miércoles, 11 de mayo de 2016

El regimiento inmortal: el Día de la Victoria y la identidad soviética

avion
Cada año desde que Rusia recuperó la tradición de realizar un desfile militar en la Plaza Roja de Moscú el 9 de mayo, Día de la Victoria, la prensa y las autoridades europeas y norteamericanas repiten similares titulares. En ellos resaltan el militarismo ruso y lo critican como una “demostración de fuerza”  dirigida hacia sus vecinos, repúblicas exsoviéticas que tratan de acercarse a la Unión Europea o a la OTAN. Y cada año, Occidente hace oídos sordos a la llamada rusa a recordar el pasado en lugar de reescribirlo.
Durante los más de setenta años que han pasado desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos, con su dominante maquinaria mediática y política, ha luchado por reescribir el desarrollo de la guerra para resaltar su papel y restar importancia al de la Unión Soviética, el aliado circunstancial que pronto volvería a ser el principal rival. Siguiendo la estela de Estados Unidos, la Unión Europea celebra el 9 de mayo el día de Europa en lugar del Día de la Victoria mientras los países de la Europa del este desmantelan o destruyen monumentos a los soldados soviéticos y el continente vuelve a militarizarse alegando una inexistente amenaza rusa.
El revisionismo europeo, especialmente marcado en países de Europea oriental como los países Bálticos, Croacia o Ucrania, ha preferido resaltar el desembarco de Normandía por encima de Stalingrado y ha decidido centrarse en el Holocausto, olvidando otros genocidios como el de la población romaní o eslava, cuyo índice de mortalidad en los campos de exterminio Nazis fue incluso superior al de los judíos. Europa ha decidido olvidar también que la “solución final”, el exterminio de la población judía, comenzó en la Unión Soviética, donde miles de judíos fueron brutalmente asesinados en las semanas o incluso días después de la invasión alemana en lugares como Galicia, Transnistria u Odessa.
Frente al revisionismo, Rusia y otros países de la antigua Unión Soviética recuerdan cada año que por cada soldado estadounidense caído en la batalla, la URSS perdió 80 o que tan solo en el sitio de Leningrado la URSS sufrió un millón de bajas más que Estados Unidos en toda la guerra.
Centrándose únicamente en el desfile militar, tan solo una parte de los actos que se celebran en Rusia el Día de la Victoria, Occidente no solo trata de restar importancia al clave papel jugado por la Unión Soviética en la derrota del nazismo sino que pretende borrar la influencia de la Segunda Guerra Mundial y de sus consecuencias en la identidad del mundo soviético y postsoviético.
En la celebración del Día de la Reconciliación entre quienes lucharon contra la Alemania Nazi en el Ejército Rojo y quienes lucharon contra la Unión Soviética colaborando activamente con los nazis, Petro Poroshenko afirmaba esta semana que la victoria habría sido imposible sin Ucrania. Al igual que Rusia o Bielorrusia, Ucrania perdió millones de personas en la guerra, un sacrificio inmenso que la población no ha olvidado y que se refleja en el cuidado con el que se mantienen los monumentos a la Segunda Guerra Mundial, incluso en los pueblos de las zonas más nacionalistas del oeste del país. La excepción se produce en algunas de las grandes ciudades de la zona, donde las autoridades locales, muchas de ellas en manos de Svoboda, han preferido cuidar solo los memoriales a los héroes nacionalistas y los parques de la victoria permanecen prácticamente abandonados.
Es ahí, en Galicia, al oeste de Ucrania, donde se ha impuesto el revisionismo de Volodymyr Viatrovych, encargado de revisar la historia del país según la agenda nacionalista que domina la política ucraniana en estos momentos. Stepan Bandera y Roman Shujievich han sustituido a Lenin y otras figuras soviéticas en calles y monumentos y los homenajes a OUN, UPA o incluso a la división Galicia de las SS se han hecho habituales en esta zona. Pero a  pesar del intento de resaltar el papel de los grupos que lucharon bajo bandera ucraniana –fundamentalmente del lado de la Alemania Nazi-, la inmensa mayoría de los ciudadanos ucranianos que lucharon en la Segunda Guerra Mundial lo hicieron del lado del Ejército Rojo.
Integrados en el ejército soviético o en los grupos de partisanos, ciudadanos de lo que hoy es Ucrania lucharon junto al resto de pueblos soviéticos en el Ejército Rojo, un ejército multinacional e internacionalista que dejó en evidencia al todopoderoso ejército estadounidense, que aún segregaba a los soldados por raza. Por su ubicación geográfica, Ucrania era imprescindible para la Unión Soviética. Pero la victoria frente al nazismo también habría sido imposible sin el resto de repúblicas y pueblos soviéticos, ya fuera por su papel militar o por el esfuerzo de millones de personas, muchas de ellas mujeres, en el mantenimiento de la industria que permitió que los esfuerzos de la guerra dieran resultado.
A pesar de las más de dos décadas de independencia de las diferentes repúblicas y de la constante propaganda anti-rusa y anti-soviética, miles de ciudadanos de toda la antigua Unión Soviética salieron ayer a las calles portando imágenes de sus antepasados que lucharon en la Segunda Guerra Mundial formando lo que ya se conoce como el “regimiento inmortal”, una representación gráfica de la importancia que en esos países sigue teniendo el recuerdo de quienes dieron su vida por el bien del país y de las generaciones futuras.
El regimiento inmortal en Moscú

   El regimiento inmortal en Moscú
Miles de hombres y mujeres salieron ayer a las calles de Ucrania a homenajear, en las diferentes ciudades del país, a los héroes del Ejército Rojo, muchos de ellos ignorando la legislación vigente, que prohíbe no solo los habituales lazos de San Jorge, símbolo de la victoria antifascista que hasta hace dos años también portaban quienes ahora lo prohíben, o de la bandera de la victoria. Lugares como Kirovograd comenzaron a celebrar el Día de la Victoria con un desfile en el que destacaban las banderas rojas a las cuatro de la mañana. Y en otros lugares como Kiev, Járkov u Odessa los lazos de San Jorge y las banderas rojas, más escasas que otros años, acompañaban a veteranos y otros ciudadanos en actos que en la Ucrania actual pueden llegar a ser un riesgo.
En Slavyansk, primer foco de la rebelión de Donbass en 2014, la pintura lanzada por grupos nacionalistas contra una política local ha terminado en la cara de un veterano de 91 años. Pese a que gran parte de los actos han sido pacíficos, escenas similares, con agresiones a personas mayores o veteranos, se han repetido en otros lugares. En Kiev, radicales han quemado lazos de San Jorge y han tratado de arrebatar las banderas de la victoria a varios veteranos. Entre ellos había un joven que vestía una camiseta de la división Galicia de las SS. También en Kiev, Yuriy Boyko, líder del Bloque Opositor, ha sido agredido por los nacionalistas tan solo una semana después de que radicales impidieran que su delegación pudiera acudir al homenaje a las víctimas del 2 de mayo en Odessa.
Como hace una semana, cuando el homenaje a las víctimas de la Casa de los Sindicatos superó con creces el homenaje nacionalista, Odessa volvió a demostrar que la mayoría no nacionalista siempre ha superado a una minoría nacionalista radical cuya fuerza está en la violencia y en la impunidad con la que actúan. Pese a la militarización de la ciudad, una estrategia para intimidar a la ciudad, las falsas amenazas de bomba, o la prohibición de símbolos que siempre han sido habituales en la ciudad, miles de ciudadanos de Odessa se reunieron en el paseo de la gloria en el parque Shevchenko, portando banderas rojas y banderas de la ciudad para homenajear a quienes dieron su vida en la guerra y también a quienes murieron hace dos años en la Casa de los Sindicatos. Cantando canciones antifascistas y de homenaje a la ciudad y portando retratos de veteranos de la guerra, el regimiento inmortal de Odessa fue, como era previsible, el más numeroso de Ucrania.
ODESSA VIC
Odessa, 9 de mayo de 2016    
Frente a ellos, un pequeño grupo de nacionalistas se concentraba en el centro de la ciudad para, banderas ucranianas en mano, marchar hasta el parque Shevchenko, donde la policía se vio obligada a abrir un corredor para que los miembros de Automaidan, Autodefensas de Odessa y otros grupos nacionalistas pudieran llegar hasta el monumento al marinero desconocido. Como ya se ha hecho habitual, allí fueron recibidos por la ciudadanía con gritos de “Odessa ciudad héroe”, “El fascismo no pasará”, o consignas a favor del pueblo de Donbass, gritos a los que los nacionalistas respondieron con consignas patrióticas e insultos a Novorrusia y a Vladimir Putin. Como hace una semana, muy superados en número, los nacionalistas no pudieron crear más que un pequeño altercado que se saldó con la detención de un miembro del batallón Azov.
La separación entre la minoría nacionalista y la multitud que la supera en número, pero carece de organización, que se ha mostrado en Odessa no es más que un reflejo de la división que sufre el sureste del país, una división que Ucrania trata de ignorar a base de repetir hasta la saciedad lo unido que está el país. Y en esa unidad, las autoridades ucranianas incluyen también a la zona de Donbass controlada por las Repúblicas Populares, a pesar de que fechas como el Día de la Victoria demuestren una vez más que la brecha entre Donetsk y Lugansk y Kiev es cada vez más amplia. Mientras Kiev trata de borrar todo signo de su pasado soviético, también el relacionado con la victoria sobre el nazismo, Donbass lucha por reivindicar los símbolos de esa lucha. Banderas rojas y lazos de San Jorge acompañaron cada uno de los actos celebrados en la RPD y la RPL, actos multitudinarios en los que los ciudadanos de esas repúblicas reivindicaron no solo la lucha antifascista de hace setenta años, o los héroes de aquella batalla, sino también la lucha actual contra el nacionalismo ucraniano y los héroes de una guerra que aún continúa. 

Fuente: Slavyangrad

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