Entrevista Original: Alexander Kots, Dmitry Steshin /Komsomolskaya Pravda
Donbass no solo adora a la pianista de
música clásica Valentina Lisitsa, sino que la venera. Y no solo por su
calidad profesional sino por su postura, que con persistencia defiende
en Occidente. Su apoyo a Donbass le ha costado escándalos y relaciones
rotas con amigos y colegas en Ucrania –donde nació- o en Europa. A
riesgo de convertirse en persona non grata en la comunidad
profesional, vuelve otra vez con conciertos en esta tierra en guerra.
Las entradas desaparecieron en cuestión de horas. Nos presentamos en el
ensayo antes del concierto.
“Yo también me paseé vistiendo camisas bordadas”
Llevamos trabajando aquí
desde marzo de 2014 y es una pena que, por algún motivo, los artistas
que han mostrado su apoyo se puedan contar con los dedos de una mano. Y
para usted ya es la segunda vez…
He seguido la situación desde el
principio, se me rompió el corazón. Percibí Maidan de forma diferente.
Soy parte de la generación del colapso de la Unión Soviética. Yo también
hablaba ucraniano y me paseaba vistiendo camisas bordadas [vestimenta
tradicional ucraniana-Ed]. Teníamos tanta independencia…Y entonces esa
generación se dio cuenta de que le habían estafado y se marchó. Yo acabé
en Estados Unidos. Me sentí mal por los jóvenes en Maidan: otra vez
creían en un futuro brillante. Yo ya había vivido eso y sabía lo que
era.
Para mí, Odessa fue un desastre, porque
de ahí vienen mis raíces. Horrorizada veía lo que estaba pasando y me di
cuenta de que no había vuelta atrás. Por suerte, lo que ocurrió en
Donbass no ocurrió en Crimea…Quería apoyar a la población. Soy pianista,
así que mi única arma es la música. Y resultó ser un arma muy potente.
Cuando toqué aquí por primera vez me di cuenta de que la música no es
entretenimiento, algo elitista para quienes tienen de todo. No, la
música es igual de necesaria que el oxígeno. En Donetsk toqué a
Prokofiev, que nació aquí. Aquí están nuestras raíces, nuestra
civilización, esa a la que pertenece la gente que me está escuchando
aquí. Han intentado arrebatárselo con sangre. Sentí que necesitaban la
música y no me paré a pensar en lo peligroso que era y cómo se
percibiría en Occidente. Pase lo que pase, tengo un hogar aquí al que
siempre podré volver. Llegué aquí de Berlín y después volaré a Canadá,
pero mi familia y mi gente está en esta tierra.
En los 90 se pudo observar
que, pese a la libertad de expresión, en Occidente hay un interruptor
secreto. Si se apaga, cualquiera, da igual su estatus, si es famoso o si
tiene talento, puede desaparecer de la prensa para siempre. ¿No tenía
miedo de perder su audiencia?
La élite siempre ha sido un obstáculo
para mí, por eso me creé a mí misma utilizando YouTube. Me han visto más
de cien millones de personas. No creo que nadie pueda hacer desaparecer
a esa audiencia o mentirles diciendo que no soy quien digo ser. El año
pasado me impidieron tocar en Canadá, pero hace poco actué en Toronto,
con todas las entradas vendidas y me recibieron en pie cuando salí al
escenario. En realidad hay más gente inteligente de la que suponemos.
No todos creen automáticamente lo que se dice en la televisión. Es a
ellos a los que me dirijo. No tengo miedo de las amenazas, aunque me han
amenazado muchas veces y nos han insultado a mí y a mi familia. Pero
nada de eso vale una sola lágrima de un niño. Hace dos días toqué un
concierto matinal en Gorlovka. Había muchos niños allí…Me rodearon,
querían tocar para mí. Nos avisaron de que ya era tarde, pero yo,
inocentemente, pensé “que toquen”. Y entonces, cuando nos marchábamos, a
las 19:10 de la tarde, empezaron los disparos y los niños volvieron a
sus casas bajo las bombas. Toqué Prokofiev, Bach, Chopin…y recuerdo cómo
me miraba. Ese es el mejor premio.
“Nos llaman trolls del Kremlin”
¿Se habla en Occidente de lo que está pasando en Donbass, hay algo en la prensa o en la televisión?
Algo ha empezado a colarse. Pero gran
parte de la discusión está en la prensa “alternativa”: Twitter,
Facebook. He conocido a un gran número de personas corrientes alrededor
del mundo. Nos llaman trolls del Kremlin y nos acusan de todo
tipo de cosas, pero esta gente extiende la verdad por todo el mundo. Con
un punzón intentamos pinchar un gran globo intentando hacer un pequeño
agujero por el que pase la luz. Y así cada vez más gente conoce lo que
pasa realmente en Donbass y en Ucrania.
¿Qué le impresionó de Donbass que le llegó al corazón?
Estábamos en Debaltsevo y me mostraron un
edificio de apartamentos en el que solo habían aguantado las paredes.
Todo era oscuro, gris. Y ahí en medio había un punto de luz: una manta
rosa de bebé. No hace falta ver fotos de cuerpos o víctimas. Solo hace
falta mostrar esa manta de bebé que, por algún motivo, ha sobrevivido en
la casa quemada.
¿Nota la diferencia entre ahora y hace un año en Donetsk?
Vayamos donde vayamos, hay gente que sale
los sábados para limpiar, pintar, reconstruir. Es triste darse cuenta,
pero la población entiende que esta es su tierra y que no tienen dónde
huir. En Ucrania sueñan con viajar sin visado a la UE, el país entero
está dispuesto a salir corriendo. Esta gente no tiene dónde huir.
Protegen su tierra, sus ideales, su historia, su civilización…Realmente
aman esta tierra. Hice un experimento: publiqué imágenes de un concierto
en Stuttgart intercaladas con imágenes de Donetsk y pregunté cuál de
esas ciudades era una capital europea. No me gustó mucho Stuttgart:
había basura, pintadas por todas partes, malas hierbas en la calle. El
contraste con Donetsk fue bastante sorprendente para muchos. Quienes
limpian las calles se enorgullecen de hacerlo. No están inventando naves
espaciales, pero es una labor importante para la ciudad. Querría darles
besos y abrazos a todos. Eso también es importante para el bienestar de
Donbass, como cualquier otro trabajo.
Es un signo de que no han
bajado los brazos, que la población no se ha rendido. Vimos algo
parecido en Siria, donde los signos de los ataques más potentes
desaparecían ante nuestros ojos…
Por ejemplo no reparan los tejados con
madera contrachapada sino con tejas nuevas y bonitas. Así confían en que
llegará la paz y ahora están construyendo su futuro.
“La reconciliación es posible”
Se han dado casos de
familias que se han roto porque tenían diferentes puntos de vista de lo
que ocurría. ¿Le ha afectado algo así de alguna manera? ¿Le han dado la
espalda sus amigos ucranianos?
No solo en Ucrania. Ha sido mucho más
difícil comprender el comportamiento de amigos y colegas occidentales.
Ese fue uno de los momentos más complicados, cuando me acusaron de todo
tipo de pecados mortales, casi todo menos comer niños. La primera vez
que volví de Donbass, alguien empezó un falso rumor en la prensa
holandesa que decía que había tuiteado que estaba contenta con el
derribo del Boeing de Malaysia Airlines. ¿Cómo reaccionaron mis colegas
con los que llevaba años trabajando? Uno escribió una carta: Valentina,
sé que no dijiste nada de eso. Pero tengo otros amigos que perdieron a
sus familiares, así que no puedo seguir trabajando contigo”. Defendería a
muerte a alguien a quien conozco. Pero esos políticamente correctos
europeos escucharon algo en la televisión y se lavaron las manos. Él y
yo éramos muy amigos. Su compositor favorito es Shostakovich, que sufrió
represión y traiciones de sus amigos. Y este holandés, que conocía mi
postura, me dio la espalda como aquellos amigos de
Shostakovich. Me gustaría preguntarle si después de tantos años entiende
mejor la música de Shostakovich. Ese es el estilo de Europa occidental:
no implicarse y simplemente apartarse. Esa fue la mayor decepción.
Es una tradición que la
música derrote a la guerra. Recuerdo a Shostakovich en la sitiada
Leningrado, recuerdo la película Welcome to Sarajevo: el violonchelista
sube a una colina y comienza a tocar. La gente sale de entre las ruinas
para acercarse a él. Ahora, usted ha venido a Donetsk. ¿Continuará la
guerra? ¿Qué impresión tiene?
Quiero creer que todas las partes están
hartas de la guerra. No van a conseguir nada con ella. Aquí el pueblo se
resistirá hasta el último hombre porque luchan por una causa justa. Y
no aceptarán una paz vergonzosa que parezca una rendición. Quieren una
paz justa. Tendrá que llover mucho antes de que sea posible una
reconciliación entre Ucrania y Donbass, demasiada sangre ha sido
derramada.
¿Sabe? El occidental medio ha oído hablar de la agresión rusa
en Ucrania. ¿Pero cuál es el agresor en realidad? Kiev es el agresor.
Desde allí enviaron a neo-nazis con su ideología extremista. Dispararon a
las abuelas que se enfrentaron a los tanques. Pero no habrá conciencia
de ello hasta que digan: “sí, tenemos la culpa”, hasta que los culpables
y los instigadores se enfrenten a un tribunal. Está claro que hay
suficientes personas que fueron reclutadas para el ejército y que solo
ejecutan órdenes. Pero también hay otros muchos asesinos y otros que
vinieron aquí por dinero… Hay que arreglar todo eso y que los culpables
cumplan una sentencia apropiada. Solo entonces habrá una posibilidad de
reconciliación.
Una pregunta comprometida
¿Qué tipo de música escucha en su tiempo libre?
(Risas) Escucho música clásica el 99% del
tiempo. Me gusta la música tradicional: rusa, ucraniana, también alguna
exótica. Es difícil vivir sin música, la música vive conmigo. No tengo
vacaciones, días libres. Siempre trabajo, trabajo.
¿Qué tono suena en su teléfono?
Música clásica (risas)
***
La fotografía de la casa quemada y la manta rosa, tomada por Valentina Lisitsa en su reciente visita a Donbass…
y algunas imágenes con sus fans en los conciertos que celebró allí.
Fuente: SLAVYANGRAD.es
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