Las élites imperialistas
estadounidenses están imponiendo la agenda global que tenían preparada
para Hillary Clinton. Pero es finalmente Donald Trump quien la está
aplicando tras haber cedido a sus presiones. Esta
metamorfosis ideológica y estratégica de Trump ha provocado a su vez una
metamorfosis mediática y política de sus enemigos en ambos frentes, que
ahora le aplauden y le incitan a que continúe por esa senda belicista
tan peligrosa. Todos sus defectos anteriores han desaparecido tras
bombardear Siria y Afganistán.
Esta compleja situación deja al desnudo a
muchos farsantes de la esfera política y mediática. ¿Dónde están ahora
los “progresistas” que anunciaban grandes movilizaciones mundiales
contra Donald Trump? ¿Dónde han quedado aquellas afirmaciones que
acusaban a Trump de ser un “agente del Kremlin”, o la famosa “injerencia
rusa” en las elecciones, o sus preocupaciones por los derechos de los
inmigrantes, o los vínculos del nuevo gobierno estadounidense con Rusia?
Queda demostrado que todo era una farsa mediática dirigida a presionar y
deslegitimar al nuevo presidente electo. La preocupación real de las
élites políticas, industriales y mediáticas que atacaban a Trump era el
proceso de “des-globalización” que se anunciaba y el fin de la vieja
política exterior imperialista, que significaba de facto el
reconocimiento y la aceptación del nuevo orden mundial multipolar. Ahora
que la estrategia ha cambiado y Trump ha cedido ante el Estado Profundo, todas esas mentiras utilizadas durante meses contra él han desaparecido de las portadas de la prensa occidental.
[Leer también: Demagogia y populismo progresista contra Donald Trump]
Es revelador este cambio de actitud de
los políticos, periodistas y activistas “anti-Trump”: resulta que cuando
meses atrás Donald Trump hablaba de diálogo, acuerdos y entendimiento
con Rusia, era considerado un loco-ultraderechista-racista que suponía
una amenaza para el resto del mundo, hasta el punto de que un golpe de
Estado contra él o incluso su propio asesinato parecían estar
justificados y serían aceptados por la opinión pública occidental.
Ahora, que abraza el viejo imperialismo belicista bombardeando
ilegalmente países y que amenaza a Estados soberanos poniendo en peligro
la paz mundial, es considerado un presidente responsable y respetable
que se sitúa ideológicamente en el centro político. El corresponsal en
Washington del diario español El Mundo definió el nuevo rumbo belicista
del presidente estadounidense como un “brutal giro al centro”,
literalmente: El brutal giro al centro de Donald Trump (El
Mundo, 18/4/2017). Veamos: antes de los bombardeos ilegales era un
“ultraderechista”. Ahora tras los bombardeos y la escalada militar
global es un “moderado político de centro”. Tomamos nota.
Por otro lado, Francois Hollande dijo
tras el bombardeo estadounidense contra Siria que ahora era el mejor
momento para “derrocar a Al Assad” [1], aprovechando la supuesta
“debilidad de Rusia” demostrada al no responder militarmente ante el
ataque estadounidense contra la base siria de Al Shairat el pasado 7 de
abril. Hollande, además de un criminal político, es un cínico y un
irresponsable absoluto. Él más que nadie sabe que si el legítimo
presidente Al Assad todavía no ha sido “derrocado”, es precisamente por
la fortaleza y determinación de Rusia con respecto a Siria, además de
que cuenta con el apoyo de la mayoría de su propio pueblo. Si Rusia
estuviera “débil”, Francia (junto a Reino Unido) no dudaría en tomar la
iniciativa y bombardear Damasco tal y como hicieron en 2011 en la
capital de Libia, y le aplicarían al presidente sirio la misma “justicia
universal” que le aplicaron al líder libio, y a Siria la misma
“democracia” que la aplicada en Libia hoy en día.
Con sus declaraciones, el presidente
francés está intentando empujar a Trump a iniciar una guerra contra
Rusia en Siria cuyas consecuencias e implicaciones serían incalculables.
También desde la yihad mediática occidental
están interpretando muy bien su papel y animan a Trump a continuar por
la senda del abismo belicista. Sin ningún tipo de complejo ni disimulo,
desde el diario The New York Times se ha pedido a Donald Trump
que no ataque al Estado Islámico, sino que el Pentágono se una a ellos y
los utilice para atacar a Siria, Rusia, Irán y Hezbollá en Oriente
Medio. Fue el pasado día 12 de abril a través de un artículo del
periodista y escritor Thomas L. Friedman, ganador del premio Pulitzer
nada menos que en tres ocasiones : Why is Trump fighting ISIS in Syria?.
Pero se “olvida” este galardonado y
desvergonzado “periodista” que ISIS, o Al Qaeda para ser más exactos, ya
está siendo utilizado por sus creadores de la CIA y el Pentágono desde
2011 en Siria para atacar a esos Estados soberanos y organizaciones
antimperialistas que él coloca en el punto de mira. En realidad ya lo
hacen desde al menos el año 1979 con su “muyahidines” en Afganistán; y
desde el año 2014 bajo las nuevas iniciales de Estado Islámico, ISIS o
Daesh tras su advenimiento en Irak de la mano del embajador John
Negroponte y de Robert S. Ford, entre otros especialistas en reclutar y
organizar escuadrones de la muerte para utilizarlos como un ejército de mercenarios en la sombra.
El objetivo declarado de la “Opción Salvador en Irak” era “eliminar la insurgencia”. En la práctica las brigadas terroristas patrocinadas por EE.UU. estaban involucradas en los asesinatos rutinarios de civiles a fin de fomentar la violencia sectaria. Por su parte, la CIA y MI6 estaban supervisando unidades de “al Qaida en Irak” involucradas en asesinatos selectivos dirigidos contra la población chií. Es importante señalar que los escuadrones de la muerte estaban integrados y asesorados por Fuerzas Especiales de EE.UU. encubiertas. (…) La horripilante versión iraquí de la “Opción Salvador” bajo la dirección del embajador John Negroponte ha servido como “modelo a imitar” para establecer los Contras del Ejército Libre Sirio. Robert Stephen Ford estuvo, sin duda, involucrado en la implementación del proyecto de los Contras sirios, después de su reasignación en Bagdad como jefe de misión adjunto en 2008. [2]
Este tipo de declaraciones y opiniones
descabelladas dan muestra del nivel de fundamentalismo ideológico que
inunda las redacciones de los grandes medios corporativos y los
despachos presidenciales occidentales. Son yihadistas con traje y
corbata.
Son precisamente estos “progresistas
neoliberales” como Hollande (o Hillary Clinton) así como sus
correligionarios de la OTAN y aquellos “activistas” y “periodistas” que
piden una “intervención humanitaria” en Siria o directamente aliarse con
Al Qaeda, quienes suponen un auténtico peligro para la paz mundial.
Bombardeo
geoestratégico de EE.UU. en Siria y Afganistán. Desplazamiento de sus
terroristas hacia las fronteras de Rusia y China.
Estados Unidos no renuncia a Siria, pero
da por perdida la guerra en las actuales circunstancias. El
bombardeo del 7 de abril se realizó sobre una base militar vacía que al
día siguiente del ataque estaba de nuevo operativa. Más de la mitad de
los 59 misiles lanzados no alcanzaron su objetivo. Si la intención del
Pentágono era asestar un duro golpe al “régimen de Al Assad”, éste no se
ha visto por ningún lado. El ataque era más bien un gesto de cara a la
galería destinado al consumo interno. Un bombardeo propagandístico de
Trump que ha desactivado el discurso de la oposición y con el que se ha
garantizado la continuidad de su mandato presidencial. El problema es
que su huida hacia adelante no tiene marcha atrás y nos puede arrastrar a
todos hacia el precipicio.
Estados Unidos se ha empantanado en
Siria. Ahora los estrategas imperialistas necesitan diversificar la
guerra para obligar a Rusia y sus aliados a dispersar sus tropas de
Siria y a dedicar sus esfuerzos a atender otros frentes bélicos que
ahora se abren en diferentes latitudes estratégicas mundiales.
Afganistán parece ser uno de esos frentes
elegidos. El 13 de abril Estados Unidos lanzó “la madre de todas las
bombas” en Afganistán. Oficialmente el impresionante bombardeo iba
dirigido contra el Estado Islámico que ahora, según ellos, ha cobrado
fuerza en el país. La pregunta es: ¿Quién les ha permitido trasladarse
y desarrollarse en un país vigilado e invadido militarmente por
EE.UU-OTAN desde hace décadas? ¿Cómo han podido cruzar miles de
terroristas y de armamento desde Siria e Irak sin que nadie haya visto
nada? Esto demuestra que la presencia militar de Estados Unidos en
otros países sólo incrementa sus problemas y multiplica el número de
terroristas sobre el terreno. En realidad esta nueva escalada militar de
EE.UU. en Afganistán pretende retomar el control del país y
hacer frente a los talibanes que cada día son más fuerte y tienen más
apoyo popular entre aquellos que se oponen a la invasión estadounidense
[3].
Esta maniobra de
Washington supondría también una forma de rodear de terroristas y tropas
militares a Irán, que quedaría “atrapada” entre Irak y Afganistán.
También sería una amenaza para algunos países pertenecientes a la
Organización para el Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) liderado por
Rusia, que son fronterizos con Afganistán por el norte. También supone
un peligro para China, cuya región de Xinjiang se une a Afganistán a
través del corredor de Wakhan. Recordemos que actualmente miles de
yihadistas uigures procedentes de esa región del noroeste de China
actúan en Siria e Irak en las filas del Estado Islámico y otras
organizaciones terroristas. También, de forma indirecta, el reciente
bombardeo y la posterior presencia militar de EE.UU. en Afganistán
supone un toque de atención a Pakistán, cuyo acercamiento y buena
relación con la India – país miembro de los BRICS y que ya es la cuarta
economía mundial desplazando a Japón – es vista como una amenaza para
los intereses de Washington en Eurasia.
En resumen, Estados Unidos pretende
rememorar contra Rusia los tiempos en los que utilizó a los terroristas
de Al Qaeda para empantanar a la Unión Soviética en Afganistán en
1979-80. Estados Unidos no quiere paz ni estabilidad en Asia Central y
mucho menos que los países de esta región se integren política,
económica y militarmente en Eurasia. China también está en el punto de
mira de esta diversificación del terrorismo yihadista y de la escalada
militar multipolar estadounidense, como se pudo comprobar recientemente
tras las supuestas maniobras militares contra Corea del Norte que en
realidad sirven de excusa para cercar militarmente a China. Washington
no va a bombardear Pyongyang debido al poderío nuclear de la RPDC [4], a
la situación de debilidad interna de Corea del Sur y al freno que
suponen Rusia y China. Pero el ruido mediático y la propaganda de
guerra contra Corea del Norte está siendo utilizada para justificar su
política belicista en el Mar de la China meridional. De hecho el tan
anunciado envío por parte de EE.UU. de su armada nuclear hacia la
península de Corea se dirigía realmente a Australia, país que se prepara
bajo el mando estadounidense para una posible guerra futura con China
[5]. A esto hay que añadir que Washington recientemente anunció que
también estaba desplegando tropas en Somalia
a “petición” del gobierno títere y corrupto de Mohamed Abdullahi
Farmajo. EE.UU. retiró “oficialmente” sus tropas del país en 1994. La
excusa es la misma que en casos anteriores, la “lucha contra el
terrorismo”, pero su objetivo realmente es aplastar a la resistencia
interna antimperialista y controlar el tráfico marítimo a través del
océano Índico y del Golfo de Adén; con China nuevamente en el horizonte.
En el trasfondo de todo este despliegue
militar de alcance global, aunque jamás se menciona en los medios
corporativos occidentales, se encuentra el interés de Washington y sus
títeres por bloquear el gigantesco proyecto comercial chino de la Nueva Ruta de la Seda
(marítima y terrestre; ver la foto que encabeza este artículo). Para
ello EE.UU. tiene desplegadas unas 400 bases militares cercando a China y
Rusia [6], lo que el Pentágono llama “una soga perfecta”.
En un artículo que publiqué el pasado 27 de marzo titulado El Gran Kurdistán y la balcanización de Siria
advertía que muy probablemente veríamos en las próximas semanas cómo la
actividad de los grupos terroristas que operan en Siria e Irak desde
2011, bajo las directrices de EE.UU-OTAN-CCG, se iría desplazando a
otras regiones más cercanas a Rusia y China para tratar de frenar su
desarrollo e influencia en Eurasia y en todo el mundo, lo que supone
una amenaza mayúscula para la hegemonía occidental, y estadounidense en
particular. Esta pérdida de la hegemonía global por parte del poder
económico y político occidental, es el mayor problema al que se
enfrentan y lo que verdaderamente les aterra. La “lucha global contra el
terrorismo”, la situación de los “refugiados”, los “Derechos Humanos” o
la extensión de la “democracia” son sólo pretextos utilizados por
Occidente para justificar sus políticas injerencistas contra Estados
soberanos. Pero estos argumentos artificiales no aguantan el menor
análisis. En aquel artículo escribí:
(…) Es por ello que ante la imposibilidad de imponerse en Siria y debilitar a Irán, con una Rusia impermeable a las sanciones y cada vez más influyente en Oriente Medio, y con una China cada vez más fuerte en todo África, Asia y Latinoamérica, es más que probable que las potencias de la OTAN traten de incendiar y desestabilizar a Rusia, China e Irán desde lugares más cercanos a sus fronteras o incluso desde su propio territorio utilizando para ello al terrorismo yihadista que ahora opera en Siria y en otros países de Oriente Medio y del sudeste y centro de Asia. Tengamos en cuenta que en Siria e Irak están operando miles de yihadistas rusos procedentes de la región del Cáucaso, así como también miles de yihadistas uigures procedentes de la región de Xinjiang, en el noroeste de China. Estos terroristas, ahora con experiencia de combate y entrenamiento militar servido por la OTAN, suponen un potencial peligro para la estabilidad y seguridad interna de Rusia y China, algo que no van a desaprovechar sus enemigos, los patrocinadores del terrorismo internacional.
Algunos de los acontecimientos recientes
parecen apuntar en esa dirección que señalaba. Ojalá que toda esta
escalada militar y propaganda de guerra mediática – como apuntan algunos
reconocidos analistas [7] – forme parte tan sólo de una demostración de
fuerza previa a una posible negociación entre las tres potencias
destinadas a repartirse el mundo: China, Rusia y Estados Unidos. No es
el escenario ideal, pero al menos evitaríamos por ahora una guerra
nuclear mundial que por momentos parece inminente.
REFERENCIAS – NOTAS[1] Francia: Rusia está débil, EE.UU. ya puede derrocar a Al-Asad,- (Hispan TV, 14/4/2017) http://www.hispantv.com/noticias/francia/338620/rusia-debil-derrocar-assad-hollande-siria-iran
[2] Terrorismo con “cara humana”: La
historia de los escuadrones de la muerte de EE.UU.,- un informe del
profesor Michel Chossudovsky (traducido al español por la web
Rebelión.org (13/1/2013) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=162053
[3] America Aggression: A Threat To The World,- artículo del abogado Christopher Black (New Eastern Outlook, 17/4/2017)
[4] RPDC sepulta la agresividad estadounidense,- artículo del analista geopolítico Enrique Muñoz Gamarra http://www.enriquemunozgamarra.org/Articulos/169.pdf
[5] John Pilger: U.S. Deep State Is Pushing Australia Into War With China,- Sean Adl-Tabatabai (Your News Wire, 16/4/2017) http://yournewswire.com/john-pilger-deep-state-australia-china/?_utm_source=1-2-2OHN
[6] La guerra nuclear contra China no es ninguna sombra,- artículo del veterano periodista, escritor y director australiano John Pilger (Diario Octubre, 25/2/2017)
[7] Momento decisivo en Norcorea: Orden
tripolar de EU/Rusia/China o guerra nuclear,- un análisis del experto en
geopolítica Alfredo Jalife-Rahme (La Jornada, 19/4/2017) http://www.jornada.unam.mx/2017/04/19/opinion/014o1pol
Fuente: El mirador global
Fuente: El mirador global
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