Gustavo Pérez Hinojosa
"¿Cómo explicarnos tu ingreso al congreso en las listas del fujimorismo? En 1995 me equivoqué y en el 2000 mis yerros fueron aún mayores. Creí que el orden y la estabilidad eran necesarios después de décadas de crisis económica y social. Lo único triste es haber tenido como amigo a un hombre como Fujimori, que me llamaba a su despacho a conversar y yo me sentía importante. Fui muy ingenuo. Olvidé que en el Perú carecíamos de una clase dirigente y por eso las expresiones políticas siempre han sido deplorables y episódicas.
Los intelectuales no servimos para la política. Incluso Porras terminó
sus días condenado al ostracismo pese a que su victoria era ideológica.
No supe detectar a tiempo la entraña dictatorial del fujimorismo y el
grado de corrupción al que llegó. Por lo general buscamos el
reconocimiento a cualquier precio: halagos fáciles, cargos y
deferencias. Sentía erróneamente que mi dedicación a la Historia y al
arte popular, ameritaba honores y dignidades, posiciones expectantes y
suertes vitalicias, y no vivir en la carencia y la escasez de un
sueldito universitario. Dentro de mi vanidad herida supuse que el Perú
me había desperdiciado y que necesitaba una suerte de vindicación. Fue
una vana apuesta. Terminé congraciándome con las fuerzas contra las
cuales insurgiera en mi juventud. Mis torcidas inclinaciones me llevaron
por una peligrosa pendiente, dice Macera con sarcasmo. Casi al filo de
la muerte he comprendido que debí conformarme con mis escritos y no
pedir nada a cambio".
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