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CHILE. 50 AÑOS DEL GOLPE FASCISTA DEL 73
Por Gustavo Espinoza M
“Así se escribe la primera página de esta historia. Mi pueblo y América, escribirán el resto…”
Salvador Allende. 11 de septiembre de 1973
A
pocos días de septiembre, cabe reflexiona en torno al Golpe de Estado
ocurrido en Chile en1973, que derribara a Salvador Allende, destruyera
los cimientos de la precaria Democracia formal existente hasta entonces
en el hermano país del sur, y consumara una de las matanzas más
horrendas que se tienen registradas en el siglo XX.
Se
ha escrito mucho acerca de este acontecimiento y sus repercusiones; se
ha buscado extraer, de la experiencia vivida, diversas lecciones y
enseñanzas; y se ha procurado encontrar caminos que permitan arribar a
los objetivos que se propusiera la Unidad Popular en las nuevas
condiciones que hoy se imponen. Es claro, sin embargo, que no se puede
lograr estos propósitos, sin mirar un poco la trágica historia de
nuestro continente y el itinerario de las luchas de sus pueblos
LOS ANTECEDENTES
Lo
ocurrido en Chile en los inicios de la década de los 70 del siglo
pasado, no podría considerarse una historia inédita en la Patria de
Lautaro.
Las
convulsiones sociales asomaron en ese país –como en los otros de la
región- casi del instante mismo en el que se iniciara la República, Allí
también la aristocracia criolla que había vivido a la sombra del
colonialismo, buscó tomar en sus manos las riendas del Poder y controlar
los resortes de la República Naciente, aplastando la resistencia de las
poblaciones originarias y las capas más deprimidas de la sociedad.
Quizá esa circunstancia, selló uno de los episodios traumáticos de
Chile, incubados desde la conquista: la discriminación contra el pueblo
Mapuche, secularmente aislado y maltratado.,
En
el siglo XX, sin embargo, asomaron acontecimientos de singular relieve :
En 1912, trabajando desde las pampas salitreras, Luis Emilio Recabarren
fundó el antiguo Partido Obrero Social Demócrata de Chile –tal vez el
primero en la región- y lo convirtió en Partido Comunista a partir de
1921. En ese entonces, la lucha de clases había alcanzado notables
ribetes y era fuente inagotable de experiencias políticas. La
proclamación de la primera “República Socialista” de América liderada
por Marmaduque Grove a comienzo de los años 30, fue quizá la primera
señal de que las cosas habrían de cambiar pronto en el más extremo sur
del continente.
Del
fracaso de esta tentativa,. Se -extrajo una lección inolvidable:
cualquier acción orientada a cambiar de raíz las bases de la sociedad,
tendría que afirmarse en la voluntad y en la participación masiva del
pueblo, o estaría condenada a una pronta derrota.
Fue
esa idea dominante la que permitió poco más tarde la formación del
Frente Popular que llevó a la victoria a Pedro Aguirre Cerda , que sentó
las bases de una definida transformación social que sin embargo pudo
ser neutralizada pronto. Luego de la II Guerra Mundial, un nuevo triunfo
del pueblo, generó un gobierno que también se frustro por la alevosa
traición de su representante -Gabriel Gonzales Videla- que cambió de
rumbo al frente de su administración ilegalizando al Partido Comunista e
imponiendo un régimen de terror contra los trabajadores.
Años
más tarde, vendría una nueva experiencia, esta vez más rica en
propuestas, iniciativas y programa. Ella fue la concreción de la Unidad
Popular afirmada en las calles de Santiago en enero de 1970 y que
llevaría al Poder a Salvador Allende.
Esta
historia no estuvo exenta de crueldades, perfidias y derrotas. La
matanza de la Escuela de San María de Iquique, en diciembre de 1907,
estuvo entre las primeras. Allí fueron asesinados más de tres mil
obreros del salitre de distintas nacionalidades –chilenos, peruanos y
boliviano. Aludiendo a ese doloroso episodio, años más tarde, Luis Advis
diría en la letra de su celebrada Cantata de Santa María de Iquique:
:Quizás mañana o pasado
o bien, en un tiempo más,
la historia que han escuchado
de nuevo sucederá.
Es Chile un país tan largo,
mil cosas pueden pasar
si es que no nos preparamos
resueltos para luchar.
Y sí, ésta fue una de estas “cosas” sucedió y ella vive aún en la memoria de los pueblos.
Los
campos de concentración de Pisagua en los años 40. La dictadura de
Ibáñez del Campo, en los 50 y las políticas de los gobiernos derechistas
de un largo periodo, hicieron lo suyo, pero alimentaron,
adicionalmente, la capacidad de lucha de su pueblo, Contra él, el
régimen de Augusto Pinochet, impuesto sangrientamente el 11 de
septiembre del 73, fue la cumbre. La Escuela Militar, la isla Dawson,
Ritoque, Tejas Verdes, Londres 38, Cuatro Álamos, Villa Grimaldi; son
algunos de los nombres que perduran en nuestro tiempo, porque
simbolizaron el horror y la muerte engalanadas con entorches militares
en uno de los gobiernos más condenados por la historia,
EL ASCENSO DE LA UP
La
victoria de la Unidad Popular, en 1970 no fue un episodio inesperado.
Fue la culminación de una larga batalla en la que las fuerzas
progresistas y revolucionarias de Chile asomaron con fuerza y amagaron
el Poder de “los momios” buscando abrir paso a la transformación de la
sociedad.
Ricas
experiencias ocurrieron antes y estuvieron marcadas por una aguda
confrontación de clases. A comienzo de los años 50, y luego del régimen
del general Ibáñez, los Partidos Comunistas y Socialista integraron el
Frente del Pueblo, y promovieron, por primera vez, la candidatura de
Salvador Allende. Esta, que no logró éxito en una primera circunstancia,
se repitió en otras, hasta que en 1970 asomó otro acuerdo, bajo el
nombre de la Unidad Popular -la UP-
Tampoco
fue simple el surgimiento de esa alianza. En diciembre del 69 se
registraba en el escenario chileno hasta 5 candidaturas representativas
del movimiento popular. Incluso, el PC, en el ánimo de forzar la unidad
de todas, promovió la suya propia alentando la figura de Pablo Neruda.
El poeta, literariamente, dijo que su candidatura no era “un poema de
amor, ni una canción desesperada”, sino tan solo un llamamiento a la
unidad de todas las fuerzas para afirmar en Chile el camino al
socialismo. Y el esfuerzo, dio resultado. Ante una inmensa movilización
ciudadana, el 21 de enero de 1970 las candidaturas declinaron y los
dirigentes de los 5 movimiento convocados, anunciaron el acuerdo
unitario: la candidatura presidencial de “Chicho” Allende, que ésta vez,
se llevaría la victoria.
Dura
y compleja, fue la batalla electoral de ese año, que finalmente dio el
triunfo a la UP en la primera vuelta, con más del 36% de los votos.
Por
mandato constitucional, el Congreso Pleno debía votar, entre los dos
candidatos que alcanzaran los primeros lugares, la Presidencia del país.
La costumbre era que los electores de circunstancia, optaran siempre
por el más votado, lo que, finalmente, así ocurrió, no sin dificultades.
Las
fuerzas más reaccionarias buscaron por todos los medios bloquear esta
decisión y revertirla para promover, incluso, una nueva jornada
electoral. Pronunciamientos, presiones políticas, campaña de prensa y
maniobras turbias de diverso signo, se impulsaron para alcanzar dicho
propósito. En el extremo, se registraron conspiraciones golpistas. La
reacción, en el afán de alentar pronunciamientos militares contra el
anunciado gobierno de Allende, organizó el secuestro del general en jefe
del Ejército de Chile, el general René Schneider, quien fue asesinado
en el operativo.
Tras
las bambalinas, se movió activamente el Gobierno de los Estados Unidos.
Como se verá más adelante, el propio Presidente Nixon dio instrucciones
precisas para impedir el ascenso de Allende al Poder y dispuso de
gruesas partidas financieras para asegurar el éxito de tal iniciativa.
De manera paralela, las empresas norteamericanas que operaban en Chile,
los representantes de Gran Capital y la alta burguesía parasitaria,
actuaron en el mismo sentido. El denominado “Clan Edward”, propietario
del diario “El Mercurio” destacó en la tarea.
Todos
fracasaron, y finalmente el Congreso Pleno eligió a Salvador Allende
como Presidente de Chile y desestimó la propuesta de la ultra derecha
que alentaba a Arturo Alessandri para esa función, De ese modo, y en
franco clima de tensiones, el líder de la UP asunción el Mando de Chile
el 4 de noviembre de 1970
EL GOBIERNO DE LA UNIDAD POPULAR
Desde
un inicio el gobierno de la Unidad Popular se empeñó en encarar los
retos que agobiaban al pueblo de Chile. Como lo recordara Luis Corvalán,
la primera tarea que se impuso Salvador Allende, fue recuperar la
riqueza del Cobre –“el sueldo de Chile”- La Nacionalización del cobre
fue la primera gran transformación que concretó el gobierno de la Unidad
Popular, aprobada en abril de 1971 y ratificada por el Congreso Pleno
en julio del mismo año, de acuerdo a ley.
En
paralelo se hizo realidad la reforma agraria, la nacionalización de la
banca, y la expropiación de grandes industrias; la atención a los
problemas de la Seguridad Social, la reforma de las Pensiones, los
reajustes salariales en beneficio de los trabajadores, y adelantadas
reformas en las áreas de salud, educación, vivienda y trabajo. De modo
general, la atención de La Moneda se orientó en aquellos días a atender
los problemas de la mujer, la niñez, la juventud y los trabajadores: en
un giro inédito en la vida chilena. , En este cuadro general, la Clase
Obrera pasó a ser la fuerza decisiva en el proceso social de la época.
El
papel que cumplió la Central Única de Trabajadores, -la CUT- presidida
por Luis Figueroa, fue esencial en esta etapa de la lucha popular en
Chile y sirvió también para alinear, como correspondía, a todas las
fuerzas de la sociedad.
La
batalla del Cobre y la nacionalización de la ITT, fueron, quizá., el
núcleo central de la confrontación contra los grandes poderes
constituidos en Chile Ellos generaron un tenso ambiente social al
interior del país. Pero también una sostenida campaña internacional
contra la experiencia naciente del socialismo en Chile
Todo
esto ocurrió en medio de grandes tensiones sociales, Hubo abierto
sabotaje a las iniciativas y tareas del gobierno, ataques sistemáticos
contra las nuevas autoridades, provocaciones de diversa índole y hasta
atentados terroristas ejecutados por grupos contra revolucionarios
financiados desde el exterior. La “Prensa Grande” se sumó con empeño a
esta ofensiva, con el claro propósito de desdibujar el perfil del
gobierno y desacreditar a sus representantes.
Notable
fue también el giro que registrara la política chilena en el marco de
la situación internacional. El respaldo a la causa mundial del
socialismo y la solidaridad activa con las luchas de los pueblos en
todos los continentes, fue la piedra angular del proyecto que se puso en
marcha. El apoyo a Vietnam, resaltó con luz propia, así como la
identificación con los movimientos de Liberación Nacional de Asia,
África y América Latina,
Por
primera vez desde la Guerra del Pacífico -en 1879- un Presidente de
Chile visitó el Perú, invitado por el general Juan Velasco Alvarado,
entonces Jefe de un inédito Proceso Revolucionario que concitó amplia
simpatía popular. La llegada del Mandatario chileno se produjo el 1 de
septiembre de 1971 y concito la ira de los grupos más reaccionarios de
nuestro país que buscaron alentar una prédica chovinista orientada a
encender rivalidades de diverso orden. Pero en el Perú, Salvador Allende
fue cálidamente recibido por los trabajadores y el pueblo.
De
hecho la relación positiva entre Velasco Alvarado y Salvador Allende, a
la que se sumara el general Juan José Torres, mandatario boliviano;
hizo entrar en pánico a la reacción internacional. Por eso, desde la
prensa norteamericana, se habló insistentemente de “el triángulo rojo de
América Latina”, y por destruirlo la Casa Blanca impulsó una pérfida
ofensiva..
Como
parte de ella estuvo por cierto el artero Golpe que derribara a Torres
en La Paz en agosto de 1971, la campaña contra Allende que culminara en
septiembre del 73 y los sucesos ocurridos en Tacna, en agosto de
1975,que dieran lugar a la caída de Velasco Alvarado. Años después, en
Argentina donde se hallaba exiliado, Torres fue asesinado por los
Escuadrones del régimen fascista de Carlos Rafael Videla.
Fue
notable, en este periodo, la visita que hiciera en 1972 Salvador
Allende a Naciones Unidas para intervenir en la Asamblea General en
septiembre de ese año. Allí denunció con probados argumentos las
maniobras imperialistas orientadas a quebrar la economía de Chile y
generar zozobra en la población. Su verbo fue sentido: “Somos países
potencialmente ricos; vivimos en la pobreza. Deambulamos de un lugar a
otro pidiendo créditos… y, sin embargo, somos –paradoja propia del
sistema económico capitalista– grandes exportadores de capitales”. dijo.
Allende
consolidó sus vínculos con la entonces existente Unión Soviética y la
Comunidad Socialista de Naciones. La URSS apoyó decididamente a su
gobierno en distintas ´áreas, y aportó vigorosamente a la implementación
de las tareas planteadas. Chile, a su vez, fue plenamente solidario con
Vietnam, que libraba la etapa más dura de su guerra de liberación
enfrentado al gobierno de los Estados Unidos.
Y
Chile anudó también firmes lazos de colaboración, amistad y solidaridad
con Cuba en una clara muestra de internacionalismo. La actitud del
gobierno de la UP fue un golpe a la política norteamericana del bloqueo
contra Cuba, y abrió rutas para que otros países de la región, afirmaran
nexos positivos con la Isla de Martí.
A
Chile llegó Fidel en noviembre de 1971, y permaneció en el país del sur
varias semanas, recorriendo su geografía y hablando con su pueblo, Por
lo demás, las experiencias de la Revolución Cubana y la constante
presencia de sus líderes en la causa de Chile, ayudaron
significativamente al proceso en marcha en las tierras de Caupolicán y
de Lautaro.
La
guerra contra el Gobierno de la Unidad Popular, fue constante, y creció
en la medida en la que avanzaba la ruta nacional liberadora. Los grupos
más reaccionarios lograron neutralizar en unos casos, y ganar en otros,
a segmentos intermedios de las sociedad chilena y doblegaron la
resistencia de los núcleos unitarios de la Democracia Cristiana que en
los comicios del 70 estuvieran liderados por Radomiro Tomic. Ya a
comienzo de 1972, la DC se puso al lado de la derecha tradicional, y
Eduardo Frei Montalva comenzó a conspirar contra la estabilidad
democrática de su país. Esto –como se sabe- no le valió de nada, porque
años más tarde, fue asesinado por la dictadura de Pinochet.
En
1973 la situación se tornó más compleja y difícil. Arreciaron los
afanes golpistas. Y ellos se expresaron en el “Tanquetazo” de junio de
ese año liderado por el general Roberto Viaux Marambio, que fuera
debelado por la acción valerosa del general Prats. Por lo demás, el
pueblo afrontó graves problemas por la huelga de los Camioneros,
impulsada por la reacción; y el Conflicto que envolvió los trabajadores
del cobre, que marcharon también a una peligrosa huelga. No obstante, la
popularidad del gobierno no decayó. Y en los últimos comicios del
periodo, la UP registró un ascenso en las preferencias electorales,
subiendo del 36 al 44% de los votos
Tras
todas la conjuras y los afanes golpistas, estuvo la administración
norteamericana, Primero con Nixon y Kissinger, la a dupla siniestra que
habitó la Casa Blanca en 1980 y luego después con sus sucesores; el
gobierno de los Estados Unidos impulsó y ejecutó las maniobras más
abyectas orientadas a quebrar la resistencia del pueblo chileno y
afirmar los intereses del Gran Capital respaldando finalmente todos los
afanes golpistas impuestos por la cúpula militar fascista.
EL GOLPE DEL 73
El
Golpe Militar de septiembre de 1973, era previsible. Hay quienes
sostienen que estuvo en la cabeza de altos mandos castrenses desde el
inicio mismo del gobierno de Allende. En todo caso, estuvo también en
los planes de Washington desde 1970 cuando la voluntad popular escogió a
Salvador Allende como el Mandatario del país del sur.
Ciertamente,
se concretó desde agosto del 73, cuando hizo crisis la economía
jaqueada y se agudizaron las tensiones sociales. Para evitar un
desenlace fatal, Allende propuso un Plebiscito que fue desestimado por
la Oposición- El rechazo a la consulta ciudadana fue, de alguna manera,
el detonante que desencadenó los hechos desde las primeras horas del 11
de septiembre.
Como
en una proyección cinematográfica y en imágenes sucesivas, se pudo
apreciar la movilización de las unidades navales desde Valparaiso, el
desplazamiento de tropas desde las afueras de Santiago hasta el centro
de la capital, la toma de la Plaza de La Moneda, el bombardeo al Palacio
Presidencial, la heroica resistencia de Salvador Allende y sus
compañeros, la detención masiva de personas y el desencadenamiento de
una ola de terror sin precedentes en el continente americano. Como telón
de fondo, sin embargo, asomaba a través de las ondas de Radio
Magallanes la voz metálica del Mandatario acosado:
“Esta
será seguramente la última oportunidad en que me puede dirigir a
ustedes. La Fuerza Aerea ha bombardeado las torres de Radio Portales y
Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura, sino decepción y
serán el castigo moral para los que han traicionado el juramento que
hicieron: Soldados de Chile, comandantes en jefe titulares y el
almirante Merino que se autodesignó, más el señor Mendoza, general
rastrero, que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al gobierno y
también se denominó director general de Carabineros…. Ante estos
hechos, sólo me cabe decir a los trabajadores: Yo no voy a renunciar.
Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del
pueblo, y les digo que tengo la certeza que la semilla que entregamos a
la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada
definitivamente…”
Inmediatamente
después se tuvieron otras imágenes dantescas: la incursión de soldados
en los barrios populares de Santiago y otras ciudades; la habilitación
del Estadio Nacional de Santiago como presidio, la persecución de
chilenos por calles y avenidas, el acoso a las embajadas de paises
amigos, la Toma de Universidades, Sindicatos y locales de Partidos
políticos, y la detención masiva de millares de personas en todos los
rincones del país; fue el horror convertido en relato por la prensa
internacional. Los ojos del mundo miraron a Chile con asombro e ira. A
partir de allí, la solidaridad con Chile crecería como un viento
huracanado en todos los confines del Planeta.
El
nuevo “gobierno” pudo consolidarse matando, reprimiendo y torturando a
miles de chilenos. El desenfreno registrado en las Pampas del Salitre ,
la barbarie de Pisagua, los cadáveres arrojados al río Mapocho y el
horror implantado en campos y ciudades; convirtió a todo Chile en un
Presidio inmenso. Miles de chilenos fueron encarcelados, otros forzados a
huir del país, a emigrar incluso contra su voluntad. Como lo señala
Luis Corvalán, “desde el primer momento quedo en evidencia el carácter
fascista del Golpe”- Ese fue el escenario que se perfiló luego de
septiembre del 73, debido .al cual un millón y medio de chilenos
-hombres, mujeres y niños- fueron forzados al exilio.
Distintas
versiones se recogieron después acerca de lo ocurrido en La Moneda en
aquel día aciago. Y, sobre todo, narraciones y leyendas referidas al fin
de Salvador Allende. Los que estuvieron allí en esa circunstancia,
dieron testimonio válido de los hechos. El Presidente de Chile murió en
el combate.
Algunos
han asegurado que él mismo se quitó la vida, para no caer en manos de
sus verdugos. Pero incluso esa versión, no resta un ápice a su heroísmo.
Y es que hay muchas formas de matar a un hombre. Una de ellas, es
obligarlo a pegarse un tiro.
En
numerosas publicaciones se alude a los hechos. En una de las más
confiables, la del doctor Oscar Soto, médico de Allende, que estuvo
hasta el final en La Moneda, se narran nítidamente las vivencias
fundamentales, recogidas hoy por la historia. Aludiendo a la muerte de
Allende, dijo:
“Los
que le conocimos, sabíamos que el Presidente no iba a abandonar el
país, pero tampoco iba a ser prisionero de los golpistas. El, tenía muy
claro que no toleraría vejación por su dignidad personal y por la del
cargo que ocupaba, sólo muerto saldría anticipadamente de la
Presidencia, cargo para el cual había sido democráticamente electo”. Y
así fue.
Durante
17 años la Junta Fascista liderada por Augusto Pinochet, mantuvo
sometido al país mediante la violencia más desenfrenada. La desaparición
forzada de personas, desatada contra el pueblo se t4radujo en
ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias, conculcación de
todas las libertades, tortura institucionalizada y habilitación de
centros clandestinos de reclusión.
En
los días posteriores al Golpe fueron asesinados muchos dirigentes y
militantes de la Izquierda chilena y el movimiento popular. Víctor Jara,
fue uno de ellos. Y Pablo Neruda, otro. Pero junto a ellos, muchísimos
combatientes cayeron, víctimas de las más atroces modalidades del
terror, pero esta situación se mantuvo todo el tiempo. Más tarde,
caerían Víctor Díaz, Sub Secretario General del PC, Mario Zamorano,
Jorge Muñoz. Uldarico Donaire, Martha Ugarte –de las direcciones
clandestinas del PC- Miguel Enríquez -Secretario General del MIR- y
otros dirigentes y activistas del Partido Socialista.
Por
lo demás, en los grandes temas del país, la Junta Militar impuso un
plan perverso en beneficio de las grandes empresas y la oligarquía
chilena. Desde un inicio asomó como ejecutora del programa económico de
los “Chicago boys”, y su ideólogo, Milton Friedman, y actuó como
adelantado del Neo Liberalismo, que aplicó en Chile de manera brutal
generando un “modelo” de desarrollo que pretendió exportar a otras
tierras.
En
el Perú, y en otros países de la región, el “modelo chileno” se
convirtió en una suerte de ícono para mostrar la “recuperación
económica” y sus “avances” en materia de educación, salud, pensiones y
otros. Todo fue una farsa.
La
larga noche de la dictadura, finalmente llegó a su fin, y en 1987
comenzó a abrirse paso un proceso de transición democrática lento y
complejo, que merecería un análisis posterior.
LA MANO YANQUI
En
todo el proceso que aquí sintetizamos, estuvo presente la mano aviesa
del gobierno de los Estados Unidos, de manera directa, o a través de la
su Agencia Central de Inteligencia -la CIA- que operó también valiéndose
de las grandes corporaciones que actuaban en Chile y de los nexos que
había alimentado con diversos segmentos de la economía y la política
chilena.
Corvalán
recuerda que horas después del triunfo de Salvador Allende, el 4 de
septiembre del 70, Agustín Edwards se trasladó a los Estados Unidos para
“informar” al gobierno de ese país lo que ocurría en Chile, y pedir la
intervención de Washington para impedir el acceso de Allende al
gobierno.
De
ese modo se inició una nueva etapa, referida al interés de la Casa
Blanca por el país más austral de América. Richard Nixon y Henry
Kissinger recibieron al empresario chileno y adoptaron “las primeras
medidas”, Ellas consistieron en partidas millonarias para financiar el
trabajo de la oposición en Chile, ganar votos en el Congreso Pleno para
impedir que confirme la victoria de la UP y financiar planes y programas
sediciosos destinados a quebrar a las fuerzas progresistas de ese país.
Como se reportó ya hace algunos años, la consigna del Mandatario yanqui
fue estrangular a la economía chilena hasta lograr que ella “aúlle” de
dolor.
Pero eso sólo
fue el inicio. Durante los 900 días de la gestión allendista , la mano
de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, estuvo
presente en todas las acciones sediciosas: proclamas, llamamientos,
provocaciones de diverso orden, acciones terroristas, ataques políticos,
maniobras divisionistas, conjuras contra dirigentes de la izquierda
chilena y hasta conflictos sociales y aún huelgas donde ello le fue
posible, resultó urdido por los servicios de inteligencia de los Estados
Unidos, empeñados en debilitar a la administración popular.
Debe
añadirse aquí el tema de las acciones consumadas a partir de
entendimientos entre la CIA y la Dirección de Inteligencia de Chile –la
tenebrosa DINA- Ambos fueron responsables y autores de crímenes
inauditos como el asesinato de Orlando Letellier y su asistente Ronni
Mofñit en el corazón de Washington; el atentado que costara la vida en
Buenos Aires a Carlos Prats, la muerte de Juan José Torres; y todas las
acciones impulsadas a partir del Plan Cóndor, ideado en noviembre de
1976 y que vinculara a los servicios secretos de varios países de la
región.
Y
estos ataques no quedaron en Chile. En el plano mundial, los medios de
comunicación, la Sociedad Interamericana de Prensa, la OEA y todos los
organismos internacionales vinculados al Imperio, trabajaron en la misma
tarea. Y no faltaron, ciertamente, las acciones internas orientadas a
resquebrajar la unidad popular enfrentando a socialistas contra
comunistas; comunistas contra miristas; miristas contra cristianos de
izquierda; y asíi sucesivamente,
Pero
sin duda, el respaldo más definido: militar, político y económico, se
derivó hacia las más altas cumbres de la Oposición. Gruesas sumas de
dinero financiaron las huelgas de los transportistas liderados por León
Vilarín, y los planes golpistas de los militares facciosos, El
terrorismo y el sabotaje formaron parte de esta ofensiva.
Se
han publicado ya numerosos trabajos que recogen testimonios directos e
irrebatibles de los planes golpistas de corte fascista y de sus nexos
con la administración gubernamental de los Estados Unidos antes, durante
y después del Golpe del 73.
Un
material particularmente importante es el que recoge Peter Kornbluh en
su libro “Pinochet, Los archivos secretos”. Se trata de lo elaborado por
el Director del National Security Archive's Chile Documentation Project
a partir de la desclasificación de más de 24.000 documentos secretos
procedentes de la Secretaría de Estado y de la CIA, sobre la cobertura
prestada por Nixon y Kissinger al general Pinochet y a los militares
golpistas para acabar con la democracia en Chile.
Kornbluh
describe también el Proyecto .FUBELT, ejecutado por la CIA y orientado a
impedir el ascenso al Poder de Salvador Allende entre septiembre y
noviembre de 1970. Este Plan, sin embargo, se extendió durante toda las
administración del gobierno de la UP y funcionó también para accionar el
Golpe de Estado de septiembre del 73.
En
esa circunstancia, unidades navales de los Estados Unidos operaron en
acuerdo con los militares golpistas chilenos y siguieron atentamente la
ejecución de los planes sediciosos de aquellos día
Y
eso estuvo vinculado al hecho que la Casa Blanca tuvo conocimiento
exacto de los planes militares araucanos desde días antes del 11 de
septiembre, y los vio con inusitada simpatía.
Aun
hoy continúa la desclasificación de documentos reservados de los
servicios secretos de los Estados Unidos. Ellos echan más luces respecto
a estos operativos ideados por la administración yanqui y que hicieron
trizas la independencia y la soberanía de un país hermano.
LAS LECCIONES DE ESTA DOLOROSA EXPERIENCIA
Es
claro que, en cada país, los pueblos escogen las formas de lucha y las
vías revolucionarias que consideran más adecuadas a su realidad. En
todos los casos, y cualquiera sea la modalidad que adquieran las
acciones que impulsen las masas populares; la reacción asesta duros
golpes, y genera visibles contrastes que retrasan significativamente el
avance de los Estados Soberanos.
Porque
eso es así, cada destacamento tiene el deber de procesar sus propios
análisis críticos y autocríticos y extraer, de las experiencias vividas,
las lecciones más adecuadas. Eso no exime a otros, que pueden aportar
también ideas en torno a esos temas.
La
primera lección que fluye de este análisis, es la importancia de la
Unidad, como herramienta esencial ahora construir procesos sociales,
avanzar en ellos y enfrentar a los enemigos de los pueblos.
En
Chile, sin embargo, la unidad, no fue suficiente.. Debió añadir otros
factores., derivados de la organización de las masas, la conciencia
política de sectores muy amplios, y la capacidad de lucha de los
trabajadores y de las grandes masas. Eso último, pasaba también por el
dominio de formas armadas de lucha y por el vínculo que debió haber
existido entre el pueblo y núcleos avanzados de la institución
castrense.
Perseverar
en el derrotero de la unidad,, la organización, la conciencia y la
capacidad de lucha de los pueblos;: es -quizá- la primera gran lección
que puede extraerse de esta dolorosa experiencia.
En
una circunstancia como la actual, cuando asoman signos evidentes de un
renacimiento del fascismo, queda claro que la lucha de un pueblo –el de
Chile, u otros- no se limita a las fronteras nacionales. Puede ser
nacional por su forma, pero será siempre internacional por su esencia. Y
obligará a todos a librar una batalla en los más diversos escenarios
del planeta. Esto presupone también tener clara noción del enemigo, de
su identidad, su capacidad de lucha y sus posibilidades operativas. Y a
no arredrarse ante él, haciéndole frente en cualquier circunstancia.
La
experiencia de nuestro tiempo confirma la idea que el enemigo siempre,
es el Imperialismo. Y que éste actúa y opera a través de distintas
modalidades. Lo que hoy ocurre en Irak o en Libia, en Palestina o en
Ucrania; acreditan el papel y el juego del Imperialismo contra los
pueblos del mundo., Y obligan a cerrar filas contra él con toda la
fuerza que sea posible. Librar la lucha contra el imperialismo, es dar
el primer paso seguro en la tarea más general: liberar a los pueblos y
abrir camino para la construcción de una sociedad más justa y mejor, la
Sociedad Socialista.
Esto
es esencial tenerlo en cuenta sobre todo en América Latina,. Donde la
batalla de los pueblos luce continental, y donde la mano del Imperio
asomo en cada país tras los golpes militares o políticos que se asestan
contra los pueblos,
“Cada
paso del movimiento real es mejor que mil programas”, dijo Carlos Marx.
Y es verdad. Eso hay que tenerlo muy en cuenta en nuestro tiempo, en el
que cada paso de avance en la lucha nacional liberadora, es esencial
para el desarrollo del proceso emancipador latinoamericano. Al unísona,
cada derrota afectará severamente a todos
Lo
ocurrido recientemente en el Perú, las maniobras del Imperio Para
desdibujar y deteriorar el proceso chileno, el afán de las corporaciones
por derrotar a las fuerzas progresistas en Argentina y afirmar sus
posiciones y dominio en el Ecuador; contrastan claramente con los
avances logrados en buena parte del continente,.
Hoy,
la defensa de Cuba la solidaridad con la Venezuela Bolivariana, la
identificación con la causa sandinista de Nicaragua, el saludo a los
procesos avanzados en Bolivia, Colombia, Honduras y más recientemente en
Guatemala, así como la denuncia y el combate al el retroceso golpista
impuesto en el Perú; constituyen el primer deber solidario de los
pueblos de América .
Para
ellos –para los pueblos de América.- también en Chile se afronta hoy
una tarea fundamental: afirmar el proceso democrático. cerrar el paso a
la reacción, denunciar el trabajo del imperialismo contra el pueblo de
Chile y desplegar las invictas banderas de los trabajadores y de las
grandes masas en la lucha por la libertad y la justicia,
Lima, 2 de septiembre del 2023
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