“Para revertir el estancamiento se necesita una política fiscal de reactivación del crecimiento vía la inversión pública que responda a las crecientes demandas sociales”
Humberto Campodónico
08 Ene 2020 | 1:49 h
Cuando se analiza el crecimiento de América Latina
(AL) en el largo plazo se aprecia que los años de mayor crecimiento,
5.6% en promedio, van desde 1950 a 1980, periodo de la industrialización
por sustitución de importaciones. Todos los demás periodos han tenido
crecimientos menores, incluido el “boom” de precios de las materias
primas, del 2004 al 2013: 4% en promedio.
Estos dos
periodos tienen su base en factores externos: de 1950 a 1980 estamos en
pleno periodo de reconstrucción después de la II Guerra Mundial, a los
cuales Jean Fourastié llamó los “treinta gloriosos”: la enorme
marea de crecimiento, sustentada en instituciones multilaterales, elevó
todos los botes. Y, en la región, se creó el acervo productivo que
permitió el crecimiento del “sector moderno”.
El
“boom” de los commodities tuvo como origen la industrialización china,
que elevó los precios de las materias primas. Este “boom” también subió a
casi todos los botes, con la diferencia que en AL poco se avanzó en el
impulso a los sectores productivos.
La región tuvo un crecimiento mediocre (2.5%) durante la crisis de la deuda y del Consenso de Washington
(que hoy solo vive y colea en Lima) y pésimo durante el último
quinquenio, 2014-2019, con solo 0.5%. O sea que, cuando no hay un
impulso externo importante, la región se estanca. Y más cuando caen los
precios de los commodities.
José Antonio Ocampo
(1) nos dice que este último quinquenio es el de peor desempeño desde
la II Guerra Mundial: el crecimiento del PBI fue menor al 0.7% del PBI
de la crisis de la deuda externa, de 1980 a 1985. Y agrega: lo peor es
que los próximos 5 años podrían sumar en total una década perdida.
Esto
se debe, en buena medida, a la economía mundial. Los pronósticos de
crecimiento están a la baja: estancamiento de la producción y del
comercio (guerra EEUU-China), aumento de la deuda a todos los niveles
(de los gobiernos, las empresas y los hogares), caída de las materias
primas. Y con Trump, el “monstruo con terno” en el poder, la cosa va para peor.
Pero
también tenemos problemas propios: “La ortodoxia económica que se
enraizó hace tres décadas se burló de la estrategia liderada por el
Estado e instó a los países de AL
a emprender reformas de mercado que, hasta el momento, no han logrado
cumplir con su promesa” (Ocampo, ídem). Esto nos ha llevado a una
desindustrialización prematura y a agravar la ya excesiva dependencia en
las materias primas. A tomar en cuenta.
Esta media
década perdida ya ha causado serias consecuencias sociales pues la
pobreza ha aumentado y la reducción en la distribución del ingreso se ha
estancado desde el 2010-2011. En síntesis: aumenta la desigualdad, lo
cual es, hoy, un factor de movilización social en la mayoría de países
de la región.
Para
revertir el estancamiento se necesita una política fiscal de
reactivación del crecimiento vía la inversión pública que responda a las
crecientes demandas sociales (salud, educación, pensiones, salarios,
infraestructura), así como un Pacto Fiscal que aumente los impuestos
directos, reduzca la evasión fiscal y revalúe las exoneraciones
tributarias.
Terminemos con el enfoque del Estado subsidiario (camino que señala Chile)
que implica la prioridad y supremacía de las reglas del “libre mercado”
(mucho para pocos; muy poco para muchos) y el mantenimiento de la
dependencia en las materias primas. En la ruta al bicentenario hay que
comenzar, ya, para que no haya otra década perdida.
antonio-ocampo-2020-01/ spanish
Fuente: https://larepublica.pe/politica/2020/01/08/otra-decada-perdida-humberto-campodonico-cristal-de-mira/
http://www.cristaldemira.com/articulodeldia.php
Fuente: https://larepublica.pe/politica/2020/01/08/otra-decada-perdida-humberto-campodonico-cristal-de-mira/
http://www.cristaldemira.com/articulodeldia.php
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