sábado, 28 de agosto de 2021

LA LENGUA DEL DIOS

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Gustavo Pérez Hinojosa

Sobre la presentación de Bellido en el Congreso :
 
LA LENGUA DEL DIOS
Dicen los informantes que la mañana del 26 de Agosto, Guido Bellido Ugarte, releyó un breve texto, sonrío socarronamente y lo cerró antes de partir hacia el Congreso de la República para presentarse ante él y pedir su Voto de Confianza.
Cuentan los informantes (quizás soplones de la prensa mediática reaccionaria monopólica) que revisaron el texto cuando él se marchó y que se trataba del delicioso cuento de Jorge Luis Borges “La escritura del dios”.
Este cuento relata que, encerrado por el conquistador Pedro de Alvarado, junto con un jaguar, el mago maya Tzinacán, en una prisión, recuerda que el dios escribió el primer día de la Creación una sentencia mágica, apta para conjurar esos males, y lo hizo en las manchas de la piel del jaguar, que era uno de los atributos del dios. Pasa años y logra descifrar esa escritura que tiene el poder de recuperar su mundo.
Cuando Bellido ingresó al Congreso empezó a hablar en quechua, y el hemiciclo se estremeció entre pifias e improperios que le ordenaban callar, y de pronto como en una visión mágica apareció el cura Valverde exigiendo a Atahualpa que hablara en castellano y reconociera a su dios, apareció Tupac Amaru suplicando piedad en quechua mientras los caballos lo despedazaban, aparecieron los campesinos de Scorza invadiendo la Hacienda Huarutambo mientras se escuchaban las notas del Himno Nacional, por primera vez allí, después de mas de 150 años, apareció Arguedas llorando en quechua, y súbitamente los Congresistas de oposición se transformaron en los traidores Torre Tagle, Riva Agüero y Berinduaga que se fueron con Rodil al Callao, pues solo querían romper los lazos con España pero mantener sus indios y negros esclavos, y el grito, el grito estridente y amenazante : ¡Callen ese serrano! ¡Que hable en español!
¡En las calles, plazas y campos, el pueblo escuchó bañado en lágrimas guardadas 500 años, y entonces todo, todo quedó al descubierto! ¡Y quedo claro quién era cada cual!

 

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