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JOSE MARTÍ
Por Gustavo Espinoza M.
Diario UNO / Domingo 28 de enero 2024
José Martí
nació en La Habana el 28 de enero de 1853, hace 171 años. Hijo de
padres españoles afincados en Cuba, tuvo un origen modesto pero una
esmerada educación que le permitió pronto afirmar valores propios y un
legítimo orgullo nacional.
Fueron
duros aquellos años de infancia en un país en el que se habían agravado
las contradicciones políticas entre un centro colonial obstinado en
perpetuar la dependencia del país, y una rebeldía insurgente que
procuraba la emancipación.
El
joven Martí se sintió, desde sus primeros años de vida, atraído por los
segundos que cristalizaron sus anhelos en la Guerra de la Independencia
iniciada en 1868. Aún no había cumplido los 17 años cuando el
adolescente fue detenido, acusado, procesado y condenado a 6 años de
reclusión y a trabajos forzados por un tribunal colonial.
Hasta
el fin de sus días, Martí llevó en su cuerpo la marca del grillete que
se le impusiera en esas circunstancias y que fuera considerada una
suerte de honor de combatiente por el escritor y poeta habanero.
Deportado
luego a España antes de concluir su condena, en la Península Ibérica
Martí dedicó su esfuerzo a estudiar y a capacitarse, pero también a
producir obra literaria y política. Trabajó temas de Derecho y Ciencias
Sociales, y produjo poesía y prosa literaria de singular belleza.
En
el integro de su producción asomó siempre el sentido esencial de
libertad, que ya recogiera desde sus inicios en “El Diablo Cojuelo” y la
revista “Patria Libre”, que editara en el empeño de ganar para la causa
independentista a los jóvenes de su generación.
Forzado
a abandonar España, Martí radicó en México en donde aprovechó del fin
de la Guerra de los 10 Años y la firma del “Pacto del Zanjón” para
volver a Cuba, tomar aires nacionales y medir el pulso a los
acontecimientos.
No
obstante, su estancia en el país fue relativamente breve. Como era de
esperarse fue deportado de Cuba y debió radicarse en Nueva York, donde
logró desarrollar una buena parte de su actividad creadora.
Hombre
de singular capacidad, concitó adhesiones y aprecios múltiples lo que
le permitió ser designado por diversos gobiernos de América como su
representante diplomático en los Estados Unidos. Eso le ayudó a mantener
una fluida relación con los pueblos de América, con cuya causa se
identificó a plenitud.
Esa
experiencia también lo indujo a conocer y a preciar el aporte de los
Libertadores, lo que se tradujo en la publicación de “La Edad de Oro” y
en los escritos referidos a San Martín, Bolívar y otras figuras de la
independencia americana.
En
1892, resolvió emprender la tarea de liberar a su patria del yugo
español. Tomó contacto, para ese efecto, con el revolucionario Máximo
Gómez; y, en ese marco fundó el Partido Revolucionario Cubano con el que
inició los preparativos para una incursión armada en territorio cubano.
Esta
se produjo en 1895, pero en ella el poeta ofrendó su vida. José Martí,
el valeroso combatiente, cayó abatido por las huestes realistas en el
combate ocurrido en la zona de “Dos ríos”, el 18 de mayo de ese año.
Es
curioso. La muerte corta, el esplendor de la vida a figuras jóvenes que
abren los ojos del mundo a la lucha por la grandeza humana. José Carlos
Mariátegui cerró los ojos a los 35 años; el Ché Guevara, a los 39; José
Martí, a los 42; Simón Bolívar, a los 46, al igual que César Vallejo.
En
cambio, en otra circunstancia prolonga la existencia para concretar
mejor la obra de sus hijos. Fidel Castro y Nelson Mandela, llegaron a
una edad mayor como encumbradas figuras de la historia.
De
Martí se puede decir mucho. Cabe recordar, sin embargo, el sentido
simple y diáfano de su poesía modernista en la que irradiaba mensajes
profundamente humanos: “Cultivo una rosa blanca / en julio como en enero
/ para el amigo sincero / que me da su mano franca. / Y para el cruel
que me arranca / el corazón con que vivo / cardo mi oruga cultivo /
cultivo una rosa blanca”, nos dice con profunda ternura y amorosa
sensibilidad.
En
el plano político, Martí fue un hombre transparente y definido. Por eso
se le tiene también como un emblemático paradigma en el combate de los
pueblos. Su mensaje lo patentiza en todos sus escritos, pero la carta
que enviara a su amigo más cercano precisamente en vísperas de su caída
en combate es sin duda la más apreciada.
A
Manuel Mercado le advierte que su mayor preocupación consiste en
enfrentar la expansión Yanki por América. Conocedor del mensaje de
Bolívar, sostiene que el objetivo final de su vida es, precisamente
combatir contra ese peligro.
Quizá
el escrito más significativo de Martí en ese periodo fue titulado
“Diarios de Campaña”, en los que se recoge las vicisitudes de un
guerrero siempre presto a la acción, pero altamente comprometido con los
más elevados ideales de la dignidad y la justicia.
Por
su vida y su obra, Martí es considerado el Apóstol de la Independencia
de Cuba, pero sin duda, es también el Apóstol de la Independencia de
América y asoma en la memoria de los pueblos con la misma fuerza que San
Martín o Bolívar.
Ellos
marcan el sentido de una lucha inconclusa que solo acabará cuando
nuestros valores nacionales primen sobre los intereses bursátiles del
Gran Capital y su instrumento agresivo, el Imperialismo.
Martí vive hoy en la Cuba invencible. (Fin)
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