Movimiento por el Socialismo Voz Socialista
05 de Enero 2024
Ante la crisis política persistente y la decadencia total de la sociedad.
LOS NUEVOS DESAFÍOS EN EL AÑO 2024
El año 2023, que acaba de culminar, cierra el excepcional
periodo político que se inició con la victoria electoral de Pedro
Castillo en las elecciones del 2021. Este 2024, se vislumbra como un año
de mayores crisis e incertidumbres, lo que exigirá a las fuerzas
populares y progresistas definiciones más claras.
LA VICTORIA ELECTORAL DE PEDRO CASTILLO Y LA DEBACLE DE SU GOBIERNO
El
2021, como producto de la profunda crisis de la sociedad peruana, del
desprestigio de las élites dominantes, de la crisis estructural
agudizada por la pandemia, sorpresivamente, llegó al poder un campesino,
un profesor rural como Pedro Castillo. Desde el punto de vista del
desarrollo general de la historia del Perú, este hecho fue progresivo
porque expresaba la primera victoria electoral de los campesinos y los
pueblos originarios de nuestra Patria.
Pese
a ese avance, el gobierno de Pedro Castillo, instaurado el 28 de julio
del 2021, fue extremadamente caótico, errático y, rápidamente, fue
devorado por las entrañas de la corrupción del Estado y la sociedad.
El gran problema de esa victoria popular-campesina es que, históricamente, fue extemporánea.
Inesperadamente,
en un contexto general de crisis integral de la superestructura de la
actual sociedad capitalista, se instauró un gobierno pequeñoburgués de
raíces campesinas que, desde el inicio, estuvo predispuesto a favorecer a
todo tipo de emergentes -los nuevos capitalistas- y a mantener los
fundamentos del poder de la gran burguesía tradicional y las
transnacionales.
Desde
esa posición, dominado por las ambiciones de cualquier emergente,
eludió de manera sistemática la constitución de un Gobierno Popular
Progresista de frente único. Así fue su praxis, a pesar de su prédica
“radical”, “popular” que, políticamente, se concentraba en su reiterada
promesa de “convocar a una Asamblea Constituyente”.
Por
su condición de Presidente de la República, Pedro Castillo fue el
principal responsable de esa política errática de su Gobierno que, en la
apariencia, representaba al pueblo; pero que, en lo profundo,
expresaba, ante todo, los intereses emergentes, y, en particular, las
aspiraciones de sus capas primarias.
Pero,
además de él, los responsables directos de la crisis y la debacle de
ese Gobierno fueron los personajes “radicales” y “populares” que lo
acompañaron, quienes lo tenían rodeado y “encapsulado”. Asimismo,
ciertamente, también tuvieron responsabilidades todos los partidos y
líderes que, desde afuera, lo alentaban ilusamente para “cerrar el
Congreso” y dar el “gran paso histórico” de convocar a la Asamblea
Constituyente.
En
el desastre del Gobierno de emergentes pequeñoburgueses y burgueses,
encabezado por Pedro Castillo, también, fue decisivo el papel de los
numerosos Caballos de Troya que actuaron en su seno desde el principio.
La
experiencia del gobierno de Pedro Castillo, y de los “radicales
populares” que lo acompañaron, culminó de manera abrupta con el “golpe
fantasioso” anunciado por el mismo Presidente. Con este acto político
suicida, Pedro Castillo le dio la oportunidad a las fuerzas más
reaccionarias del país para ejecutar su ansiado golpe de Estado el 7 de
diciembre del 2022. De esta manera, en cuestión de horas, las fuerzas
sociales y políticas que perdieron las elecciones del 2021, se hicieron
del poder. Y los seguidores de Pedro Castillo fueron defenestrados de
todas las instancias del Estado.
Contrariamente
a lo que podían pensar algunos sectores democráticos liberales, la
experiencia ha demostrado que el golpe de Estado reaccionario no solo
afectó a los que estaban en el gobierno de Pedro Castillo, sino también
representó una severa derrota para el pueblo y todas las fuerzas
progresistas.
DEL GOLPE DE ESTADO DEL 7 DE DICIEMBRE del 2022 A LA CAIDA DE LA FISCAL DE LA NACION
El
golpe de Estado reaccionario y derechista fue promovido desde el inicio
del gobierno de Pedro Castillo. Los promotores fueron las diversas
fuerzas sociales y políticas que, en última instancia, respondían a los
intereses de la gran burguesía tradicional y de los sectores más
reaccionarios de la burguesía emergente.
Con
los recientes destapes de la Fiscalía, en particular de la red mafiosa
de la Fiscal Benavides, se ha demostrado de manera mucho más nítida la
naturaleza de los conspiradores del 7 de diciembre del 2022: su
reaccionarismo, su conservadurismo y sus vínculos con las viejas redes
de corrupción del Estado.
No
solo ha desnudado a la Fiscalía, sino también al Parlamento, ya que se
han develado las relaciones mafiosas de casi todos sus integrantes: FP,
Renovación Popular, Avanza País, APP, AP, Podemos, los “radicales
populares” del Bloque Magisterial y Perú Libre y otras agrupaciones
menores; así como la participación activa de personajes de los viejos
partidos, como el APRA o el PPC, en esta trama de conspiración y
corrupción.
Esta
última crisis en las alturas, desmoronó el poder que había acumulado la
señora Patricia Benavides en la Fiscalía de La Nación.
Patricia
Benavides, que llegó a la Fiscalía de la Nación con serios
cuestionamientos, actuó, expresando la soberbia torpe de una emergente
recién llegada a las cimas del poder, con una gran dosis de arribismo.
Tenía razones personales, familiares y respondía a las viejas redes de
corrupción del Estado, entre las que destacan los apristas, algunos
elementos del PPC y los actuales parlamentarios. Esta Fiscal de la
Nación, con un espíritu mafioso, les planteó a los parlamentarios
“limpiarlos” judicialmente con la finalidad de posibilitar la salida de
Fiscales peligrosos para sus ambiciosos planes arribistas y colocarse,
plenamente, al servicio de los más poderosos del país.
La
reciente crisis en las alturas, también, ha descubierto las
precariedades de los golpistas, del gobierno de Dina Boluarte y del
Congreso. Los destapes son consecuencia de esas luchas fratricidas que
se han desencadenado en el seno de esas fuerzas.
Aparentemente,
los primeros en alentar la caída de la Fiscal Benavides están
vinculados -de manera directa o indirecta- a ciertos núcleos de la gran
burguesía tradicional, o son muy próximos a los demócratas liberales
que, por años, han luchado contra las fuerzas conservadoras.
El
gobierno de Dina Boluarte-Otárola, que actúa más acorde a los intereses
de la gran burguesía -pese a los orígenes y naturaleza emergente de
Dina Boluarte-, también, ha jugado un papel decisivo en la desgracia de
la Fiscal Benavides. Este Gobierno, que es muy consciente de la
responsabilidad que tiene en la muerte de más de 60 peruanos, tenía un
interés especial en evitar cualquier “descontrol” en la Fiscalía.
Los
diversos núcleos parlamentarios, como si hubiesen sido descubiertos, en
su mayoría, han actuado de un modo ambiguo, como esperando el desenlace
para alinearse. Los fujimoristas, por su parte, han tenido un
comportamiento más misterioso y sospechoso: ellos, estaban más
interesados en sacar provecho del “desorden en las alturas” para
conseguir la libertad de Alberto Fujimori.
NUEVAS PUGNAS ENTRE LA GRAN BURGUESÍA TRADICIONAL Y LAS CAPAS EMERGENTES
Los
impulsores principales del golpe de Estado del 7 de diciembre han sido
individuos e instituciones vinculados a los grandes grupos de poder
tradicional. Es decir, al statu quo imperante dominado por la gran
burguesía tradicional y las transnacionales. Respondiendo a estos
intereses, han desempeñado un papel decisivo los grandes medios de
comunicación y las Fuerzas Armadas y Policiales, así como los partidos y
grupos que representan a esa capa social burguesa.
Pero,
en el golpe de Estado del 7 de diciembre, también, tuvieron un papel
activo diversos núcleos y miembros de las capas emergentes,
representados, ante todo, por los partidos y grupos que, en la práctica,
dominan el Congreso. La gran burguesía tradicional sabía que estaba
obligada a compartir el poder con esas capas emergentes.
En
las capas dominantes, tanto en la clase social como en sus partidos
políticos, así como en las instituciones del Estado, impera una profunda
fragmentación; situación que se ha profundizado en los últimos lustros
y, de manera particular, en los últimos años.
La
fragmentación se expresa cotidianamente en infinidad de hechos. Sin
soslayar ninguno de los fenómenos episódicos, la causa fundamental de
esta aguda fragmentación es la relación conflictiva, y cambiante, entre
la gran burguesía y las múltiples fracciones de la burguesía emergente;
conflicto que, al agudizarse en las alturas, por lo general, termina en
una profunda crisis política.
Los
últimos acontecimientos evidencian que la gran burguesía tradicional,
en particular el sector que pretende asumir una posición liberal
avanzada, ha iniciado una nueva campaña contra los emergentes que actúan
en el Parlamento, en otras instancias del Estado y en el conjunto de la
sociedad. Pareciera que, algunos sectores de las capas dominantes
tradicionales, intentan “sacudirse” de los emergentes que los
acompañaron y les sirvieron para materializar el golpe de Estado del 7
de diciembre.
CONTENIDO Y FORMA DEL ACTUAL REGIMEN POLITICO.
La
crisis en las alturas es de “contenido” y de “forma”. El poder que
ejercen los “golpistas” tiene una forma “constitucional” y
“democrática”. No solo eso. Contrariamente a lo normado por la
Constitución, en el Perú de hoy, aparentemente, impera un régimen
político parlamentarista; pero, en la práctica, se trata de un “poder
parlamentario” completamente artificial, que no tiene conexión con el
electorado, con la “opinión pública” y, por lo tanto, no tiene ninguna
semejanza con los regímenes parlamentaristas de otras latitudes.
Pedro
Castillo, con su insensato y fantasioso “golpe de Estado”, les dio a la
derecha y extrema derecha la posibilidad de tomar el poder con el falaz
argumento de la defensa “constitucional” de la democracia.
Obviamente,
el golpe de la derecha no podía materializarse sin la participación de
los militares. Estos se prepararon desde el inicio del gobierno de Pedro
Castillo.
El
aventurerismo verbal de Castillo, así como el discurso aventurero de
los grupos radicales que lo acompañaban -y, desde fuera, de casi toda la
izquierda-, alertó a los militares desde el principio. Estaban
preparados para actuar en defensa del orden social vigente, ya que no
había ocurrido nada extraordinario que indicara que podían actuar de
otra manera.
Peor
aún, con razón o sin ella, importantes sectores de las FFAA y FFPP
estaban convencidos de que los “radicales populares”, que rodeaban a
Pedro Castillo, eran herederos políticos de los que se levantaron en
armas en los años 80. Suficientes motivos para actuar, solo esperaban el
momento y este llegó, el 7 de diciembre, con la proclama, aventurera y
suicida, de Pedro Castillo.
Las
fuerzas derechistas, a pesar de que fueron tomadas por sorpresa,
recibieron la noticia con alegría. Sabían que la proclama de Castillo
les daba mayores posibilidades para materializar sus planes golpistas.
Cuando
el golpe de Estado derechista se concretó, tuvo el carácter de un golpe
militar preventivo. La estrategia y táctica aplicada consistió en
atacar a los manifestantes como si el país estuviese en un escenario de
guerra o de insurrección. El objetivo político estratégico y táctico era
muy claro: reprimir militarmente con la finalidad de “acabar” con los
ímpetus de los “radicales” y provocar temor, pánico y desmoralización en
todo el pueblo.
Contrariamente
a esos planes, los pueblos del Sur, que desempeñaron un papel decisivo
en el ascenso al poder de Pedro Castillo, ante el golpe derechista del 7
de diciembre, y frente a la ofensiva militar desencadenada, impulsaron
una enérgica y sorprendente resistencia que logró frenar las
pretensiones de aquellos sectores, más reaccionarios, que intentaban
Imponer, abiertamente, un régimen militarista.
A
pesar de las ideas fantasiosas de los “radicales populares”, y de las
contradicciones que tenía casi toda la izquierda, la lucha de los
pueblos del Sur, inocultablemente, fue histórica y heroica. Esta
resistencia -que les costó la vida a más de 60 compatriotas- y todas las
luchas populares que se desarrollaron a lo largo del 2023, se
convirtieron en el muro de contención que impidió la consolidación de
las aventuras militaristas y fascistas.
Sin
embargo, la resistencia popular que irrumpió en el Sur, y que en
algunos momentos se extendió a otras zonas del país, no pudo evitar la
instauración ni la continuidad del gobierno de Dina Boluarte y la
permanencia del actual Congreso.
Contrariamente
a los cálculos de muchos, y a la opinión pública que aparentemente,
rechaza en su inmensa mayoría tanto al Gobierno como al Parlamento,
estos se mantienen en el poder. Esta realidad política se ha impuesto
como un subproducto de los resultados de la lucha: ninguno de los
“extremos”, de la contienda fundamental, pudieron imponerse plenamente.
En
el momento actual, en medio de esta fragmentación política en las
alturas, el poder de los militares es mayor al que tenían en los
anteriores gobiernos de los últimos lustros; pero, por ahora, ese poder
lo están ejerciendo desde la “sombra”, a diferencia del protagonismo
político abierto que tuvieron durante el golpe del 7 de diciembre del
2022 y en los primeros momentos del gobierno de Dina Boluarte. Su poder
real en las alturas es gravitante y, por lo tanto, son un riesgo
permanente para cualquier posibilidad democrática del país
La crisis política en el Perú es, pues, muy compleja, cuyas raíces históricas y sociales no siempre son bien comprendidas.
Las
relaciones entre las diversas clases, capas sociales, instituciones del
Estado, partidos y otras entidades, están determinada, en última
instancia, por el tipo de capitalismo que impera en el país: un
capitalismo que ha logrado evolucionar hasta el nivel de una gran
industria moderna, sometida a los poderes de las transnacionales, pero
que convive con un capitalismo primario muy extenso.
En
esta realidad económica social, la gran burguesía tradicional ejerce la
hegemonía; pero, extensivamente, es la burguesía emergente, en sus
diferentes niveles y fracciones, la que predomina. En estas condiciones,
se impone la fragmentación de las capas dominantes y, por ahora, el
pueblo no tiene la capacidad para luchar por emanciparse, plenamente, de
esas burguesías tradicionales y emergentes.
EL IMPACTO EN EL PERÚ DE LA LUCHA ENTRE LAS POTENCIAS EXTRANJERAS.
Las
acciones de “guerra preventiva” de los militares, también, respondían a
los planes de EEUU; en la práctica, han sido movimientos de
“posicionamiento” para “detener” el avance de las potencias emergentes
-como China- en el Perú y América Latina.
A
lo largo del gobierno de Pedro Casillo, algunos sectores sociales, y
políticos derechistas, realizaron una sistemática campaña de preparación
ideológica para una intervención militar preventiva en contra de los
peligros que representan las potencias extranjeras diferentes a la
norteamericana.
Sobre
la base real de que China, por ejemplo, tiene una influencia creciente
en la economía peruana -cuyos principales beneficiarios son los grandes
burgueses-, determinados núcleos de la extrema derecha difundieron
falsedades como aquella que consideraba a Pedro Castillo, virtualmente,
un agente político de los chinos.
Seguramente,
los chinos pueden haber mostrado algún interés en las perspectivas del
gobierno de Castillo, como lo hacen con cualquier otro gobierno,
dispuestos a establecer relaciones de las que puedan sacar provecho y
beneficiar sus planes expansionistas. Así actúan en casi todas partes
del mundo.
Pedro
Castillo, no ha sido ningún “agente” de los chinos, por el contrario,
mostrando su condición de emergente común y revelando su ingenuidad
política, en varios momentos, evidenció sus ilusiones en los
norteamericanos y, más aún, se dejó embaucar por algunos simples e
hipócritas halagos.
LA IMPERIOSA NECESIDAD DE ORGANIZAR LA LUCHA POR UN GOBIERNO VERDADERAMENTE PROGRESISTA
Con
el arribo al poder de Pedro Castillo y la crisis política durante su
gobierno, aunada a la reciente crisis en las alturas provocada por los
destapes en la Fiscalía de la Nación, se ha revelado de manera muy
dramática -y hasta grotesca- que la crisis de la sociedad y el Estado es
muy profunda.
Ante
esta difícil situación que atraviesa el Perú, las fuerzas populares y
progresistas no pueden limitarse a promover la caída de los actuales
gobernantes.
Las
condiciones en la que se encuentra nuestra Patria exigen luchar con
consciencia por la conquista de un verdadero gobierno progresista de
carácter popular democrático y patriótico; reconociendo, en primera
instancia, que, luego de un avance histórico progresivo, el pueblo ha
sufrido una severa derrota, que lo ha colocado en una situación muy
adversa. Tendremos que salir de esta condición actuando con mucho
realismo y extraordinaria flexibilidad.
La
experiencia política, de más de 20 o 30 años, nos enseña que la gran
burguesía tradicional y la mayoría de los núcleos consolidados de la
burguesía emergente son los que dominan el país y, por lo tanto, son los
responsables principales de la permanente crisis y la decadencia
generalizada que corroe a la sociedad peruana, la que, hoy en día, tiene
su expresión más dramática y mortal en la creciente, y cotidiana,
violencia delincuencial que azota a nuestro país.
Frente
esta decadencia generalizada de nuestra Patria, se tendrá que luchar
por conquistar un Gobierno Popular Democrático Patriótico, con la
participación activa del pueblo organizado..
Ciertamente,
esta tarea política es a mediano y largo plazo; pero, por la
profundidad de la crisis, cada vez está más claro que el país no podrá
lograr ningún avance trascendente e histórico, que lo enrumbe por el
camino del progreso, la democracia, y la independencia nacional, si no
se instaura este tipo de gobierno.
LA ACTUAL CRISIS MUNDIAL Y LAS PERSPECTIVAS
DE LA LUCHA DE LOS PUEBLOS
Los
acontecimientos en el mundo, durante el 2023, estuvieron marcados por
la guerra. La primera, en Europa, en Ucrania, escenario en el que se
desarrolla la guerra entre Rusia y la OTAN; y la segunda, en el Medio
Oriente, en Palestina, en la que se lleva a cabo una brutal ofensiva de
los sionistas que gobiernan Israel en contra de los palestinos afincados
en la Franja de Gaza y Cisjordania, conflicto que amenaza con
extenderse y convertirse en una guerra de mayor escala en todo el Medio
Oriente y, por lo tanto, con graves repercusiones en todo el planeta.
El
mundo, en su conjunto, está viviendo cambios muy importantes, los que
necesitan ser comprendidos en toda su magnitud y complejidad.
Con
el colapso de la URSS, el capitalismo logró una victoria estratégica
histórica, la que se evidencia en la mayor extensión del capitalismo en
el conjunto del planeta y en la utilización intensiva de los avances de
la revolución industrial cibernética. Incluso, después de 1991, por un
tiempo, EEUU logró imponer su hegemonía mundial casi total. Sin embargo,
la historia avanzó ya que, promovidos por los mismos intereses de las
transnacionales, se fortalecieron potencias emergentes y, por lo tanto,
inexorablemente, el dominio económico norteamericano continuó decayendo
pese a su gran poderío militar.
Desde
la crisis económica del 2008, el capitalismo ha ingresado a un periodo
específico de su crisis estructural, la que, indudablemente, se ha
profundizado con la pandemia del Covid 19.
Las
recientes guerras son producto de la profundización de esa crisis
estructural que vive el capitalismo mundial; y estas guerras,
contrariamente a los planes de los imperialistas, profundizan la crisis
mundial, en particular del capitalismo occidental, afectando seriamente
la hegemonía del imperialismo norteamericano.
Los
movimientos y partidos que luchamos por el porvenir socialista de la
humanidad, no podemos limitar nuestra lucha a los marcos del llamado
mundo multipolar -que, evidentemente, tiende a consolidarse- , ni a la
lucha entre las fracciones conservadoras y progresistas de las capas
dominantes.
Los
socialistas de todo el mundo -y de nuestro país- estamos obligados a
profundizar nuestro análisis de la historia y del presente para
organizar la lucha por el socialismo, sacando lecciones y superando las
limitaciones del pasado. Gracias al desarrollo de la revolución
industrial cibernética que, en el momento actual, tiene su más alta
expresión en las diversas aplicaciones de la llamada Inteligencia
Artificial, podemos vislumbrar que el futuro socialista tendrá avances
más sólidos y duraderos. Por ahora, esos avances tecnológicos sirven,
ante todo, a las transnacionales y a todos los capitalistas; sin
embargo, también, crean condiciones materiales para la lucha por un
mundo nuevo. Nada, ni nadie detendrá la historia.
El
proletariado y los trabajadores de todo el mundo, gracias a la
experiencia vivida y al desarrollo de la ciencia y la tecnología,
actuarán en niveles más avanzados y, por tanto, el socialismo logrará
triunfar nuevamente.
Tal
como nos enseña la historia, los socialistas, luchando por el futuro
socialista, estamos obligados a unirnos a todas las fuerzas populares,
democráticas y progresistas que luchan contra el fascismo y las guerras
alentadas, principalmente, por EEUU y sus variados aliados.
En
el Perú, este año 2024, honrando nuestra militancia socialista,
continuemos luchando con consciencia y perseverancia, vinculados al
pueblo, defendiendo nuestra Patria y uniéndonos a todos los pueblos y
naciones oprimidas del mundo y a los trabajadores de todos los
continentes, para seguir avanzando hacia la victoria histórica de los
trabajadores y de la humanidad.
Movimiento por el Socialismo
5 enero, 2024.
No hay comentarios:
Publicar un comentario