miércoles, 7 de abril de 2021

Privatización de la política (3-4) PERÚ: PUGNA POR EL DESPOJO, PRIVATIZACIÓN DE LA POLÍTICA Y SIMULACRO ELECTORAL

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Privatización de la política (3-4)

 

PERÚ:

PUGNA POR EL DESPOJO,

PRIVATIZACIÓN DE LA POLÍTICA Y SIMULACRO ELECTORAL

Jorge Lora Cam

Perú vive en una encrucijada política, momentos decisivos para el futuro del país. El presidente Sagasti nace como ultimo recurso oligárquico, como producto del caos gubernamental, confronta las nuevas amenazas de vacancia y la persistencia por imponer intereses particulares de los grupos en el Congreso. Debe armonizar el conflicto en las alturas por la gestión del excedente, el uso estatal para los fines de los grupos corporativos en pugna. Necesita ocultar el próximo fraude electoral que se avecina, la presión preelectoral por procesar y condenar a tantos precandidatos prontuariados. Al mismo tiempo, aminorar la presión social por el encarcelamiento de políticos corruptos; la indignación ante la falta de respuestas eficientes ante la pandemia y sus secuelas (con un saldo de 100 mil muertos y un millón de contagiados; y muchos negociados en su derredor) y tomar medidas frente el desbarajuste y las amenazas de caos en lo económico, social, político. Evitar mas tensiones entre los poderosos lo llevará a definir el financiamiento y uso del presupuesto para favorecer a los de más arriba usando el endeudamiento como justificación del despojo y la austeridad para el gasto social. Ante la necesidad de aminorar la corrupción a la que ahora agrega la que se descubre en las fuerzas armadas y policiales provoca conflictos con el poder político. Otro desafió radica en el agravamiento de las condiciones de vida del pueblo, la inminencia de la muerte, las amenazas de nuevos despojos a los pueblos indígenas, desata un renacimiento de las luchas sociales de los jóvenes sin expectativas, de los trabajadores agrarios, mineros, de la educación, la salud, que se expresa el “que se vayan todos”, en la lucha por una asamblea constituyente y una Nueva Constitución, sabedores que es un paso en la lucha por la emancipación. Intuitivamente optan por romper el Estado de derecho, que no es mas que el derecho de los poderosos.

Así vemos, cómo el astuto Martín Vizcarra logró redireccionar la trama corrupta de un grupo de jueces del Callao y algunos de Lima con la cual él ya aparecía comprometido. Y, con sus aliados de turno (IDL-Reporteros, los grandes medios, la izquierda caviar y las ONGs) lograron convertirla en una operación política de gran magnitud. Invocando el estigma de los "Los Cuellos Blancos", en caída libre y sin posibilidades de abierta defensa, sirvió para sacar del camino a cualquier adversario, asaltaron el Ministerio Público, previa demolición del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM). “Y, bajo tal cobertura e inflando indicios, defenestraron magistrados incómodos que hurgaban en el caso Odebrecht, Club de la Construcción, y que seguían las huellas y correrías del recién ascendido presidente. Y, por cierto, bajo este manto "incorruptible" lograron desprenderse de la oposición política.”[14] Así que el telón ha caído. Todo ha sido una farsa. En todo caso, una confluencia mafiosa de intereses ha sido desvelada. En cuanto a las ONGs, estas se aliaron con Martín Vizcarra para ocupar más y mejores posiciones y avanzar en su agenda neoliberal de “izquierda”, que bajo una presunta defensa popular, mantiene su estatus, sus emolumentos y sus asesorías. Dispuestos a ponerse al servicio de quien se las otorgue: Esta vez fue Vizcarra, ayer Humala y Toledo.[15]

Sagasti, fue el siguiente asesorado por los caviares limeños, tecnócrata internacional, umbilicalmente unido a la pseudo aristocracia y la banca mundial, no es más que el continuismo neoliberal. El poder económico y el sistema político reacciona desde el poder recurriendo a las negociaciones con los neoliberales de derecha e izquierda para evitar una nueva vacancia. Sagasti, por un lado, intenta concertar y se reúne con sus líderes (Keiko, Acuña, Arana, Vega, etc.) y por otro recurre a la represión, al apresamiento de líderes, dirigentes y luchadores sociales, defensores del ambiente y DDHH y desviar la atención recurriendo al siempre eficiente “terruqueo” (74 Movadef y expresos detenidos). Ocultando la corrupción galopante en las fuerzas represivas y la responsabilidad de las FFAA y policiales en los asesinatos de estudiantes y luchadores, encubriendo que ya no defienden la soberanía nacional popular ni la seguridad ciudadana, sino, principalmente la del poder económico. Como ya es cíclico apresan a ex militantes y simpatizantes de SL que los tienen clasificados para que la población se centre en esta inventada nueva amenaza. Si bien es cierto que la detención de personas en algún momento vinculadas a SL, según los servicios de inteligencia, fue un acto psicosocial y un simulacro de eficiencia, no deja de ser cierto que las condiciones para que aparezca una rebelión generalizada son óptimas. Mucho más que 1980, hace 40 años. O acaso creen que generar violencia legitimará su existencia y el monopolio y uso de la fuerza. Sin embargo, no creemos que se dé este tipo de rebelión armada, pero si es probable que todo Latinoamérica y otras partes del globo haya levantamientos y conflictos debidos al aumento de las condiciones previas a la pandemia: crisis, desempleo, pobreza, inflación, etc.

En este siglo las luchas por la dignidad persisten. Las justas, aquellas inevitables que tienen en el horizonte los derechos humanos, la justicia social, la igualdad, denunciar el machismo y el patriarcado

El analista Gerald Lebrun, en las redes sociales comenta:

El presidente interino Francisco Sagasti no pierde tiempo y se revela ser un tremendo aliado del lobby minero, aprovechando de su corto periodo para autorizar un megaproyecto con más de 17000 hectáreas de concesión en Tambo Grande (Piura), en una región fuertemente dependiente de la agricultura y cuya población ya ha rechazado varias veces los proyectos mineros. Por si fuera poco, Sagasti autoriza las concesiones en las zonas fronterizas (banda de 50 km) con el decreto supremo 027-2020-EM, que declara “de necesidad pública la inversión privada en actividad minera” y que menciona expresamente a la empresa “Nuevo Arcoíris”, o sea, un decreto a medida. Sagasti, lobista de la megaminería, que se olvida totalmente de la terrible situación del país, con la mayoría de las fuentes de agua ya contaminadas con plomo, mercurio o arsénico, con 10 millones de ciudadanos ya expuestos a los metales pesados, productos de la actividad minera, con un estrés hídrico severo, con una agricultura familiar ya en gran dificultad. Pero para un presidente, lobista de la megaminería, las ganancias de las empresas mineras son mucho más importantes que el medioambiente y la vida del pueblo.[16]

NUEVO JUEGO DE TRONOS EN UN CHIQUERO ELECTORAL

Así, el Perú llega al 2021 y las nuevas elecciones generales. El bloque conformado por los partidos de la derecha política, que en realidad son pequeños grupos mafiosos debilitados, existen con 21 registros, en seudo partidos claramente de derecha. Cohesionan una diversidad de intereses cuyo eje unificador es el neoliberalismo y defenderse de las amenazas de cárcel. Cuentan con Keiko Fujimori y otras organizaciones criminales secuaces, como la de Rafael López Aliaga (beneficiario de las privatizaciones de Fujimori); Hernando de Soto, falso tecnócrata mediocre o el futbolista George Forsyth. Cuando tambalean las candidaturas de los partidos defensores del modelo económico, en tanto existe un gran descontento popular y demandas de cambios reales, recurrirán a los provincianos como el neoliberal Lescano, el inefable López Aliaga o la conciliadora Verónica Mendoza, de los cuales dos serán víctimas del fraude. La derecha empresarial tiene mucha de su gente con un pie en la cárcel; y por otro lado están aterrados con la posibilidad de que venga alguien y cambie el modelo.

Según las últimas 1200 encuestas las del IEP y Datum, poco significativas pero indicativas de la influencia de medios monopolizados y la desconfianza en las elecciones como herramienta de cambio. Lescano y López, o quizas Lescano y Forsyth o Veronica Mendoza, irían a segunda vuelta. El ganador tendrá enormes problemas para gobernar, considerando precisamente, la privatización de la política.  En realidad, lo que han logrado es la antipolítica y si el voto no fuese obligatorio votaría un 30%. Lo que predomina, de acuerdo al diseño, es la inversión y el marketing, lo que dicen los medios sobre la ignorancia y la cultura TV, la clase media de Lima y grandes ciudades.

Lo expuesto pone en evidencia que el Perú no solo no ha dejado de ser un Estado colonial, ahora neoliberal, antidemocrático, corrupto, sin soberanía, construido para unos pocos, que por su lógica intrínseca continuaran en sus propósitos de consolidarse y tratarán de sacar de su descomposición a los partidos asimilables, corregir a su favor las herramientas de poder y redefinir los desajustes electorales siempre buscando que sean a su favor (llamada reforma política y judicial). Los recientes datos de las elecciones internas muestran, promediando, a grosso modo, que solo 4.3% de los militantes fueron a votar. Esto, solo prueba que las firmas de la militancia son un fraude, que la ciudadanía y los partidos solo son palabras. Los embates de la antidemocracia llevan a la corrupción electoral y se expresa al interior de los partidos. El Estado mediante el JNE negocia con organizaciones criminales para tengan la opción de ser candidatos y que un lustro más les sirvan. El financiamiento público-privado de partidos y campañas, los altos salarios y privilegios de los congresistas, gobernadores y alcaldes. La posibilidad de coimas en obras [17], el reparto de regalías, los estímulos para aprobar leyes que favorecen a grupos privados. han corrompido aún más a organizaciones que ya nacieron así y han incentivado el surgimiento de problemas internos relacionados con el caudillismo presidencialista, la penetración de la mercantilización electoral, la consolidación de franquicias y organizaciones criminales en competencia y el individualismo del voto preferencial; configuran un sistema corrupto y corruptor.

Las cosas aún son más graves. Existen contradicciones políticas fundamentales de las que nadie habla: 1. La más importante es entre una mayoría de políticos que forman parte de diversas organizaciones criminales, grupos de la ultraderecha oligárquica, lumpen empresarios de la CONFIEP, militares y policías corruptos que controlan el Congreso, el sistema judicial y directa o indirectamente el ejecutivo; frente a otro grupo minoritario de gente honesta que trata de impedir la definitiva consolidación de los primeros. Frente a ambos, están las clases medias en proceso de precarización y los sectores populares en el desempleo y empobrecimiento. Tampoco se habla del diseño electoral, hecho a la medida de los poderosos. Se caracteriza por: a. que el poder electoral este subordinado jurídicamente a un podrido sistema judicial, b. que solo se pueda candidatear por un partido reconocido por el poder, cuando todos saben que son en su mayoría organizaciones criminales y, en el mejor de los casos, empresas de franquicias que designan a los candidatos, c. que el gran atractivo de ser político es la corrupción impune en gobiernos regionales locales y Congreso, o los enormes privilegios de los congresistas -incluyendo la inmunidad- que han hecho de esta entidad cloacas delincuenciales, d. que los comentaristas políticos -sicarios de corporaciones empresariales- son los verdaderos políticos que orientan  las preferencias ideológicas y por los candidatos, e. que el poder judicial define quiénes deben ser encarcelados y quiénes pueden hacer política siendo reos sentenciados, procesados o investigados. Incluso quiénes pueden ser candidatos y quiénes no, f. que la gran política está reservada para asesores, consultores, tecnócratas formados en los países colonialistas y algunos personajes elegidos por el poder.

Otra contradicción tiene que ver con la construcción del Estado-nación, donde el rechazo a la coexistencia de grupos en un mismo territorio y dentro del mismo Estado, ha sido la base del Estado-nación. Un Estado territorial multinacional que se identifique con una sola de sus “naciones” étnico-lingüísticas al privilegiar ésta sobre las otras, crea conflictos centenarios. Problema no resuelto por las constantes recolonizaciones que benefician a unos pequeños grupos y afectan negativamente a las mayorías. La apropiación de los “recursos baratos” (minerales, tierras, agua, etc) por las grandes corporaciones va de la mano con su oposición a pagar impuestos. Según Servindi “Pese a que el patrimonio del sector minero creció casi en un 400 % entre 2005 y 2016, su contribución tributaria al Estado no supera el 10 %” y la presión tributaria que en los países de la OCDE es de 34% en Peru no llega al 15% (https://www.servindi.org/actualidad-noticias/25/02/2021/peru-recomiendan...)

En junio del 2021 se elegirá al décimo presidente en 20 años: Los últimos siete: Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Alan García (ya fallecido), Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra y Manuel Merino, son investigados por la Fiscalía, procesados por el Poder Judicial o cumplen sentencias por delitos de corrupción, lavado de dinero y crímenes de lesa humanidad. De los 23 actuales candidatos, por lo menos un 50% esta procesado (Keiko Fujimori, Julio Guzmán, Daniel Urresti, Daniel Salaverry, Ollanta Humala, Rafael Lopez, Cesar Acuña, Hernando de Soto (asesor de Fujimori), Fernando Olivera, etc, etc. [18] Entre los candidatos a congresistas 215 tienen juicios. Y la mayoría de gobernadores y alcaldes también estan procesados. De los 15 candidatos a la presidencia que quedaban a fines de febrero de 2021 9 tenbían antecedentes judiciales, solo se salvaban los que representaban a la izquierda.

Frente a la nación política y al imperio, con la opresión de mayorías en desintegración parcial, hay que distinguir el nacionalismo de la nación opresora y el nacionalismo de la nación oprimida, colocándonos al lado de esta última. Los pueblos están luchando contra el despojo y la crisis civilizatoria, defendiendo una estrategia nacional-popular basada en la construcción de poderes sociales, fortaleciendo la unidad desde abajo que fomente el trabajo voluntario, y la auto organización social. Creemos que la izquierda, junto con todas las fuerzas sociales, políticas y culturales que todavía quieren rebelarse deben luchar por la autodeterminación y la emancipación.

¿EXISTEN ALTERNATIVAS?

Las elecciones no son una alternativa al neoliberalismo, pero deben usarse para desarrollar la conciencia política y abrir espacios para continuar la lucha en sus diversas modalidades. De ganar Verónica que está entre Johny Lescano y Rafael López Aliaga, solo podría posibilitar un mejor escenario para desarrollar (o confundir aún mas) una conciencia colectiva fuertemente fragmentada, que no logra comprender las relaciones sociales mas profundas respecto a la crisis experimentada en su vida cotidiana y dónde esta su origen, gracias a los embrutecedores medios que actúan sobre una cultura caudillista, mesianica, religiosa y sumisa. El desafío es eliminar los cerrojos autoimpuestos por el autoritarismo cupular oenegero del reformismo como de las ilusiones míticas del vanguardismo escolástico. La autoorganización y autodeterminación, donde el propio pueblo ejerza su soberanía y se convierta en el real protagonista de la defensa de sus derechos, intereses y aspiraciones pasa por elevar los niveles de conciencia política, de organización y movilización del pueblo en la lucha.

Las izquierdas divididas y enfrentadas por apetitos de poder, influenciados por la privatización del poder, con cada vez mas débil enraizamiento de los espacios político-sociales en los territorios y en las dinámicas cotidianas de vastos sectores sociales, persiste la cultura política centrada más en la representación que en la participación. Los activismos frecuentemente quedan atrapados en lógicas parciales, testimoniales sectoriales y de fragmentarios vanguardismos como ecologistas, indigenistas, LGTBI, reducidos sectores asalariados, con dificultades para entablar un diálogo con el conjunto de la sociedad como ocurre con el feminismo y su dificultad de empatar con las demandas de la mayoría de mujeres consideradas desde la clase.

Dos tendencias negativas -entre muchas otras- en el movimiento popular son el vanguardismo y el espontaneismo. El vanguardismo consiste en esta sobrevaloración del nivel consciente y privilegiado de la comunidad de militantes expertos responsables de los órganos centrales del partido o del Estado, de “arriba-abajo”, burocratismo. El espontaneismo, por el contrario, seria la confianza cuasi irracional en el poder auto regulador o creador de las masas de víctimas. Muchos lideres de izquierda, arguyendo siempre razones ideológicas, doctrinarias, científicas o simplemente de linea correcta que debe bajarse a las masas, son incapaces de entender que antes de proponerse actuar en la lógica de frente político, la apuesta es con los de abajo construyendo al pueblo. Los gremios de izquierdas y los activismos de diverso tipo se encuentran en crisis o son marginales, por que no quieren reconocer que “…la lucha por la humanidad es mundial. Así como la destrucción en curso no reconoce fronteras, nacionalidades, banderas, lenguas, culturas, razas, así la lucha por la humanidad es en todas partes, todo el tiempo”.[19]

Junto a esta amenaza, acecha el peligro de lo que el analista Tariq Ali llama el “extremo centrismo” que es, en realidad, una expresión de la Tercera Vía y la defensa de un inexistente capitalismo de rostro humano, peor aún que un neoliberalismo con rostro humano, una expresión de la socialdemocracia convertida en un “social liberalismo” que se constituye así en la mejor forma en que se disfraza la hegemonía y que ante una crisis de hegemonía puede resultar, como lo demuestra la historia, en una restauración reaccionaria. Y, no hablamos solo de la hegemonía en su sentido común, es decir, como dominación exitosa y consensuada de un grupo dominante por sobre grupos subalternos, sino que, más bien, de hegemonía en el sentido más profundo que le da Gramsci a este concepto, es decir, como la ilusión de escoger libremente los universalismos morales, políticos e ideológicos del bloque histórico dominante, creyendo que son el producto de la libertad individual misma de los de abajo. Para Gramsci la cultura es un terreno crucial de batalla, hay que abrir la subjetividad a efecto de descubrir allí al sumiso hegemonizado, que yace dentro de la misma y que opera en base a la ideología del sometimiento libre, sea en sus formas extremas bajo formas fascistas o en sus formas moderadas bajos distintas modalidades de liberalismo y neoliberalismo consumidor.

La dominación se inscribe en la imposición de una subjetividad sumisa en capas históricamente construidas, manteniendo la religión y la aceptación de seres superiores que disponen la apropiación de territorios y seres humanos como sustrato; sobre esta relación se organiza el estado colonial, la propiedad privada y el monopolio de la fuerza. Al no ser conscientes de estas relaciones, no responsabilizamos a los verdaderos sujetos del despojo colonial, ni a las grandes corporaciones, ni a la lumpen burguesía y menos al poder imperial colectivo. Solo vemos, en una condición sumisa y con ideas incrustadas en nuestros cerebros, que los logros positivos están en la minería y buena gestión; y la culpa de nuestros males están en la violencia de los años 80, en los gobiernos socialistas de Venezuela o Cuba. Así de simple. Hoy en día, frente a un proceso electoral, en medio de los conflictos y crisis en el estado fragmentado, aparecen nuevos conservadores que critican algunos excesos neoliberales, al autoritarismo, a la violencia, la política y al Estado, asociándola al senderismo, la violencia y el fracaso venezolano. En consecuencia, quienes defienden que se fortalezca el estado, la planificación y que intervenga el Estado aparecen como enemigos. Y, por el contrario, a los supuestos anti-Estado, a los antipolíticos y hasta se dicen anticorrupción, los apoyamos. Esa es la hegemonía que han conseguido y si no avanzamos en desarrollar la conciencia política que esclarezca en las mayorías esta compleja forma de dominio, la lucha contra hegemónica estará paralizada.

Estos, pues, son peligros a los que puede dar lugar una crisis de hegemonía y el peligro de la hegemonía misma que funciona de modo subjetivo como un proceso de sometimiento libre a la dominación. Esta es una forma de dominación que también funciona dentro de la izquierda, en forma de una sutil quinta columna, incapaz de la auto crítica ideológica y ética. Es el seguimiento doctrinario a los principios del liberalismo político que resulta en una rancia versión del social liberalismo. Ante estos dos peligros concretos se requiere de un cierto pesimismo de la inteligencia. Pero de dicho pesimismo surge, para los movimientos sociales, la opción de desarrollar el poder constituyente con toda la audacia que nos sea posible.

En un artículo anterior decíamos:

Hay una posibilidad de lucha contra el neoliberalismo, pero, al parecer, será principalmente local, pues es el horizonte que la gente conoce y controla. A ese nivel hay una lucha posible. No vemos otra posibilidad de lucha contra el neoliberalismo más que el pueblo, la clase fundamental, encuentre medios para organizarse políticamente. En esa globalidad el orden estructural es el mismo, articula clase y Estado; y en el mundo la relación centro-periferia.[20]

Los candidatos de una izquierda desprestigiada optaron por omitir la anticipación socialista de un proyecto revolucionario concreto, desde lo local, lo que significó hacerlo inverosímil a los ojos de las amplias masas. Una praxis de clase, que quiere cambiar la sociedad, viene determinada en última instancia por los intereses de la clase y la afirmación cultural, pero crece en alcance y eficacia cuando está acompañada de deseos y expectativas que transmiten estos intereses de una forma inmediatamente comprensible y accesible para el pueblo. Movimientos y organizaciones activas y movilizadas (indígenas, socioambientales, sindicales, disidencias sexuales, feministas), no quieren permitir ser colonizados por el capital transnacional.

De hecho, hay muchas alternativas a las caricaturas de democracia, algunas basadas en antiguos sistemas de gobierno colectivistas, como es el caso entre muchos pueblos indígenas, otras fundadas en diversos enfoques más radicales, incluso el poder anárquico centrado en la gente. Es fundamental para todas estas formas el reconocimiento de que cada individuo, y, aun mas colectivamente, tenemos el poder de apartarnos de la sumisión y tomar decisiones como derecho inherente, y que, al ejercerlo, optamos por el poder del pueblo y con él, para usarlo desde abajo para el bien común, para beneficiar a todos, incluida la naturaleza. Sin dominar y explotar a otros. Diversas iniciativas recorren el mundo intentando establecer un poder responsable, fundamentado, de todos y para todos. Destacan las experiencias de autonomía distribuida, radical, y autogobierno entre los zapatistas en México, y el pueblo kurdo en Asia occidental, los celtas en España.[21] De distintas formas, las asambleas e instituciones de vecindario o comuna bajo la consigna de mandar obedeciendo, dirigen los asuntos locales, y están federadas en colectivos mayores de forma que no centralizan el poder en estructuras representativas de nivel ‘superior’. Otros mecanismos, como la delegación obligatoria de mujeres y múltiples etnias, y también la rotación frecuente de representantes o delegados, garantizan una amplia participación y disminuyen la probabilidad de concentración de poder.

La propiedad privada deberá ser puesta en cuestión. La propiedad individual complementa la común y, del mismo modo, la democracia directa da mayores niveles de participación en la toma de decisiones al pueblo, que las llamadas democracias predominantemente representativas. En el proceso se corrigen las taras coloniales como las jerarquías de género, clase, casta o raza. Las luchas por la justicia social deben por tanto ir de la mano con la democracia radical. Y el control democrático de la economía, con la localización de las necesidades básicas y servicios esenciales, el acento sobre lo común en lugar de sobre la propiedad privada del territorio y los medios de producción, y el rol central del cuidado y el compartir también tienen que formar parte de la transformación. La democracia directa o radical funciona mejor cuando la gente puede deliberar en directo. A mayor escala, son necesarias instituciones delegadas; y, de hecho, es de aquí de donde pueden venir los controles y equilibrios contra la casta, el género y otras formas de opresión. Pero incluso a estas instituciones a mayor escala se les puede hacer más receptivas y que rindan cuentas a las unidades de democracia directa sobre el terreno, como en la nominación, revocatoria, destitución o rotación de delegados, evitando fomentar el amasar poder y riqueza en exceso. Así mismo, la rendición de cuentas y la completa transparencia de las finanzas y decisiones, como el derecho fundamental a la información y la auditoria social, forma parte del derecho a participar, y poner en marcha unidades locales rurales y urbanas de toma de decisión que tengan poderes financieros y legislativos.

En los mejores ejemplos de política liberal, al parecer, hay algunas condiciones para democratizar, que van desapareciendo. La economía ha desmoronado el que todos deben tener el derecho a participar, en cualquier decisión que afecte a su vida. Este derecho de gran alcance no existe casi en ninguna de las llamadas democracias liberales. La gente debe poder acceder a foros para la toma de decisiones políticas: acceso significa proximidad física, estar libres de temores, un lenguaje y atmósfera que sea comprensible, y demás. La capacidad de participar de una manera significativa tiene que ser facilitada para todos; durante siglos de toma de decisiones centralizadas esta capacidad ha sido destruida sistemáticamente en la mayor parte de nosotros, y especialmente entre los marginados social y económicamente. Finalmente, y este es el más importante pero el más difícil, la madurez y sabiduría en la toma de decisiones debe crearse, absorberse y pasarse, lo que hará que la gente sea más sensible hacia los marginados, las minorías, no solo hacia otros grupos sociales sino también hacia otras especies. Esta sería una democracia ecológica radical genuina. En un sentido ideal, y quizás a largo plazo, la democracia radical sería un Estado sin Estado. La idea de Gandhi de swaraj [22], o algunas tradiciones marxistas anarquistas, como también varias visiones utópicas, no tienen un Estado centralizado como principio de gobierno. Se podría concebir un futuro de millones de unidades de autogobierno, autónomas y auto dependientes, pero también responsables de la autonomía y auto dependencia de otros, interconectadas que no socaven la auto dependencia de ninguna unidad. Las fronteras de los Estados-nación serían disueltas, para ser reemplazadas por el gobierno al nivel de paisaje biocultural. La elaboración de este tipo de visiones, sin embargo, tendrá que esperar a otro momento.

Las demandas indígenas concretas resumen, en gran medida, las demandas de las mayorías sociales rurales: resolución de la problemática de la tierra por medio de una reforma agraria; la condonación total y definitiva de la deuda agraria; fin a los desalojos, la persecución y criminalización de la protesta social; cancelación de las licencias de exploración y explotación minera, petrolera, la construcción de hidroeléctricas y el impulso de monocultivos.

Queda claro que el actual Estado no representa a los pueblos y naciones, rechaza la soberanía popular, por lo mismo, es necesario convocar y constituir un frente destituyente que construyendo a ese sujeto lo oriente a preparar una asamblea nacional constituyente, sectorial y de pueblos, que devuelva el poder al Pueblo y elabore el nuevo marco legal constitucional. Es el derecho de la ciudadanía a ejercer la soberanía popular y democrática ejerciendo sus derechos legítimos, incluyendo la resistencia popular. Convocar y constituir asambleas ciudadanas permanentes que contribuyan a la reconstitución de los Pueblos, asuman el control de las municipalidades y aglutinen a las diversas fuerzas, sectores y poblaciones que están en los territorios.

Una propuesta con poco apoyo es la que considera que la crisis social que vive América Latina no se resuelve con reformas cosméticas, que es necesario comenzar por una profunda reforma del Estado que inicie por la reforma de ley electoral y de partidos políticos para posibilitar la participación de los pueblos Indígenas y sectores sociales y populares. El programa central es la construcción de un espacio de encuentros, diálogo y articulación de colectivos, para lo cual se trabaja en la construcción de herramientas, desde las simples hasta las digitales, generando acciones colectivas y sumando esfuerzos, buscando tener una voz consensuada con acuerdos mínimos y reconociendo que la divergencia es un elemento de riqueza y diversidad. Comprometidos colectivamente, trabajan y accionan por el bien común, reivindican demandas ciudadanas, y construyen una visión común de país.

Desarrollar en detalle y con todo rigor lo que significa pensar la filosofía de la praxis como una teoría del poder constituyente y, de hecho, como una teoría jurídica y constitucional desde abajo, desde el anticolonialismo rupturista, crítico y emancipador, de refundación. Ese es, en realidad, el significado profundo de la filosofía de la praxis y de la expresión, utilizada por Gramsci, sobre el “pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad”. Ante la crisis y el desorden intelectual y moral, en tiempos de colapso moral e intelectual, cuando la “inteligencia” parece dictar resignación, pesimismo y hasta desesperación, particularmente “ante los peores horrores” que comete o pueda cometer el poder, lo importante es trabajar desde abajo para forjar una voluntad contra hegemónica, una voluntad que rehúsa aceptar el veredicto del poder y las estratagemas del horror y del terror. Consigna emancipadora para ver potencialidades y crear condiciones de posibilidad. Cuando el poder nos aconseja, que solo es posible esperar salvación desde arriba, ya en la forma de una intervención imperial o en la forma patrística de la gracia implícita en la teoría económica del derrame; cuando escuchamos ese canto de sirena del poder, es precisamente cuando debemos plantearnos desde abajo y con optimismo los esfuerzos y los sacrificios que se exigen. Así como la auto transformación y el optimismo que conllevan la construcción histórica y desde abajo del poder constituyente, en tiempos de restauración reaccionaria desde los poderes constituidos. La consigna de la Refundación representa una articulación política contra-hegemónica por cuanto que se plantea no simplemente la defensa de “derechos fundamentales” o civiles -como lo plantea el garantismo constitucional contemporáneo-, ya sea ante una posible amenaza de ingobernabilidad -miedo libertario y neoconservador a la tiranía de las mayorías- o ante la amenaza real del neoliberalismo globalizador y sus esfuerzos constitucionales anti-democráticos -miedo socialdemócrata y de la sociedad civil a la dictadura de las corporaciones y los monopolios, a las libertades básicas y a la dignidad de las mayorías. Y, finalmente, porque también se plantea hacer de la dignidad de las mayorías, de los derechos colectivos sociales, de la lógica de la vida y la ecología, el elemento preferencial y, de hecho, motriz y garantista del proceso refundacional y constituyente.

Nota. Tercera parte

COLECTIVO PERÚ INTEGRAL

8 de abril 2021

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