miércoles, 11 de noviembre de 2015

De Ripley: desarmando el sindicato


Mirtha en sus primeras luchas laborales.

Conocida por sus antecedentes de maltrato laboral y ventas a créditos exagerados, la criticada tienda chilena por departamentos continúa hostigando a sus trabajadores sindicalizados, en su afán por importar nuevas políticas laborales desnaturalizadas.





Publicado: hace 4 horas
“Ahora ya no eres trabajador, eres colaborador, o sea, alguien externo” nos cuenta Mirtha Llanos, extrabajadora de la tienda Ripley de Mega Plaza, recientemente despedida, al igual que muchos de sus compañeros del Sindicato Único de Ripley (Sutragrisa). Sabe que mientras dure su juicio para ser reincorporada, pasará por lo menos un año desempleada, viviendo de su liquidación, con dos hijas a cuestas.
No es la primera vez. En el 2007, cuando Ripley ya tenía diez años en el Perú, Mirtha, que entró a trabajar en el área de televisión y vídeo desde el primer día que funcionó la empresa, fundó el sindicato junto con sus compañeros, siendo despedida de inmediato al igual que los demás dirigentes. Cuatro de ellos fueron a proceso judicial y lograron regresar en el 2010.
En esta nueva ocasión, nuestra protagonista dejó el cargo de secretaria general en enero último, luego de ejercerlo desde el 2013. Siguió siendo parte de la comisión negociadora para el pliego de reclamos de este año. La negociación terminó en julio pasado, y por ley los miembros no pueden ser despedidos ni tres meses antes ni tres después. Sin embargo, el 13 de agosto recibió la carta de aviso y el 21 del mismo mes fue finalmente despedida.
La empresa argumenta en la carta de despido que Mirtha quebró la buena fe laboral, al realizar una venta con la tarjeta de crédito de una cliente que no estuvo presente en la transacción. Lo curioso es que la clienta, muy habitual siempre en la tienda, declara que sí estuvo en la caja al momento de comprar y no tiene ningún problema en afirmarlo nuevamente. Pero, según Ripley, en el video de seguridad no se la ve presente. Nos pidieron mantener la identidad de la compradora en reserva.
Para nadie es un secreto que es muy común que los consumidores le presten la tarjeta de crédito a otros para acceder a alguna oferta y que eventualmente los empleados de Ripley ayuden a conseguir el cliente que quiera prestar su plástico. Dudamos mucho que la mayoría de lectores no lo haya hecho nunca. Es una práctica difundida, que en realidad no perjudica a la empresa porque los descuentos ya están subvencionados por el Banco Ripley. En ninguna normativa ni contrato está prohibido que los clientes se presten tarjeta entre ellos. Sin embargo, en el caso concreto de Mirtha, esto fue la causal de despido por darle un beneficio que no le correspondía al cliente.
 








El documento de despido donde se acusa a la trabajadora de hacer mal uso de la tarjeta.
Movidas de personal
En la última negociación colectiva de este año, donde participó nuestra colaboradora, la comisión estaba integrada por doce empleados, donde ocho aceptaron las condiciones impuestas por la empresa y cuatro, entre ellos Mirtha, se negaron hasta el final. Así, consiguieron que se suba el sueldo fijo de los vendedores a quinientos ochenta y que para el 2016 ya sea de seiscientos sesenta. Al parecer, esto colmó la incomodidad que su activismo representaba para Ripley.
Junto con ella, salieron doce de su tienda, la mayoría del sindicato. Según la comunicación interna del mismo retail, son un total de setenta despedidos entre todas las tiendas este mes, tildándolos de malos manejos con la tarjeta. Incluye a seis de los fundadores del ente gremial.
La ex lideresa sindical opina que esto se debe a una reestructuración que obedece al modelo laboral aplicado en Chile, donde Ripley ya no tiene personal que cobre comisiones por cada producto que vende, sino que está empezando a contratar colaboradores que deben alcanzar una meta en ventas para poder ganarse un bono mensual. Esta meta sería variable, a consideración de la empresa. Además es obvia la intención de desarticular el sindicato e integrar nuevo personal menos organizados para reclamar.
 




Años de lucha
A lo largo de sus años de carrera sindical, Mirtha ha hecho más de ochenta denuncias contra la trasnacional ante los organismos del Ministerio de Trabajo por impago de horas extra, contratos desnaturalizados, prácticas antisindicales, vulneración a la seguridad y salud en el trabajo, etc. Ocupó la secretaría general del sindicato desde el 2011, siendo reelegida en el 2013 hasta inicios de este año.
Cansados de las condiciones laborales, el sindicato comenzó con la lucha por la estabilidad laboral. En sus inicios, los trabajadores estaban con contratos por tres meses, y era imposible llegar a los cinco años para ser nombrado. A punta de denuncias contra los contratos irregulares, en el 2010 se consiguió que los colaboradores que demuestren rendimiento puedan adquirir la estabilidad al año o incluso antes.
Otra de las más conocidas batallas del sindicato fue el tema del sueldo mínimo. Aduciendo que las comisiones por ventas permitían a los empleados ganar más de mil soles, el sueldo fijo siempre fue de apenas cien soles. El escándalo mediático en el 2011, sumado a la problemática por los altos intereses que se cobraba a los clientes, producto de la presión que las tiendas ejercen sobre los empleados para convencer a la gente de comprar al crédito, terminó siendo ligeramente favorable. Ese año, se subió el sueldo base a quinientos, además de lograr que los agremiados pacten las comisiones con Ripley. Como se mencionó líneas arriba, el monto a la actualidad es mayor, aunque sigue siendo inferior a la remuneración mínima vital.
Los abogados de los trabajadores indican que la ley es bastante ambigua en el aspecto del sueldo fija, al consentir que las primas variables por las ventas se consideren como parte del éste, con lo que se supera el monto mínimo legal, en muchos casos con creces. Lo que no ha cambiado con los años es que la desafiliación al sindicato sea el requisito tácito indispensable para lograr un ascenso al interior de Ripley.
 




Mirtha afuera de la tienda que por segunda vez no la deja entrar. foto: alan benavides
Pagándose su propio abogado, nuestra vendedora ha sido notificada que la primera audiencia de su actual juicio será el 22 de marzo, con lo que recién inicia el proceso. Y francamente piensa que ha sido suerte, en otros casos hay fechas posteriores. Primero hay una conciliación, pero es predecible que no se dará.
Sabe que con los más de diez años que tiene trabajando en Ripley, al igual que sus colegas sindicalistas cesados, ella es un costo laboral del que la tienda pretende deshacerse. Sus hijas están por empezar la vida universitaria, así que el año que se le viene hasta que se le haga justicia será difícil, tan difícil como hacer entender a los empresarios en el Perú que el puesto de trabajo no es un favor que se le hace a los empleados, sino un derecho que se ha arrancado con históricas luchas a lo largo de las décadas.
 




Altavoz en mano.


Fechas antes de recibir la nefasta carta.






Al centro, cuando aún no avizoraba el destino sindical que le esperaba.
Fuente: LAMULA.PE


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