La
belicosa y extremadamente irresponsable retórica de Donald Trump,
amenazando con "furia y fuego" a la República Popular Democrática de
Corea, provocó un rechazo en su vecino, Corea del Sur, aliado
incondicional de EEUU.
"Tenemos un hacha debajo de la lengua". (Proverbio coreano)
©
REUTERS/ Kim Hong-Ji
La belicosa y extremadamente irresponsable retórica de Donald Trump, amenazando con "furia y fuego"
a la República Popular Democrática de Corea, provocó un rechazo en su
vecino, Corea del Sur, aliado incondicional de EEUU. Los medios de
comunicación más importantes de este país llamaron a la 'calma' a Trump y
exigieron a su presidente, Moon Jae-in, dejar de ser un mero seguidor
de Washington y defender los intereses de su país —tal como prometió en
su campaña electoral- y, en especial, conseguir la paz en la península
de Corea.
Lea también: La situación en torno a Corea del Norte, un "baile político-militar al borde del abismo"
La existencia de las armas nucleares
de Corea del Norte es un pretexto excelente para EEUU a la hora de
perpetuar su presencia no solo en la península de Corea sino en toda la
región. Y si no hubiera existido este pretexto, los globalizadores al
servicio del 'Gobierno Profundo' crearían cualquier otro para continuar
su presencia en la región y no permitir la unificación de las dos Coreas,
de acuerdo a sus propios deseos y su propio diseño de futuro. Tanto los
norcoreanos como surcoreanos conocieron la "furia y el fuego"
norteamericano durante la guerra en 1950-1953.
©
REUTERS/ Kim Hong-Ji
El escritor Bruce Cumings, en la introducción de su libro 'The Korean
War: a History' (2010) anotó que para los norteamericanos fue una
"guerra discreta", un conflicto bélico cualquiera, mientras que para los
coreanos aquella guerra fue "una matanza masiva autorizada". El mismo
general Douglas MacArthur, quien ordenó "crear un desierto desde Corea
hasta la frontera con China destruyendo desde el aire todas las
instalaciones, fábricas, ciudades y aldeas", declaró en 1951 ante el
Congreso que "La guerra destruyó la nación de 20 millones de habitantes.
Nunca he visto tal devastación. Como ser humano nunca he visto tanta
sangre y tanto desastre que se congelara en mi estómago cuando la última
vez estuve allí. Después de ver la destrucción y miles de mujeres y
niños muertos, vomité. Si usted [presidente Truman] sigue la guerra
indefinidamente, usted está perpetuando la masacre a una dimensión de la
que yo nunca había escuchado en la historia de la humanidad".
Analizando
la peligrosa tensión que surgió entre Washington y la capital de Corea
del Norte, Pyongyang, se llega fácilmente a la conclusión que el
verdadero autor de esta crisis no ha sido ni siquiera Donald Trump, sino
los medios de comunicación
globalizados al servicio del 'Gobierno Invisible' o 'Gobierno Profundo'
dominado por el complejo militar-industrial, que distorsionaron los
acontecimientos. El portal 38 de la John Hopkins University demostró
cómo la prensa occidental deliberadamente malinterpretó la declaración
norcoreana sobre la negociación con EEUU sobre su programa nuclear.
La prensa occidental anunció que Pyongyang declaró que "nosotros,
bajo ninguna circunstancia, pondremos las armas nucleares y cohetes
balísticos en la mesa de negociaciones". Pero la declaración verdadera
rezaba que "hasta que la política hostil y la amenaza nuclear de EEUU
contra la RPDC no hayan sido eliminadas fundamentalmente, nosotros, bajo
ninguna circunstancia, pondremos las armas nucleares y los cohetes
balísticos en la mesa de negociaciones". La prensa globalizada lanzó en
seguida una desinformación sobre la preparación y las amenazas de Corea
del Norte de comenzar una guerra nuclear contra EEUU.
La "furia y fuego" de Trump no se hicieron esperar, declarando el 8
de agosto pasado que "Mejor, Corea del Norte no haga más amenazas a
EEUU. Se encontrarán con el fuego y la furia como el mundo nunca ha
visto". Recién al día siguiente de esta amenaza de Trump, el Gobierno de
la RPDC contestó que "Las fuerzas estratégicas del Ejército Popular de
Corea están examinando cuidadosamente el plan operacional para utilizar el cohete balístico Hwasong-12 de mediano a largo alcance para ser lanzado contra Guam con el propósito de contener las más importantes bases militares de EEUU en Guam, incluyendo la base aérea Andersen".
En realidad, las primeras amenazas bélicas salieron de EEUU y no de
Corea del Norte. Una nota editorial de The Korea Times (Corea del Sur)
decía que "los surcoreanos piensan que el riesgo real viene de boca de
Trump" y no de Pyongyang (10-08-17). Lo que están ocultando los medios
globalizados de comunicación es que desde el fin de Guerra de Corea en
1953, los Gobiernos sucesivos de la RPDC han querido, según la carta del
expresidente de EEUU, Jimmy Carter, un tratado de paz con EEUU y no el
Acuerdo del Cese de Fuego que había existido desde el fin de Guerra de
Corea, además de poner fin a las sanciones económicas de Norteamérica
(10-08-17).
Washington
simplemente no contesta a todos los ofrecimientos de los norcoreanos de
firmar una paz duradera en la península de Corea pues lo que necesita
Norteamérica es un ambiente tenso en la región para vender armamento,
asegurar su presencia y sus bases militares cerca de Rusia y China,
diseminar 'falsos positivos' sobre los peligros que representa Corea
del Norte y de paso China para la seguridad nacional estadounidense y,
de esta manera, asegurar el aumento del presupuesto para el Pentágono.
Todo está fríamente calculado desde hace mucho, en el 2014 el
subsecretario de Defensa, Bob Work, declaró que en los próximos años el
60% de las Fuerzas Navales de EEUU y de las Fuerzas Aéreas de combate va
a estar estacionado en el Pacífico.
Le puede interesar: El Pentágono prepara un plan para un ataque preventivo contra Corea del Norte
Esto
de la "furia y el fuego", sobre lo que está vociferando
irresponsablemente Donald Trump con la aprobación o indiferencia del
pueblo norteamericano y sin prestar atención a la verdadera posición del
Gobierno de Kim Jong-un, quien repite estar de acuerdo a negociar con
EEUU para hablar del desarme tan pronto cesen las amenazas a su país,
preocupa en extremo al mundo entero. El secretario de Estado, Rex
Tillerson, y el secretario de Defensa, Jim Mattis, ya declararon que no
"está en los intereses de América de cambiar el régimen de Pyongyang".
Lo que está exigiendo Washington es el desmantelamiento del programa de
desarrollo de las armas nucleares.
Los globalizadores saben también perfectamente que Corea del Norte no
lo hará, pues su arsenal nuclear representa un sólido elemento disuasivo
para el cambio de régimen, a lo que aspiran los norteamericanos. La
experiencia trágica de Sadam Husein y Muamar Gadafi después de desarmar a
sus países es todavía lo suficientemente fresca como para que los
surcoreanos no la olviden.
Además, Washington prefiere no acordarse de que la actual 'capacidad
nuclear' norcoreana fue obra de Jimmy Carter, Bill Clinton, George W.
Bush y, en especial, el secretario de Defensa del Gobierno de Bush hijo,
Donald Rumsfeld. Bill Clinton ofreció a Pyongyang 4.000 millones de
dólares suministrados por Japón, Corea del Sur, EEUU y posiblemente
Alemania y Rusia para proveer la RPDC con dos reactores nucleares de
agua ligera a cambio del congelamiento del programa de armas nucleares,
dejar de usar el reactor nuclear de cinco megavatios y paralizar la
construcción de reactores de 50 y 200 megavatios. Sin embargo, el
combustible nuclear gastado se quedaría en el país hasta completar la
construcción de los dos reactores nucleares prometidos por Washington.
En aquel entonces, el Gobierno norteamericano sabía perfectamente que
Corea del Norte jamás abandonaría su programa nuclear porque lo
percibía como la única defensa efectiva contra sus vecinos hostiles:
Japón, Corea del Sur, las bases norteamericanas en la República de Corea
y su Flota Naval en el Pacífico. Lo curioso fue que Donald Rumsfeld fue
director no ejecutivo del gigante europeo de ingeniería ABB, que vendió
dos reactores nucleares de agua ligera a Corea del Norte por 200
millones de dólares en 2000.
Rumsfeld, como director ejecutivo de ABB, jamás se opuso a aquel
negocio e inclusive fue un cabildero de ABB, según la revista Forbes.
Sin embargo, tan pronto fue nombrado en 2001 secretario de Defensa,
cambió abruptamente su opinión y anunció que no confiaba en el régimen
de Corea del Norte.
En 2002, el secretario de Defensa declaró que Corea del Norte era un
"Estado terrorista" y junto con Irak e Irán era parte del "eje del mal" y
que tenía que estar lista para repetir el destino de Irak. Así terminó
el programa de Bill Clinton de desactivar la tensión en la península de
Corea. Pyongyang expulsó a los inspectores de la Agencia Internacional
de la Energía Atómica y salió del Tratado de No Proliferación Nuclear,
amenazando de construir misiles nucleares. Bill Clinton, George W. Bush y
Donald Rumsfeld sabían perfectamente que los reactores nucleares de
agua ligera podrían ser usados para producir bombas nucleares pero
siguieron con su negocio. Así es la historia del desarrollo de las armas
nucleares en la RPDC.
Actualmente,
tanto el secretario de Estado, Rex Tillerson como el secretario de
Defensa, James Mattis, hablan de la posibilidad de "dejar la puerta abierta al diálogo", pero con la condición de "desnuclearización de Corea del Norte".
Por supuesto, los norcoreanos no van a aceptar estas condiciones y su
Gobierno ya aclaró su posición en enero pasado en la Conferencia sobre
el Desarme en Ginebra, anunciando que "Mientras la política hostil de
EEUU y el peligro nuclear continúan, la RPDC, sin importar comentarios,
nunca pondrá sobre la mesa de negociaciones sus fuerzas nucleares de
disuasión".
Más claro no puede ser y la península de Corea seguirá sin encontrar
la posibilidad de hallar una solución a la actual crisis. Mientras
tanto, la historia demuestra que las sanciones
nunca cumplen con su propósito, especialmente en este mundo de mercado
libre y globalizado. Por de pronto, a pesar de las drásticas sanciones, impuestas
unánimemente a Corea del Norte por el Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas a instancias de Washington, Pyongyang consiguió, nadie
sabe cómo, los propulsores para su cohete balístico de largo alcance,
Hwasong-12, en Ucrania.
Le puede interesar: China, dispuesta a pagar el precio de sanciones a Corea del Norte para estabilización
Lo que no se entiende es por qué Rusia,
actualmente bajo sanciones norteamericanas, se solidariza con
Washington apoyando las sanciones contra Corea del Norte, su vecino,
igual como apoyó las sanciones contra Libia en 2011 que facilitaron el
inicio de la 'guerra humanitaria' y la destrucción del país.
Dicen los coreanos que "antes de pasar un
puente, hay que golpearlo, incluso si es de piedra". ¡Ojalá que Donald
Trump y los que lo están apoyando lo entiendan lo más pronto posible!
No hay comentarios:
Publicar un comentario