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Perú al Pie del orbe. Un debate abierto
HISTORIA Y VERDAD DEL
RÉGIMEN ECONÓMICO NEOLIBERAL
EN EL PERÚ
*Antonio Romero Reyes
Análisis
18/10/2019
La señora Rosa María Palacios (RMP) es una abogada y periodista
liberal ilustrada, con una opinión muy influyente. Una cosa es debatir
con los buenos modales de esta señora y otros liberales de similar tenor
(como Hernando de Soto y Federico Salazar);
otra es hacerlo con la jauría de políticos (hombres y mujeres) que
defiende a ultranza el régimen económico vigente consagrado por la
Constitución fujimorista de 1993, pero que lamentablemente -a diferencia
de los anteriores- tienen más llegada al "pueblo"
con su verborrea y sus dislates; y otra es batirse con los "ideólogos",
sean economistas, líderes empresariales y los escribas del periodismo
"independiente", incluyendo en este último grupo a opinólogos como
Phillips Butters y Aldo Mariátegui. Mario Vargas
Llosa es harina de otro costal, ya que él como premio nobel de
literatura y uncido desde su pedestal de marqués y libre pensador, funge
de adalid y juez supremo sobre todos los asuntos de este mundo, obrando
como inquisidor colonial juzgando especialmente
a los países del sur global.
Este no es solamente un debate con la señora Palacios. Se trata
además de un debate con toda una forma de pensar muy arraigada en el
Perú, y otras partes de América Latina, donde el neoliberalismo logró
implantarse como sentido común hasta en la forma
de gobernar así como en la forma de entender la economía y las
relaciones económicas. En este debate están implicadas profundas
cuestiones epistémicas y epistemológicas, que las resumo en dos: el
conocimiento objetivo y la verdad objetiva, que deben estar
fundamentadas en la historia más que en cuerpos doctrinarios abstractos
o prejuicios ideológicos. De ahí también el título del artículo,
inspirado en trabajo del filósofo marxista Adam Schaff.1
La señora Palacios -muy didáctica, sistemática y ordenada- expuso
en su programa “Sin Guión”, emisión del 16 de octubre,2 lo que contiene
la actual Constitución peruana en lo referido al "marco económico", que
descansa en cuatro ejes fundamentales: libertad,
rol del Estado, libertad de contratación y propiedad privada. En este
artículo se examinan y desmontan una a una las tesis e interpretaciones
que RMP esgrimió, a partir de la lectura que hizo del articulado
contenido en dicho marco.
Sobre lo primero (la libertad) RMP señaló: "En primer lugar la
economía peruana se basa en un principio de libertad"; una libertad que
denota con varias expresiones (iniciativa privada libre, libertad de
trabajo, libertad de empresa, de comercio, de
industria, libre mercado). Al respecto, se contrasta ese principio
general y pretendidamente universal en torno a la "libertad", cuyo
sentido es esencialmente económico, con esta otra mirada sobre esa misma
"libertad":
"La especificidad de la libertad económica es que se ejerce en la
medida exacta del poder económico que uno tiene para ejercerla y, por
tanto, su ejercicio siempre implica una forma de imposición asimétrica
sobre los grupos sociales que tienen menos
poder y una forma de violencia brutal sobre los que no tienen poder, la
gran mayoría de la población empobrecida del mundo. Tal imposición y
violencia siempre se traduce en la transferencia de riqueza de los
pobres (traducida en las magras políticas de protección
social del Estado) a los ricos y en el saqueo de los recursos
naturales, así como de los activos económicos, cuando los hay."3
A la luz de la cita del sociólogo portugués nuestra experiencia
indica más bien que, en el Perú, lo que hemos tenido por lo menos desde
la Constitución del 93 ha sido una permanente "imposición asimétrica" de
la "libertad económica"; porque una cosa
es la defensa doctrinaria de un principio y otra su verdadera
historicidad, sustentada en una forma de poder (el poder económico) que
los defensores y defensoras de dicha libertad procuran ocultar o
desconocer todo el tiempo.
Con relación al segundo eje (rol del Estado), el caballito de
batalla del liberalismo criollo y fundamentalista, para pasar de la
Constitución del 79 a la del 93, fue el "estatismo del gobierno militar"
sobre todo del régimen velasquista (1968-1975),
al cual se le puede añadir el último manotazo de ahogado del primer
gobierno de Alan García, que en 1987 intentó "estatizar" la banca para
salvar a su gobierno y a él mismo de la catástrofe (económica, social y
política) que se veía venir, siendo esto último
lo que hizo resucitar y sacar de sus casillas a toda la derecha
(económica y política). Podría decirse que el cambio de régimen
económico fue propiciado, al menos indirectamente, por la desastrosa
situación en que terminó esa primera experiencia de gobierno
aprista de la historia del Perú, en la segunda mitad de los 80 del
siglo XX.
Mientras que las reformas militares, en su "primera fase",
buscaron iniciar un proceso de modernización del país en el sentido de
un capitalismo nacional, siendo el Perú un Estado dependiente, a pesar
de todo el discurso antimperialista, tercermundista
y no-alineado del Gral. Velasco (preludio de lo que en América Latina
se conoce ahora como "socialismo del siglo XXI"); con el neoliberalismo
criollo de los 90, ya con Fujimori y sus secuaces posesionados en el
control absoluto del Estado, y con la Constitución
del 93 sancionada y aprobada en el tristemente célebre CCD (Congreso
Constituyente Democrático), se encaminaron de tal manera las cosas a fin
de despojar al Estado no solamente de todo el capital acumulado en
forma de empresas públicas, sino para fortalecer
a los grupos de poder económico (medios de comunicación incluidos)
mediante privatizaciones y grandes negocios en la sombra.
En ese contexto, la "imposición asimétrica" de la "libertad
económica" solamente fue posible por la lucha que el neoliberalismo
criollo (político, empresarial y tecnocrático) libró por el control del
Estado bajo un régimen autoritario sin el contrapeso
de alguna oposición organizada; otra cosa es que hubo voces aisladas
como la de Javier Diez Canseco desde una "izquierda" inexistente. En
esta lucha política, la izquierda de entonces (bajo el membrete de IU)
había abdicado por su propia autodisolución en
1989, año en que se produjo la caída del muro de Berlín. La estocada
para esa izquierda vino en 1991 con la debacle final de la URSS y del
"sistema socialista".
Por consiguiente, lo central del "modelo económico" en lo que al
eje "rol del Estado" se refiere, no son determinados conceptos o
principios universales, sino el trasfondo histórico que hizo posible que
se plasmaran esos roles consagrados en la Constitución
del 93. La señora Palacios, además, mezcla o confunde "participación
del Estado en la economía" (limitada a situaciones especiales o
excepcionales) con la definición del Estado como "propietario de los
medios de producción". De esta confusión ha surgido toda
una cantaleta de prejuicios archiconocidos, que se han instalado
también en el sentido común, entre los cuales el más célebre es este:
participación del Estado en la economía = estatismo = socialismo =
populismo económico = ¡chavismo! Esta cadena de falacias
mentales, consagradas por los neoliberales, constituyen una camisa de
fuerza que se aplica a todo, desde la orientación de las políticas
fiscales hasta para dirimir los conflictos sociales por aumento de
salarios, obras públicas y proyectos de inversión social.
¿Adónde cree la señora Palacios que va ese dinero "negado" por el
neoliberalismo y sus tecnócratas para atender reclamaciones justas sobre
condiciones de existencia social? ¿No ha ido acaso a los bolsillos de
la corrupción? ¿No es esto el "costo de oportunidad"
económico, político y social que el neoliberalismo en el Perú nos está
haciendo pagar por su miopía y estrechez de miras, a lo largo de tres
décadas?
¿Por qué solo la "iniciativa privada" puede hacer "empresa"? Aun
dentro del marco de lo "subsidiario": ¿quién y cómo se determina el
"alto interés público"?, ¿qué significa eso de "manifiesta conveniencia
nacional"? ¿Acaso lo "público" es sinónimo de
"estatal"? Son algunas de las muchas preguntas que deberían suscitar un
amplio debate.
El tercer eje, "libertad de contratar", es bastante genérico
(artículo 62), ya que se refiere a las relaciones contractuales entre
privados (dueños de capital y medios de producción), y entre los
sectores público y privado. Es el fiel reflejo del "libre
mercado" en estado puro. Aquí cabe preguntar, por ejemplo, si los
trabajadores (cualquiera sea su condición social, raza o género) son
"privados". Tácitamente, RMP da a entender que sí cuando cita: "La
libertad de contratar garantiza que las partes puedan
pactar válidamente según las normas vigentes al tiempo del contrato".
¿"Pactar válidamente"? Es una broma de mal gusto pues la realidad de
nuestro país, y seguramente la de otros países latinoamericanos, nos
indica que la abrumadora mayoría de trabajadores
y trabajadoras se ven obligados a aceptar y trabajar en condiciones
precarias (bajos salarios, contratos temporales, carencia de seguro
social, despidos intempestivos) para las empresas privadas y en el mismo
sector público. Que "pactar válidamente" sea entendido
/ asumido como aceptar la imposición de quien ostenta el poder
económico (o sea del detentador de capital-dinero, del "inversionista"
sea o no corporativo), o de poder político, es otra cosa. Es lo que
posiblemente la señora Palacios entiende por "seguridad
jurídica".
Finalmente, el cuarto eje: la propiedad, es el fundamento basal
sobre el que se levanta todo el ordenamiento jurídico anterior. La
señora Palacios, como buena liberal que es, habla desde un mundo
idílico: ¿todos y todas somos o podemos ser "propietarios"?,
¿todos tenemos "contratos protegidos"?, ¿estamos realmente protegidos
de expoliaciones y/o expropiaciones? El articulado en torno a este tema
es declarativo porque no se condice con la realidad actual del Perú,
donde basta ver los conflictos de la megaminería
con las poblaciones locales, incluyendo territorios indígenas
ancestrales, en los espacios que están concesionados para el
extractivismo. ¿Por quién doblan las campanas cuando se habla de
"expoliación"?
Lima, 17 de octubre 2019.
*Antonio
Romero Reyes. Colaborador de ALAI desde el 2008. Autor de los libros:
Miserias de la economía. El fetichismo de la ciencia económica (2012) y
La transición histórica en
el siglo XXI (2011). Investigador adherente del Seminario Economía
Social, Solidaria y Popular, Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
1
Adam Schaff, Historia y Verdad (Ensayo sobre la objetividad del
conocimiento histórico), México D.F., Editorial Grijalbo, 1974. (Edición
original: Geschichte und Wahrheit, 1971).
2
El programa “Sin Guión” se difunde de lunes a viernes por internet a
través de RTV del diario de circulación nacional “La República”. Véase
https://larepublica.pe/politica/2019/10/16/sin-guion-partidos-de-izquier...
3 Boaventura de Sousa Santos, "Ecuador: del centro al fin del mundo", en
www.alainet.org/es/ articulo/202666
Del mismo autor
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fecha: 18 oct. 2019 12:51
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24 de octubre de 2019
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