
4. Ningún
Estado podrá aplicar o estimular medidas coercitivas de carácter
económico y político para forzar la voluntad soberana de otro Estado y
obtener de éste ventajas de cualquier naturaleza (Art. 20).
5. El
territorio de un Estado es inviolable; no puede ser objeto de ocupación
militar ni de otras medidas de fuerza tomadas por otro Estado, directa o
indirectamente, cualquiera que fuere el motivo, aun de manera temporal.
(Art. 21).
6. Los
Estados americanos se obligan en sus relaciones internacionales a no
recurrir al uso de la fuerza, salvo el caso de legítima defensa, de
conformidad con los tratados vigentes o en cumplimiento de dichos
tratados (Art. 22).
7. Ninguna
de las estipulaciones de esta Carta se interpretará en el sentido de
menoscabar los derechos y obligaciones de los Estados miembros de
acuerdo con la Carta de las Naciones Unidas (Artículo 131).
La
llamada “Carta Democrática” de la OEA no es aplicable contra Venezuela
porque la llamada “democracia representativa” que intenta sacralizar
está en conflicto con el Artículo 103 de la ONU, que prevalece sobre la
OEA: “En
caso de conflicto entre las obligaciones contraídas por los Miembros de
las Naciones Unidas en virtud de la presente Carta y sus obligaciones
contraídas en virtud de cualquier otro convenio internacional,
prevalecerán las obligaciones impuestas por la presente Carta.”
La
Carta de la ONU no menciona la “democracia representativa” como un
modelo o sistema político obligatorio para sus miembros porque reconoce
que en el mundo existen diversas formas de organización política o de
gobierno, entre ellos las repúblicas y las monarquías (democráticas o
no, presidencialistas o parlamentarias), los principados, etc.
Pero
la República Bolivariana de Venezuela supera con creces a las llamadas
“democracias representativas” de la región (es de democracia
participativa) y es uno de los países más democráticos del mundo, como
lo constata su historia y su experiencia actual, constatadas por la ONU,
organismos internacionales de derechos humanos y personalidades de
prestigio (Fundación Carter), entre otros.
Sin
embargo, EE.UU. y sus adláteres, secuaces y cipayos del Grupo de Lima
perseveran para violar el Derecho Internacional pese a que en la OEA ni
siquiera lograron el respaldo del organismo para esta aventura
imperialista (los países independientes del Caribe y otros lo
impidieron) y casi la totalidad del Grupo de Lima viola y está lejos de
normas que garantizan mínimos requerimientos siquiera de una elemental
gobernanza democrática.
¿Qué
derecho tiene EE.UU. para depredar a Venezuela, si es el mayor violador
de la Carta de la ONU y el principal negador absoluto del Derecho
Internacional; si EE.UU. es el Estado que más tratados de derechos
humanos ha rechazado o no ha ratificado a nivel mundial; si EE.UU. es el
país con el mayor número de penas de muerte en el planeta; si EE.U. es
el Estado cuyo presupuesto de “defensa” es mayor que el presupuesto
total de los siguientes seis Estados; si EE.UU. es el Estado con mayor
cantidad de bases militares en el mundo (más de mil); si EE.UU. ha
dividido al planeta en diez comandos militares, sin autorización o el
consentimiento de ningún país; si EE.UU. es el Estado que acapara la
mayor parte de la riqueza mundial; si solamente, según la FAO, se
requieren 1,060 millones de dólares para acabar con el hambre del mundo,
mientras que EE.UU. gasta un billón de dólares (más de mil millones) en
guerras? ¿Qué derecho tiene ese país delincuente de negar el derecho a
la existencia del pueblo venezolano?
¿Qué
derecho tiene Colombia para encabezar la agresión contra Venezuela, si a
lo externo es un país ocupado por EE.UU. (siete bases militares) y
carece de independencia; y, a lo interno, es un narcoestado que mantiene
a uno de cada diez habitantes en el extranjero, seguido por Brasil y
Perú; si Colombia ha traicionado los Acuerdos de Paz con la guerrilla y
asesina y permite a paramilitares liquidar sistemáticamente a defensores
sociales y de derechos humanos; si Colombia tolera que se hostiguen y
agredan a movimientos políticos que participan en la política nacional
(FARC), y si Colombia es cómplice de las sanciones y será punta de lanza
de la invasión a Venezuela?
¿Qué
derecho tiene el Perú para alegar falta de democracia en Venezuela, si
su presidente, Pedro Pablo Kuczynski fue casi destituido por el Congreso
por “incapacidad moral” para gobernar por recibir sobornos de
Odebrecht, por indultar ilegalmente a Alberto Fujimori, genocida
confeso; y si su gobierno está sitiado permanentemente por reclamaciones
de trabajadores de la salud y la educación?
¿Qué
derecho tiene Argentina para cuestionar la transparencia en Venezuela,
si su presidente, Mauricio Macri, está embarrado con Odebrecht y en los
“Panama Papers” hasta los tuétanos y su gobierno está cotidianamente
acosado por reclamaciones de su pueblo (y por Mapuches), de jubilados y
las clases medias, que han visto estancar su progreso bajo Cristina
Kirchner?
¿Qué
derecho tiene Brasil para prestar su territorio como trampolín
intervencionista y denunciar a Venezuela como “dictadura”, si su
presidente no electo, Michel Temer, llegó al cargo a raíz de un “golpe
suave” contra Dilma Roussef y fue acusado por el
Fiscal General del Estado de "corrupción pasiva, obstrucción de la
justicia y organización criminal", mientras bloquea antidemocráticamente
la candidatura de Luis Inacio Lula da Silva a la presidencia?
¿Qué
derecho tiene México, para denunciar a Venezuela por “crisis
humanitaria”, si su presidente, Enrique Peña Nieto, preside un gobierno
corrupto y sustentado por el narcotráfico y el crimen organizado, que ha
entregado las riquezas de México a las transnacionales de EE.UU. y
ostenta el mayor número de periodistas asesinados y desaparecidos a
nivel mundial?
¿Qué
derecho tiene Honduras (¡por favor!) para cuestionar la legitimidad de
la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela, si su “presidente”,
inconstitucional y no electo, producto de un fraude de carácter cósmico,
José O. Hernández, se aferra al poder sentado en las bayonetas del
Comando Sur y mata sin asco a su pueblo?
¿Qué
derecho tiene Panamá para cuestionar la independencia y la democracia
de Venezuela, si el Partido Panameñista (del presidente Juan Carlos
Varela) llegó al poder en brazos de los invasores (que lo juramentaron
en un base militar extranjera) a raíz de la invasión de 1989, motivo por
el cual los acuerdos firmados bajo ocupación son ipso facto, nulos?
¿Qué
moral tiene Panamá para destruir el derecho a la autodeterminación de
Venezuela, si su primer presidente títere posinvasión y presidente del
Partido Panameñista (de Guillermo Endara y Juan Carlos Varela),
suscribió el Acuerdo Arias Calderón-Hinton (1991), base de los tratados
Salas-Becker 2002, que entregan el país a 16 agencias federales de
EE.UU. (incluidos el Pentágono, el Ejército, la Fuerza Aérea, la Marina y
el Servicio de Guardacostas), que pueden convertir nuevamente a Panamá
en plataforma de agresión del Comando Sur?
¿Qué
derechos tiene Panamá para inmiscuirse en Venezuela, si sus gobiernos
han tolerado sin chistar las MANIOBRAS PANAMAX (2003-2018) anualmente
entre países de la región y de la OTAN en base a un tratado entre Chile y
EE.UU. (2003) que viola el Tratado de Neutralidad y la Constitución
Nacional, y que Panamá desconoce y no ha suscrito?
¿Qué
derecho tiene el presidente Juan Carlos Varela, para suscribir el
Acuerdo Nuevos Horizontes 2018, que puede instrumentarse para encubrir
una intervención contra Venezuela, si el mismo es violatorio del Tratado
de Neutralidad, de la Constitución Nacional y del Derecho
Internacional?
¿Qué
derecho tiene el presidente de Panamá para actuar contra Venezuela, si
los Tratados Salas-Becker de los cuales “Nuevos Horizontes” forma parte,
jamás fueron sometidos a la aprobación de la Asamblea Legislativa o
Nacional y, por lo tanto, no existe obligación constitucional de
cumplirlos?
La
expresidente de Panamá Mireya Moscoso, del Partido Panameñista, tiene
el deshonor de haber suscrito la totalidad de los Tratados Salas-Becker
(entre 2001 y 2004, salvo el de 1991) y de indultar ilegalmente, a
petición de Colin Powell (“el carnicero de Panamá”), a Luis Posada
Carriles, el terrorista confeso que intentó asesinar al presidente de
Cuba, Fidel Castro, en 2002. El indulto fue anulado por la Corte
Suprema de Justicia después que el pájaro se echara a volar.
La
expresidente Moscoso autorizó el Tratado Alemán Zubieta-Becker (1 de
abril de 2002), firmado por el Administrador de la Autoridad del Canal,
Alberto Alemán Zubieta, que no estaba facultado para suscribir tratados y
quien, para colmo, lo aceptó y firmó en inglés, aunque la Constitución
Nacional consagra el español como lengua oficial de Panamá:
¡extralimitación de funciones para la expresidente y el ex Administrador
del Canal (CN, Art. 191)!
No
obstante la ninguna capacidad moral o legal del Grupo de Lima para
atacar a Venezuela, EE.UU. insiste en invadirla con la complicidad de
gobiernos no representativos, anacrónicos, forajidos y enemigos del
Derecho Internacional, que aprovechan los Carnavales y le hacen comparsa
(hoy martes Carnaval) a su Dios Momo, EE.UU., bajo la bandera infame de
una “Intervención Humanitaria”.
Se
nos quiere hacer creer que en Venezuela hay una “crisis humanitaria”
que exige enfrentar a pueblos contra pueblos de la región, a pobres
contra pobres y a hermanos contra hermanos, para satisfacer los apetitos
de Washington, malinterpretando al estratega genial chino, Sun Tzú, que
aconsejaba ahorrar las propias fuerzas y usar las ajenas.
Pero
las intervenciones humanitarias, que responden a la necesidad de
proteger a víctimas de las guerras cuando no existe la voluntad o la
capacidad del soberano para asumir esa responsabilidad, han sido
desnaturalizadas por los poderes hegemónicos para encubrir sus fechorías
depredatorias. Pero, ¡ojo!, la intervención humanitaria es un concepto
polémico aún bajo debate.
Personalmente
me opuse, como presidente de SERPAJ-Panamá, a su adopción
indiscriminada en reunión de la ONU en Centroamérica (San José, 2005),
convocada por la Fundación Arias. A veces se le confiere el “derecho a
proteger” -- inherente a la “intervención humanitaria”-- al Consejo de
Seguridad de la ONU, a un acuerdo regional (OTAN, por ejemplo), o a un
grupo de Estados.
No
obstante, en Yugoslavia se implementó la “intervención humanitaria”
para impedir supuestamente una limpieza étnica que Slobodam Milosevic
llevaba a cabo en Bosnia, pero la OTAN (léase EE.UU.) invadió a
Yugoslavia, el único país europeo que no era miembro de esa organización
bélica, lo desmembró por intereses geopolíticos del imperio y la sumió
en la ruina.
Sin
embargo, la verdad llegó tarde: “Diez años después de que Slobodan
Milosevic, ex presidente de la desaparecida Yugoslavia, muriera en
extrañas circunstancias (bajo arresto), el Tribunal Penal Internacional
ha exonerado al político servio de la responsabilidad en supuestos
crímenes de guerra cometidos en Bosnia…
“Slobodan Milosevic fue vilipendiado de manera sistemática por toda la prensa occidental y por los políticos de los países de la OTAN. Los medios de comunicación de la época lo calificaron como el ‘carnicero de los Balcanes’, y lo compararon con Hitler. Fue acusado igualmente de ‘genocida’ y de ser ‘un monstruo sediento de sangre’, según rezaban los titulares de los grandes rotativos europeos y estadounidenses de entonces.
“Con la utilización de ese cliché falsificado se trató de justificar no sólo las sanciones económicas contra Serbia, sino también los bombardeos de la OTAN en 1999 sobre Serbia, así como la encarnizada guerra de Kosovo (http://canarias-semanal.org/n ).
En
Libia, se implementó en 2011 la “intervención humanitaria” para
enfrentar la violación de los derechos humanos por parte del “dictador”
Muamar Gadafi, pero la OTAN (EE.UU.) se hizo cargo y emprendió su
“derecho a proteger” a la población “desvalida”: durante siete meses,
arrojaron 40 mil bombas y misiles contra la población y, usando espías,
terroristas y mercenarios extranjeros, mataron a 120 mil libios;
asesinaron de manera atroz y antinatura a Gadafi; expropiaron los
activos y el petróleo del país, sumiéndolo en un infierno perpetuo, y
eliminaron del gobierno a los libios “de piel oscura” a pesar de que el
Consejo de Derechos Humanos de la ONU había encomiado ese mismo año de
2011 a Gadafi justamente por el progreso de Libia en ese rubro. Después
se supo que una de las razones de la “intervención humanitaria” era el
intento de Gadafi de expulsar y reemplazar el dólar con monedas propias.
En
Panamá, EE.UU. ni siquiera se tomó el trabajo de informar a la OEA ni a
la ONU, como tampoco a su Senado, que debía aprobar la invasión de
1989, pero sí mintió y satanizó al General Manuel Antonio Noriega, como
se evidencia en documentos “Secretos-Sensitivos” del Consejo de
Seguridad Nacional, los cuales fijaron el objetivo de abrogar los
Tratados del Canal y destruir las negociaciones entre Japón y Panamá
para un nuevo Canal (de próxima aparición: Julio Yao, El Monopolio del
Canal y la Invasión a Panamá, EUPAN, 2018).
Pero
en Venezuela no hay crisis humanitaria ni guerra civil (tampoco en
Panamá): hay una masiva intervención externa en los asuntos propios,
internos y externos, de su pueblo, que se manifiesta en guerras
ultramodernas y multiformes, con apoyo transnacional de países,
organizaciones no gubernamentales y personalidades que intentan destruir
el país, matar su revolución y robarle a Venezuela sus prodigiosas
riquezas naturales.
La
intervención en Venezuela sería una agresión contra América Latina y el
Caribe, un retroceso temporal de la Unidad Latinoamericana, un golpe a
la memoria de los libertadores de Nuestra América, y por lo mismo, esa
intervención es imposible ¡y no puede triunfar!
*Julio
Yao es Analista Internacional y Diplomático de Carrera; fue profesor de
Relaciones Internacionales y Derecho Internacional, Asesor de Política
Exterior, Vicepresidente del Movimiento Unidad Latinoamericana y Agente
de la República de Panamá ante la Corte Internacional de La Haya.
De: Guillermo Cohen Degovia cohendegovia@hotmail.com [nuestramerica] <nuestramerica@yahoogrupos. com.mx>
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fecha: 14 de febrero de 2018, 7:43
asunto: [nuestramerica] PANAMA: Julio Yao: VENEZUELA, UNA INTERVENCIÓN IMPOSIBLE
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COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
15 de febrero 2018
ojalá la lógica presidiera los asuntos humanos! ojala la justicia fuera cotidiana en el mundo! la única forma de evitar la invasión yanqui es la UNIÓN de los pueblos americanos iniciando con movilizaciones!!!
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