Por Héctor Bejar
China continúa organizando la Ruta de la Seda. La fábrica del planeta e ingresa a la tecnología de punta.
Rusia se une con China para la provisión de gas y petróleo y un
desarrollo conjunto que incluye la defensa militar. Ambas potencias van
convirtiéndose en el centro del mundo.
El sostenido crecimiento de los países del BRICS (Brasil, Rusia,
China, India y Sudáfrica), por su inercia, hará que sobrepasen al final
del siglo a las potencias capitalistas clásicas.
A pesar de la oposición norteamericana, Alemania será provista de gas por Rusia.
El complejo militar petrolero y sus operadores políticos, están
estancados o perdiendo la carrera económica en el mundo. Empantanados en
Siria, Libia, Afganistán e Irak, han perdido la adhesión de Turquía y
están limitados por el peligro de una guerra nuclear frente a Rusia,
Irán o Corea del Norte. Deben mantener económicamente a la OTAN, sus
gobiernos títeres y su circuito de bases militares alrededor del mundo.
La rebelión sindical y popular sacude la Francia de Macron, retornan
moderadas izquierdas en España y Portugal, Italia prefiere aproximarse a
China. Los estados europeos están sobre endeudados. En Alemania, el
agotado el ciclo conservador de la señora Merkel solo podría continuar
mediante una coalición con los socialdemócratas. La elección de Boris
Johnson y el Brexit han reabierto las diferencias de Inglaterra con
Escocia y la República de Irlanda.
El neofascismo se alimenta del descontento de los marginados del
mercado. Los pueblos de Europa Oriental y Alemania del Este, salieron
del mundo socialista burocrático y entraron al capitalismo salvaje sin
ser aceptados por la Europa Occidental que mantiene sus prejuicios
contra el Oriente polaco, húngaro, rumano o eslavo. Promovieron la caída
del campo socialista y tienen que enfrentar a olas de migrantes del
este.
La mega riqueza se sigue concentrando en el parasitario capitalismo
del siglo XXI, que no vive de la producción, sino de la ultra
especulación con derivados, algo que solo existe en la imaginación de
sus promotores.
El imperio ha vuelto sus ojos hacia América latina. Pero no puede con
Cuba cuyo socialismo ha pasado los sesenta años. No puede con
Venezuela, a pesar de que la somete a torturas interminables. No puede
con México, que ha elegido un gobierno no obediente a Washington. No
puede con Chile, cuyo pueblo sigue levantado. No puede con Argentina,
que acaba de elegir a Alberto Fernández. No puede con Bolivia ni con
Brasil, ni con Ecuador, porque allí ha tenido que recurrir a incapaces
como Bolsonaro, Camacho, Áñez, Moreno, Duque y Piñera. Las sociedades se
alejan de los sistemas políticos que detestan y crean sus propios
métodos de lucha contra el sistema en Ecuador, Colombia y Chile.
¿Y el Perú? Las bases han detenido algunos contaminadores proyectos
mineros, la lucha contra la corrupción logra éxitos y tiene fracasos, la
persecución contra los líderes populares se mantiene, la izquierda
política se desmenuza. En líneas estructurales, está subordinado a
Washington, permite la acción libre de los reyes de la droga, los
empresarios corruptos y los explotadores de toda laya. Despertará en el
momento menos esperado.
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