Un análisis de los mecanismos de dominio en las sociedades occidentales
El profundo hastío por el bipartidismo imperante en las
llamadas democracias occidentales, ha logrado traspasar las fronteras
europeas, y ya se detectan síntomas de un fenómeno similar en los
Estados Unidos. Pero, ¿cuál es la función de esta forma de Gobierno?
¿Constituyen una alternativa de cambio real a la misma las nuevas
formaciones que están surgiendo en diversos países? En el presente
artículo, nuestro colaborador Manuel Medina aborda estos interrogantes
(...).
Por MANUEL MEDINA / CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
El profundo hastío por el bipartidismo
imperante en las llamadas democracias occidentales, ha logrado
traspasar las fronteras europeas, y ya se detectan síntomas de un
fenómeno similar en los Estados Unidos.
¿PARA QUÉ SIRVE EL BIPARTIDISMO Y QUIENES LO ARTICULAN?
El bipartidismo no es más que una estructura institucional, a través de
la cual la burguesía ha logrado implantar en diversos países una
suerte de turno político mediante el que los partidos conservadores y "progresistas" se reparten periódicamente la administración de aparato del Estado, sin que la estructura económica ni política se modifiquen.
"Con el turno bipartidista los intereses de las clases hegemónicas se convierten en intangibles y su permanencia se reproduce elección tras elección"
Se trata, en suma, de una ingeniosa fórmula institucional que cumple el papel de preventiva "válvula de escape".
Cuando una parte de la sociedad se siente abrumada por los efectos de
las políticas económicas ejecutadas por el gobierno de turno, dispone
aparentemente de la "oportunidad" de votar al partido alternativo,
formalmente antagónico al gobernante, sin que tal decisión modifique
las causas reales y profundas que provocan las desgracias sociales que
suscitan su irritación. Con el turno bipartidista los intereses
de las clases hegemónicas se convierten en intangibles y su permanencia
se reproduce elección tras elección. Ni que decir tiene que en la
consolidación del sistema bipartidista contribuyen de manera
determinante los medios de comunicación, que construyen la opinion
pública, repartiéndose también el papel de halagar o atarcar al partido
de turno, según aconsejen las circunstancias del momento.
"El éxito del bipartidismo está condicionado por el ritmo del desarrollo económico capitalista de los países en donde esta fórmula ha sido sometida a ensayo".
Aunque este habilidoso sistema de reparto de la administración de la
máquina del Estado fue ensayado con notable éxito por parte de países
anglosajones como Estados Unidos y Gran Bretaña, en otras áreas geográficas, en cambio, el sutil "experimento" no corrió la misma suerte. En España, por ejemplo, durante Monarquía borbónica de Alfonso XII y XIII, en las postrimerías del siglo XIX y principios del XX, el latrocinio realizado por los partidos "turnantes" resultó tan escandaloso que terminó teniendo como colofón la dictadura del general Primo de Rivera.
Sin embargo, no fue solo la voracidad usurpadora de los partidos que se turnaban en la custodia del establishment
constituido lo que provocó su fracaso en otras áreas del planeta. Su
éxito estaba también condicionado por el ritmo del desarrollo económico
capitalista de los países en donde esta fórmula era sometida a ensayo.
Cuando crisis económicas o fuertes convulsiones sociales sacuden a
países con problemas consuetudinariamente irresueltos, la dinámica de
los acontecimientos impide que la continuidad de estas filigranas políticas
se proyecte en el tiempo. Bastaría con echar un vistazo al mapa
politico del mundo para constatar en qué lugares, circunstancias y por
cuánto tiempo la experiencia bipartidista ha resultado exitosa.
CRISIS DEL BIPARTIDISMO EN EUROPA Y EEUU
No es pues una casualidad que en la Europa actual el bipartidismo esté siendo duramente cuestionado por amplios sectores del electorado. Tampoco en los Estados Unidos los partidos demócrata y republicano han logrado contener a las fuerzas centrífugas que tratan de escaparse de los modelos que hasta ahora habían consagrado los pilares de la "democracia" norteamericana.
"Ni Trump, ni tampoco Sanders han introducido cambios sustanciales en los programas tradicionales de sus respectivos partidos, pero su retórica truculenta y demagógica está siendo capaz de levantar multitudes"
La razón del fenómeno es evidente. El electorado de uno y otro
continente se siente fuertemente frustrado por la reiteración at infinitum de
promesas incumplidas y expectativas quebradas. El sistema capitalista
atraviesa un azaroso tramo de su desarrollo, cuyo desenlace resulta hoy
difícil de prever a corto plazo. Personajes y fuerzas no ajenas al
propio sistema han detectado cómo están afectando a la sociedad estas
perturbaciones y tratan de responder con ofertas políticas y económicas
que, si bien son presentadas de forma vocinglera, no cuestionan ni el
origen ni las causas del malestar y la indignación social. Esto no es
resultado de una elaboración conspirativa o de laboratorio -
aunque también pueda contener este ingrediente - sino de la dialéctica
misma en la que se desenvuelven estas sociedades preñadas de
contradicciones de clase, grupales e, incluso, de orden internacional.
Ello es lo que explica, en parte, que entre las figuras más atractivas en las elecciones primarias de EE.UU. se encuentren dos outsiders de la política tradicional, el multimillonario Donald Trump entre los republicanos, y el senador de Vermont, Bernie Sanders entre los demócratas. Trump lidera por ahora las encuestas entre los primeros, superando incluso a los favoritos del ala ultraconservadora. Sanders no supera ciertamente a Clinton,
pero ha sido capaz de realizar convocatorias multitudinarias, algunas
con más de 10 mil asistentes, en no pocas ciudades estadounidenses.
Pero ambos defienden con similar vigor la permanencia del sistema. Ni Trump, ni tampoco Sanders
han introducido cambios sustanciales en los programas tradicionales de
sus respectivos partidos, pero su retórica truculenta y demagógica está
siendo capaz de levantar multitudes. De eso es justamente de lo que se
trata, de reconducir por aguas seguras la creciente iracundia de la
gente.
DESGASTE EN LAS CASTAS POLITICAS TRADICIONALES
El torrente crítico hacia la "casta política", - término, por cierto, que fue analizado por primera vez hace años en este mismo digital antes de que fuera popularizado por "Podemos" con una significación muy diferente (ver aquí) - se ha abierto camino también en los Estados Unidos.
Puede resultar interesante referirnos brevemente a lo que sucede al
respecto en ese país, dado que el fenómeno se presenta con mucha más
aparatosidad, espectáculo y transparencia que el que tiene lugar en Europa.
"Desde Europa, no faltan los progres que, reproduciendo el papanatismo que les había suscitado hace un par de años el triunfo de Syriza en Grecia, pretenden ahora ver en el candidato demócrata Bernie Sanders una nueva y renovada expectativa para la "izquierda" en los Estados Unidos."
En los EEUU, ni Bush, perteneciente a la poderosa saga que ha ocupado la presidencia del país en dos ocasiones, ni la veteranísima Hillary Clinton,
continuadora de otra saga de similar rango, han logrado suscitar el más
leve interés en un electorado de primarias apático e incrédulo. Ni uno
ni otro, lograron sacar de la atonía a sus bases de simpatizantes en
las dos macroorganizaciones políticas norteamericanas.
De ahí que haya sido oportuna la aparición de dos personajes - Donald Trump y Bernie Sanders - desde las dos esquinas aparentemente distantes y "extremas",
actuando como revulsivo de las ilusiones de sus respectivos partidos
y abriendo con ello, incluso, la perspectiva de un tercer -o cuarto-
partido político en el escenario electoral estadounidense. La repentina
aparición de dos personajes que no cuentan siquiera con una biografía
relevante dentro del propio establishment político, no hace sino
poner de manifiesto que el propio sistema es capaz de retroalimentarse
de su propio agotamiento, generando las piezas sustitutivas que
reemplacen a las defectuosas y permitan su continuidad. ¿No es eso lo
que ha ocurrido también en España, con todas las matizaciones que se
quiera?
Desde Europa, no faltan los progres que, reproduciendo el papanatismo que les había suscitado hace un par de años el triunfo de Syriza en Grecia, pretenden ahora ver en el candidato demócrata Bernie Sanders una nueva y renovada expectativa para la "izquierda" en los Estados Unidos.
La verdad es que tales ilusiones no se fundamentan nunca en la trayectoria política recorrida por los "nuevos héroes" del momento. Algo de eso sucedió también con los exegetas de Syriza, a
la que una parte de los medios afines al reformismo europeo erigieron
como alternativa a la catastrófica situación del bipartidismo heleno.
Ninguno de los ilusionados socialdemócratas objetivos que
defendieron a esa formación política griega fue capaz de deternerse a
analizar - o tan solo a conocer - la relevante trayectoria de Alexis Tsipras. Un personaje cuya biografía política estuvo estrechamente vinculada a una de las muchas variantes eurocomunistas griegas.
Con Bernie Sanders está sucediendo algo de lo mismo. Sanders
ha logrado insuflar ilusiones entre los electores más progresistas
estadounidenses, utilizando imprecisas declaraciones antibélicas y de
reproches contra los grandes consorcios de su país. Con una retórica
hueca y difusa, que dirige a los tiburones de Washington y Wall Street, Bernie Sanders logró convertirse en un tiempo récord en el "candidato de los jóvenes" estadounidenses, embobando al tiempo a experimentados progres
europeos. Conocen cual es el grado de sensibilidad de sectores del
electorado en relación con estos temas y reelaboran sus tácticas
electorales adaptandolas a las demandas de estos.
"Sanders confesó que si fuera presidente no dejaría de utilizar la potencia de los drones en contra de los países de Oriente Medio. Eso sí, agregó que "pondría límite a su uso" para evitar que en las operaciones pudiera morir gente inocente".
Sin embargo, ¿es realmente Bernie Sanders un candidato para la izquierda norteamericana? Su historial político también nos proporciona la respuesta a esta pregunta. A lo largo de su trayectoria, Bernie Sanders jamás se ha atrevido a cuestionar la expansionista política exterior norteamericana. Ya en el 2001, Sanders se entregó en cuerpo y alma, como atestiguan las hemerotecas, a la peculiar guerra de George Bush contra el "terrorismo", sumando sus votos a la autorización para el uso de la fuerza de los Estados Unidos
en el exterior promovida por el propio Bush. Pero es más, en una
reciente entrevista en televisión, acosado por los medios y metido en
la dinámica electoral de su propio partido, Sanders confesó que si fuera presidente no dejaría de utilizar la potencia de los drones en contra de los países de Oriente Medio. Eso sí, agregó que "pondría límite a su uso" para evitar que en las operaciones "pudiera morir gente inocente".
No existen, en definitiva, elementos que nos permitan llegar a la
conclusión de que desde las alternativas existentes al bipartidismo
se pueda construir una sociedad realmente alternativa y comunitaria. El
sistema y las clases sociales hegemónicas que lo dominan han demostrado
en mil y una ocasiones su capacidad para reciclar esos supuestamente "nuevos" fenómenos
sociales. La historia de los dos últimos siglos ofrece múltiples
ejemplos que lo confirman. Solo la difícil y laboriosa construcción de
una alternativa popular propia y revolucionaria podrá hacer soplar
vientos favorables para las clases trabajadoras. Todo lo demás son
ilusiones.
Fuente: Canarias-semanal
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