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Un Tema de Actualidad
1.-
BOLIVIA-CHILE
La
demanda de Bolivia por una salida al mar en el contexto global
Juan Francisco Coloane (especial para
ARGENPRESS.info)
La demanda
boliviana en la Corte Internacional de Justicia para que se le reconozca su
derecho de acceso al mar, desde la perspectiva de una institucionalidad
internacional dispersa y desacreditada en muchas facetas, aparece favorecida.
La idea del gobierno boliviano es persuadir a Chile a negociar un acuerdo para
lograr ese objetivo.
Esta iniciativa
boliviana coloca en suspenso el futuro desarrollo de la Agenda de 13 puntos
acordada durante el anterior gobierno de la actual presidenta Michelle
Bachelet, con el propio presidente boliviano Evo Morales. Basado en la reciente
experiencia con la demanda peruana ante La Haya, Chile centra su postura en la
inmutabilidad de los tratados. Sin embargo el gobierno chileno no descarta
múltiples vías para continuar negociando y estimular el criterio de buena
vecindad. No obstante en algunos círculos políticos chilenos se habla de que no
hay nada que negociar y de que el país debe desprenderse de algunos compromisos
internacionales, como el Pacto de Bogotá por ejemplo.
El contexto
global está notoriamente revuelto. El naciente derecho internacional ha sido
repetidamente violado por acontecimientos post guerra fría de inusitada
violencia. Se incluyen en ese escenario la guerra de los Balcanes, el genocidio
en Ruanda, la desintegración de Somalia, el permanente acecho al estado
Palestino, las invasiones con guerras en Afganistán e Irak. La guerra que lleva
más de tres años en Siria es un retrato del deterioro de la institucionalidad
internacional para encontrar salidas políticas que abran el camino hacia la
paz.
Desde esta
perspectiva la demanda boliviana es inteligente y oportuna porque aspira a una
situación de mayor igualdad como un derecho y este objetivo está siendo
aceptado como un principio para corregir las enormes asimetrías de desarrollo
en la globalización actual, caracterizada por falta de regulación y escasa
planificación estratégica en materia social. La demanda boliviana por una
salida al mar parte de una necesidad y el tiempo la convierte en un derecho por
estas condiciones de la globalización que están siendo cuestionadas.
Bolivia ha
elevado una demanda a una institucionalidad apremiada, que incluye a la Corte
de La Haya, y que forma parte de los problemas que se generan por la ausencia
de un orden mundial reconocible por todas las naciones. El Derecho
Internacional hay que aproximarlo por la validez sociológica del Derecho y en
las relaciones internacionales con mayor razón se hace necesaria una apertura
de foco aceptando la existencia de una sociedad internacional con una
institucionalidad imperfecta que no se expresa con la nitidez que asume la
institucionalidad el estado en cada nación. Más aún, las tendencias en el orden
mundial vigente exhiben un sistema de equilibrios de poder todavía centrado en
las naciones con mayor poderío económico y bélico lo que impulsa a mayores
aprehensiones respecto a protegerse de los desequilibrios. El principio de una
igualdad formal con que se manejan las relaciones entre los estados se sostiene
por la subjetividad creada en las naciones respeto a “lo nacional” y soberano,
y que les ha permitido sobrevivir. Más allá de este rasgo bien primario, lo que
existe es un inmenso desequilibrio en los niveles de poder y de recursos de
poder entre las naciones.
Se eleva la
demanda en los momentos en que Chile deberá enfrentar una transición inevitable
en su modelo socioeconómico. El desafío no es una salida al mar pero es
extremadamente complejo porque implica una nueva regionalización y adoptar
estrategias modernas e integradas de desarrollo. No es concebible para un
desarrollo más pleno del llamado norte grande chileno, sin una integración más
completa y transversal con Bolivia en las áreas de competencia para el
beneficio de ambos países. En una perspectiva concreta de progreso dos naciones
con niveles agudos de subdesarrollo en zonas adyacentes y con interdependencia
como determinante, deberán negociar con apertura del foco y superando dos reduccionismos:
primero, el jurídico/histórico de la vigencia de los tratados; y el otro más
subjetivo que es el de la soberanía.
La concentración
del poder y la jerarquización que permite ejercer una vía de autoridad en un
estado, no se tienen en una sociedad internacional. Hasta la fecha, esta
sociedad de naciones es una entidad incompleta y carente de una condición
jurídica propia emanada de un pacto global que no existe. Esta situación ha
permitido que dividendos no saldados entre naciones, sea por conflictos armados
o por los procesos de formar estados, se sometan a una corte internacional como
si el planeta fuera un estado unificado con una constitución. Está claro,
tratados, convenciones y acuerdos internacionales, conforman ese “comodín” de
constitución para el planeta y son administrados en general por Naciones Unidas
donde el pináculo para resolver determinado conflicto es su Consejo de
Seguridad.
Esta figura
“legal” para la justicia global en el 2014, con todo lo que se ha trasquilado a
la humanidad para un dudoso progreso en calidad de vida, es bastante patética.
La Carta de Naciones Unidas que podría ejercer un papel facilitador, para crear
tal estado jurídico global, ha sido maltratada por los propios países y ha
servido al límite de sus posibilidades. El bagaje pesado de falencias que
arrastra la institucionalidad internacional que arbitra diferendos es el
expediente para pensar que existirá siempre la posibilidad de hacerlo mejor.
¿Pero para quién?
Chile, como los
países vecinos, deberá enfrentar con definiciones más precisas los problemas
medulares de su desarrollo que no fueron resueltos por las políticas económicas
y los pactos políticos que han prevalecido en las últimas tres décadas desde la
implantación del actual modelo neoconservador. El principio de la igualdad
formal con que se manejan las relaciones entre los estados se sostiene por la
subjetividad creada en las naciones respeto a “lo nacional y soberano” y que
les ha permitido sobrevivir. Más allá de este rasgo que es bien primario, en lo
subyacente predominan distorsiones y desequilibrios de todo orden - políticos y
socioeconómicos- entre naciones vecinas que en 200 años no han podido
integrarse.
Independiente
del desarrollo de esta fase en la demanda boliviana, la consideración esencial
en el naciente derecho internacional es que todo convenio por el que un Estado
se compromete a hacer o no hacer una cosa, trae consigo una restricción al
ejercicio de sus derechos soberanos en el sentido de imprimirle una dirección
determinada. Esto significa que la facultad de asumir compromisos
internacionales lejos de ser un abandono de soberanía es un atributo de la
misma.
2.-
CHILE-BOLIVIA
Chile
rechaza entregar una salida soberana al mar a Bolivia
PL
El ministro de
Relaciones Exteriores de Chile, Heraldo Muñoz, afirmó hoy que está cerrada para
siempre la posibilidad de entregar una salida soberana al mar a Bolivia, como
insiste el vecino país.
En una
entrevista a CNN Chile, el canciller estimó que Santiago no arriesga una cesión
de territorio tras la demanda de La Paz ante la Corte Internacional de Justicia
(CIJ), con sede en La Haya, Países Bajos.
"La
posición de Chile hoy, y ha sido así por mucho tiempo, es que Bolivia no tiene
derechos, por tanto una demanda como la que se ha planteado es absolutamente
inconducente, probablemente va a ser muy larga, va a ser muy onerosa para ambas
partes y ciertamente improductiva", subrayó,
Bolivia perdió
120 mil kilómetros cuadrados de territorio y 400 kilómetros de costas durante
la llamada Guerra del Pacífico (1879-1883) y desde entonces reclama una salida
al mar.
Esta semana
Muñoz inició consultas con varios sectores políticos del país para discutir la
querella boliviana.
Chile tiene un
plazo de tres meses para presentar excepciones preliminares, entre ellas la
opción de pedir la inhabilitación de la CIJ, una postura que gana adeptos,
destacó días atrás el diario La Tercera.
Según el
rotativo, la clase política chilena coincide en que el Tratado de 1904, que
definió los límites entre Chile y Bolivia, se firmó previo al Pacto de Bogotá
en 1948, que obliga a los países firmantes a reconocer la competencia de La
Haya.
Pero La Paz
afirma que el pacto firmado hace 110 años garantizaba a Bolivia una salida
soberana al mar, lo cual nunca se cumplió.
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fecha: 25 de abril de 2014, 12:34
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Nota.-
El litigio
Bolivia-Chile y el litigio Perú-Chile van de la mano. La posición de Chile es
una muestra de la aplicación de los “tratados desiguales” Todo país invasor,
luego de su victoria militar ha impuesto en el pasado este tipo de tratados.
Cuando
Inglaterra invadió China en la conocida “guerra del opio” de bárbaros
occidentales, venció al país y le impuso tratados humillantes. Luego del
triunfo de su revolución, China volvió a ser dueña de su destino. Al señalar a
Inglaterra la devolución de Hong Kong, la “dama de hierro” Margaret Tatcher,
pretendió la vigencia del tratado desigual. Y el gobierno chino sólo respondió
que si no hay acuerdo al respecto, “China tomará su propia decisión” Ya era
obvio que la diferencia de poder era favorable a China. Por eso Inglaterra “se
amansó” y devolvió Hong Kong en ceremonia especial con el retiro a capa caída
del cuerpo militar inglés y la entrada marcial del cuerpo del Ejército del
Pueblo. El pueblo chino reivindicó sus derechos ante el mundo entero.
La
situación ha cambiado con el surgimiento del gobierno de Evo Morales y la
situación jurídica internacional. Chile sólo tiene como respaldo la firma por
Bolivia del tratado desigual. La oligarquía boliviana y la oligarquía peruana
cedieron ante la prepotencia de la oligarquía chilena. Pero Bolivia está
construyendo su propio camino y el gobierno actual ya no es el gobierno de
antes, lacayo por fuera y represor por dentro. Por eso, bien puede lograr un
acuerdo favorable a su reclamo. O seguir preparándose hasta lograr el cambio de
correlación de fuerzas. ¡Aprendamos la
lección!
Ragarro
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