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Elecciones, elecciones, elecciones…
UNA LECTURA GEOPOLÍTICA
SOBRE EL TRIUNFO DE TRUMP
Publicado: 9 nov 2016 18:21 GMT
Última actualización: 9 nov 2016 18:31 GMT
*Juan Manuel Karg
Este
 artículo surge a partir de la conmoción mundial en relación al triunfo 
de Donald Trump en EEUU. Pretendemos abordar algunos puntos para tener 
una lectura geopolítica de un hecho que marca un antes y un después en 
el escenario global.
a) La población no vota sobre las expectativas del escenario internacional.
 Se valora el escenario interno, independientemente de las 
tergiversaciones que sobre ese plano puedan crear medios de comunicación
 y redes sociales. Los grandes conglomerados mediáticos del mundo, al 
igual que el sistema financiero internacional, esperaban otro resultado:
 el triunfo de Hillary Clinton. Lo mismo que sucedió en Colombia y en 
Gran Bretaña, con el plebiscito por la paz y el Brexit, respectivamente.
b) Trump ganó el voto de la clase obrera industrial, hablando contra los TLC.
 Este elemento fue el menos considerado por la mass media internacional:
 detrás del pirotécnico xenófobo también había un candidato que se 
dirigía a un sector desencantado por el “fin del sueño americano”, tras 
la crisis iniciada en 2008. No fue demasiado creativo: usó el mismo 
slogan que la dupla Reagan-Bush en 1980: “make America great again”, lo 
que también coincide con una visión de la inserción global de EEUU. Pero
 así ganó en estados clave como Florida y Carolina del Norte, e 
industriales como Ohio, que incidieron en el resultado final. Tuvo una 
contundente votación en el interior del país, a contramano de los 
grandes centros urbanos que le dieron la espalda conociendo sus 
exabruptos.
c) Hay un debilitamiento de EEUU en el plano internacional.
 Trump ganó cuestionando el NAFTA, acuerdo comercial firmado por Bill 
Clinton en 1994, junto a México y Canadá. También mostrándose contrario 
al TPP (Acuerdo Transpacífico) que Obama motorizó en detrimento de 
China. Su perspectiva, al menos discursiva, fue aislacionista. Estas dos
 variables pueden explicar la tranquilidad de Moscú y Beijing ante el 
nuevo escenario abierto, que confirma el debilitamiento del hegemón en 
declive. Rusia espera un debilitamiento de la estrategia 
intervencionista de EEUU: lee que la población le pidió a Trump que mire
 fronteras adentro y abandone aventuras como Libia y Siria, patrocinadas
 por la ex Secretaria de Estado derrotada en las urnas.
d) América Latina espera con incertidumbre.
 En nuestra región, algunas cancillerías -no particularmente las de 
gobiernos progresistas o de izquierda- jugaron todas sus fichas a un 
hipotético triunfo de Clinton. Hicieron lo que pedían las instituciones,
 la mass media y el sistema financiero internacional. También son 
perdedores en la contienda: llegaron tarde y se jugaron a fondo, algo 
que suele cobrarse (no en términos económicos, sino políticos). Un error
 garrafal en la diplomacia, que no es bueno naturalizar. Una de las 
incertidumbres reside en la normalización diplomática que Washington 
planificaba con La Habana bajo la capitanía del propio Obama: ¿qué 
sucederá con ese proceso?,  ¿se amesetará?
e) Hay que volver a interpretar el escenario internacional.
 La elección de Trump abre paso a una lectura: detrás de los colapsos 
institucionales que se verifican en la Unión Europea y los EEUU, la 
salida -parcial- parece venir de outsiders conservadores. Hay un déficit
 indudable en los contrapuntos, al menos electoralmente: a Corbyn no lo 
benefició el Brexit (aunque volvió a ganar la interna de su partido, con
 comodidad), a Podemos no lo benefició la elección 2016 en España 
(aunque el voto implícito del PSOE al gobierno de Rajoy lo para como 
única alternativa real), y las proyecciones de Melenchon en Francia de 
cara a las presidenciales 2017 parecen ser limitadas. Ni que hablar de 
Sanders, que tras una elección interna descomunal tuvo que dejar que 
Clinton sea quien enfrente al pirotécnico Trump, por la elección de los 
“superdelegados” demócratas (en detrimento de gran parte de la base 
demócrata, que acompañó con entusiasmo su intento de “revolución 
política).
La
 “derecha” parece interpretar mejor que la “izquierda” la actual oleada,
 nutriéndose de lugares comunes y miedos (¿acaso el debate sobre los 
refugiados en la UE, donde Francisco tiene la posición más progresista 
contra los muros, es muy diferente a los exabruptos de Trump sobre 
México?) y también de ventajas objetivas (mayores recursos y 
pragmatismo). La tarea de las fuerzas nacional-populares, progresistas y
 de la izquierda de la región es interpretar el momento histórico que se
 abre tras esta elección, y proporcionar los mecanismos para hacer 
competitivas a las opciones que se proponen un orden alternativo, sin 
renunciar a las banderas de justicia social.
Por Juan Manuel Karg
Politólogo UBA / Analista Internacional
Las
 declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva 
responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de 
vista de RT.
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