Hay dos acontecimientos muy significativos en la biografía de César Vallejo, que marcan profundamente el genio de este poeta esencial; cuál es que sus dos abuelas eran dos indígenas naturales de esta tierra y de ancestros chucos y sus dos abuelos fueron dos sacerdotes españoles.
Fue en 1840 cuando su padre, Francisco de Paula Vallejo Benites, nació en Santiago de Chuco, hijo del sacerdote José Rufo Vallejo y de la indígena Justa Benites.
En Santiago de Chuco nació también, diez años después, su madre María de los Santos Mendoza Gurrionero, hija del sacerdote Joaquín de Mendoza y de la indígena Natividad Gurrionero.
En Santiago de Chuco fue donde sus padres también ellos contrajeron matrimonio, en el año de 1869.
César Abraham, como se sabe, fue el último hermano de los doce hijos que tuvo esta pareja de santiaguinos netos. Era pues el shulca, y nació el 16 del mes lluvioso de marzo del año 1892.
Madre de César Vallejo
2. Primordial
y primigenia
Estos antecedentes familiares de César Vallejo son importantes porque caracterizan su poesía, y nos sirven como claves de enorme significación para entender su concepción del mundo, de la vida y de las cosas.
Por un lado, está presente su enraizamiento con lo nativo, telúrico y popular, que determina esa adhesión tan grande que tenía a su país, a tal punto que quiso firmar su libro Trilce como del autor llamado César Perú, y tanto que estando muy lejos en el espacio y en el tiempo, lo hacía exclamar:
Sierra de mi Perú, Perú del mundo
y Perú al pie del orbe; yo me adhiero!
Todo ello deriva principalmente de su raigambre indígena que le viene por la línea de sus abuelas; es decir, de sus madres de segunda generación.
Con ello también se explica esa fuerza natural, primordial y primigenia; espontánea e instintiva, de identificación con todo lo que es indígena; linaje germinal que es el sustento materno de parte de sus dos abuelas de su progenie familiar.
Padre de César Vallejo
3. Las cunas
y las tumbas
Pero, de otro lado, la otra vertiente cultural, metafísica, trascendental, que es el legado de sus dos abuelos, que fueron ambos españoles y además ambos clérigos, ambos fueron sacerdotes auténticos y piadosos.
Hay por eso, en la obra de César Vallejo, ese hálito místico, litúrgico y espiritual. Hay aquella vena de religiosidad en el sentido de un sentimiento trágico de la vida, como la entendía don Miguel de Unamuno y que se mezcla y se funde con esa otra vertiente raigal, terrígena y auroral de sus abuelas de sangre indígena.
Como vemos, esas dos raíces, tan fusionadas a la tierra de Santiago de Chuco, influyen directamente en el sentido y en el verbo de nuestro poeta que todos reconocemos como una de las voces universales más grandes en poesía que se ha dado desde estos lares, en el correr de los siglos y hacia el mundo moderno. Y tal como él lo escribiera:
¡Que la tierra produzca el talloque da sombra y frescurala semilla que nutre y purifica,la flor que se abre para los tabernáculos,para las cunas y las tumbas!
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