Escribe: Milciades Ruiz
El
presidente Humala creó la semana pasada la expectativa general con un
Mensaje a la Nación que los jefes de Estado acostumbran utilizar para
anuncios importantes y en este caso fue sobre el conflicto social que
persiste contra la empresa minera Southern en el Valle de Tambo. Contra
lo que se esperaba, el mensaje no fue para anunciar una solución al
conflicto sino para persistir en su accionar represivo valiéndose de
argumentos falaces, como acostumbran hacer los regímenes
antidemocráticos.
Justificando
su mentalidad de gobierno dijo que el proyecto se originó en el
gobierno anterior con lo cual reconoció que el mismo lleva ya varios
años. El y su partido estuvieron contra este proyecto en la campaña
política que lo llevó al poder y sabe que dicho conflicto lleva varios
años con su secuela de muertos, persecuciones policiales y judiciales.
Sabe que la empresa minera decidió abandonar el proyecto y su gobierno
la ha hecho reconsiderar dicha decisión comprometiéndose a imponerlo a
la fuerza.
Entonces, salir a
decir “No se puede suspender lo que no se ha iniciado” es una barbaridad
que denota poco conocimiento y capacidad, haciéndonos ver por enésima
vez en manos de quien estamos. Decir que su gobierno no defiende a la
empresa cuando todos sabemos que ha mandado reprimir a los opositores de
la empresa minera, es una ofensa a la sociedad tomándola como tonta.
Decir que nos exponemos a demandas internacionales es mostrarse
cobardemente sumiso y en contraste con lo hecho por presidentes de países vecinos.
Justificar
la represión en nombre del Estado de Derecho y el principio de
autoridad es un libreto mal aprendido porque lo desdice. Un mal consejo
de los titiriteros. Precisamente su protagonismo político se debe a que
se había rebelado contra el vigente Estado de Derecho, impuesto por el
fujimorato y contra él se pronunció muchas veces en su campaña
electoral. Ahora su viraje político lo lleva a justificar la crucifixión
de Cristo en el Estado de Derecho romano y a santificar el principio de
autoridad de los gobernantes genocidas.
Si
en el libreto le anotaron ampararse en el ”Principio de autoridad”, le
hicieron caer en otra falacia. La máxima autoridad la tiene la sociedad,
el pueblo peruano. En reconocimiento de ello es que se realizan las
elecciones políticas. Por mandato electoral es que ahora ejerce la
presidencia y por lo mismo, están sus representantes en el Parlamento
los cuales se han mostrado a favor de una suspensión del conflicto. Por
consiguiente por principio de autoridad debería respetar el mandato
popular y no reprimir al pueblo que es la máxima autoridad.
Al
traicionar el mandato del electorado que lo eligió desde ya lo
convierte en el primer violador del Estado de Derecho y del “principio
de autoridad” pues estando en el cargo por mandato del pueblo no puede
accionar contra él. Por sujetarse al libreto no se da cuenta que, su
cargo es solo administrativo y que está subordinado al Parlamento
facultado a destituirlo.
Si los
asociados de una entidad designan a un gerente general para que vele
por sus intereses, este no puede aprovecharse del cargo para actuar
contra los dueños porque es inmediatamente destituido. Este es el
principio de autoridad que le presidente no está respetando. El
principio de autoridad tampoco se ejerce solamente a la fuerza. Solo en
el cuartel se acostumbra el principio de autoridad ciego sin dudas ni
murmuraciones pero no en la civilidad.
Esta
torpeza en el manejo de conflictos sociales lo está conduciendo a un
callejón sin salida y lo expone a cargar con las consecuencias que
pueden ser fatales. Muchos gobernantes terminaron huyendo tras sus
desacertados procedimientos. Si no hay salida la efervescencia explota.
La solidaridad con los defensores del Valle de Tambo sigue creciendo y
podría extenderse a nivel nacional. Si se convoca a una marcha nacional
contra la testarudez del gobierno quizá no le quede otra que alistar
maletas.
Salvo mejor parecer.
Mayo 2015
Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
http://www.gestionesrurales.apiaperu.com/
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