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EL ESTADO
En medio del desorden de ayer, el Estado procede contra sus
supuestos súbditos, el pueblo, como un real amo. Y no es que estemos en
los tiempos de la esclavitud o el señorío feudal, pero la realidad es
esa. La vestimenta y los privilegios del señor
feudal se han metamorfoseado en el cuello blanco del Presidente, sus
Ministros y su Congreso.
Como servidor y esbirro del gran capital, se encarga de
arreglarle las mejores condiciones para exprimirles hasta la última gota
de sangre a los trabajadores. Cuando los trabajadores es organizado
puede asumir ellos mismos su defensa en forma de sindicatos,
el Estado ha recibido el encargo de reprimirlos a sangre y fuego. Ya
los despidos masivos, ya la prisión, ya enjuiciamientos y condenas, y
hasta el destierro. Esta reaccionaria conducta, con el tiempo no ha
variado, solo se vuelto más sutil, pero sigue siendo
la misma de ayer, y aún más feroz. Ese es su estigma, y no
desaparecerá, a menos que el pueblo organizado, lo mande al tacho de la
historia.
Hoy,
como efectos de un mal del cual no se tiene noticias ciertas, solo
especulaciones lleno de miedo y pánico, el Estado, que poco o nada se
preocupó ni se preocupara
de la salud pública, rápidamente ha reunido a sus huestes, en lo
económico, político y social, para tomar una decisión respecto a los
súbditos a su servicio. La decisión tomada ha convocado a todos los
medios de comunicación a su servicio para hacer saber
a la sociedad toda, los acuerdos tomados en las alturas con
prescindencia absoluta de la mayoría interesada. El acuerdo brillante
obtenido en su reunión secreta se condensa: Suspensión Perfecta de
Labores. Un latigazo como otros ya habidos, que cuartea las
espaldas de los trabajadores, como en los tiempos del señorio feudal a
los siervos. Luego, multas, sanciones, prisión, en caso de que alguien
transgreda sus medidas dictadas, cual marca a hierro candente que los
señores feudales ponían en la frente a sus siervos
desobedientes.
A esta hora, hay en los diferentes puntos de la
capital, cientos de compatriotas con sus familias e hijos viviendo en
las calles, de la caridad y con la poca esperanza de una ayuda para
regresar a sus pueblos de origen. Son los ejércitos
de desocupados que vivían entre la ocupación precaria y la desocupación
evidente. Son las grandes mayorías, y a nivel nacional.
Como podemos apreciar, el supuesto “Estado de todos los peruanos
“se lava las manos ahogando en la saliva de sus funcionarios a esta
cruda realidad. Los bonos repartidos a los proletarios que tienen la
maldición de padecer la carestía, es como la pequeña
parcela improductiva que el señor feudal le daba a su siervo con el
interés de que trabajara para él desde que amanece hasta que anochece,
sin renegar contra su miseria.
Los
proletarios y su fuerza de trabajo, que se agotan y aniquilan por el
desempleo, batallan heroicamente por encontrar el camino que lo libere
de sus cadenas y sepulte definitivamente
la miseria, la pobreza y extrema pobreza, provenientes de un Estado
caduco puesto al servicio de una clase dominante, igual de parasitaria.
Cuando se dice que “el Perú es un mendigo sentado en banco de oro”, es porque:
1.- El Perú: son las masas trabajadoras, y el pueblo en general.
2.-Un mendigo: porque está disperso, desorganizado, por lo mismo,
imposibilitado de combatir a su enemigo común: Las clases dominantes y
su Estado.
3.- Banco de oro: son la liberación de las fuerzas productivas.
Único medio histórico que hará que el alto ideal del Socialismo Peruano,
sea una realidad.
Tal vez sirva estas líneas para reflexionar sobre la tarea perentoria de hoy:
La Preparación de la Organización para el Cambio Social.
Héctor Félix D.
25.04.2020.
COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
25 de abril de 2020
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