“El
Maestro peruano quiere ocupar su puesto
en
la obra de reconstrucción social. No se conforma
con
la supervivencia de una realidad caduca.
Se
propone contribuir con su esfuerzo
a
la creación de una realidad nueva”.
JCM-COC.T.14-52
La
República conoce maestros que amaron la Pedagogía; Maestros que
comprendieron a cabalidad su responsabilidad social; Maestros que
dedicaron sus energías físicas y su capacidad creadora para la
transformación de sus postergadas comunidades; Maestros que bebieron
la ciencia y la cultura para impulsar el desarrollo de su pueblo;
Maestros que sembraron con paciencia y dedicación, gérmenes de
renovación en las nuevas generaciones; Maestros que han sabido
promover conscientemente nuevos líderes para el país, estimulando
las potencialidades de niños y jóvenes; maestros que han
contribuido a elevar la conciencia del pueblo, luchando en las calles
frontalmente contra los representantes de la clase dominante;
maestros que utilizaron diversas tribunas para sustentar su oposición
contestataria al régimen de turno mediante un Programa
Reivindicativo; maestros que moviéndose en escenarios dialécticos,
se constituyeron en el motor de cambio social, por un Perú Integral.
A estos dignos maestros que han dejado huellas indelebles en el
proceso histórico de nuestra patria, se suman los maestros de
nuestro tiempo, siguiendo el Camino del Amauta.
En
la segunda década del siglo anterior, José
Antonio Encinas
revolucionó en Puno anunciando que “…todo
nuestro esfuerzo debe concentrarse a romper los viejosLa
República conoce maestros que amaron la Pedagogía; Maestros que
comprendieron a cabalidad su responsabilidad social; Maestros que
dedicaron sus energías físicas y su capacidad creadora para la
transformación de sus postergadas comunidades; Maestros que bebieron
la ciencia y la cultura para impulsar el desarrollo de su pueblo;
Maestros que sembraron con paciencia y dedicación, gérmenes de
renovación en las nuevas generaciones; Maestros que han sabido
promover conscientemente nuevos líderes para el país, estimulando
las potencialidades de niños y jóvenes; maestros que han
contribuido a elevar la conciencia del pueblo, luchando en las calles
frontalmente contra los representantes de la clase dominante;
maestros que utilizaron diversas tribunas para sustentar su oposición
contestataria al régimen de turno mediante un Programa
Reivindicativo; maestros que moviéndose en escenarios dialécticos,
se constituyeron en el motor de cambio social, por un Perú Integral.
A estos dignos maestros que han dejado huellas indelebles en el
proceso histórico de nuestra patria, se suman los maestros de
nuestro tiempo, siguiendo el Camino del Amauta.
En
la segunda década del siglo anterior, José Antonio Encinas
revolucionó en Puno anunciando que “…todo nuestro esfuerzo debe
concentrarse a romper los viejos moldes de una escuela formalista,
rutinaria, detenida en su evolución por un sinnúmero de
prejuicios”. Su rica experiencia la sistematizó en artículos y
libros, siendo la obra preferida por los maestros, Un Ensayo de
Escuela Nueva en el Perú, cuyas ideas centrales son: la Escuela
Nueva (Escuela del Trabajo) es ajena a la disciplina coercitiva y a
la enseñanza memorística; en la Escuela del Trabajo, los niños
aprenden cosas útiles para la vida. Combina armónicamente el
trabajo manual con el trabajo intelectual; la Escuela Nueva es activa
y libre. En ella se da una relación efectiva entre el maestro y el
educando; en la Escuela Nueva se cultiva la autodisciplina y se
promueven excursiones como un medio de aprendizaje eficaz al aire
libre; la Escuela Nueva, es una Escuela Social. El maestro Encinas,
fue claro y contundente al precisar: “La clase es un laboratorio,
un museo, un taller, donde se experimenta, se observa y se trabaja,
ya no es el aula donde pontifica el maestro. Desaparece la tortura de
las lecciones y de los exámenes, puesto que no hay enseñanza
clasificada, sino utilizada. La mejor lección es un proyecto de
trabajo, y el mejor examen, su ejecución”. Ideas sustantivas
planteadas mucho tiempo después en el tratado moderno de la
pedagogía como constructivismo, donde se valora la participación
del educando en la construcción de su propio aprendizaje, siendo el
profesor un facilitador del mismo.
Siguiendo
la orientación de la Escuela Nueva, José Carlos Mariátegui en su
artículo ¨La enseñanza y la economía¨, a mediados de la década
del 20 del siglo anterior, precisó: “El problema de la enseñanza
no puede ser bien comprendido al no ser considerado como un problema
económico y como un problema social. El error de muchos reformadores
ha residido en su método abstractamente idealista, en su doctrina
exclusivamente pedagógica. Sus proyectos han ignorado el íntimo
engranaje que hay entre la economía y la enseñanza y han pretendido
modificar ésta sin conocer las leyes de aquella. Por ende, no han
acertado a reformar nada sino en la medida que las leyes económicas
y sociales les ha consentido” (JCM-COC-T.14-32). Efectivamente,
hasta nuestros días, los diferentes intentos por reformar el sistema
educativo han fracasado y seguirán fracasando por ignorar el íntimo
engranaje entre la economía y la enseñanza.
A
lo largo de la historia del Perú Republicano, encontramos educadores
e intelectuales que han sustentado en sus exposiciones la estrecha
relación que existe entre la economía y la educación,
comprendiendo que “la sociedad moderna tiende a ser, sobre todo,
una sociedad de productores”. De allí que se esforzaron
conscientemente para plantear propuestas orientadas a la renovación
de la vieja escuela sostenida por la clase dominante. Uno de los más
altos exponentes de la época es el Amauta José C. Mariátegui, que
propone la Escuela del Trabajo, afirmando que “…representa un
sentido de trabajadores. El Estado capitalista se ha guardado de
adoptarlo y actuarlo plenamente” (JCM-COC-T.14-37). Seguidamente el
autor reafirma su planteamiento al preciar que “Un concepto moderno
de la escuela coloca en la misma categoría el trabajo manual y el
trabajo intelectual. (…) la Escuela del Trabajo es producto
genuino, una concepción fundamental de una civilización creada por
el trabajo y para el trabajo” (Ibíd. pag.38). Siguiendo esta
línea, en el folleto “A dónde va el Perú”, el acucioso
investigador Ramón García resalta que “La escuela nueva es la
Escuela del Trabajo. JCM señalaba que “La sociedad lucha por
organizarse como una sociedad de trabajadores, de productores. No
puede por tanto, considerar el trabajo como una servidumbre. Tiene
que exaltarlo y ennoblecerlo”; y declara enfáticamente que “El
destino del hombre es la creación. Y el trabajo es creación, vale
decir liberación. El hombre se realiza en su trabajo”, expresión
que es el pensamiento-guía del Perú en su desarrollo cultural”.
A
la clase dominante no le interesa en absoluto la renovación de la
escuela, menos aún las grandes virtudes de la Escuela del Trabajo.
¿Por qué?. Porque va en contra de sus intereses y privilegios de
casta. Por el contrario, a través de los diferentes gobiernos de
turno que lo representan, estimula la desigualdad y la injusticia que
rigen en el mundo de la economía y por ende en el sistema educativo.
De allí que a los maestros del pueblo, el Estado lo condena “a una
perenne estrechez pecuniaria. Les niega casi completamente todo medio
de elevación económica o cultural y les cierra toda perspectiva de
acceso a una categoría superior. De un lado, carecen los maestros de
posibilidades de bienestar económico; de otro lado carecen de
posibilidades de progreso científico” (ibíd. pag.48). Verdades
que los maestros lo viven en el día a día. He ahí una razón
poderosa que justifica sus luchas.
Según
el análisis dialéctico, agudo y crítico de JCM, vigente en nuestro
tiempo, para el pueblo no será posible encontrar una salida
satisfactoria al problema de la enseñanza, al margen del problema
económico y del problema social. De allí que la Escuela del
Trabajo, producto genuino y fundamental de una civilización creada
por el trabajo y para el trabajo, vale decir la Escuela Nueva, tendrá
cabida y florecerá en el Perú Nuevo, en el Perú Integral, como
consecuencia de la lucha Programática del pueblo organizado hacia el
cambio social.
A
partir de estos planteamientos, en la década del 40, prolongándose
hasta la década del 60 (siglo anterior), el maestro Germán Caro
Ríos y su generación, cuestionando el sistema educativo
tradicional, promovieron en las comunidades de Canta (hoy de Huaral),
“La escuela de Estudio y Trabajo en Coeducación”. En sus inicios
tenían que enfrentarse contra las directivas burocráticas de las
autoridades educativas que persistían en una educación rutinaria. A
pesar de las reiteradas acusaciones a los maestros por reunir en el
aula a niñas y niños e ir contra las directivas oficiales, los
dignos maestros respondieron, en lucha frontal, con argumentos
sólidos y demoledores, respaldados por los nuevos planteamientos
educativos que se venían aplicando en los países del mundo moderno.
Es así como lograron imponer el espíritu renovador en la escuela,
ajeno al espíritu colonial y feudal.
Con
el innovador planteamiento, el maestro Germán Caro Ríos y su
generación, rompe los paradigmas de la educación tradicional en la
actividad pedagógica. En sus argumentos fue claro al
precisar que “…la coeducación traería, además de los
beneficios de la formación completa de la personalidad social
de los educandos, positivos ahorros al Estado, en edificaciones y
equipamiento de locales escolares y personal docente”. En efecto,
las dos infraestructuras (Escuela de varones y de mujeres) se unían
en una sola y cada maestro se dedicaba sólo a una sección.
Asimilando
los planteamientos de Encinas y Mariátegui, Caro Ríos pone en
práctica las bases de la Escuela del Trabajo en el Perú, orientada
a la formación integral del educando, teniendo como propósito
promover hombres nuevos de pensamiento y acción, calificados para
analizar e interpretar la realidad, premisa fundamental para luchar
con razón y ventaja por su transformación. Las características
esenciales de esta escuela son: dar igual importancia al trabajo
y al estudio, estableciéndose “una relación de estricta
dependencia entre el saber intelectual y el trabajo productivo”;
estar convencidos de que todo conocimiento se desprende de la
actividad práctica, preferentemente productiva; superar el divorcio
entre el trabajo intelectual y el trabajo físico; capacitar y
estimular a los educandos, física, moral e ideológicamente para
desarrollar alguna actividad socialmente útil; fortalecer la
personalidad del niño en el terreno real de vencer obstáculos
desarrollando la colaboración y la solidaridad; promover el
estudio-trabajo y trabajo-estudio, con tendencia a superar las
diferencias entre los hombres por razones de educación, orientando a
fortalecer la unidad de los pueblos; despertar el sentimiento de
identidad, cambio y transformación de las formas de trabajo y de
vida.
Estas
experiencias contestatarias, basadas en principios, son ejemplos a
seguir. De allí que en la nueva generación de maestros está el
deber y compromiso de emular la vida ejemplar de los insignes líderes
de la Escuela del Trabajo vinculada a la Comunidad y que
contribuyeron decididamente al progreso y prosperidad de las
comunidades.
Los
maestros del Perú profundo, en la actualidad, vienen enfrentando una
lucha organizada contra la patronal, representada por el régimen de
turno. Esta lucha está sustentada en un análisis crítico al
sistema capitalista que ha impuesto su modelo económico neoliberal,
aprobando la Constitución de 1993 a su medida. Todos los gobiernos
de turno, sucesivamente han asestado duros golpes al magisterio
nacional, recortando una serie de derechos conquistados en largas
jornadas de lucha contenidas en la Ley del Profesorado 24029-25212.
Para el efecto, bajo el pretexto de la meritocracia, han hecho uso y
abuso a través de la Ley General de Educación y sus respectivas
modificatorias, generando inestabilidad laboral y despido masivo de
maestros. Así tenemos la Ley General de Educación 28044, en el
régimen de Toledo; la Ley 29062, en el régimen de García; las
Leyes 29944 y 30328, en el régimen de Humala; y, la Ley 30541 en el
régimen de Kuczynski. Todas bajo una misma orientación: mediatizar
al magisterio nacional. En ese sentido, para la clase dominante, la
crisis de la educación radica en lo técnico pedagógico y por
deducción lógica, la responsabilidad recae sobre los maestros. Por
lo visto, en el árbol de problemas, sólo enfocan los efectos (en
las ramas) más no las causas (en las raíces). En realidad el
problema es profundo y de sistema educativo. Y si un sistema no
responde a las necesidades del país, qué hacer? Sencillamente tiene
que ser cambiado.
El
descontento del magisterio nacional, se va generalizando en diversas
regiones, a lo largo y ancho del país. Las bases sindicales
regionales del SUTEP, debidamente registradas en el Ministerio de
trabajo, anuncian el despertar del magisterio peruano. Un ejemplo
digno de lucha lo está dando el SUTE Regional del Cusco que se
mantiene en huelga levantando el Lema Primigenio del SUTEP “Por una
línea sindical clasista” y que encabeza su plataforma de lucha de
contenido reivindicativo. En esta lucha y como en toda lucha política
puede distinguirse dos bandos inconfundibles. La oposición
protestataria que sólo apunta a reformar el sistema y la oposición
contestaría que apunta al cambio de sistema.
Como
se avizora una lucha de mayor envergadura, se ha constituido el
Comité Nacional de Lucha de las Bases del SUTEP para garantizar las
acciones coordinadas orientadas a la conquista de los más nobles
ideales del magisterio nacional, sustentado en los principios del
sindicalismo clasista. “Y no hay por qué desconfiar del instinto
de las mayorías. La masa sigue siempre a los espíritus creadores,
realistas, seguros, heroicos. Los mejores prevaleces cuando saben ser
verdaderamente los mejores” (JCM-COC-T.13-114). Y ser mejores
implica: interpretar correctamente los problemas de los maestros;
sistematizar coherentemente los planteamientos en el Programa
Reivindicativo; dirigir con altura, honestidad y consecuencia las
luchas del magisterio.
El
Maestro, por las características de su labor, es un hombre
calificado y de formación integral. Como profesional propiamente
dicho, instruye; como profesor, enseña; como persona, estimula la
preparación consciente de sus discípulos; como líder de la
comunidad, orienta al pueblo por el camino del progreso y la
prosperidad. He ahí su responsabilidad social e histórica como
forjador del hombre nuevo, del hombre crítico y dinámico, del
hombre de pensamiento y acción. Bien decía el Dr. Augusto Cury en
su mensaje de Maestro Fascinante, que “Los buenos maestros educan
para una profesión, mientras que los maestros fascinantes educan
para la vida”. En la escuela del trabajo, los maestros son
fascinantes y educan para la vida.
El
Maestro, con espíritu altruista, imaginativo y creador, es el
llamado a fecundar las inquietudes del factor humano en la comunidad
e irradiar luz de sabiduría en las aulas donde se forjan las nuevas
generaciones. Esta labor tiene que realizarlo con emoción y mucha
pasión, entregando lo mejor de su capacidad intelectual. En ese
sentido, predicando con el ejemplo, implementará el trabajo en
colectividad, a través de la colectividad y para la colectividad,
haciéndose una norma en la vida comunal. He ahí al Maestro Líder
de la Comunidad; al maestro que luchando también está enseñando;
al maestro consecuente con sus principios; al maestro constructor del
orden nuevo; al maestro luchador y motor del cambio social por un
Perú nuevo en el mundo nuevo. Vale decir, por un Perú Integral.
No
es casual que el maestro José A. Encinas, plenamente convencido y
valorando al maestro precisó que “….el cargo más alto que un
ciudadano puede desempeñar en una democracia es el cargo de
Maestro”. Tampoco es casual que el Amauta Mariátegui, evaluando el
rol protagónico del maestro en el escenario educativo afirmara que
“De todas las victorias humanas les toca a los maestros, en gran
parte, el mérito. De todas las derrotas humanas les toca, en cambio,
en gran parte la responsabilidad”. Así mismo, el maestro German
Caro Ríos sintetizó la labor del maestro precisando que “El
profesor es un trabajador de la enseñanza que labora con la materia
prima más delicada y noble que es el niño. Su producción es la
cultura que es la fuerza espiritual que impulsa el progreso de la
patria”. Ideas germinales y sustantivas que orientan el trabajo del
maestro, mediante el estudio, la investigación, la organización y
la lucha contestataria, levantando un Programa Reivindicativo y un
Programa Prospectivo por un nuevo amanecer. He ahí al Maestro
Constructor del Orden Nuevo.
José
Félix Damián
Lima-Perú,
10 de Julio 2017
moldes de una escuela formalista, rutinaria, detenida en su evolución
por un sinnúmero de prejuicios”.
Su rica experiencia la sistematizó en artículos y libros, siendo
la obra preferida por los maestros, Un
Ensayo de Escuela Nueva en el Perú,
cuyas ideas centrales son: la Escuela Nueva (Escuela del Trabajo) es
ajena a la disciplina coercitiva y a la enseñanza memorística; en
la Escuela del Trabajo, los niños aprenden cosas útiles para la
vida. Combina armónicamente el trabajo manual con el trabajo
intelectual; la Escuela Nueva es activa y libre. En ella se da una
relación efectiva entre el maestro y el educando; en la Escuela
Nueva se cultiva la autodisciplina y se promueven excursiones como un
medio de aprendizaje eficaz al aire libre; la Escuela Nueva, es una
Escuela Social. El maestro Encinas, fue claro y contundente al
precisar: “La
clase es un laboratorio, un museo, un taller, donde se experimenta,
se observa y se trabaja, ya no es el aula donde pontifica el maestro.
Desaparece la tortura de las lecciones y de los exámenes, puesto que
no hay enseñanza clasificada, sino utilizada. La mejor lección es
un proyecto de trabajo, y el mejor examen, su ejecución”.
Ideas
sustantivas planteadas mucho tiempo después en el tratado moderno de
la pedagogía como constructivismo, donde se valora la participación
del educando en la construcción de su propio aprendizaje, siendo el
profesor un facilitador del mismo.
Siguiendo
la orientación de la Escuela Nueva, José
Carlos Mariátegui en su
artículo ¨La enseñanza y la economía¨, a mediados de la década
del 20 del siglo anterior, precisó: “El
problema de la enseñanza no puede ser bien comprendido al no ser
considerado como un problema económico y como un problema social. El
error de muchos reformadores ha residido en su método abstractamente
idealista, en su doctrina exclusivamente pedagógica. Sus proyectos
han ignorado el íntimo engranaje que hay entre la economía y la
enseñanza y han pretendido modificar ésta sin conocer las leyes de
aquella. Por ende, no han acertado a reformar nada sino en la medida
que las leyes económicas y sociales les ha consentido”
(JCM-COC-T.14-32). Efectivamente, hasta nuestros días, los
diferentes intentos por reformar el sistema educativo han fracasado y
seguirán fracasando por ignorar el íntimo engranaje entre la
economía y la enseñanza.
A
lo largo de la historia del Perú Republicano, encontramos educadores
e intelectuales que han sustentado en sus exposiciones la estrecha
relación que existe entre la economía y la educación,
comprendiendo que “la sociedad moderna tiende a ser, sobre todo,
una sociedad de productores”. De allí que se esforzaron
conscientemente para plantear propuestas orientadas a la renovación
de la vieja escuela sostenida por la clase dominante. Uno de los más
altos exponentes de la época es el Amauta José C. Mariátegui, que
propone la Escuela del Trabajo, afirmando que “…representa
un sentido de trabajadores. El Estado capitalista se ha guardado de
adoptarlo y actuarlo plenamente”
(JCM-COC-T.14-37). Seguidamente el autor reafirma su planteamiento al
preciar que “Un concepto
moderno de la escuela coloca en la misma categoría el trabajo manual
y el trabajo intelectual. (…) la Escuela del Trabajo es producto
genuino, una concepción fundamental de una civilización creada por
el trabajo y para el trabajo”
(Ibíd. pag.38). Siguiendo esta línea, en el folleto “A dónde va
el Perú”, el acucioso investigador Ramón García resalta que “La
escuela nueva es la Escuela del Trabajo. JCM señalaba que “La
sociedad lucha por organizarse como una sociedad de trabajadores, de
productores. No puede por tanto, considerar el trabajo como una
servidumbre. Tiene que exaltarlo y ennoblecerlo”;
y declara enfáticamente que “El
destino del hombre es la creación. Y el trabajo es creación, vale
decir liberación. El hombre se realiza en su trabajo”,
expresión que es el pensamiento-guía del Perú en su desarrollo
cultural”.
A
la clase dominante no le interesa en absoluto la renovación de la
escuela, menos aún las grandes virtudes de la Escuela del Trabajo.
¿Por qué?. Porque va en contra de sus intereses y privilegios de
casta. Por el contrario, a través de los diferentes gobiernos de
turno que lo representan, estimula la desigualdad y la injusticia que
rigen en el mundo de la economía y por ende en el sistema educativo.
De allí que a los maestros del pueblo, el Estado lo condena “a
una perenne estrechez pecuniaria. Les niega casi completamente todo
medio de elevación económica o cultural y les cierra toda
perspectiva de acceso a una categoría superior. De un lado, carecen
los maestros de posibilidades de bienestar económico; de otro lado
carecen de posibilidades de progreso
científico”
(ibíd. pag.48). Verdades que los maestros lo viven en el día a día.
He ahí una razón poderosa que justifica sus luchas.
Según
el análisis dialéctico, agudo y crítico de JCM, vigente en nuestro
tiempo, para el pueblo no será posible encontrar una salida
satisfactoria al problema de la enseñanza, al margen del problema
económico y del problema social. De allí que la Escuela del
Trabajo, producto genuino y fundamental de una civilización creada
por el trabajo y para el trabajo, vale decir la Escuela Nueva, tendrá
cabida y florecerá en el Perú Nuevo, en el Perú Integral, como
consecuencia de la lucha Programática del pueblo organizado hacia el
cambio social.
A
partir de estos planteamientos, en la década del 40, prolongándose
hasta la década del 60 (siglo anterior), el maestro Germán
Caro Ríos y su
generación, cuestionando el sistema educativo tradicional,
promovieron en las comunidades de Canta (hoy de Huaral), “La
escuela de Estudio y Trabajo en Coeducación”. En
sus inicios tenían que enfrentarse contra las directivas
burocráticas de las autoridades educativas que persistían en una
educación rutinaria. A pesar de las reiteradas acusaciones a los
maestros por reunir en el aula a niñas y niños e ir contra las
directivas oficiales, los dignos maestros respondieron, en lucha
frontal, con argumentos sólidos y demoledores, respaldados por los
nuevos planteamientos educativos que se venían aplicando en los
países del mundo moderno. Es así como lograron imponer el espíritu
renovador en la escuela, ajeno al espíritu colonial y feudal.
Con
el innovador planteamiento, el maestro Germán Caro Ríos y su
generación, rompe los paradigmas de la educación tradicional en la
actividad pedagógica. En sus argumentos fue claro al
precisar que “…la
coeducación traería, además de los beneficios de la
formación completa de la personalidad social de los educandos,
positivos
ahorros al Estado, en edificaciones y equipamiento
de
locales escolares y personal docente”. En
efecto, las dos infraestructuras (Escuela de varones y de mujeres) se
unían en una sola y cada maestro se dedicaba sólo a una sección.
Asimilando
los planteamientos de Encinas y Mariátegui, Caro Ríos pone en
práctica las bases de la Escuela del Trabajo en el Perú,
orientada
a la formación integral del educando, teniendo como propósito
promover hombres nuevos de pensamiento y acción, calificados para
analizar e interpretar la realidad, premisa fundamental para luchar
con razón y ventaja por su transformación. Las características
esenciales de esta escuela son:
dar
igual importancia al trabajo y al estudio, estableciéndose
“una relación de estricta
dependencia
entre el saber intelectual y el trabajo productivo”; estar
convencidos de que todo conocimiento se desprende de la actividad
práctica, preferentemente productiva;
superar
el divorcio entre el trabajo intelectual y el trabajo físico;
capacitar
y estimular a los educandos, física, moral e ideológicamente para
desarrollar
alguna actividad socialmente útil;
fortalecer
la personalidad del niño en el terreno real de vencer obstáculos
desarrollando la colaboración y la solidaridad;
promover
el estudio-trabajo y trabajo-estudio, con tendencia a superar las
diferencias entre los hombres por
razones
de educación, orientando a fortalecer la unidad de los pueblos;
despertar
el sentimiento de identidad, cambio y transformación de las formas
de trabajo y de vida.
Estas
experiencias contestatarias, basadas en principios, son ejemplos a
seguir. De allí que en la nueva generación de maestros está el
deber y compromiso de emular la vida ejemplar de los insignes líderes
de la Escuela del Trabajo vinculada a la Comunidad y que
contribuyeron decididamente al progreso y prosperidad de las
comunidades.
Los
maestros del Perú
profundo, en la
actualidad, vienen enfrentando una lucha organizada contra la
patronal, representada por el régimen de turno. Esta lucha está
sustentada en un análisis crítico al sistema capitalista que ha
impuesto su modelo económico neoliberal, aprobando la Constitución
de 1993 a su medida. Todos los gobiernos de turno, sucesivamente han
asestado duros golpes al magisterio nacional, recortando una serie de
derechos conquistados en largas jornadas de lucha contenidas en la
Ley del Profesorado 24029-25212. Para el efecto, bajo el pretexto de
la meritocracia, han hecho uso y abuso a través de la Ley General de
Educación y sus respectivas modificatorias, generando inestabilidad
laboral y despido masivo de maestros. Así tenemos la Ley General de
Educación 28044, en el régimen de Toledo; la Ley 29062, en el
régimen de García; las Leyes 29944 y 30328, en el régimen de
Humala; y, la Ley 30541 en el régimen de Kuczynski. Todas bajo una
misma orientación: mediatizar al magisterio nacional. En ese
sentido, para la clase dominante, la crisis de la educación radica
en lo técnico pedagógico y por deducción lógica, la
responsabilidad recae sobre los maestros. Por lo visto, en el árbol
de problemas, sólo enfocan los efectos (en las ramas) más no las
causas (en las raíces). En realidad el problema es profundo y de
sistema educativo. Y si un sistema no responde a las necesidades del
país, qué hacer? Sencillamente tiene que ser cambiado.
El
descontento del magisterio nacional, se va generalizando en diversas
regiones, a lo largo y ancho del país. Las bases sindicales
regionales del SUTEP, debidamente registradas en el Ministerio de
trabajo, anuncian el despertar del magisterio peruano. Un ejemplo
digno de lucha lo está dando el SUTE Regional del Cusco que se
mantiene en huelga levantando el Lema Primigenio del SUTEP “Por
una línea sindical clasista” y
que encabeza su plataforma de lucha de contenido reivindicativo. En
esta lucha y como en toda lucha política puede distinguirse dos
bandos inconfundibles. La oposición protestataria que sólo apunta a
reformar el sistema y la oposición contestaría que apunta al cambio
de sistema.
Como
se avizora una lucha de mayor envergadura, se ha constituido el
Comité Nacional de Lucha
de las Bases del SUTEP
para garantizar las acciones coordinadas orientadas a la conquista de
los más nobles ideales del magisterio nacional, sustentado en los
principios del sindicalismo clasista. “Y
no hay por qué desconfiar del instinto de las mayorías. La masa
sigue siempre a los espíritus creadores, realistas, seguros,
heroicos. Los mejores prevaleces cuando saben ser verdaderamente los
mejores”
(JCM-COC-T.13-114). Y ser mejores implica: interpretar correctamente
los problemas de los maestros; sistematizar coherentemente los
planteamientos en el Programa Reivindicativo; dirigir con altura,
honestidad y consecuencia las luchas del magisterio.
El
Maestro, por las características de su labor, es un hombre
calificado y de formación integral. Como profesional propiamente
dicho, instruye; como profesor, enseña; como persona, estimula la
preparación consciente de sus discípulos; como líder de la
comunidad, orienta al pueblo por el camino del progreso y la
prosperidad. He ahí su responsabilidad social e histórica como
forjador del hombre nuevo, del hombre crítico y dinámico, del
hombre de pensamiento y acción. Bien decía el Dr. Augusto Cury en
su mensaje de Maestro Fascinante, que “Los buenos maestros educan
para una profesión, mientras que los maestros fascinantes educan
para la vida”. En la escuela del trabajo, los maestros son
fascinantes y educan para la vida.
El
Maestro, con espíritu altruista, imaginativo y creador, es el
llamado a fecundar las inquietudes del factor humano en la comunidad
e irradiar luz de sabiduría en las aulas donde se forjan las nuevas
generaciones. Esta labor tiene que realizarlo con emoción y mucha
pasión, entregando lo mejor de su capacidad intelectual. En ese
sentido, predicando con el ejemplo, implementará el trabajo en
colectividad, a través de la colectividad y para la colectividad,
haciéndose una norma en la vida comunal. He ahí al Maestro Líder
de la Comunidad; al maestro que luchando también está enseñando;
al maestro consecuente con sus principios; al maestro constructor del
orden nuevo; al maestro luchador y motor del cambio social por un
Perú nuevo en el mundo nuevo. Vale decir, por un Perú Integral.
No
es casual que el maestro José A. Encinas, plenamente convencido y
valorando al maestro precisó que “….el
cargo más alto que un ciudadano puede desempeñar en una democracia
es el cargo de Maestro”.
Tampoco es casual que el Amauta Mariátegui, evaluando el rol
protagónico del maestro en el escenario educativo afirmara que “De
todas las victorias humanas les toca a los maestros, en gran parte,
el mérito. De todas las derrotas humanas les toca, en cambio, en
gran parte la responsabilidad”. Así mismo, el maestro German Caro
Ríos sintetizó la labor del maestro precisando que “El profesor
es un trabajador de la enseñanza que labora con la materia prima más
delicada y noble que es el niño. Su producción es la cultura que es
la fuerza espiritual que impulsa el progreso de la patria”. Ideas
germinales y sustantivas que orientan el trabajo del maestro,
mediante el estudio, la investigación, la organización y la lucha
contestataria, levantando un Programa Reivindicativo y un Programa
Prospectivo por un nuevo amanecer. He ahí al Maestro Constructor del
Orden Nuevo.
José
Félix Damián
Lima-Perú,
10 de Julio 2017
FUENTE:
1.
Mariátegui, José Carlos. COC-T.14, Temas de Educación. Tercera
edición, Lima 1975.
2.
Mariátegui, José Carlos. COC-T.13.114, Ideología y Política. 14°
edición, Lima 1981.
3.
García Rodríguez, Ramón. A dónde va el Perú, ediciones Perú
Integral, Lima 2001
4.
Torres Andrade, Felipe. “Con Dignidad y Valentía: ¡¡Maestros a
Lucha!! (III)- Mi Palabra, Lima 27
JUN
2017.
5.
Félix Damián, José. Escuela del Trabajo para el Resurgimiento del
Perú, Lima 1995.
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