Escribe: Milciades Ruiz
La
economía de un país tiene que estar en constante crecimiento dado que
la población crece y con ella también las necesidades nacionales. Cada
año se requiere de mayor cantidad de escuelas, hospitales,
urbanizaciones, burocracia policial, militar, judicial, obras viales y
de toda índole. Pero
este crecimiento económico tiene que ser sobre la base de inversiones propias para que el aparato productivo nacional nos permita acumular y multiplicar capitales que reimpulsen nuevas inversiones.
este crecimiento económico tiene que ser sobre la base de inversiones propias para que el aparato productivo nacional nos permita acumular y multiplicar capitales que reimpulsen nuevas inversiones.
Pero
cuando el crecimiento del Producto Bruto Interno –PBI, se debe a
capitales externos, lo que tenemos es un crecimiento artificial y
engañoso. No crece el país sino la rentabilidad de la inversión
extranjera y el PBI obtenido solo figura en el papel ya que en parte, no
es producto nuestro. Parte del PBI es por obra ajena y como tal se va
afuera dejándonos solo la carroña que nutre nuestro presupuesto
nacional. La parte del crecimiento que se llevan no compensa el valor de
la riqueza que pierde el país ni los pasivos ambientales.
Si
del total de PBI descontamos lo que es el PBI ajeno, lo que nos queda
como crecimiento propio es muy poco. El falso crecimiento es solo una
apariencia y por ello, gran parte de la población peruana se pregunta:
¿Si el país está muy bien, por qué nosotros estamos tan mal? Otros
creen que es un problema de distribución solamente pero la verdad es que
la rentabilidad obtenida no es nuestra sino ajena y lo ajeno no se
distribuye. Se va al extranjero para empoderar a quienes nos empobrecen.
Si
la economía nacional crece a un ritmo de 6% en el PBI y la minería
aporta el 9 % de eso. Si las demás inversiones extranjeras en
hidrocarburos, comercio, construcción, finanzas además de otros
productos y servicios aportan otro tanto al PBI oficial, entonces el
crecimiento realmente nuestro será una cifra que nos desilusionará. Por
lo mismo, siendo el PBI un parámetro económico, su apariencia conduce a
errores en otros cálculos económicos reportados en cifras porcentuales
del mismo.
Si
el valor de las exportaciones minerales en el 2011 fue de US$ 27 361
millones de dólares no quiere decir que el Perú se enriqueció en este
mismo valor. Siendo casi en su totalidad propiedad extranjera podríamos
decir que dicha riqueza es lo que hemos perdido para siempre como parte
de nuestros recursos naturales. O dicho de otro modo, esa riqueza es
nuestro aporte al engrandecimiento de los países que nos oprimen.
Pero no solamente perdemos riquezas sino también dignidad por entreguismo ramplón, por las concesiones onerosas que
otorgamos, perdemos libertad al quedar prisioneros del capital
extranjero, pero sobre todo perdemos futuro dejando a nuestra
descendencia un país en escombros, saqueado por la codicia extranjera.
Si comparamos lo que perdemos con lo que ganamos el saldo es altamente negativo, incluyendo lamentable pérdida de vidas de agricultores opositores.
El
gobierno de Fujimori, nos introdujo en el neoliberalismo que tomó
posesión de nuestra economía dejándola con las puertas abiertas a la
voracidad del capital extranjero. Al amparo de la Constitución espuria
vigente, expresamente acondicionada para un modelo de gobierno
dictatorial y mafioso, la inversión extranjera creció considerablemente
hasta convertirse en sostén del gasto público.
Así,
mientras el negocio minero estaba en auge en el mercado internacional
la inversión extranjera minera nos dejaba su carroña en grandes
cantidades creando la falsa ilusión de crecimiento. Pero la crisis
financiera del capitalismo moderno en el 2008 y años siguientes, hizo
decaer el negocio de minerales, arrastrando al país en su caída y
dejando al descubierto nuestra equivocada política económica.
Pese
a ello se persiste en el error a pesar de que las condiciones
internacionales han cambiado y no se puede revertir el pasado reciente
con paquetes económicos intrascendentes que lejos de reactivar la
producción, causan daño a las condiciones laborales, al ambiente y al
desarrollo nacional. Es que el Estado no es el único carroñero ya que
tras los intereses de la inversión extranjera están los “Felipillos”
carroñeros que salen en su defensa porque son beneficiarios de la
depredación.
Por
eso, lo que está en juego en el valle Tambo no es el proyecto Tía María
en sí, que la empresa minera ya lo descartó, sino el futuro del modelo
neoliberal. Si el gobierno no aplasta la movilización campesina en el
Valle de Tambo, la inversión extranjera minera no tendrá las manos
libres en lo sucesivo y será un mal ejemplo para los demás valles. Este
temor aterra a los “Felipillos” del gobierno y del sector privado que parasitan depredadores.
Visto
de esta manera, la lucha de los agricultores del Valle de Tambo
adquiere importancia histórica no solo para esta cuenca sino para
nuestra patria. La sangre derramada enaltece esta gesta y envilece a los
represores. Entonces ya no podemos seguir indiferentes. Ya no se trata
de un caso particular. Los hechos nos involucran a todos los que
queremos una patria libre de la opresión de nuestros depredadores.
Frente
a esta situación, se hace necesario presentar al agro como la mejor
alternativa para una estrategia de desarrollo sostenible de crecimiento
endógeno. Hay un desconocimiento de sus potencialidades y de las
experiencias históricas. Hacer consciencia de las opciones que ofrece el
agro en el proceso de diversificación económica y en el crecimiento de
capitales nacionales, permitirá esgrimir argumentos válidos alternativos
frente a los desatinos neoliberales.
(…continuará)
Mayo 2015
Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
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