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EL FANTASMA DE LA PANDEMIA Y LA PANDEMIA BURSATIL
A inicios de la pandemia y sus subsiguientes influencias a su paso en la economía en el mundo, muchos analistas, politólogos, anunciaron el mundo ingresaba a una crisis bursátil, que golpearía duramente, más que en las anteriores crisis bursátiles tenidos, a los sectores populares, mejor dicho, a los sectores de las masas trabajadoras, que suman por millares en el mundo laboral.
Pues, bien, se vive ya, en su más aguda crudeza la nueva, no tan nueva, pandemia bursátil, síntoma notorio de la quiebra material del capitalismo y la caducidad de sus principios. El capitalismo como barbarie en su crisis terminal.
En el Perú, los que llevan sobre sus hombros semejante explotación económica y opresión política son las masas trabajadoras y sus familias.
Si antes de la pandemia, el desempleo era galopante en el país, después de este dramático restablecimiento pos-pandemia, el desempleo se elevó hasta en un 74% de desocupados, que va en aumento. Sus consecuencias inmediatas no solo es el aumento de la sobrevivencia en la informalidad laboral, que ni siquiera ésta basta para sobrevivir ahora, sino que ha abierto aún más la trocha donde se abreva el submundo del lumpen proletario, que se alquila como milite de las fuerzas reaccionarias. Hoy, como nunca se había visto, este fenómeno es tan notorio, que hi siquiera el ciego dejaría de ver.
El margen de 30% de formalidad laboral se ubica en el sector servicios e industrias extractivas. Es así, y no puede ser de otra manera el comportamiento y estatus del Trabajo en condiciones que lo tienen hundido dentro de una “economía colonial”. Más realista no se puede ser declarar en concreto: el Hundimiento del Perú hoy.
El sector reaccionario y sus acciones y toda la prensa a su favor, concentra toda su actividad para hacer que las masas trabajadoras y el pueblo peruano en general, se pierdan y desorienten por la ruta de la “evasión de la realidad” con la falsa orientación de la lucha contra “la corrupción”. Y las fuerzas de izquierda no hacen más que acompañarla al precipicio, balanceándose en el puente genuflexo que aguanta todo de la “legalidad, la justicia, la democracia”, como si estas fueran neutrales y no respondieran a intereses de clase de antemano: las clases dominantes parasitas y su Estado caduco y corrupto. Así están las cosas en un Perú, donde todo está por hacer y sin embargo no hay trabajo y reina la desocupación. Y ya se noticio más arriba el porqué de tal defecto.
No se piense que las masas trabajadoras no rechazan a las instituciones vigentes. La rechazan, y siempre la han rechazado. Solo que ese rechazo pugna por la ruptura de ser solo un sentimiento protestatario y se eleve a conciencia contestataria, que revolucione su situación concreta. Y seguramente se elevará cuando tomen en sus propias manos su destino; sean los arquitectos concretos de un nuevo orden social.
Por eso, siempre que se esté frente al TRABAJO, se estará también frente al Estado. Hoy, el trabajo esclavizado en un Estado explotador y opresor. Es el ocaso, la decadencia absoluta.
Por otro lado, el alba. Hoy, como nunca, amanece fresco, matinal, lo señalado por el Amauta José Carlos Mariátegui: “El destino del hombre es la creación. Y el trabajo es creación, vale decir liberación. El hombre se realiza en su trabajo”. Demás está decir que este principio universal del proletariado es la ejecución de un nuevo tipo de Estado. Por eso,
aquí radica el por qué la tarea concreta, perentoria, del presente es: PREPARAR LA ORGANIZACIÓN PARA EL CAMBIO SOCIAL.
Héctor Félix Damián
02.07.2022
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